Una revista de literatura, donde el amor por las letras sean capaces de abrir todas las fronteras. Exclusiva para mayores de edad.

viernes, 28 de junio de 2019

7º Aniversario de La Revista de Todos.


Aunque sé que todavía queda mucho tiempo para que mi hija, La Revista de Todos, cumpla siete años.

Quiero ir preparando todo el material con tiempo, ya que llega la época estival y muchos nos vamos de vacaciones.

Y además como ya sabéis estamos preparando la primera antología benéfica, cuyos beneficios, irán donados a la asociación española contra el cáncer. Y es entre este y otros motivos, que quiero ir organizándome bien para ir bien de tiempo.

La próxima publicación será el 30 de agosto “La Revista de Todos. 7º Aniversario”. 

Quien quiera participar, lo puede hacer enviando su aportación antes del 19 de agosto a cualquiera de las siguientes direcciones de correo electrónico:


el_rincon_de_eva@hotmail.com


En el asunto tendréis que poner: "Colaboración revista". Cada texto tendrá que ir acompañado de una ilustración.

En este especial además de vuestra aportación más, me gustaría que escribieseis una carta con la opinión de la Revista y sobre mi trabajo en ella.

¡Cuento con vosotros! ¡Gracias!


Como siempre y una vez más, salud y suerte.
Eva Mª Maisanava Trobo


domingo, 16 de junio de 2019

El regreso de Giselle. Capítulo III. Y sin darme cuenta llegó el 16 de junio.


Las horas se hacían eternas hasta que vi entrar a mi hijo Abrahán por la puerta. Se le veía tan feliz al lado de Davinia que llegué a plantearme si el haber roto la relación con ella había sido lo más acertado.

Pero cierto es que eran ya muy continúas las discusiones que ambas teníamos. Y que mi hijo se criase en un ambiente en ocasiones bastante tenso no me parecía lo más oportuno.

Han sido muchas las veces en las que me he planteado como hubiera sido mi vida al lado de Musa y sobre todo la de mi hijo. Es cierto que había crecido en un ambiente feliz y estable. Pero me daba miedo el día en el que más tarde o temprano me hiciera más preguntas sobre su padre. Nunca le mentí y sabía que estaba muerto.

Recuerdo como si fuese ayer cuando al contárselo me dijo: —Entonces… Papá, ¿está en el cielo? ¿Algún día podré hablar con él y verlo?—. Nunca pensé que siendo tan niño me hiciese preguntas tan profundas.

Cuando los domingos le llevaba para que jugase al fútbol con sus compañeros de clase y me decía: —Mamá, ¿qué diría Papá al verme jugar? ¿Se sentiría orgulloso de mí?—.

Estas preguntas os aseguro que formuladas por un niño que todavía ni había hecho la comunión, sin que él lo supiera, me apuñalaban las entrañas. Y lo más penoso de todo es que no sabía que contestarle. En esos instantes, mis lágrimas, resbalaban incontroladas por mis mejillas.

Cuánto no daría por poderle devolver la vida a su padre y que con él compartiera esos partidos de fútbol… porque por más que Davinia y yo intentamos que no echase de menos la figura de un padre, era imposible evitarlo, mi hijo, necesitaba un padre.

—¿Qué tal os lo habéis pasado?—, les pregunté.
—Mamá Davinia me ha llevado al cine y… ¿sabes qué? ¡Me ha comprado palomitas!— Ver esa cara de felicidad con esos ojos tan brillantes me hacían sentir la mujer más feliz del mundo.

Aunque en esos instantes me sentía sin duda completamente dichosa, ya que mi hijo había conseguido que como mujer me sintiera realizada. Pero en lo más profundo de mi ser, no dejaba de sentirme sola, vacía…

No sé si tenía tan claro lo que quería, como lo que necesitaba, y lo que anhelaba era sentirme mujer, amada y deseada…

Davinia se había despedido de mí con un par de besos y se marchó. Hasta dentro de dos semanas no le tocaba volver a ver a mi hijo.

Como cada noche después de bañar a mi hijo y antes de que se durmiera le contaba un cuento. Cuando por fin conseguí que se quedase dormido, le miré embobada. —¡Cada día se parecía más a su padre—.

Cuando salí de su habitación —dejé la puerta entornada para poderle escuchar por si le sucedía algo— me dirigí a mi habitación. No tenía ganas de recoger la cocina y aunque soy bastante maniática para el orden y la limpieza, las ganas de abrir el diario y seguir escribiendo en él, eran más poderosas.

Me encontraba sentada en la silla frente al escritorio que tenía en mi habitación, cuando en ese instante el sonido que procedía del ordenador me anunciaba un mail nuevo en mi bandeja de entrada.

Me apresuré en abrirlo y era del Sr. Rodríguez, los días habían pasado tan rápidamente que ni me había percatado de que en una semana sería el día en el que me citó para vernos.

Hace años al recibir un mail de un cliente no me causaba ninguna sensación, mi profesionalidad en ocasiones me llegaba asustar, y sin embargo ahora… no sabía deciros si era miedo, respeto o deseo. Pero tenía claro que no podía dar marcha atrás.

Aunque no acertaba a manejar el ratón porque me temblaba el pulso, al final conseguí poder abrir el mail para poder leerlo.
  

Querida Giselle;

Como le prometí le escribo a una semana de nuestro encuentro. Encuentro que siento que va a cambiar nuestras vidas.

