Eran los
últimos caracoles que comería en su
vida. Estaba atrapado en los silencios de la vida y sentía una felicidad extraña,
la de la última voluntad.
Ese excelente olor no casaba con esa
habitación, llena de silencio, de almas derrotadas a su alrededor.
Temblaba el cielo, las lágrimas saltaban hacia dentro y el murmullo de un adiós silbaba en la ventana.
Se moría el Sol.
Comió, comió
hasta hartarse, mientras el dolor se
hacía intenso y fuerte, su alma se descosía poco a poco de su piel, se desgarraban los recuerdos y los sueños se quedaban tumbados en su
estómago.
Pasó la tarde, lloró, casi hasta vaciar su alma. La luna empezaba a nacer.
Silbó el
viento y su cuerpo se quedó vacío, subieron las
nubes por su cama y el cielo vino a buscarlo.
©Jose González
Que hermoso relato!, lo disfrutè, se identifica mucho con mi forma de redactar. Corto, preciso, conciso, con ideas secuenciales y a pesar de ser de contenido triste y tràgico como todo lo que deja la muerte, se expresa con una sutil elegancia. Felicitaciones.
ResponderEliminarTrina Leè de Hidalgo
Muchas gracias Trina me alegra mucho que te haya gustado. Un abrazo
EliminarBueno. La muerte por caracoles no viene por la intoxicación propiamente, pero siempre ha sido el deseo del ser humano saber que pasa después, al dar el paso. Gracias Jose por tus palabras..
ResponderEliminarGracias Carlos por tu comentario
EliminarEs el último momento del último suspiro. Intenso final el que nos propones. Un saludo
ResponderEliminarToda la vida es una intensidad, Gracias Faustino. Un abrazo
EliminarSi yo muriese ahora pediría unos caracoles y una copa de vino. Sentiría ascender la noche por los resquicios de la estancia y, dormiría, con la idea fija de lo que quiero soñar… si pudiese claro decidir conforme a mis últimos momentos… gracias por compartir…
ResponderEliminarMe gustó mucho tu comentario Antonio. Un abrazo
EliminarLa muerte es siempre un misterio, a veces da tiempo de despedirse otras, simplemente llega y se lleva a la persona, la he visito en esos dos momentos, por desgracia no he visto que sea en completa calma, buen relato, definitivamente me deja pensando como quisiera que me llevara, saludos!
ResponderEliminarMuchas gracias Juan, la vida es así, efímera y pasajera. Un abrazo
EliminarSimplemente, buenísimo!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias brother. TQ
EliminarProfundo relato sobre esos últimos momentos de nuestras vidas, disfrutando su ultima voluntad, esperando entre lagrimas la llegada inevitable de la muerte. Es excelente.
ResponderEliminarMe alegro que te gustara Efrain, está basado en un hecho real que se me quedó grabado. Un abrazo
EliminarMe ha dado hambre.
ResponderEliminarQue el cielo nos pille saciados.
Amén.
María José Cabuchola Macario
P.D. Estoy de broma. Je, je, je. Es que me ha gustado mucho, ¡caracoles!
Jeje Gracias María.
EliminarGenial.
ResponderEliminarCristian.
gracias Cristian.
EliminarTriste pero muy bello. Te felicito por tu texto, compañero. Un abrazo.
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