Sentirte mío sin
restricciones
dejar mi huella
hasta en tus dolores
habitar tu mente
noche y día
estar en ti
presente, a porfía.
Mi gozo no es
otro que sentir que me perteneces,
que no hay otra,
que soy la única que mereces
y que en ese
merecimiento están mis permisos
aunque sean
muchos, mis sumisos.
Tu Señora, tu
dueña, tu modo de vida...
eso soy yo para
ti, única criatura divina
a la que
venerarás mientras yo lo decida
y te me
arrodillarás mientras yo te lo pida.
Esclavo de mi piel,
sumiso de mi voluntad
y actor de mis
deseos hasta mi saciedad,
este es mi rol,
ese es mi destino...
y el tuyo el de
servirme, con fiel atino.
Someterte a mí no
te hace un ser inferior,
te hace de mis
cuidados merecedor,
de mis placeres
el receptor
y parte
importante de mi juego demoledor.
Autor: David López Rodríguez
Un poema de mujeres fuertes. Porque no todo es sentimientos a flor de piel en la vida, a veces es a flor de latex acompañado por la correa. Interesante David.
ResponderEliminarQué excitante es la fuerza de las mujeres, aunque tanto nos cueste a los hombres reconocer que son nuestras dóminas, todas ellas. Gran trabajo, compañero.
ResponderEliminarUn buen tema, bien manejado y buen trabajo en las rimas, Saludos!
ResponderEliminarUn poema atractivo e interesante, que huye de estereotipos. El sexo no siempre es solo amor, también hay mucho juego, mucho latex, y emociones fuertes. Un saludo, David.
ResponderEliminarNo soy de las que piensan que el amor hacia el otro sea como una posesión, pero este tipo de amor, tan sexual, es muy excitante (he de reconocerlo) y me ayuda a ver el amor desde otra dimensión. Te aplaudo,
ResponderEliminarMaría José Cabuchola Macario