Aunque todavía sigo consternado al no llegar a entender el por qué se puso de nuevo en contacto conmigo, intento no darle más vueltas, ya que lo importante sin duda es que lo hizo.

Me dijo que nos citásemos en Crowne Plaza, pero Giselle…el nuevo hotel ni llega a ser la mitad de lo que en su día fue del que estaba situado en la Plaza de España. Ahora es más moderno, más cercano al aeropuerto, pero lejos… muy lejos de aquel maravilloso hotel.

¿Por qué citarnos en un hotel, Giselle? Tengo ganas de verla, de hablar con usted y para eso no necesito que estemos encerrados en una habitación. Un poco frío, ¿no cree?

Entiendo que ahora sea mi respuesta la que le contraríe y le aseguro que no es falta de interés hacia su persona, más todo lo contrario, quiero conocerla, quiero que me hable de su vida, que me cuente que ha hecho en todos estos años. Empecemos por eso y lo que tenga que ser, si tiene que ser, será.

La espero en la calle de la Rosaleda a las 19:30 de la tarde. Venga con ropa cómoda, deje a un lado su profesión y permítame conocer a la mujer, a la verdadera Giselle Bayma.

Sin más, me despido, ansioso de que llegue el día en el que por fin pueda apreciar su belleza en persona.


            Siempre suyo
            Roberto


La verdad es que después de leer el mail del Sr. Rodríguez he de reconocer que me dejó bastante contrariada.

Durante años había estado solicitando mis servicios y ahora que el destino le brindaba la oportunidad de hacerme suya, me encontraba con que solamente quería conocerme.

No puedo negar que esas palabras me extrañaban. Yo que hasta ahora tenía claro que lo que necesitaba era sentirme viva, ahora comenzaba a dudarlo, y tal vez lo único que en verdad quería era no seguir sintiéndome sola, vacía…

Y sin darme cuenta llegó el día dieciséis, día en el que al final nos veríamos.

Llamé a Davinia y le pedí que se llevase a Abrahán a pasar el día con ella, aunque por fecha no le tocaba.

Habíamos quedado a las 17:00 para que lo recogiera y se lo llevase. Cuando mi hijo me preguntó que a dónde iba, no supe que contestar, ya que me parecía demasiado temprano como para hablarle de la que en su día fue mi profesión. Una verdad que tenerla que callar me envenenaba día a día cada vez más.

Davinia con esa mirada escrutadora que le caracterizaba, me preguntó en silencio si estaba bien, si me sucedía algo… Me abracé a mi hijo, después a ella y me dirigí al interior de mi casa, después de asegurarme de que la silla que llevaba Davinia en el coche para mi niño estuviese bien asegurada.

El miedo sin saber por qué se iba apoderando por momentos de mí. Aparentemente lo tenía todo o eso era lo que parecía de cara a los demás, sin embargo, sentía la necesidad de respirar.... Lo que me frenaba es que ahora no tenía la frialdad de entonces, ahora me sentía bastante vulnerable. —¿Y si de nuevo volvía a enamorarme? ¿Y si era en verdad eso lo que necesitaba?—

Vivía al lado de la rosaleda, por lo que no necesitaba coger ningún taxi como antaño hacía para acudir a ninguna cita de trabajo.

Iba vestida como realmente quise hacerlo años atrás cuando decidí alejar de mí esa imagen de mujer frívola. Llevaba puestos mis vaqueros favoritos, una camiseta de palabra de honor de color negro y una fina chaqueta de hilo que color azulón que sin duda alguna resaltaba el color de mis ojos, y mis queridísimas zapatillas de deporte.

Conforme me iba acercando al lugar donde nos habíamos citado, las pulsaciones, iban aumentando. El miedo a lo desconocido es algo que a día de hoy me seguía atrayendo sobremanera. No me había parecido bien el que me hubiese citado en un sitio tan cercano a mi casa, siempre podía haber alguna vecina a la salida del colegio y que sin querer su hijo le dijese algo al mío. —Ya se sabe que los niños son las personas más sinceras del mundo— ¡Lástima que esa sinceridad con los años desaparezca!

Hace años no tenía la necesidad de tener tanta cautela y sin embargo ahora, toda precaución era poca.

—¡Cuántos años sin verte, Giselle!— me decía mientras cogía mi mano para llevarla hacía su boca para besarla.
—Sin duda, Sr. Rodríguez. ¡Mucho tiempo!
—Por favor Giselle, deje de tratarme de usted, me llamo Roberto y me gustaría que me llamase por mi nombre.
—Será complicado. Ya sabe que yo…
—¡No!, no sé nada. Tan solo sé que acabo de verla y toda su vida profesional anterior es como la vida personal de cada uno, privada, y en estos instantes parte del pasado.


Cada vez me desconcertaba más su actitud. Estaba acostumbrada a que todo fuese de una manera más rápida y directa en cada servicio. Todo esto… no dejaba de sorprenderme.

Me cogió de la cintura y fuimos paseando hasta llegar al Templo de Debod. No recuerdo haber visto un atardecer tan maravilloso. Me sentía rara, hacía años que nadie me cogía por la cintura al caminar, a excepción de Musa. Esa sensación me hizo sentir rara, diferente si cabe, pero completamente agitada por el recuerdo de una sensación ya casi olvidada.

Apenas hablaba, como siempre, estaba acostumbrada a escuchar y aunque quisiera alejarme de mi profesión, no podía. El escuchar siempre me daba más pistas sobre la vida de la persona que tenía frente a mí.

