Está entrando la tarde en este día de Noche Buena, ya la obscuridad de la noche a arropado a la ciudad y los adornos navideños brillan con gran fuerza en las calles de esta. Permanecen encendidos durante todo el día, pero en la noche, los adornos parecen tomar vida propia. La briza fría del invierno sopla suavemente en el lugar trayendo consigo unos pocos copos de nieve. Esta sumamente frío y desde que llegamos a habido nieve acumulada por todos lados, pero era de esperarse, Canadá es famosa por eso. Decidí traer a mi esposa a la ciudad de Quebec como parte de su regalo de Navidad. A ambos nos encanta la ciudad y aunque ya habíamos venido antes, pero, lo habíamos hecho durante el verano. Se que Carmen quería visitarla durante la época de Navidad debido a su fantástica decoración navideña, gracias a ser posiblemente la ciudad más Europa de todas las Américas, el ambiente es simplemente mágico. Ya llevamos tres días en la ciudad y mi esposa no deja de estar fascinada. Hemos caminado por la ciudad vieja un sin número de veces, visitado el mercado, saboreando sus delicias, impregnándonos con el olor a canela, a pinos, y dulces. En fin, la estampa perfecta.
Después de 20 años de
matrimonio, este tenía que ser el regalo perfecto, por lo que la estadía tenía
que ser en el Chateau Frontenac. Por tal razón estuve planificando su regalo
con bastante tiempo de anticipación, realizando la reservación hace once meses,
pero pasando más tiempo aun en poder conseguir la otra parte de su regalo. La
sorpresa especial para esta noche y el hecho de que también este nevando,
aunque no sea fuertemente, hacen de esta noche una aun mas especial, es como si
la misma navidad nos bendijera con su aprobación.
Por ser Nochebuena
volvimos temprano al hotel para bañarnos y cambiarnos de ropa. Tenemos reservación
en el restaurante Champlain y queremos ser de los primeros en disfrutar la cena
especial que ofrecen debido a la ocasión. Nuestra mesa está hacia el lado del
restaurante que ofrece una vista maravillosa de las aguas congeladas del río
Saint Lawrence, pero por más espectacular que pueda ser el paisaje, nada supera
la belleza de los 46 años de Carmen. Está sentada frente a mí, con su traje
largo de color rojo el cual enfatiza el tema navideño, no posee mangas, solo
manguillos sobre sus hombros y un escote que baja hasta el área del esternón
con una tira fina que lo cruza justo a la altura de sus senos y a pesar de que
el local posee una temperatura agradable, tal vez por la nieve que se ve en el
exterior, o por saber que es invierno y esta fría la atmósfera en el exterior,
o por alguna otra razón, los pezones de Carmen están erectos, marcándose
tentadoramente sobre su traje, panorama que me llenase excitación. Su largo
pelo levemente ondulado cae seductoramente sobre sus hombres, un cabello que
llega hasta la mitad de su espalda y el cual luce extraordinariamente radiante
gracias a que, por años, Carmen se lo tiñe de color rojo y ahora su traje ayuda
a resaltar más ese color. Durante la cena conversamos de lo bien que la hemos
pasado estos días, de lo mucho que ella a disfrutado su regalo y de lo mucho
que aún nos falta por disfrutar y aunque el restaurante se encuentra lleno,
para nosotros no existe nadie más.
Después de la cena,
el postre y dos botellas de vino, aunque Carmen sola se tomó más de una botella,
decidimos retirarnos a la habitación. El tiempo era perfecto. Caminamos el uno
al lado del otro, sin prisa, mi brazo sobre la cintura de mi esposa, al poco
rato nos detenemos frente a la puerta de la habitación y con mis dos manos tomó
a Carmen por la cintura, acerco mi rostro al de ella y comienzo a besarla
apasionadamente, gesto que ella responde de igual forma. Mis manos recorren su
espalda mientras nuestras bocas juegan la una con la otra, bajo mis manos aún más
para acariciar la curvatura de sus nalgas. Siento que alguien pasa por nuestro lado,
pero no le damos importancia y aprieto más su trasero sin despegar mis labios
de los suyos.
—Entremos, es hora de
que me des esa otra sorpresa. — me dice suavemente en el oído mientras siento
como su mano derecha aprieta mi endurecida entrepierna.
