El poeta despierta
el silencio es enorme
la tranquilidad completa.
El poeta se pregunta
"¿y la musa?",
la busca desesperado,
quizá temiendo que al fin ,
ella lo haya abandonado.
El poeta grita,
avienta botellas,
rompe papeles,
mas la musa ¡no aparece!.
Con las manos en su cabeza
el poeta llora y solloza,
"¿dónde estás musa mía?",
pasan horas y horas.
Y cuando el poeta
siente la soledad,
y el gran vacío en él
casi dispuesto a perecer,
suplicando al cielo
que vuelva ¡la musa!.
Debajo de una hoja
la musa se despereza,
se talla los ojos
y los abre poco a poco.
Mira al poeta en sollozos,
ella se acerca despacio
y le susurra al oído
dándole una colleja,
"anda ya malcriado
que es hora de trabajar".
Juan M Flores
Jaja! Bueno, la verdad es que hay que mantener activa a la musa, sea como sea. La mejor forma de saber si uno está hecho para las letras es escribir sin inspiración. Ahí se conoce de lo que uno está hecho. Esta muy bueno el poema, gracias Juan, me has sacado una sonrisa con un género que no es del todo de mi gusto.
ResponderEliminarMuchas Gracias Carlos, a veces me gusta quitarle toda solemnidad a mis trabajos, hacerlos algo más divertidos, en este genero con en todos se vale, y un placer que te haya gustado!
EliminarBueno Juan, menos mal que al final apareció. Mal negocio si nos abandona. Ten fe siempre en ella. Un abrazo
ResponderEliminarLa fe no desaparece aunque a veces se tome sus vacaciones regresa y nos sorprende! Un abrazo.
EliminarMe gustó mucho, a veces cuesta encontrar las musas. Un abrazo
ResponderEliminarMuy bueno, y el final desternillante...
ResponderEliminarCristian
Ja, ja, ja, ja me ha provocado una carcajada ese final, pero hay algo en lo que no estoy de acuerdo, y es en ese empecinamiento de tu poeta por ponerse a trabajar y hacer, "a la fuerza", sacar de sus entrañas y su inspiración esa musa. Aunque sí me ha gustado mucho ese momento en que le aparece la inspiración, entre sollozos, tristeza infinita, sentimiento en el que un poeta cae preso de emoción y siente ganas de escribir, porque es su momento de mayor inspiración: la tristeza. No... ¡Si al final valdrá de algo ponerse cara al papel y empecinarse en escribir! Una cosa es segura... Y es que mejor hacer eso, intentarlo, que no hacer nada ;)
ResponderEliminarMuchos abrazos,
María José Cabuchola Macario
Precioso poema, amigo. Te felicito por tu sensibilidad. Un abrazo.
ResponderEliminarDivertido y cierto, el poema nos recuerda todas esas veces en que los escritores pierden la musa y necesitan un tiempo para recuperarla. La inspiración puede ser elusiva pero los escritores somos perseverantes y tu lo as expuesto muy bien y como dices, la musa a regresado hay que ponerse a trabajar.
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