Al regresar me cogió de la mano al caminar, como si de un acto reflejo se tratase, la aparte de la suya.

—Giselle, ¿te encuentras bien?… Notaba cierta tristeza en su mirada al pronunciar estas palabras.
—¡Sí, no sé… supongo! Apenas pronuncié estas palabras con un hilo de voz.

Estaba completamente nerviosa y hasta notaba que las piernas me temblaban. Hace tantos años que no me cogía un hombre de la mano, me sentía completamente desconcertaba a la par que deseosa.

—¡Tranquila! ¿Quieres que te lleve a tu casa? Me dijo mientras que me besaba en la frente.
—¡No! Se me pasará. Hace tanto tiempo que yo…
—¡Hace tanto tiempo de qué, Giselle!
—De quedar con un hombre a solas. Cuando murió Musa, mi vida, fue la de mi hijo. Todo lo que he hecho hasta ahora ha sido por y para él, hasta tal punto que me olvidé de mí, de lo que yo sentía, de lo que yo necesitaba. —Las lágrimas rodaban incontrolables por mis mejillas—. Y no dejo de sentirme culpable, hasta mezquina y mala madre por estar aquí Roberto. Pero yo necesito…
—Sé que necesitas, lo sé desde el minuto cero, Giselle. Rompe la coraza, vence tu miedo, se tú misma y así te quitarás de encima ese lastre que te lleva mortificando desde hace tanto tiempo.

Sin saber cómo en ese instante los nervios se fueron o estos tal vez fueron los que hiciera que comenzase a quitarme de encima la coraza que durante tanto tiempo llevé puesta.

En ese instante me abracé a él,
comencé a llorar,
a vaciarme por dentro,
a expulsar toda la rabia que me consumía
y que me quemaba por dentro.
Dejé de luchar,
me dejé llevar,
me dejé querer,
me arrulló entre sus brazos
y me sanó con sus besos.
Y ya no era yo, sino éramos...

Cuando sus labios se separaron de los míos. En éstos se habían dibujado una sonrisa. Ya caminando de la mano, sin tener ninguna sensación extraña, nos dirigimos hacia su coche.

Durante todo el trayecto hacia su casa apenas hablamos, pero sí nos intercambiamos unas miradas cómplices. De nuevo volvía a tener a mi lado a una persona con la que apenas tenía la necesidad de hablar, ya que hasta en silencio nos entendíamos.

Solamente entrar en su casa. Me besó apasionadamente. Beso, al que correspondí con la misma pasión. Me cogió en brazos y me llevó hasta la cama. Y una vez allí, me desvistió como hace tiempo nadie hacía. Sentí sus labios acariciando cada centímetro de mi piel. Mis pezones se endurecían al sentir como los mordía. Siguió besando mi vientre y en ese instante separó mis piernas delicadamente, dejando mi sexo abierto ante él y una vez allí, sentí su lengua jugueteando con mi sexo hasta que sentí que mi clítoris comenzaba a palpitar. Me estremecí, grité, pedí que no parase… Hasta que sentí desfallecer de placer…



Y sin darme cuenta llegó el dieciséis de junio, fecha en la que al final logré sentirme como hace tanto tiempo no me sentía. Mujer, amada, deseada y después de mucho tiempo… viva.



Escrito por:
Eva Mª Maisanava Trobo



—En el teatro—


Son menos cuarto. Entramos todos y nos vamos acomodando en las butacas. Por lo que se ve, habrá llenazo... ¡Qué bien! Es distinto el ambiente de una función cuando está completo el aforo. Fila 7, asiento 9... En el 9 hay sentada una mujer...


— Disculpe, creo que ese asiento es el mío...—

La mujer está hablando con su acompañante y gira hacia mí unos ojos grandes, profundos y bellos y con una sonrisa en los labios dice...

— Seguramente... Estábamos hablando y no me he fijado mucho, disculpe—.

Pienso que, con unos ojos así, debe de encandilar a todos los tíos...
Ambos se desplazan una butaca y ocupo mi asiento.

