Camino al bosque, Principito y yo, observábamos la belleza del paisaje, el colorido que se intensificaba con el ligero resplandor del sol, que jugaba a escondidas con los frondosos árboles y se mecía en sus ramas. Mientras nos adentrábamos, se oía la algarabía formada por diversidad de aves, loros, pájaros, también saltaban entre los troncos, varios monos y ardillas. La humedad del ambiente, permitía sentir un clima agradable, que nos arropaba al seguir caminando rumbo a la casona, un lugar mágico, donde nos encontramos los poetas para compartir nuestras inquietudes literarias. A medida que avanzábamos, se sentía igualmente, como algo misterioso, que hechiza, hipnotiza, tal vez con la presencia invisible, de duendes, hadas, o hasta brujas y que siempre originan cierto temor en contraste con la genuina curiosidad.
Lo cierto es que se percibía algo que
nos sobrecogía, tal vez, todo producto de la imaginación o por el encantamiento
que producen esos sitios solitarios o con escasa concurrencia humana.
Empezamos a caminar con mayor rapidez.
Los musgos barba de palo, y los gigantescos helechos, se mecían
ondulantemente, dándole al espacio, mayor encanto.
Entre recovecos, curvas, largos caminos,
rodeados a intervalos, por hermosas casas y jardines coloridos, llegamos
por fin, a la casona, abrimos su inmenso portón que chirreó como los grillos
que la circundaban, aspiramos ese olor a cosas viejas símbolo perenne de la
soledad, de la frialdad que deja el olvido temporal por la ausencia producto de
la rutina asfixiante. Todo estaba igual, la decoración antigua, la biblioteca
esperando a los buenos lectores, los muebles con formas caprichosas que llenan
la mente de pensamientos sobre sus primeros dueños, largos corredores, ventanales, y al salir hacia el
inmenso patio interno: la fuente cantarina, las preciosas plantas ornamentales,
Principito y yo, abrimos los brazos hacia el cielo y respiramos profundamente.
Pensábamos pasar allí el fin de semana para ayudar a poner todo en orden y
asear un poco, mientras llegaban los otros poetas.
Sentados en la biblioteca y saboreando un té de sidrón,
calientico, revisábamos libros, conversábamos sobre los poetas.
Principito, encontró en un baúl, un papel amarillento, que refería la existencia
de dos duendes que siempre salían en esta casona…
que ante sus recurrentes apariciones, un abuelo, —hace muchísimos años—, logró
alcanzarlos cuando huían entre las plantas del jardín trasero, y ellos con su
vocecilla, todos asustados, dijeron que venían a leer ávidamente, las letras de
poetas errantes y consagrados y a sentarse en las mecedoras,
que los pasillos y corredores, abrían sus almas al amor, la
esperanza, el convivir, compartir, disfrutar, compenetrarse con la intimidad de
la literatura y con la gente que cuando venía, la observaban escondidos. Cuando
el abuelo, les preguntó su nombre, afirmaron llamarse: Musaquito y Poesilinda,
dando a entender que gracias a sus poderes, eran la fuente de inspiración de
los que allí pernoctaban.
Cuando, Principito terminó de leer eso, aunado a la
baja temperatura del medio, sentimos un escalofrío, que nos estremeció, porque
entendimos que los dos duendes, eran huéspedes permanentes de la Casona, nos
miramos y de pronto volteamos hacia uno de los corredores amplios y largos y
las dos mecedoras del fondo se mecían como si alguien se terminase de levantar.
Entonces principito, quedo pasmado y yo; mirando fijamente le pregunté:
—¿Qué sucede Principito?—
—¿Trina sentiste algo extraño?
Es mejor que entres a la biblioteca yo voy averiguar
y volveré con la rapidez y curiosidad que me
invadía, sorpresivamente me encontré, con aquellos extraños seres que
momentos antes; había leído. Asombrado, les pregunté, ¿quiénes son
ustedes?
Entre
murmullos, me dieron a conocer que ellos son los huéspedes eternos de
la Casona.
Así, charlamos un buen rato; sobre el
misterio de aquel bosque.
Cuando retorné a la biblioteca,
encontré, a Trina, recostada sobre un sillón muy antiguo.
Me acerqué, la sacudía, para que reaccionara o se
despertara, mas no respondía, entonces; desesperadamente; corrí en busca de mis
ya amigos, Musaquito y Poesilinda, para que me ayudaran a hacerla
volver en si.
Viendo lo sucedido, uno de los duendes
me narra: esos son los misterios de aquí, por eso, la situación en que se
encuentra su amiga y prosigue: “Un espíritu mágico, se posesiona cada vez que
un poeta visita a la Casona, para lo cual es necesario reunir a todo los
animales que habitan en el bosque y luego; realizar un ritual, para sacarla de
ese sueño profundo.
Yo, con un sentimiento de tristeza, dolor, angustia, y amor
por mi querida amiga, estoy de acuerdo, entonces da comienzo el ritual. Tras
largas horas los vientos sacudían los árboles, que silbaban y formaban un
concierto con los sonidos característicos que emitían los animales.
