Una casa fría y vieja,
Vieja y destartalada,
Las paredes sin pintar,
Por sitios muy desconchada.
En la escalera que sube,
Hasta la segunda planta,
Hay escalones rotos
Y doblada la baranda.
Una mujer ya vieja,
Tan vieja como su casa,
Sube por las escaleras,
Su espalda esta encorvada.
Se apoya sobre un bastón,
La otra mano en la baranda,
Le pesan mucho los años,
Se nota que esta cansada.
Ella vive allí sola,
Sola y desamparada,
Porque los hijos que tuvo,
Todos le han dado la espalda.
Acaba de subir arriba,
Y se tiende en su cama,
Sube la mirada al techo,
Que no tiene ni una lámpara.
Y se queda así pensando,
Como fue en otro tiempo,
Cuando ella joven estaba,
Joven y recién casada.
Con su marido, sus hijos,
Cuando su casa estrenaba,
Las paredes relucían,
De tanto que las pintaba.
No tenía tiempo para ella,
Pero eso no importaba,
Porque toda su familia,
A ella la rodeaba,
Que días tan felices,
Como los añoraba.
Y pensando todo esto,
Para el cielo fue su alma,
Solo un suspiro, se fue,
Y dejo allí su casa,
esa casa fría y vieja,
Vieja y destartalada.
Vieja y destartalada,
Las paredes sin pintar,
Por sitios muy desconchada.
En la escalera que sube,
Hasta la segunda planta,
Hay escalones rotos
Y doblada la baranda.
Una mujer ya vieja,
Tan vieja como su casa,
Sube por las escaleras,
Su espalda esta encorvada.
Se apoya sobre un bastón,
La otra mano en la baranda,
Le pesan mucho los años,
Se nota que esta cansada.
Ella vive allí sola,
Sola y desamparada,
Porque los hijos que tuvo,
Todos le han dado la espalda.
Acaba de subir arriba,
Y se tiende en su cama,
Sube la mirada al techo,
Que no tiene ni una lámpara.
Y se queda así pensando,
Como fue en otro tiempo,
Cuando ella joven estaba,
Joven y recién casada.
Con su marido, sus hijos,
Cuando su casa estrenaba,
Las paredes relucían,
De tanto que las pintaba.
No tenía tiempo para ella,
Pero eso no importaba,
Porque toda su familia,
A ella la rodeaba,
Que días tan felices,
Como los añoraba.
Y pensando todo esto,
Para el cielo fue su alma,
Solo un suspiro, se fue,
Y dejo allí su casa,
esa casa fría y vieja,
Vieja y destartalada.
Pepi Padilla
Me encanto.
ResponderEliminarGracias ángel de cristal
EliminarMuy bueno, me gusta especialmente la repetición del final. En algunos (muy pocos) lugares el poema es un poco 'explícito', por ejemplo cuando dice: 'los hijos que tuvo / todos le han dado la espalda'. Pero es solo una percepción, todo depende del estilo, creo. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti Jorge, es bueno que lo que percibas, lo expreses, me gusta que me digan lo bueno y que me hagan criticas constructivas, me alegra que te haya gustado.
ResponderEliminarAmiga Pepi: Con la sinceridad que me carazteriza, te diré que me gusta el fondo, pero la forma al no ajustarse a preceptiva de lo que es un romance, que sería donde se puede encuadrar, no me cala lo que debiera, no quiero con esto que mi comentario te desilusione, es mi opinión particular, ánimo y un abrazo.
ResponderEliminarGracas Manuel, me encanta, sobretodo la sinceridad, así que bienvenida tu critica constructiva, me alegra quete haya gustado el fondo, un saludo.
ResponderEliminarEs una reflexión para tener en cuenta en el crudo invierno que se nos avecina a todos. Hermoso poema, felicidades.
ResponderEliminarGracias Carlos, eso pretendía al escribirla que quien la leyera reflexionara sobre la vejez.
EliminarMe gustó mucho el hecho de subrayar la casa como parte importante del poema como una especie de cáscara que alberga el drama de la vejez y la poca mirada social que le damos.
ResponderEliminarMe gusto mucho la poesía... Tenemos que cuidar a nuestros mayores, sin ellos no tendriamos futuro...
ResponderEliminarUn beso grande Pepi
Manuel Barranco Roda
Acertado poema que lamentablemente y por desgracia es la pura realidad.
ResponderEliminar"HAY UNA MADRE PARA CIEN HIJOS, PERO NO CIEN HIJOS PARA UNA MADRE"
Repito: Lamentable pero cierto
Un abrazo Pepi Padilla