Sonrió. Busco en el
bolsillo de mi gabán la tarjeta para abrir la puerta de la habitación. Tarjeta
en mano, vuelvo a besar a Carmen antes de poner la tarjeta en el dispositivo.
Me volteo y acerco mi mano a la puerta con la tarjeta lista.
—¿Tan nervioso estas?
Nuestro cuarte es este. — Carmen señala la puerta que esta justamente de frente
a la que estoy por abrir.
Le sonrió nuevamente,
ella me devuelve la sonrisa posiblemente pensando en que me he abochornado un
poco al darme cuenta de mi error, pero rápidamente cambia su expresión
juguetona por una de desconcierto al notar que la puerta contraria a nuestra
habitación abrió. Dejo la puerta casi cerrada.
—Feliz Navidad mi
amor.
—Pero Jeffrey, si que
te has tomado en serio lo del regalo de Navidad, reservar una segunda
habitación para que no lo encontrará es un poco extremo, pero me encanta el
misterio.
—Si te voy a regalar
una noche de pasión, debo hacer algo diferente y regalarte algo que desees,
como una de tus fantasías. —pose mis manos nuevamente sobre sus nalgas las
cuales aprieto fuertemente, acercándome más a ella para poder sentir sus senos
sobre mi pecho.
—Pero si no hemos
dejado de tener sexo desde que llegamos. Hemos tenido noches de mucha pasión y
manas también. Que más vas a ofrecerme, me lo has dado todo. Estoy más que
feliz, eres estupendo, pero bueno ya me has puesto más ansiosa por saber lo que
tienes en mente, sin mencionar lo caliente que estoy. Haber, no me digas que
has comprado media tienda de juguetes sexuales.
—No, es algo mejor.
Llena de curiosidad,
Carmen se acerca al umbral de la habitación, mueve la puerta un poco para mira
al interior, la cierra rápidamente. Vuelve a mirarme, pero esta vez sus ojos y
su boca están completamente abiertos por la impresión que le a causado la
sorpresa. Por unos segundo no puede hablar hasta que finalmente lograr
pronunciar una corta oración.
—Ese es Miguel.
Le sonrió. Miguel fue
un compañero de ambos en la universidad al cual Carmen le atraía mucho. Nunca
salieron a pesar de que la atracción era mutua pero ya Carmen y yo éramos
novios. Las veces que hemos hablado de nuestras fantasías y con quien nos
hubiera gustado estar, ella siempre menciona a Miguel, así que después de tanto
tiempo porque no cumplirle esa fantasía.
—¿Pero estas loco?
—Loco por ti. Esta es
una de tus mayores fantasías, muchas veces menciona que te hubiera gustado por
lo menos pasar una noche con él, incluso en varias ocasiones mientras lo
estamos haciendo has fantasiado que es el quien te está haciendo el amor.
—Y tu con Migdalia
—Pero Migdalia no está
aquí y Miguel sí. —Le guiñó.
—Pero Jeffrey, no es
lo mismo una fantasía que hacerlo realidad.
—Claro que no, la
realidad es mejor, siempre lo has deseado y te conozco muy bien para saber que
digas lo que digas, ya quieres estar en esa cama. —Mientras le hablo comienzo a
acariciar la parte expuesta de su seno, moviéndolo hacia el interior de su
traje.
—Pero Jeffrey.
Alcanzó su pezón, el
cual comienzo a tocar. No esta erecto, pero siento como rápidamente comienza a
tomar fuerza bajo el movimiento de mi dedo.
—Quieres a Miguel
dentro de ti, ¿verdad? — abro completamente mi mano que esta bajo su vestido y
aprieto su seno una y otra vez. Carmen Gime.
—¿Lo quieres? —Su
pezón está completamente erecto y firme, la siento temblar.
Carmen muerde su
labio inferior en forma seductora y de igual manera mueve su mirada en
dirección del interior de la habitación. Me mira y sonríe maliciosamente.
—Si, lo quiero. Oh,
Dios, lo deseo.
Sigo acariciando su
seno ayudándola a superar su inhibición y aumentando su excitación.
—Bueno, por lo poco
que pude ver, no se ve nada mal. ¿Pero cómo lo conseguiste? No
sabíamos de él por años largos.
—Me dio un poco de trabajo,
pero ya vez que lo logre. Claro primero fue conversación casual de tanto tiempo
sin vernos y cuando me dijo que se había divorciado hace varios años y que, aunque
está viendo a alguien aun no es nada oficial comencé a hacerle la propuesta.
