Esto es especialmente ominoso
para los que se encontraban en edad de recluta. Los muchachos y los jóvenes
adultos estaban conscientes de que pronto comenzaría la lotería; ni el sexo ni
la posición social serían disculpas para ninguno, porque la guerra amenazaba
con destruirlo todo y no había otra opción más que pelear.
Ante la revelación de que pronto
perderían su libertad y si no tenían suerte su vida, miles de muchachos se
aproximaron a la única ciudad de la colonia, Li’Chestea; ya fuese para
reclutarse o para divertirse. No era casualidad que los centros de
reclutamiento se encontraran en la misma calle que Los Dos Klics de la
Perdición; la concentración más grande de bares, clubes nocturnos y salones de
baile de toda la colonia.
Para Fran Tallerman esto era la
norma. El hacinamiento era la norma. Calles infinitas llenas de bares eran la
norma. Como una niña de bien ella no debía acercarse a esos antros de
perdición. Pero su padre no estaba, como tampoco estaba la madre de sus
compañeros de travesuras. Estaban bajo la supervisión del tío ausente de los
muchachos. Esto era una invitación a las travesuras y el descarrió. Esa noche
decidieron jugar a adultos, salir a una discoteca en esa calle, sin permiso por
supuesto. Por eso se vistieron de forma estrafalaria; ella de rosa, Jean de
negro y Pierre con un vestido rojo de su madre. Por su mente pasaban muchas
cosas, culpa por hacerle caso a los gemelos, remordimiento por sedar a su
hermana para dejarla en la casa, miedo por lo que fuese a pasar en ese sitio
sólo para adultos.
–Esto es una mala idea.
–Opino lo mismo Pierre, esto es
una mala idea.
–No me arruinen la diversión,
chicos– contestó el muchacho mientras se acomodaba la falda. –Además, te dije
que el Het’Mandje tiene tres pistas de baile geniales. ¿O ahora ya no
quieres bailar? Buhh… Buhh…
Fran odiaba ser tan transparente.
Realmente le incomodaba la diminuta camiseta rosa que mostraba su vientre,
temía que se notara su pierna sustituta con la falda que
usaba. Pero quería bailar, así que con una aspiración guardó silencio hasta que
llegaron a la puerta de metal de un edificio clásico de tres pisos. Phillipe
fue quien se adelantó y tocó tres veces. Una hendija se abrió en la puerta,
este pasó un tiquete y tras una bulliciosa secuencia de ruidos incómodos la
puerta se abrió y los dejó pasar.
Allí fue donde ella se maravilló. Era cierto lo que le había dicho, el lugar tenía tres plantas, con inmensas salas de baile interpuestas una encima de otra. En la primera planta bailaban los travestidos, lo hacían con una gracia y naturalidad que la sonrojaban. En los otros dos pisos había comensales bebiendo o bailando, fuesen hombres o mujeres, en parejas o solos, pasaban un buen rato dentro del local.
–Jean, vamos a bailar.
–No, Fran… Ve tú.
–Pero…
Ella quiso continuar, pero sabía
que Jean estaba realmente apenado y no se sentía en la capacidad de
complacerla. Tras un suspiro, ella subió al segundo piso y bailó en la pista al
ritmo de la música. Tenía tanto tiempo de no hacerla que se dejó llevar por el
ambiente. Ella apenas se dio cuenta cuando tuvo pareja, lo aceptó de buena gana
y ambos bailaron con todas sus fuerzas. Hasta que en una vuelta de pronto se
tropezó con una figura alta de negro. Por un momento sintió real temor, hasta
que logró identificarlo.
¡Jean!
Ella enlazó su corazón con el de
su pareja y ambos bailaron hasta perderse. Ninguno se percató de que tocaban
una pieza suave. Conforme seguía la música ella se abandonó en sus brazos y
permitió que el ambiente la envolviera. Mientras moría la canción, su compañero
usó la mano para subir su rostro. Sus ojos se fijaron entre sí en un momento
que le pareció eterno.
Vamos, Jean... Bésala... Tú
puedes hacerlo, hermano.
Fran no pudo contener la
carcajada. Él la acompañó. Ambos conservaron su sonrisa por un instante, ella
cerró los ojos, apretó la boca y esperó el beso prometido. Pero en ese momento
la luz hirió sus ojos cerrados.
–Jean… Es una redada… Saca a
Francisca por el baño de hombres… No permitas que los atrapen o su padre nos
mata...
Sabía que era una mala idea. Ella
tomó de la mano a Jean y se dejó guiar. Ante las luces parpadeantes y los
sonidos estridentes, lograron llegar al baño pero la puerta de emergencias
estaba cerrada con un candado. Podía sentir la desesperación de Jean al ver la
puerta, por lo que con un suave gesto lo apartó.
–Cúbrete.
El sistema controlador de su
pierna izquierda calculó la fuerza necesaria, su patada hizo pedazos el cerrojo.
Ella lo tomó de nuevo de la mano, salió por la puerta y activó la habilidad de
percibir los pensamientos en toda su capacidad. Con ella pudo sortear a los
oficiales que estaban esperando en la salida de emergencia al subir unas
escaleras, salieron por el segundo piso de un apartamento a un callejón.
Recorrieron el callejón por un largo rato hasta que su mente dejó de percibir a
las autoridades. Con la calle principal a la vista, ambos repusieron su aliento
contra una pared, cuando lo recuperó tuvo a la vista a su pareja y recibió sus
impresiones mentales de golpe. Él no solo la deseaba, la adoraba, su corazón la
amaba locamente, pero no tenía la capacidad de decírselo. Muchas cosas pasaban
por su mente, pero su mayor temor era que no lo correspondiera.