Se atenúa la luz, se hace el silencio, empieza la función, noto que ella mira hacia mis manos y me sorprende, yo miro las suyas con dedos infinitos de pianista, me sube un tenue calorcillo por mi cuello, me ruborizo, pero, como ya no hay luz, no me lo puede notar, sonríe mi alma por dentro… Me estoy perdiendo el principio de la representación, me concentro en el escenario, son buenos actores, la sala ríe, ella me mira de soslayo y mi mano, siguiendo no sé qué extraño impulso, se desplaza hacia mi rodilla, la más próxima a mi vecina, como si quisiera pedirle que se acercase y poder acariciarla, creo que desvarío… La representación transcurre amena, pasan unos minutos y logro serenarme. De pronto, ella me roza el codo en el reposabrazos que compartimos: retiro mi brazo dulcemente y un instante después lo vuelvo a acercar deseando encontrarme con el suyo, y allí está, esperándome, provocándome, haciéndome estremecerme por lo insensato, pero delicioso, de la situación… Ella mueve su brazo y yo comprendo, hago lo propio y nos acariciamos dulcemente desde el codo a la muñeca, ahora ella se separa, le dice algo al oído a su acompañante y yo me aparto de golpe pensando si todo será una burla… pero, no, no es eso… Aplaudimos todos el final de una escena y mi vecina aprovecha para quitarse su rebeca de hilo que, sutil, extiende sobre sus piernas y una parte levemente sobre mi rodilla derecha. Me apresuro a poner mi mano allí, debajo de la prenda y me encuentro con la suya, entrelazamos nuestros dedos y nos apretamos con fuerza… Todo mi cuerpo arde, me inclino hacia ella en el asiento y desplazo mi mano sobre su muslo; lentamente voy subiendo su falda milímetro a milímetro y alcanzo su ropa interior cálida y la acaricio por fuera, noto que lleva algo de encaje ¿será para gustarle a él…? Agradece mi llegada separando discretamente sus muslos para que yo sepa que tengo el paso franco hasta su tesoro: no la decepciono. Retiro con el meñique la goma de su ingle y pongo mi mano dentro, piel con piel, está completamente depilada, cómo me excita... Tengo el corazón y mi sexo latiendo incontenibles. Se acomoda y me facilita todo, me decido y profundizo mi caricia con dos dedos en su nido acogedor y no puede evitar estremecerse; con el índice y el corazón separo sus gruesos labios y comienzo a hacer círculos sobre su durísima avellana… De repente, me detiene con su mano y noto que me empapo… está terminando el primer acto y se va a encender la luz, retiro mi mano y me seco metiéndola en el bolsillo del vaquero, Ella se recompone, le dice algo a su pareja, se levanta y pasa delante de mí mirándome de tal forma que comprendo la orden que me da con su mirada y yo obedezco. Sin mediar palabra, la sigo al lavabo de señoras, allí nos encontramos, echamos el pestillo y nos besamos tímidas al principio y pronto con tal locura que casi nos hacemos daño, nos desnudamos deprisa, dejamos caer todo por el suelo, le como los senos, lamiendo sus pezones pequeños y duros como piedras, ella me corresponde, yo desciendo con mi lengua hasta encontrar lo que busco y por fin se entrega y me da todo lo que antes no había podido darme... Volvemos a besarnos, ahora dulcemente, ella se arrodilla y me hace abrirme de piernas sobre su boca, acaricia con su lengua todo mi sexo, desde muy muy atrás, entrando y saliendo por donde pasa hasta agitar su lengua en mi sexo hambriento,  absorbiéndolo todo y, golosa, acaricia mientras tanto mis pezones con sus dedos y nos volvemos locas las dos y nos queremos, como dice la canción, "mujer, contra mujer…" Volvemos a nuestras butacas y de la mano, discretamente tapadas y temblando por dentro, llegamos al final de la función. Ella busca algo en su bolso y sutilmente me entrega una tarjeta que yo, con la misma discreción meto en el mío. No hemos vuelto a vernos.




El Perurena


Mil razones y un poema




Cuando los lazos de amistad
amenazan con romperse...
en medio de la tempestad
que no parece detenerse.

Cuando en el ambiente
se agitan desacuerdos...
tornándolo ambivalente
mas pienso: ¡Yo no pierdo!

Cuando la mejor razón
de la palabra es el silencio...
silenciamos el corazón
dejándolo aún más tenso.


Cuando aún el silencio
molesta e incomoda;
y tan solo el bullicio
en el pensar se acomoda.
Cuando la única razón
de la razón es la sinrazón;
y todo es contradicción,
mas nada con el corazón.

Cuando el único sentido
es solo el contrasentido;
y nada permanece unido,
mas todo parece perdido.

Cuando entonces ni tu ni yo
entendemos lo que acontece;
y todo nos estremece
mas nada nos enaltece.

Cuando todo esto yo sentí
en ese instante comprendí
que golpeaban a mi puerta...
¡Mil razones y un poema!



Hollman Barrero


Fran Tallerman - Escape del Het'Mandje

La Colonia I de Lespk tiene ese nombre porque era la primera del arreglo entre sus pares. No sólo era una de las más grandes, su generador de microondas a partir de energía solar alimentaban al resto de las colonias que están bajo su “sombra”. Debido a su posición fue la elegida por la infantería del general Lillith Tallerman para acuartelarse durante su escape de territorio oreliano. Ahora que no se encuentran, los carteles de reclutamiento en todas partes recordaban a todos que la guerra continuaba, aunque no quisieran admitirlo.

Esto es especialmente ominoso para los que se encontraban en edad de recluta. Los muchachos y los jóvenes adultos estaban conscientes de que pronto comenzaría la lotería; ni el sexo ni la posición social serían disculpas para ninguno, porque la guerra amenazaba con destruirlo todo y no había otra opción más que pelear.

Ante la revelación de que pronto perderían su libertad y si no tenían suerte su vida, miles de muchachos se aproximaron a la única ciudad de la colonia, Li’Chestea; ya fuese para reclutarse o para divertirse. No era casualidad que los centros de reclutamiento se encontraran en la misma calle que Los Dos Klics de la Perdición; la concentración más grande de bares, clubes nocturnos y salones de baile de toda la colonia.

Para Fran Tallerman esto era la norma. El hacinamiento era la norma. Calles infinitas llenas de bares eran la norma. Como una niña de bien ella no debía acercarse a esos antros de perdición. Pero su padre no estaba, como tampoco estaba la madre de sus compañeros de travesuras. Estaban bajo la supervisión del tío ausente de los muchachos. Esto era una invitación a las travesuras y el descarrió. Esa noche decidieron jugar a adultos, salir a una discoteca en esa calle, sin permiso por supuesto. Por eso se vistieron de forma estrafalaria; ella de rosa, Jean de negro y Pierre con un vestido rojo de su madre. Por su mente pasaban muchas cosas, culpa por hacerle caso a los gemelos, remordimiento por sedar a su hermana para dejarla en la casa, miedo por lo que fuese a pasar en ese sitio sólo para adultos.

