domingo, 22 de diciembre de 2024

El regreso de Giselle. —Recordando el ayer—


Aunque fue ayer cuando escribí en este diario, siento, que ha transcurrido mucho tiempo.


Mi relación con Davinia sigue siendo especial, pese a que ya no estamos juntas. Pero, por todo lo vivido y sobre todo por mi hijo, al que sé que ella adora, seguimos teniendo una excelente relación. Ella, aún me sigue amando, en cambio yo ya no siento lo que antaño sentía por ella; aunque no voy a negar que dejarme llevar por la pasión y hacerla enloquecer con mis labios, succionando su clítoris y arrebatándola un orgasmo de vez en cuando, es algo a lo que me niego a renunciar. Pero solamente es eso “momentos”.



Mis sentimientos, aunque recientes, son fuertes y el causante de ellos, es Roberto sin lugar a duda.


Abraham, mi hijo, ya tiene siete años. Está creciendo tan rápido, que en ocasiones me formula unas preguntas, para las que os aseguro que no encuentro respuesta. Pensamos, que los niños no se enteran de nada, que, desde su mundo de la inocencia y el juego, no perciben nada del mundo de los adultos, y ahora, me doy cuenta de que no. Que siendo unos niños —una inmensa mayoría—, son más sensatos, sinceros y honestos que nosotros; porque no están maleados, porque son transparentes y cada palabra que dicen, la dicen, con una verdad que en ocasiones hasta para nosotros puede resultar hiriente.


Aproveché para desayunar tranquilamente mientras que todavía él seguía durmiendo. En la mesa de su habitación estaba el puzzle que mi hijo y Davinia montaron, en mi ausencia, mientras que pasaba la noche con Roberto; lo que me recordaba que tenía que pasar por la tienda de cuadros, para que lo enmarcasen, como le había prometido la noche anterior para que lo colgase en su habitación.


De repente comencé a sentirme muy cansada, apenas había ingerido un café con leche y una tostada con jamón york y aguacate para desayunar y sentía como si me hubiese comido un costillar entero.


El periodo, hacía dos semanas que debería de haberme bajado y no tenía síntoma alguno de que fuese a hacer acto de presencia. Me negaba a admitir, lo que, dentro de mí, podría estar pasando.

Llevaba tanto tiempo sin cuidarme, porque no me había hecho falta, que recordé en este instante que después de desayunar en la cama del hotel cuando Roberto se fue, y al incorporarme de la cama, de mi sexo manaba su semen.


Sin tener ninguna prueba que lo confirmase, mi cuerpo, ya había pasado anteriormente por esto, y estaba más que convencida que de nuevo, una vida en mi se estaba gestando.


Habían transcurrido más de 8 años desde mi último embarazo, los años pasaban. Mi hijo siempre había querido tener un hermano y, sin embargo, me daba miedo. Ya no tanto por volver a ser madre, sino porque tal vez Roberto no estuviera preparado para afrontar una paternidad.


No teníamos una relación consolidada, tan sólo habíamos compartidos unas cuantas citas, charlas, paseos, confidencias y… ¡Sí! Esa noche de pasión en la que me estremecí, grité y en la que pedí que no parase… hasta que entre sus brazos sentí desfallecer de placer…


Y es que la vida se compone de “momentos” y en un momento se crea una vida.


Continuará…



Eva Mª Maisanava Trobo




6 comentarios:

  1. El hecho de lo ocurrido con Roberto y de las consecuencias que Giselle ya sabe que traerá nos hace recordar que cada momento, cada decisión, acción, generaran cambios en la vida de nosotros, unos pequeños y practicantes imperceptibles. Pero otros grandes los cuales cambiaran el curso de nuestras, como lo es en el caso de Giselle y como sus acciones terminan en un embarazo con Roberto sin tener aun una relación completamente consolidada.

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    1. Muchas gracias, Efrain. Sin duda la vida de Giselle, vuelve a sorprendernos. Tanto que hasta han bloqueado mi última entrega. Tendremos que ser más comedidos con el erotismo. Aunque vamos, es una escena de lo más light.

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  2. Here we go again! Algo que siempre es interesante de la historia de Giselle es que no existe nada escrito con ella, es interesante que la historia volviese con el hecho consumado (aunque si lo recuerdo bien ella y Musa ya se conocían). Espero, por el bien de Roberto, que evite los aviones lo más que pueda. Siempre me agrada leer sobre el corazón libre de tu protagonista.

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    1. Muy bueno tu comentario. Aunque en esta ocasión, creo, que Roberto no ha temer a los aviones.

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  3. Las cosas cambian. Las situaciones cambian. Los tiempos cambian. Y con ellos también los personajes. Por supuesto también cada uno de nosotros pasamos por una aparente imperceptible transformación que el tiempo mismo se encargará de evidenciar.

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