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viernes, 30 de agosto de 2019

El regreso de Giselle. Capítulo IV. El amanecer.

Fueron sus labios los que de una manera suave acariciaron los míos, despertándome de una noche de pasión. Aunque me sentía completamente feliz, no dejaba de sentirme culpable. Desde que tuve a mi hijo, ni una sola mañana había amanecido lejos de él, y mucho menos con un hombre.

Ya ni recordaba la maravillosa sensación que era el despertar desnuda y al lado de un hombre después de haber hecho el amor.

Mis recuerdos eran muy distintos, más gélidos sin lugar a duda...

Había estado en las mejores suites de los más prestigiosos hoteles, con las mejores atenciones, con mi botella de Moët & Chandon, mis perfumes, todo lo que yo quisiera a mi disposición y sin embargo a excepción del tiempo que estuve con Musa, todos los trabajos eran iguales. Con educación, respeto y saber estar, pero desde luego que fríos, muy fríos.

Aunque bien es cierto que pocas veces eran las que llegaba a subir a la habitación, ya que mi presencia era más requerida como acompañante para asistir a comidas de empresa, fiestas, cócteles, photocalls, etc...

Me llegué a mover casi siempre con los mismos clientes. ¡Ay! Si yo hablase…

Tal vez algún día os llegue a contar el por qué tomé la decisión de dedicarme a ese mundo tan seductor como peligroso, tan emocionante como frío. La verdad es que me desenvolví bien. Y lo mejor sin duda fue conocer al padre de mí hijo, a Davinia y porque no decirlo a Roberto. Nunca me imaginé que fuese tan fogoso a la par que tierno en la intimidad. Le tenía como un hombre frío de negocios, y sin embargo cuando me besó por primera vez, mi cuerpo experimentó un temblor al que no estaba acostumbrada.

Y aunque he de confesar que tengo miedo, necesito saber a dónde me va a llevar esta sensación.

Cuando salí del baño, la señora de la limpieza ya había hecho la habitación y Roberto se había encargado de dejarme en la cama el desayuno. Ya me dijo la tarde anterior que tenía en el banco una reunión. Hacía mucho tiempo que no me sentía así, feliz, llena, pero con un ápice de temor a que tanta felicidad se fuese tan rápidamente como me pasó con Musa. Que ni tan siquiera pude decirle que estaba esperando un hijo suyo…

Tarde o temprano, Abrahán, conocería la verdad y entonces llegaría el momento de hacerle saber que tiene dos hermanos. 

Fue al levantarme de la cama y al ir a coger el móvil que había dejado en silencio desde la tarde anterior, cuando me di cuenta de que Roberto me había dejado una rosa con una nota. 

         
Giselle:
           
Nunca tengas miedo a ser feliz, nunca te arrepientas de haberte querido sentir viva. Porque si vives constantemente con miedo, huyendo de lo que tu corazón te dicta, cuando te quieras dar cuenta… ya apenas te quedará tiempo para vivir intensamente y entonces… te acordarás de estas palabas y de que el haber estado a la defensiva solamente te sirvió para hacerte daño a ti misma y de alejarte del camino de la felicidad.

Vive la vida como si no fuese haber un mañana.

No puedo prometerte un futuro, pero si puedo lograr que tu vida esté llena de momentos inolvidables…

Roberto


Leer esta pequeña nota hizo que mis ojos se humedecieran de felicidad. Ya sé que me repito mil veces, pensaréis, pero… hace tantísimo tiempo que no me sentía así.

Llamé a Davinia para poder hablar con mi hijo, echaba tanto en falta escuchar esa voz que durante siete años de mi vida me despertaba… y que hoy, al no escucharla, hizo que me sintiese completamente sorda.

—¡Mamá! ¿Estás bien?, es la primera vez que al despertar está mamá Davinia, pero tú no. ¿Me estás castigando por algo? ¿Hice algo mal? ¿Ya no me quieres? —.

—Mi amor… Cómo puedes decir algo así cuando eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Eres mi ilusión, mi motor, mi fuerza… Tenía que hacer unas cosas y no me daba tiempo a poder pasar la noche contigo y contarte el cuento como siempre, pero esta noche, si quieres, pedimos una pizza y vemos una película de Disney.

—¡Sí, mamá, sí! Además, tengo que contarte una cosa, ¿sabes?

—Dime, vida. ¿Qué tienes que contarme?

—Esta noche al no poderme quedar dormido, mamá Davinia y yo, hemos montado un puzzle. ¡Nos ha quedado muy bonito! ¿Lo puedo poner en la habitación, mamá?