Después de muchas palabras mágicas, Trina se despertó lentamente, se fue
incorporando de la mecedora y dijo que había estado en una dimensión donde
los poetas transitan y se pierden en su éxtasis, en un viaje fugaz, en que la
inspiración los sublimiza, hasta hacerlos regresar preñados de poesías. Se veía
absorta, contenta, decía que todo pareció un hermoso sueño, que lo vivió
plenamente, que tendría voluntad por volver a penetrar ese mundo de la
espiritualidad, en donde se confunde la fantasía con la realidad, los
sentimientos con el poder infinito de Dios.
Los duendes, no asomaron asombro, pues
ellos se saben eso de memoria….les dimos las gracias y aseguraron que se iban a
sus casitas en la profundidad del bosque, para regresar cuando nos retiráramos
de la Casona.
En la noche y por tres días
consecutivos, se realizó, el encuentro de poetas, en unas tertulias
amenas, fascinantes y yo, de vez en cuando, miraba para el jardín y entre
las plantas ornamentales, se divisaban unos ojitos brillantes, averiguando todo
lo que pasaba.
Era mentira, los duendes, no se
habían alejado y en los poetas bullía la inspiración a borbotones.
Cuando nos retiramos y mientras nos
distanciábamos por esos senderos intrincados y maravillosos del bosque, Trina y
yo sonreíamos, porque sabíamos que en cada regreso a la Casona, nos
encontraríamos con los duendecillos, a los que les perdimos el miedo y siempre
nos embargarán, de dulces embelesos.
PRINCIPITO
Cuento: En un
lejano bosque
Original: TRINA Y
PRINCIPITO
Idea del
tema: Trina secundado por Principito.
Título: Principito.
Imágenes: de
internet
Edición: Trina
Personajes
principales: TRINA, PRINCIPITO, MUSAQUITO Y POESILINDA
Personajes secundarios:
Abuelo, poetas,
Otros elementos
intervinientes: bosque, animales, la Casona, vegetación, otros.
Trama: la poesía
como agente favorecedor de la espiritualidad.
Fecha culminación
cuento: 17 agosto 2.012.
Países hermanados con la
literatura: Venezuela y España.
TRINA Y PRINCIPITO:
AMIGA,
ESTE CUENTO MARAVILLOSO, FUE CREADO POR Principito —un joven poeta de España— y
por mi, en un dueto de cuentos en Eldesvandelpoeta, ganamos el primer lugar el
mes de agosto, con la tristeza mas
grande y profunda, el caudal de mis lágrimas, porque PRINCIPITO no lo
sabe, murió esta semana de cáncer.
Una historia en colaboración es uno de los mayores restos. Es una bonita historia, aunque a turnos se nota la colaboración, pero es fluida y hermosa. Gracias Trina por compartir.
ResponderEliminarAmigo Carlos, gracias por tu agradable comentario. Saludos cordiales desde mi querida Venezuela.
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Precioso cuento Trina, mágico, como la suerte que nos acompaña a los que nos gusta escribir historias. Precioso el el final del cuento, pero lamento el de tu compañero de suertes. Descanse en paz quien tanto gustaba de la literatura. Un fuerte abrazo Trina
ResponderEliminarAMIGO FAUSTINO, gracias infinitas por tu opinión y el tiempo que me dedicas. Saludos cordiales.
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Recrear, de esa manera, las tertulias y la creación que se da en los hacedores de palabras, es grato. Felicidades para ti y tu retirado compañero, que, de un modo u otro, como parte de este todo infinito, yace en la memoria orgánica e inorgánica del universo.
ResponderEliminarANTONIO, recibe mi gratitud por tu bello comentario, Eres muy amable
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Como siempre, tu magia nos seduce, querida Trina....
ResponderEliminarGONTXU, agradecida por tu visita en este post, recibe un abrazo fraterno.
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Genial Trina , me encantó la forma de relatar, la de congeniar las dos colaboraciones y el argumento muy bueno. Un abrazo amiga Trina.
ResponderEliminarJOSÈ, TU OPINIÒN ME MOTIVA a seguir subiendo mi material literario, Contigo en la distancia
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Definitivamente que es una historia fascinante y muy bien desarrollada y el premio obtenido es una muestra de ell, es una tragedia el final del co-author, sumamente triste.
ResponderEliminarEFRAÌN, tu comentario resulta interesante y agradable, gracias por existir.
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Yo también me apuntaría a una reunión de estas características, rodeada de un paisaje tan hermoso con una compañía tan grato. Y una biblioteca... Ya lo más de lo más.
ResponderEliminarUn abrazo, buen relato, aunque me ha apenado el final de Principito...
María José Cabuchola Macario
Amiga Marìa Josè, un placer que hayas pasado por este cuento que a mi, particularmente, me dejó gratas y tristes vivencias a la vez. Un abrazo en la distancia.
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