Aquella
Navidad iba a ser la menos convencional que viviría, lejos de mi familia, de
los amigos y del calor de un hogar. Esa noche me tocaba trabajar, estaba de
guardia y tenía que asimilar que iba a estar más de 5 horas con los cascos
puestos atendiendo llamadas en la línea erótica para la que trabajaba.

Era
triste tener que retener al teléfono a tantos hombres solitarios en busca de
compañía, más que de un momento efímero de placer.
Pero
a fin de cuentas, me gustase o no, lo que pagaba las facturas de mi casa y me
daba de comer, eran las llamadas de todos y cada uno de esos desesperados.
La
verdad es que con tantas historias que había escuchado, tenía material
suficiente como para escribir un libro de relatos eróticos. ¡Tal vez algún día!
Nunca se sabe las vueltas que da la vida y qué te deparará el destino con los
años.
Todas
las noches a la misma hora, ni un minuto arriba ni abajo, recibía la llamada de
Michael al que le gustaba que le llamase Chery. Nunca entendí el porqué,
pero... ¡Quién paga exige!
Tenía
una voz varonil, sin ser muy grave, pero penetrante; tan aterciopelada que en
ocasiones, después de hablar con él, era yo la que tenía que ir al baño para
desfogarme.
Chery,
era un psicólogo cansado de la vida que llevaba. Supongo que de tanto tener que
escuchar a sus pacientes, también él necesitaba ser escuchado.
El
caso es que cada vez me gustaba más atender sus llamadas, porque distaban mucho
de las otras. Él se negaba a que yo siguiera un estúpido argumentario; quería
que le hablase como si fuera su amiga. Pero me costaba y mucho. Tantos años de
profesionalidad en tu haber hacen que todo lo que esté fuera de lo normal, te
parezca anormal.
Teníamos
estrictamente prohibido quedar con ninguno de los clientes y sin embargo,
cuantas más llamadas recibía de él, más imperiosa era la necesidad de verle, de
sentir su respiración cerca de mí. Aunque tal vez su voz hacía que dibujase en
mi mente, una imagen distorsionada de como realmente podría ser él en la realidad.
Era
imposible no arriesgarse a no acudir a la aquella cita que me proponía Chery. Pese
al riesgo que suponía; ya no solo por el hecho de poderme quedar sin trabajo,
sino porque detrás de esa voz tan elocuente y embaucadora, hubiese un hombre
desalmado; cuyas intenciones distasen mucho de lo que yo me había imaginado.
Es
absurdo entrar en detalles de cómo realmente fue la conversación, lo más
importante es lo entre esas cuatro paredes del hotel Zarzuela Park, sentí.
Eran
las diez de la noche cuando entraba por la recepción del hotel; me sentía
completamente temerosa a la par que excitada. Me había citado con un
desconocido, no sabía nada de él, salvo lo que me había dicho y sin embargo
nada deseaba más que tenerle delante de mí, para saber si la imagen que en mi
mente había dibujado era un espejismo o la fiel realidad.
Anduve
por el pasillo hasta llegar a la habitación 76 con paso firme, sobre mis zapatos
de tacón, pero con miedo, miedo a lo desconocido; era ese miedo lo que hacia
que me sintiera especial y diferente. Ésa era la sensación que ansiaba tener y
que me empujaba a vivir lo que a muchos les parecería una locura.
Cuando
abrí la puerta, la habitación estaba en penumbra, apenas podía apreciar una
silueta. En ese instante se giró, con paso firme hasta situarse frente a mí.
Chery,
no tendría más de cincuenta años. Sus ojos eran verdosos, de tez oscura y de
labios carnosos. Vestía un traje gris marengo de raya diplomática, camisa
blanca y el color de la corbata realzaba todavía más el atractivo de su mirada.
Me
quedé ensimismada, su imagen era muy distinta a la que me había hecho de él. Y
afortunadamente la realidad superaba por una vez a la imaginación.