No lo pensó dos veces. Ella lo abrazó con pasión y lo besó atropelladamente. Ella también lo amaba. Adoraba su amabilidad, el cariño con su familia las había recibido a ella y a su hermana. Pero lo amaba a él, a su timidez y a su forma de decir las cosas en silencio. En ese momento Jean se abrió y ambos expresaron el enorme cariño que sentían el uno por el otro.
Jean dio el siguiente paso. Sus
manos bajaron a sus caderas, pudo sentir que estaba emocionado por todo lo que
estaba pasando, esto la asustó. Por eso puso su mano sobre su pecho y apartó su
beso con delicadeza. Lo que la sorprendió fue que él también lo hizo.
–Paraste… ¿Por qué?
–Phillipe… Mi hermano me ha
explicado el idioma de las manos. Si la mujer pone la palma sobre tu pecho
quiere distancia. Debes dársela.
–Tú hermano es especial. Tiene
ese don para comprender las cosas. Es una lástima que tu madre nunca vaya a
pagar por su sueño debido a su formación moral.
–Nunca te hemos dicho eso.
Fran sintió como un balde de agua
fría caía sobre su cuerpo. Sabía que había metido la pata, su padre se lo había
advertido claramente. No todos verían de la misma forma que ella descendía de
una irezumi, muchos la odiarían si la descubrieran. Pero su pareja acarició su
cabello y esbozo una sonrisa pícara.
–Lo supe desde el día que te
conocí en el hospital de campaña. El doctor mencionó que tu pierna era un
modelo reciente, exclusivo de las irezumis. Se los dije a mi madre y a Phillipe
ese mismo día.
–¡No sabes que fisgonear es una
mala costumbre!
–También escuché cuando le confirmaste
al doctor que tu madre probablemente era de esa especie. La pregunta es, ¿por
qué lo ocultaste?
–Nuestros padres nos advirtieron
nunca revelar que poseemos estos dones. Creía que mi madre era una clase de
experimento, mis poderes y los de mi hermana eran heredados. Pero cuando perdí
la pierna en el nodo 350, las irezumis me hicieron un examen y resultó que mi
madre era una exiliada de esa especie... Eso es lo que me produce más temor.
Las irezumis son monstruos sin moral. Yo también seré un monstruo ajeno de
moral…
–No he visto a una irezumi que
sea fea. ¡Serás un monstruo hermoso!
Un codazo bien colocado en el
brazo fue su única respuesta. Pero su molestia se cambió a risa cuando él no
pudo evitar las carcajadas. Ambos rieron por un rato, tras lo que repuso.
–Invitame a algo dulce y te
perdono.
–Trato hecho.
Ella permitió que la tomara de la
mano y ambos salieron a la calle, a buscar un lugar donde comer, donde
conversar y donde pasar tiempo de calidad. Pero ambos sabían que sea lo que
fuese a pasar, habían dado el primer paso en un camino que recorrerían juntos.
Carlos A. Molina
Velázquez
Un texto muy original y futurista. Veo que las guerras no acaban en el futuro, ni tampoco las chiquilladas peligrosas, aunque el amor como en las buenas películas siempre triunfan.
ResponderEliminarUn abrazo
Sinceramente yo soy de la creencia que el ser humano es una criatura que nació del conflicto y procura vivir para evitarlo. Los chiquillos siempre serán chiquillos, aunque vivan en un futuro imaginario. Y si, el amor triunfa, aunque no termine en un tórrido episodio de pasión. Gracias, Carmen.
EliminarMe gusta mucho el relato.
ResponderEliminarEs un posible futuro.
Para mí,
es un texto costumbrista,
la lucha eterna entre el mal y el bien,
dónde la juventud y el amor renacen
una y otra vez
como en cualquier época de nuestra historia.
Un abrazo grande
Lolotónico
Manuel Barranco Roda
Siguiendo el ejemplo de otros autores de ciencia ficción, muchos indicios de como será el futuro se encuentran en el pasado. No se puede evitar que los jóvenes sean traviesos y que el conflicto sea parte de nosotros. Gracias Manuel.
EliminarUna vez más nos dejas con la boca abierta, por tu gran capacidad de contar tanto en tan poco espacio. Tu imaginación es desbordante, y me pregunto una y otra vez, de qué fuentes bebes para abrevar tu sed y nutrirte. Veo que lo futurista te encanta, y por encima de ello, siempre hay una historia de amor.
ResponderEliminarSigue deleitándonos con tus relatos repletos de visiones futuristas, difíciles en algunos casos, al menos para mí, por comprender, pero que describes fabulosamente.
Felicidades
Un abrazo
Rocío Ruiz
Gracias Rocio. Tanto la Familia Helviana como estos relatos futuristas tienen base en cosas que he trabajado por años y esa es la base que uso. Creo en la próxima entrega trabajaré con algo más cercano al presente, que será imaginativo pero creo que un tanto radical. Y considero que la fuente es la misma de todos, sólo que a veces me atraganto mucho. Gracias de nuevo.
EliminarDescriptivo y emotivo relato futurista. Igual me asombra la capacidad imaginativa para crear tan características situaciones y entornos.
ResponderEliminarFelicidades Carlos!!!
Un abrazo.
Hollman