viernes, 14 de febrero de 2025

Amores que (no) matan.


Como cada mañana, antes de incorporarme al trabajo, corrí varias vueltas a la manzana. Pensé vagamente qué propósito me sustentaba para mantener fijo mi entrenamiento diario. Lo mismo me acudían en tropel a la cabeza imágenes de colegas, tareas por concluir dejadas la jornada anterior; invadido por una vaga sensación de vacío que ignoraba cómo rellenar, ni con qué… Amor llamado sexo, lecturas informales y dispersas sobre orígenes culturales del género sapiente, y no menos fantasiosas; representaciones fugaces y poco definidas de rostros no menos marchitables —difusamente constantes—, sobrevolando la imaginación.

“Esto es el principio de cierto poder activo”, me dije. Y, redoblando el esfuerzo, continué la marcha.

Recuerdo que ella, a la que no conocía muy bien, me miraba indolente desde un rincón: como si soñara con otro o no sé qué cosa o quién. Era todo muy extraño, pero intuí que un lazo se bifurcaba entre ambos. Lejana y cercana a un tiempo; una isla desierta. ¿Qué pensaría de mí? Me parecía una situación bastante confusa y rodeada de enigmas.

Una vez me sorprendió con lo siguiente: 


—¿Sabes lo que le dijo una tal Eva al desnudo a su pareja Adams cuando estaban a punto de dejar el Hotel Paraíso?—.

—¿Qué?—.

—Adams, eres un tonto—.

—¿Será posible?—.

—¡Puf! Bueno, posible es todo—.

Y dio en reír.

—¡Eh! ¡Mire usted por dónde va, joven!—, me advierte, gritando, una señora. Y con razón de sobra: la atropellé inopinadamente y, además, le espachurré un zapato.

Seguía obsesionado con la cantilena de si alguien estuviera oculto en aquella habitación. ¿Escondido en el armario? Aquella mujer me desvariaba. Era rígida, de rasgos imprecisos, de mirada fría… No creo que fuese muy calculadora. El conjunto de su cuerpo, muy estilizado, me resultaba atrayente, irresistible.

La supuse inquieta, nunca en el mismo lugar, poco interesada en nada ni en nadie. ¿Era una pose? ¿Pueden existir ese tipo de seres? ¿Esa indolencia asesina?

Dada mi corta trayectoria, todavía no he aprendido a diferenciar los caracteres. La experiencia te va a descubrir quién eres realmente.

Creo que le gustaba viajar, la comunicación entretenida de los otros hacia ella, de la que entresacaba energía para seguir poseyendo un reflejo poco nítido de su propio ser. Ese ser igual a todos pero que no se determina, indefinible, por miedo a ser usurpado, descubierto en sus secretas intenciones.

—¿De verdad te gusto?—.

—Sí—.

—¿Mucho?—.

—Me gustas…—.

Quizás se desenvolvía con harta eficiencia. Con todas aquellas siluetas derrumbadas por los suelos que ilusoriamente entreveía a mis pies, como maniquíes desvencijados.

Tal vez mi destino consistiría en servir a los demás… ¿Por qué se me ocurre esto de improviso? La aspiración por ese fuego que lo consume todo y que te eleva por encima de la dualidad equívoca en la que estás inmerso. La lucha titánica para resurgir de esa cueva obscura en la que te hallas encadenado. Fuerzas sobrenaturales que te someten sin remisión. El eterno retorno de los conceptos que te esclavizan sin misericordia. La herencia de la sangre transmitida.

Y la liberación anhelada, la escapatoria, porque adivinas que las mentiras las crea la frustración generada por los sueños que no se cumplen, iguales a la muerte; aunque se diluya el tiempo.

Nunca supe su nombre. Es un hechizo. Me siento atrapado.

—¿Cómo escapar de sus garras?—.

No creo que nunca lo consiga, aun buscando en mil lugares lejanos.

 

José Luis Benítez Sánchez


2 comentarios:

  1. Creo que todos tenemos al menos una experiencia en donde nos enamoramos de una fantasía, de una persona que a veces vemos constantemente y otras en que solo en ocasiones, pero en ambas situaciones, esa persona no es parte de nuestro circulo, la vemos como una estrella inalcanzable en donde solo nuestra mente nos consuela con encuentros cercanos. Algunas se puede tener un ligero encuentro en donde como en este caso un leve intercambio de palabras es suficiente para alimentar mas esa fantasía, o hasta en algunos un pequeño escape en donde se puede alcanzar un encuentro mas intimo pero único, y nunca mas se vuelvan a ver, no intercambio de información de contacto, no direcciones y hasta incluso no un verdadero nombre y hasta en cierto punto, ese panorama misterioso crea un ámbito sumamente romántico he inolvidable aunque sea solo una fantasía.

    ResponderEliminar
  2. El amor es un sentimiento difícil de contener o de sostener, cuando te atrapa y no puedes llevarlo a termino cuesta mucho que el estupor del olvido permita liberar su garra. Pero es admirable, porque aún buscando nunca se escapa de él.

    ResponderEliminar

Gracias por dejar vuestros comentarios.

Textos registrados

Safe Creative #1205150611376