–Esto es una mala idea.

–Opino lo mismo Pierre, esto es una mala idea.

–No me arruinen la diversión, chicos– contestó el muchacho mientras se acomodaba la falda. –Además, te dije que el Het’Mandje tiene tres pistas de baile geniales. ¿O ahora ya no quieres bailar? Buhh… Buhh…

Fran odiaba ser tan transparente. Realmente le incomodaba la diminuta camiseta rosa que mostraba su vientre, temía que se notara su pierna sustituta con la falda que usaba. Pero quería bailar, así que con una aspiración guardó silencio hasta que llegaron a la puerta de metal de un edificio clásico de tres pisos. Phillipe fue quien se adelantó y tocó tres veces. Una hendija se abrió en la puerta, este pasó un tiquete y tras una bulliciosa secuencia de ruidos incómodos la puerta se abrió y los dejó pasar.


Allí fue donde ella se maravilló. Era cierto lo que le había dicho, el lugar tenía tres plantas, con inmensas salas de baile interpuestas una encima de otra. En la primera planta bailaban los travestidos, lo hacían con una gracia y naturalidad que la sonrojaban. En los otros dos pisos había comensales bebiendo o bailando, fuesen hombres o mujeres, en parejas o solos, pasaban un buen rato dentro del local.

–Jean, vamos a bailar.

–No, Fran… Ve tú.

–Pero…

Ella quiso continuar, pero sabía que Jean estaba realmente apenado y no se sentía en la capacidad de complacerla. Tras un suspiro, ella subió al segundo piso y bailó en la pista al ritmo de la música. Tenía tanto tiempo de no hacerla que se dejó llevar por el ambiente. Ella apenas se dio cuenta cuando tuvo pareja, lo aceptó de buena gana y ambos bailaron con todas sus fuerzas. Hasta que en una vuelta de pronto se tropezó con una figura alta de negro. Por un momento sintió real temor, hasta que logró identificarlo.

¡Jean!

Ella enlazó su corazón con el de su pareja y ambos bailaron hasta perderse. Ninguno se percató de que tocaban una pieza suave. Conforme seguía la música ella se abandonó en sus brazos y permitió que el ambiente la envolviera. Mientras moría la canción, su compañero usó la mano para subir su rostro. Sus ojos se fijaron entre sí en un momento que le pareció eterno.

Vamos, Jean... Bésala... Tú puedes hacerlo, hermano.

Fran no pudo contener la carcajada. Él la acompañó. Ambos conservaron su sonrisa por un instante, ella cerró los ojos, apretó la boca y esperó el beso prometido. Pero en ese momento la luz hirió sus ojos cerrados.

–Jean… Es una redada… Saca a Francisca por el baño de hombres… No permitas que los atrapen o su padre nos mata...

Sabía que era una mala idea. Ella tomó de la mano a Jean y se dejó guiar. Ante las luces parpadeantes y los sonidos estridentes, lograron llegar al baño pero la puerta de emergencias estaba cerrada con un candado. Podía sentir la desesperación de Jean al ver la puerta, por lo que con un suave gesto lo apartó.

–Cúbrete.

El sistema controlador de su pierna izquierda calculó la fuerza necesaria, su patada hizo pedazos el cerrojo. Ella lo tomó de nuevo de la mano, salió por la puerta y activó la habilidad de percibir los pensamientos en toda su capacidad. Con ella pudo sortear a los oficiales que estaban esperando en la salida de emergencia al subir unas escaleras, salieron por el segundo piso de un apartamento a un callejón. Recorrieron el callejón por un largo rato hasta que su mente dejó de percibir a las autoridades. Con la calle principal a la vista, ambos repusieron su aliento contra una pared, cuando lo recuperó tuvo a la vista a su pareja y recibió sus impresiones mentales de golpe. Él no solo la deseaba, la adoraba, su corazón la amaba locamente, pero no tenía la capacidad de decírselo. Muchas cosas pasaban por su mente, pero su mayor temor era que no lo correspondiera.


No lo pensó dos veces. Ella lo abrazó con pasión y lo besó atropelladamente. Ella también lo amaba. Adoraba su amabilidad, el cariño con su familia las había recibido a ella y a su hermana. Pero lo amaba a él, a su timidez y a su forma de decir las cosas en silencio. En ese momento Jean se abrió y ambos expresaron el enorme cariño que sentían el uno por el otro.

Jean dio el siguiente paso. Sus manos bajaron a sus caderas, pudo sentir que estaba emocionado por todo lo que estaba pasando, esto la asustó. Por eso puso su mano sobre su pecho y apartó su beso con delicadeza. Lo que la sorprendió fue que él también lo hizo.

–Paraste… ¿Por qué?

–Phillipe… Mi hermano me ha explicado el idioma de las manos. Si la mujer pone la palma sobre tu pecho quiere distancia. Debes dársela.

–Tú hermano es especial. Tiene ese don para comprender las cosas. Es una lástima que tu madre nunca vaya a pagar por su sueño debido a su formación moral.

–Nunca te hemos dicho eso.

Fran sintió como un balde de agua fría caía sobre su cuerpo. Sabía que había metido la pata, su padre se lo había advertido claramente. No todos verían de la misma forma que ella descendía de una irezumi, muchos la odiarían si la descubrieran. Pero su pareja acarició su cabello y esbozo una sonrisa pícara.