No
pronunció ni una sola palabra, tan solo me hablaba en silencio con esa mirada
que tanto me inquietaba. Y yo, soñaba con vivir esa historia jamás
experimentada.
Todo
era perfecto, su presencia, la decoración del hotel; todo a excepción de que
como siempre y una vez más, solo era un sueño, una estúpida ensoñación más
fruto de estar esperando a que el teléfono sonase en una noche de Navidad, donde
todo puede ser mentira y todo verdad. Una noche en la que me sentía sola,
alejada de mi familia, esperando a que pasase mi jornada laboral, para estar
arropada por los míos.
No
intentes comprender lo que aquella noche sentí, ni que me empujó a escribir
estas palabras; tal vez si tú hubieras estado en mi lugar esperando ésa llamada
que nunca se dio... hubieras pasado el rato, como he hecho yo, escribiendo este
relato.
Tal
vez en la próxima publicación, te pueda contar, lo que ahora al recordar, sin
saber el por qué me hace sonrojar... Pero no le des más vueltas, ¿para qué pensar? ¡Feliz Navidad!
Eva Mª Maisanava Trobo
Psicólogos y psicólogas... ¿Cómo no van a ser personas excitantes? Sus almas son las de mil almas, son una aventura en sí mismos, una llamada a la experiencia y al misterio de su desvelo... Pero para qué imaginar o pensar más, para qué. ¡¡¡¡¡A saber....!!!!!
ResponderEliminarMaría José Cabuchola Macario
Cierto, María José; los psicólogos/as son personas excitantes y una fuente de inspiración constante. Con los años te das cuenta de que no todo tiene una respuesta. ¿Para qué pensar?
EliminarLo inquietante y a la vez fascinante es saber si el relato se basa en la realidad o es pura ficción. Yo creo que en todo lo que escribimos hay algo de nuestro "yo". Me gusta.
ResponderEliminarCristian A.
Es pura imaginación, pero escrito de esa manera que te hace dudar, pero... ¿para qué pensar?
EliminarBueno, no sabremos que sucedió esa noche hasta la próxima temporada. :'( Esta bien, esperaremos. Mientras tanto, la lucha de un psicoanalista por salir de las mentes se tropieza con un fugaz amorio, desde la otra acera. Como siempre Eva, fiel a tu estilo. Felicidades.
ResponderEliminarNo sabemos si habrá continuación o no, ¿para qué pensar?, ya se verá...
EliminarTe complaces en el interesante y cada vez "mas tuyo" juego de los horizontes y las fronteras...de los umbrales y los limites....los trastocas, los traspones: realidad y ficcion. Mientras sutil y originalmente completan tu juego el tambien interesante y cada vez mas tuyo juego de roles: escritor y lector. Felicidades Eva
EliminarGracias, pero por desgracia ahora tengo muy poco tiempo para escribir; pero aún así no me queda otra que escribir para la Revista. Muchas gracias.
EliminarTal vez lo que ocurra en nuestra imaginación, los universos que nuestra mente es capaz de crear, como las fantasías y los sueños, existan de alguna manera. Son reales, en tanto y en cuanto nos han inducido sentimientos verdaderos. Bonito relato, Eva. Un besito.
ResponderEliminarCada día vivo más intensamente la vida de mis protagonistas, que la mía propia. Pero... ¿Qué más da?
EliminarUna vez dentro del sueño es difícil renunciar a él. Sería maravilloso no tener que abandonar ninguno de ellos.
ResponderEliminarSi, sería maravilloso no tenerlos que abandonar, Tino; pero los sueños, sueños son. Un besazo, rey.
EliminarDesde el estadio del acontecer cotidiano, se halla siempre el argumento para relatar un evento que aun sin dejar de ser ficción, tiene mucho de realidad. Grato es también el modo en que se rompe el relato sin describir la o las escenas posteriores al encuentro, aunque para completar el erotismo, bueno hubiese sido leerlo. Gracias Eva por compartir tu trabajo.
