La Navidad siempre será una fecha
especial e inolvidable dentro de mí.
Puede ser que con el paso de los años ese sentir parezca
que haya cambiado...
El recorrido que hemos hecho en la vida, la inocencia
perdida y sobre todo por el dolor de saber que alguno de nuestros seres más
queridos ya no están presentes, hacen que todo sea distinto. Cuando me planteo
si sigue en mí ese espíritu, esa magia, me paro a pensar, cierro los ojos... Siempre
lo hago cuando quiero recordar algo.
Entonces veo de nuevo el color de las luces encendidas en
el árbol, mirando por la ventana o recorriendo las calles. Veo las bolas de
colores, los espumillones con los que nos hacíamos collares mientras
decorábamos nuestra casa. Siento el olor a Navidad, porque sí, la Navidad tiene
un aroma especial, a turrón, a comidas hechas en el horno, a bombones, a
chocolate...
Y sin saber cómo me embargan esos valores propios de esas
fechas, el de la bondad, la amistad, el amor, la felicidad y es en ese momento
cuando la alegría que respiro es la que sentía entonces.
Escucho como si fuera ahora mismo, los villancicos que mi
madre ponía en el tocadiscos para ambientar la casa, siempre lo hacía...
Y oigo cómo me dice...
—Venga hija, ponte el abrigo que vamos a la plaza —así le
llamaba ella al mercado— que tenemos que hacer la compra para nochebuena, ¿qué
os apetece que hagamos? Ya tengo el marisco encargado y el cordero, pero
¿queréis besugo al horno para cenar?
Y a mi padre...
—A mí con que me hagas bacalao con coliflor ya soy feliz,
por lo demás, lo que queráis. —¡Jajajaja—, me río; sabía que para mi padre era
una tradición desde pequeño pues en casa de sus padres, en estas fechas no
faltaba el bacalao, y que para él es importante y no perdona.
Ese detalle, del cual me reía antes, cuando era aún una
niña, ahora cobra sentido...
Él también sentía la Navidad a pesar de que ya nada era
igual que antes, que su padre ya no estaba y que esos años quedaban en el
recuerdo.
Sin embargo ahora era él el que quería que yo sintiera la
Navidad como algo que queda grabado en el tiempo y dentro de nosotros para y
por siempre.
Vienen a mi esos días de calor de hogar, de familia
unida, de días de comidas especiales, de reuniones familiares, de AMOR.
Mamá, que preparaba todo con tanto cariño, también lo
hacía con los regalos del día de Reyes.
Recuerdo a mi madre planchando un 5 de enero...
—Voy a plancharte este vestido para mañana, para que
estés guapa el día de Reyes—. Y poniendo la tabla de la plancha en el salón
empezó a hacerlo. Estábamos todos en el salón.
Estábamos en silencio papá y yo, con villancicos de fondo
y observando como mi mamá pasaba la plancha de un lado a otro...
De repente se oyó un ruido en el pasillo.., extrañada les
miré:
—¿No habéis oído eso?
Mamá contestó...
—No—Y miró a papá.
—Yo tampoco— respondió él.
Al ver que yo insistía mi madre respondió de nuevo, sin
dejar la plancha:
—Vete y mira a ver, igual ha sido en otro piso— me dijo.
En ese momento me levanté del sofá y despacio y con
miedo, porque era muy miedica, fui hacia la puerta del salón que salía
directamente al pasillo.
Cogí la manilla de la puerta con la mano y abrí despacio,
casi a cámara lenta...
—¡Venga, abre ya!— me dijo papá.
Tardé unos segundos, quizás hasta un minuto y abrí. Asomé
la cabeza despacio y con miedo cuando de repente aparecieron en el pasillo
regalos y más regalos ¡No me lo podía creer! —¡Una bicicleta grité! ¡Han venido
los Reyes Magos! ¿Pero por dónde han entrado si estábamos todos en casa?—pensé...
Hoy en día sólo me imagino a mis padres organizando todo
para que la sorpresa estuviera perfecta. Hoy, me imagino la ilusión con la que
lo hicieron.
Ahora les estoy tan agradecida por hacer que todo fuera
tan mágico, tan agradecida de que me transmitieran ese sentimiento. Agradecida
por esa educación en valores, por el amor que me han dado.