–Lo supe desde el día que te conocí en el hospital de campaña. El doctor mencionó que tu pierna era un modelo reciente, exclusivo de las irezumis. Se los dije a mi madre y a Phillipe ese mismo día.

–¡No sabes que fisgonear es una mala costumbre!

–También escuché cuando le confirmaste al doctor que tu madre probablemente era de esa especie. La pregunta es, ¿por qué lo ocultaste?

–Nuestros padres nos advirtieron nunca revelar que poseemos estos dones. Creía que mi madre era una clase de experimento, mis poderes y los de mi hermana eran heredados. Pero cuando perdí la pierna en el nodo 350, las irezumis me hicieron un examen y resultó que mi madre era una exiliada de esa especie... Eso es lo que me produce más temor. Las irezumis son monstruos sin moral. Yo también seré un monstruo ajeno de moral…

–No he visto a una irezumi que sea fea. ¡Serás un monstruo hermoso!

Un codazo bien colocado en el brazo fue su única respuesta. Pero su molestia se cambió a risa cuando él no pudo evitar las carcajadas. Ambos rieron por un rato, tras lo que repuso.

–Invitame a algo dulce y te perdono.

–Trato hecho.

Ella permitió que la tomara de la mano y ambos salieron a la calle, a buscar un lugar donde comer, donde conversar y donde pasar tiempo de calidad. Pero ambos sabían que sea lo que fuese a pasar, habían dado el primer paso en un camino que recorrerían juntos.


Carlos A. Molina Velázquez

El toque de humor que no podía faltar de Manolo Royo




Viñetas cedidas por Manolo Royo a La Revista de Todos

Un amor equivocado




Hola Carlos, hace una semana nos vimos después de seis meses y parecía que el tiempo no pasó para nosotros. Mis sentimientos siguen firmes hacia ti, te quiero y me gustaría que lo intentáramos otra vez más, yo sé que tu sientes lo mismo que yo. Cuando los sentimientos mandan no hay razón que se oponga. Creo que nos debiéramos ver una vez más y dejar claros nuestros sentimientos y si coincidimos, ¿por qué no regresar?, al fin y al cabo, no nos fue tan mal, un resbalón lo tiene cualquiera. Yo te prometo que no volverá a pasar, fue un momento de debilidad. Piensa que tú viajabas mucho y yo me quedaba muchos días sola; pero te prometo que no sucederá más, me he dado cuenta que te quiero más que a mi vida, sobre todo ahora cuando te he perdido.

Espero tu respuesta y que me des otra oportunidad, prometo no fallarte.

Te quiere, Laura


Laura escribía esta carta a Alberto después de su ruptura hacía seis meses. Se vieron por casualidad por la calle y intercambiaron unas cuantas frases intrascendentes; aunque en honor a la verdad, Laura si que intentó abrirse a Carlos, en cambio él se cerró como un cerrojo y no soltó prenda, solo le comentó un cómo estaba, cómo iba el trabajo y poco más. Por eso Carlos no entendía el por qué de la carta de Laura, no entendía nada. Por supuesto no tenía ningunas ganas de volverla a ver, así que decidió enviarle una respuesta, podía pasar; pero pensó que al menos se la merecía, no debía albergar esperanzas.


Hola Laura, yo también me alegré de verte, te vi muy bien, al fin y al cabo, solo han pasado seis meses. La verdad es que siento mucho que te pareciera mi actitud albergadora de esperanzas para retomar lo nuestro, no fue mi intención. Yo ya lo he superado y he rehecho mi vida. No te negaré que lo pasé muy mal cuando lo dejamos; pero peor fue cuando descubrí tu infedelidad. Es verdad que viajaba mucho, mi trabajo lo requería y tú ya lo sabías cuando me conociste, por lo tanto, es una mala excusa. Si es por debilidad, yo también tuve esos momentos no lo negaré y oportunidades para haberte sido infiel; pero no lo hice, nunca me lo planteé. En el momento que estás con una persona te debes a ella y se acabó, y si tu no pudiste aguantarte, lo siento, hay que atenerse a las consecuencias. Yo estaba muy enamorado de ti, y no me olvidé fácilmente de los momentos que tuvimos de sexo, son inolvidables y siempre los llevaré conmigo, tu piel sedosa, aquellos orgasmos al unísono, son difíciles de olvidar, cabalgando rítmicamente hasta llegar al éxtasis total.

Pudimos haber sido muy felices; pero tú tomaste una decisión. Piensa que el sexo es muy importante; sin embargo no es todo, sino seríamos como los animales que se mueven por instinto, el amor, no te equivoques no es solo sexo, eso no es amor, el amor es mirar a la persona que quieres y que se te ponga un nudo en el estómago de felicidad, es compartir momentos de conversación, es cogerse de la mano y pasear a la orilla del mar, acariciándote la cara la suave brisa, y pensar que te sientes muy bien con aquella persona a tu lado, en fin son tantas cosas, también el sexo claro está; pero no solamente.

Laura lo siento mucho, no puedo volver contigo, espero que lo entiendas. Deseo que seas muy feliz, seguro que al final encontrarás a la persona adecuada que te llene de verdad.

Te deseo lo mejor.

P.d: Un beso por los buenos tiempos de Carlos


Cuando Laura recibió la carta, no pudo parar de llorar, como pudo estar tan ciega, él nunca le perdonaría lo que le hizo y nunca más lo tendría a su lado. Le daba la razón; sin embargo, no podía remediar la tristeza que en esos momentos sentía. Una lágrima cayó sobre la carta, mojando aquellas últimas palabras de su amado. Ese beso sería el último que recibiría de él, aunque fuera por carta, lo guardaría para siempre.