ResponderEliminarAntonio Ruiz Ruiz
La magia de este relato, Antonio; es dejar que el lector juegue con la imaginación. Total qué más, en ocasiones es mejor ni pensar. Salud y suerte. Eva
EliminarMe agrada mucho la inversa realidad del relato. El trabajo de nuestra protagonista es brindar fantasías a esos hombres "solos" o faltos de acción pero vemos que es ella quien ahora esta viviendo una fantasía gracias a uno de sus clientes y la fantasía que ella tiene le demuestra lo triste, amargo y hasta depresiva vida de muchos de esos hombres que llaman buscando algún tipo de escape momentáneo de sus vidas cotidianas. Ahora ella podía comprender mejor a sus clientes, porque ella también estaba sola.
ResponderEliminarAsí es, Efrain. Ella estaba sola esa noche de guardia en el trabajo. Y la soledad es tan traicionera, que en ocasiones te lleva a actuar, como nunca quisieras.
EliminarFeliz Navidad, Eva. Me ha gustado mucho el relato, sobre todo el final. Sorprendente y simpático, hasta cómico. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Jajaja!, me alegra que te haya gustado.
EliminarFeliz Año Nuevo. Disculpas por el retraso en el comentario pero, como sabes, ando liado últimamente. Me ha parecido un planteamiento muy original y sugerente que da mucho juego, inclusive para algo más largo, en mi opinión. Al final me parece que le vas quitando drama a la situación ofreciendo una imagen benevolente y simpática y hasta un esperpéntica punto más allá con los pareados finales. En conjunto, me lo he pasado bien, gracias.
ResponderEliminar¡Vaya!, me encanta este comentario. Sin lugar a dudas, viniendo de ti, es todo un honor. Besazos.
EliminarEvita, como siempre, fiel a tu estilo. Me encantó la historia por varias cosas: primero por esa cosa de "cambio de roles": la seductora se convierte en seducida; segundo, porque pese a que la protagonista tiene un trabajo algo "denso" como ser operadora en una Hot Line, no pierde su candor y su ingenuidad. Por último, no sé, yo aquí veo el comienzo de otra novela en episodios pero...¿Para qué pensar? Zoroniak! (qué seme ha estado pegando mucho esta palabra!)
ResponderEliminarGracias, Gonzalo. Pero no es Zoroniak, es Zorianak (Felicidades en euskera) Besos
EliminarDefinitivamente no te puedes aislar de este estilo, te envuelve y absorbe, te atrapa y deleita. Feliictaciones, un abrazo de luz.
ResponderEliminarTRINA
Así es, Trina; me envuelve, me seduce, me atrapa y es que aunque no quiera, me sale del alma. Besos.
EliminarBonita y sorprendente historia. Cuando me imaginaba que algo iba a pasar, sin saber qué, resultó ser un sueño, el sueño que la protagonista hubiese querido vivir en la realidad con un final feliz. Es bonito soñar, pero el despertar a veces nos golpea con la realidad. Felicidades, Eva:)
ResponderEliminarCierto es que al abrir los ojos después de un sueño, la decepción es mayor. ¿Pero qué es peor: Decepcionarse y haber sentido, o estar sin sentir nada, pero sin haber vivido?
Eliminar¿para qué pensar? A veces las soledad nos lleva a nuestros mundos imaginarios, a crear historias en nuestra cabeza para evadirnos de nuestros problemas, de una situación concreta.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho porque tiene un final inesperado que le da un vuelco total, como siempre consigues que la historia te vaya enganchando poco a poco hasta llegar un punto que necesitar leer y leer más.
Un abrazo
Gracias, José... No sabes cuanto te agradezco tu comentario. La verdad es que muchas veces se necesita la "soledad", para escribir. Un abrazo.
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