Sólo espero haber conseguido lo mismo, que mis hijas
cuando cierren los ojos y piensen en la Navidad, esa de cuando eran pequeñas,
puedan sentirlas siempre y en su recuerdo poder transmitir, año tras año, lo
mejor que tengan dentro de su corazón.
Por eso,
La
Navidad siempre dentro de nosotros...
La
Navidad siempre...
La
Navidad...
Menchu Regueiro Iglesias.
Muy sentida evocación, Menchu, de todo lo que representa la Navidad. Sobre todo en la mente de los niños, que capturan la esencia de aquel tiempo en que la inocencia y la bondad eran los verdaderos espumillones que adornaban el abeto del buen corazón.Todos guardamos dentro de nosotros esa magia en algún rincón recóndito y está muy bien que tú con tu relato nos hayas guiado hasta donde se esconde. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegro haberte guiado a ese rincón recóndito. Un abrazo Francisco y muchas gracias por tu comentario.
EliminarUna historia que nos hace recordar la magia de la navidad y como nosotros mismo somos parta de ella, como témenos dentro parte de esa magia que ayuda a crear tan maravillosos momentos y recuerdos. Como la ilusión es mantenida en nuestros, como se unen las familias, como luchamos por dar a nuestras familias y hasta mejorar ese mágico sentimiento que la navidad nos inspira. Abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario Efrain, así es, luchamos por transmitir ese mágico sentimiento de la Navidad. Un abrazo!
EliminarConforme un crece, la Navidad pierde la ilusión que poseía en otras épocas. Por eso es que los esfuerzos de padres y familiares siempre debe ser recordada y agradecida, más en las siguientes etapas de la vida. Buena Menchu!
ResponderEliminarAsí es Carlos, muchas gracias por tu comentario. Un abrazo!
EliminarMenchu, amiga, uffffff. En Navidad soy de lagrima facil. Tu relato me ha robado el corazón y me ha devuelto tantas cosas...
ResponderEliminarQuerido Ferrán qué bonito lo que me has escrito. Me alegro que te haya llegado muy dentro, la Navidad nos nos toca muy dentro siempre. Muchas gracias por tu comentario de corazón. Un fuerte abrazo!!!
EliminarMuy entrañable. Te doy las gracias porque me ha devuelto la ilusión de la infancia. Muchas gracias.
ResponderEliminarCuánto me alegro Luz, muchas gracias por tu comentario. Un abrazo!
EliminarNo sabes, Menchu, cuánto daría por sentir ese espíritu navideño que tan magistralmente narras. Año tras año intento buscarlo, pero estas fechas solo me producen ansiedad y recuerdos agridulces. No obstante, pese a todo, ahora que soy abuela, intento que no se note, y transmito a mis nietos lo mejor de estas fechas, para que recuerden siempre la Navidad como algo mágico, al igual que haces tú con tus hijas. Es precioso lo que cuentas.
ResponderEliminarUn saludo
Rocío Ruiz (Maldito décimo del sorteo extraordinario de Navidad)
Rocio por lo que veo a pesar de todo haces lo mismo que yo y es transmitir esos sentimientos tan especiales que resurgen en Navidad y que deseas que tus nietos, al igual que hago con mis hijas, los vivan de manera mágica. Muchísimas gracias por tu comentario, de verdad, me ha encantado. Un abrazo!
ResponderEliminarUn relato que me ha hecho recordar mis navidades. A mi ya me faltan mis dos padres y tengo esas sensaciones que a ti te invaden, y es que en estas fechas te invade la nostalgia y la melancolía, sobre todo como dices tu te falta un ser querido, aunque siempre nos quedarán sus enseñanzas y sus recuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy sentida y expresiva evocación de momentos familiares vividos en instantes anclados en el tiempo...recuerdos de un pasado que aún hoy transpiras en la piel. Historias en tiempos de navidad con toda su carga de sentimientos evocados...algunas veces mostrándonos su rostro la alegría y otras pocas asomando la tristeza; mas no por eso opacando la primera.
ResponderEliminarFelicidades Menchu
Un abrazo.