Carmen Andújar Zorrilla


Entrevista a José Luis Gil Soto


Adoro escribir, aunque en ocasiones tenga que sacar el tiempo de donde no lo tengo.

Siempre me ha resultado mucho más fácil escribir relatos, novelas… siempre y cuando todo sea ficción, pero cuando se trata de tener que escribir la introducción da una entrevista de un escritor al que en persona has conocido, entonces, es mucho más complicado.

Muchos os estaréis preguntado porque él y no otro escritor, y aquí ya hay dos respuesta y dos porqués. El primero, aunque ya muchos lo sabréis, y para los que os asomáis por primera vez a este sencillo blog, me encanta leer sobre la monarquía. Y fue esta portada, sin duda, la que llamó mi atención.

Año del Señor de 1784. El joven Godoy llega a Madrid con la intención de ingresar en la guardia real. Es hijo de un humilde hidalgo de provincias, ilusionado con hacer su carrera militar al servicio del rey. Tiene tan solo diecisiete años y no puede ni imaginar que con apenas veinticinco llegará a ser el hombre más poderoso y también más odiado del país.
Amigo de personajes como Goya o la duquesa de Alba cuenta, sin embargo, con enemigos tan influyentes como el heredero de la corona de España: el futuro Fernando VII, quien vive día y noche conspirando para destronar a sus propios padres y acabar con el poder de Godoy.
Doscientos cincuenta años después del nacimiento de Manuel Godoy, La traición del rey nos muestra las claves de su ascenso y caída. Traiciones, intrigas palaciegas y ambición desmedida son los ingredientes de esta novela, basada en la verdadera historia del personaje, que pretende terminar con la leyenda negra que ha sobrevivido hasta nuestros días. La novela incluye un documento original que nunca antes había visto la luz y que Gil Soto conserva en su archivo: una carta inédita de Godoy a Pepita Tudó.

Sobra decir que solo la sinopsis es motivo más que suficiente para que José Luis San Gil, llamase, con su buena pluma, mi atención; y el segundo motivo me deja en mal lugar, fueron sus ojos, tenía que verlos en persona, no sé por qué motivo, pero tenía que tenerlos delante de mí.

Sinceramente no recuerdo como comencé a seguirle en Instagram, pero lo hice. Y entonces salió la periodista del blog y fue cuando le pedí una entrevista. Tarde tiempo en enviársela como en un instante podréis comprobar, pero creerme, que hay veces que me cuesta sacar el tiempo para hacer lo que verdaderamente me llena de felicidad.

Cuando me enteré que venía a la Feria de Madrid y al coincidir con la firma en ese mismo día de Luis Anguita Juega (el padrino de nuestra revista), aproveché para conocerle y de esta manera sentir ese feedback que tan importante es para mí a la hora de entrevistar a alguien. Desde luego que la sensación que tuve fue bastante buena, salvo un momento… que no voy a contar, secreto profesional.

José, con esa sencillez que le caracteriza y que está por encima de cualquier editorial, nos presenta:

Madera de Savia Azul

"Voy a contarte esta historia porque, aunque te ha sido ocultada desde siempre, esta historia es también tu propia vida..."

MADERA DE SAVIA AZUL es la historia de un reino medieval imaginario pero posible, Ariok, cuyo rey somete a una dura prueba a sus vasallos en busca de un futuro esperanzador. Bertrand de Lis, un humilde carpintero, ha perdido a su esposa y conserva un único deseo en su vida: cuidar de su hijo de cuatro años para verlo crecer y prosperar, ofrecerle una vida digna. 
Pero el destino tiene preparada una sorpresa para el padre y para el hijo muy alejada de lo que podía esperarse de la vida que su posición social les deparaba.

Astrid, la viuda de un herrero, soporta el peso de un dilema: ¿qué prevalece, el bienestar de los seres queridos o el sacrificio en aras del bien común? 

Acércate a esta historia llena de sorpresas, de giros inesperados y personajes entrañables, y respira hondo mientras se acerca un final que dejará una huella imborrable en tu memoria. Emociónate con MADERA DE SAVIA AZUL.



            Después de esta sencilla introducción, que no sé si le gustará y estará a su altura, os dejo con la entrevista. Tal y como le mandé el mail y cómo me contestó lo podéis leer. Ya sabéis que la revista siempre ofrece… verdad. 


Buenas tardes, José.

Ante todo mil disculpas por haberte pedido una entrevista y haber tardado tantísimo en contestarte, pero como ya te he dicho ando súper liada. —¡Qué te voy a decir que tu no sepas!—. La entrevista como ya te comenté no quiero que esté tan centrada en tu novela, que intentaré comprármela y leerla. ¡Qué no gano para libros!, quiero que esté más centrada en el escritor, pautas a la hora de escribir y quizás lo más importantes, consejos.
            
Te dejo el enlace del blog de La Revista de Todos para que le eches un vistazo, ya que una de las preguntas será sobre la misma.  https://larevistadetodos.blogspot.com/ 
            
Escrito esto, ¿comenzamos?


¿Qué te empuja a escribir? La imperiosa necesidad de contar una historia que no puedes guárdatela para ti, porque en el fondo todos los escritores somos tímidos y especiales o bien por dinero?