Tal vez en un futuro cercano se anime a formalizar la relación con su amiga y
ya seria otra cosa. Invitarlo a esta aventura a expensas de engañar a su pareja
pues no, eso estaría mal. Pero como esta soltero puse mis planes a correr.
Veo que está por volver
a hablar, pero la detengo colocándola un dedo de mi mano libre sobre sus
labios. Le explico que yo estoy para hacerla feliz, para cumplirle sus
fantasias, para motivarla a que las realice, que se sienta libre, que yo soy su
marido, no su amo. Mientras haya entendimiento y respeto todo es válido.
Además, ella sabe que, para mí, bueno y para ella también ya que lo hemos
hablado muchas veces, el compartir con alguien fuera del matrimonio es la
prueba de confianza máxima entre las parejas, la prueba máxima de tener
seguridad en el matrimonio, la prueba máxima de un amor verdadero y ya es hora
de alcanzar ese nivel.
—Disfruta de tu
regalo mi amor, te lo mereces. —Remuevo mi mano de su traje, tomo nuevamente la
tarjeta de acceso la cual había colocado en el bolsillo del pantalón y vuelvo a
abrir un poco la puerta.
Carmen mira indecisa,
pero sonríe maliciosamente.
—Gracias mi vida. Eres insuperable. — Me da un beso y da
un paso dentro de ese mundo que guarda su fantasía, una fantasía que después de
tantos años podrá hacer realidad.
Se detiene. Se voltea a mirarme. Sus ojos brillan como el
sol del mediodía.
—Bueno Jeffrey, espero verte abrir esta puerta en la
mañana. Deseo un desayuno doble.
—Lo se mi amor. Después de todo, esa es otra de tus
fantasías. — Le digo sonriendo.
Vuelve a besarme y corre hacia la cama dejando la puerta
abierta tras de ella. La veo brincar sobre Miguel quien rápidamente la cubre
con sus brazos. Sonrió y cierro la puerta. Busco la tarjeta de la otra
habitación, entró sumamente excitado y ansioso porque llegue la mañana para
poder cumplirle otra fantasía a mi amada Carmen.
La magia de la Navidad y el amor no tienen límites.
Efraín Nadal De Choudens
OK! Se requiere una gran confianza para permitir que una pareja pueda recrear una fantasia con su vieja flama sin comprometer la relación. Aunque en muchas fibras de mi pensamiento me gritan que no es buena idea, espero que tus personajes obtengan más felicidad con dicho regalo. Suerte!
ResponderEliminarSaludos, aunque sea ficcion, seguro que los personajes tendran mucha felicidad. La idea es promover la libertad y no sentirse atrapado por la sociedad.
EliminarMe gusta mucho la descripción de los lugares y los detalles, además de la compleja relación de los personajes que se complementan y atraen por esos detalles que marcan una vida.
ResponderEliminarGracias Max, Quebec en Navidad es una cosa preciosa, bueno, durante otras epocas tambien, pero acostumbrado a la monotonia de la navidad en Estados Unidos, Quebec si sabe como levantar esa magia de la temporada navideña
EliminarEfraín: Yo me hubiera quedado allí dentro y me hubiera apuntado a la aventura... Seguro que así hubiera gozado más aún... Pero luego, la cucharita sola para mí... Jajajaja...
ResponderEliminar¡Enhorabuena!
Ah... En español "avoir" es con "h"... Jajajaja ...Un abrazo Madrid - Quebec
jajaja bueno, el va ha entrar en la mañana para pasar un bue rato los tres juntos, por lo que eso va jajaja. Oh, se me escapo una 'h" tendre que tener mas cuidado la proxima vez. Un abrazo.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDescriptivo y acentuado escenario navideño enmarcando un final inesperado con una alta cuota de erotismo. Pretexto para desarrollar toda una fantasía guardada por tanto tiempo en el pensamiento de los protagonistas y desprendida a su vez de algún rincón del hipotálamo de su autor.
ResponderEliminarGracias por el comentario, si un poco de libertad fuera de lo comun y fantasiosa pero con mucho potencial jajajaja
EliminarLas fantasías que siempre, como una sombra, nos persiguen en la vida. Bonito relato, no falta detalle.
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