En realidad creo que tiene que ver más con las ganas de contar historias que con cualquier otra cosa. No se trata de una necesidad imperiosa, sino de que uno se da cuenta de que tiene algo que contar y de que puede contarlo bien, y de ese modo puede llegar a los lectores a través de las palabras escritas. Eso, y una pizca de vanidad, aunque a todos nos cuesta reconocerlo. Es esa especie de conquista del tiempo, un pequeño legado que nos va a sobrevivir.

Si hubieses nacido siendo un escritor de antaño, ¿cuál serías y por qué?

Me cuesta identificarme únicamente con uno, porque en realidad soy, como todos, una mezcla de muchos. Si no tengo más opción que elegir uno solo, llegarían a la final a cuatro Tolstoi, Delibes, Wilde y Ana María Matute, por ejemplo. Y con mucho esfuerzo te diré que yo sería Tolstoi solo porque lo envidio, y en la envidia siempre hay mucho de lo que nos gusta.

¿Qué debe tener un libro para que llame tu atención y necesites leerlo?

Que haya oído hablar de él y me hayan convencido. Hay tanto que leer que cada vez es más difícil que te convenzan y, como escritor, más difícil convencer. Pero siempre se fía uno de ciertas personas, librerías o medios cuando señalan un libro concreto. En mi caso, los que me recomiendan libros suelen acertar.

Todos tenemos un libro que nos ha marcado mucho, e incluso sentimos la necesidad de acariciar el libro cuando lo vemos, en mi caso es la novela titulada “Desde mi cielo”, de Alice Sebold. ¿Me puedes decir, por favor, que libro acarició tu alma y por qué? —No vale que barras para tu casa—.

“El camino”, de Miguel Delibes. Porque fue el primero que me llegó al alma, porque refleja los sentimientos de un niño de pueblo que no comprende a los mayores pero los admira y porque en sus personajes están recogidas casi todas las experiencias que viví en mi infancia.

Un escritor… ¿nace o se hace?

A medias. En mi opinión un poeta nace y un novelista se hace. Un escritor puede ser una mezcla de ambas cosas y entonces nace y se hace. Uno tiene que traer algo de fábrica, tal vez la facilidad de expresión, una estructura mental determinada, pero de nada sirve si no se lee, si no se trabaja un poco la aptitud.

Me imagino que por curiosidad habrás visto el blog de La Revista de Todos y el enfoque que tiene. ¿Qué te parece?

Me gusta cualquier blog que hable de libros, escritores, creatividad. Y si tiene una profunda huella femenina, me parece, además, extraordinariamente interesante. Así que La Revista de Todos me encanta.

Hasta hace no mucho, pensé que mi mayor temor como escritora novel, era enfrentarme a un folio en blanco. Hasta que me di cuenta de que lo que realmente me atemorizaba era saber si lo escrito podía llegar a gustar y tenía sentido. ¿Es el miedo o es el respeto el mayor enemigo de un escritor?

Para mí, el mayor miedo es no ser leído. Creo que escribo para ser leído, no pertenezco al respetable grupo de escritores que escriben para sí mismos, por una necesidad vital de escribir, de expresar sus propios sentimientos. Cuando escribo pienso en quienes un tiempo después van a leer esa historia, cómo lo van a hacer, qué van a sentir. Pero ese miedo a no ser leído no es un enemigo invencible, no me bloquea, sino que me estimula y me impulsa a hacerlo cada vez mejor.

Todas las personas hemos fracasado y quien diga lo contrario es tan estúpido que no se da cuenta de que en ese instante lo está haciendo. A lo largo de tu trayectoria como escritor, ¿has sentido que has fracasado?

Unas veces se obtiene más de lo que se espera y otras todo lo contrario, y en eso se fundamentan el éxito y el fracaso, en cubrir o no las expectativas. Por eso se dice que no es feliz quien más tiene sino quien menos necesita, porque quien espera poco y obtiene mucho se siente realmente afortunado. Me he sentido fracasado cuando he esperado más de lo obtenido, y eso suele ocurrir cuando los sueños te llevan demasiado lejos. Lo que pasa es que para triunfar no se puede atar a los sueños en corto, hay que dejarlos volar y, por lo tanto, para triunfar hay que estar dispuesto a fracasar.

Hace años cuando era una niña y jugaba a ser escritora, lloraba al ver que tachaba y tachaba lo escrito, porque lo escrito, no tenía sentido. ¿Alguna vez has comenzado a escribir una historia y has tenido la misma sensación?

He tachado muchas veces, pero no porque lo escrito no tuviera sentido, sino porque si me pongo del lado del lector no me transmite lo suficiente o no consigue que se sumerja en la historia como deseo. Entonces hay que plantearse otra forma de contar lo mismo.

Espero que no te haya molestado ninguna pregunta hasta ahora. Esta pregunta es un clásico de la Revista y que siempre que realizo alguna entrevista a un escritor/a, tiene que superar el reto de escribir un microrrelato con las palabras que yo elijo y que en este caso son: Eva, José, novela, café y gracias.

Y surgió esta novela gracias al café que Eva y José tomaron juntos.



Espero que te hayas sentido cómodo durante el cuestionario, ten por seguro que lo que escribas lo subiré, me limitaré en hacer un “corta y pega”.

Si puedes mándame por favor una foto tuya con el libro y así la adjunto a esta entrevista y a unas cuántas letras que añadiré de introducción.

De nuevo mil perdones por la demora y gracias por tu paciencia.


Eva Mª Maisanava Trobo