—¡Pues claro!


Cuánto había cambiado mi vida con la llegada de mi hijo, hasta tal punto que estoy convencida de que, si decido publicar esta parte de mi vida, de mi historia, como hice la anterior vez, no venda tanto. Es una pena que la gente solo se haya quedado en las escenas eróticas. —¡Por nada del mundo cambiaría mi vida por la de antes! Mi hijo está por encima de todo—.

Después de finalizar la llamada, cogí una hoja y la pluma que Roberto había dejado en la mesa y le dejé una nota.


              
En contestación a tú nota tengo que decirte que jamás he tenido miedo a ser feliz, puesto que ya lo soy, Roberto. Mi hijo, es mi mayor felicidad.

Jamás me arrepentiré de lo que ha sucedo, aunque has de entender, que no soy esa Giselle que conociste hace años. Al no ser padre, te costará comprenderlo, pero si algún día lo eres, sabrás que un hijo es la mayor prioridad en tu vida.

En lo que si tengo que darte la razón es en que vivo con miedo. ¡Si! Roberto, cierto.

Pero cuando alcanzas la felicidad y la pierdes de una manera abrupta, concederte el privilegio de ser feliz, es algo que, aunque no quiera, me da miedo.

Quiero vivir la vida intensamente, pero con cabeza. Soy madre, no lo olvides.

Pero como todo en la vida, organizándote, es compatible. El amanecer en tus brazos me ha hecho ver la vida desde otro prisma.

No necesito que me ofrezcas un mañana, me basta con que me prometas que cada día que nos veamos, hagas de ese día, un día diferente a los que en el futuro nos podamos ver.

Esta noche cenaré con mi hijo. Espero tu llamada.

   Giselle            




Antes de ir a mi casa, me pasé por donde vivía Davinia para recoger a mi hijo.


Hay muchas mujeres que ambicionan tener en su cuello la mejor joya del mundo, la mismísima perla peregrina, y sin duda alguna, la mejor joya que yo tenía, en ocasiones, colgada de mi cuello, era ese abrazo de mi hijo Abrahán. Sus brazos rodeando mi cuello era mi mejor joya. 


Davinia y yo nos miramos con esa mirada cómplice de tantos años.


—¿Estas bien, Giselle?— Me preguntó con ternura.

—¡Sí, Davinia! Hace mucho tiempo que no me sentía así.


Me gustaría haberla podido contar todo lo que me había pasado. Todo lo que había sentido al lado de Roberto. Pero, sin querer, posiblemente la hiciese daño.

Nos despedimos de ella, y nos fuimos a nuestra casa.

Por fin, después de mucho tiempo tenía todo lo que tanto anhelaba. El amor de mi hijo, y lo que estaba empezando a ser un sentimiento de amor hacía un hombre…

Reconozco que me daba miedo y mucho. Pero estaba dispuesta a asumir todos los riesgos. Tal vez solamente sería una aventura, pero por una vez en la vida alguien quería estar a mi lado sin importarle mi pasado, mi profesión de escorts. 

Ya ni recuerdo cuando fue la última vez que disfruté de un baño de espuma con mi hijo, pero era algo que me encantaba hacer. Mientras que chapoteábamos con la espuma, nuestras risas sin sentido hacían de ese momento, un momento mágico, único.

Cuando saqué a mi hijo de la bañera, para envolverle con su toalla, se abrazó a mi como hace mucho tiempo que no lo hacía. Y es que mi niño, estaba creciendo más rápido de lo que yo quería. Sé que era ley de vida, pero tan injusto…

El próximo veinte de septiembre, mi hijo, cumplirá 7 años. Y aunque fuese una locura me estaba apeteciendo ser madre de nuevo, darle un hermano/a mi hijo era un idea que con más fuerza que nunca quería materializarla. Lo que me recordaba que tenía que ir al ginecólogo. Llevaba años sin tomar ningún tipo de precaución, porque no lo había necesitado y después de haber estado con Roberto, mi visita, quizás tenía más sentido que nunca...


11 comentarios:

  1. Me ha encantado ese amor de Giselle tan tierno, apasionado y sobre todo tan creíble. ¡Enhorabuena !.

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  2. Es un cambio que necesitaba hacer como escritora. La vida de Giselle se merece un cambio, y me alegra saber que ese cambio te ha gustado. Besos.

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  3. Es admirable ver la combinación de epistolar con los pensamientos del personajes para lograr la conjunción de una historia que sucede en un rango de tiempo tan corto. Siempre es interesante ver las aventuras de Giselle y ver hacia donde se dirigen. (y)

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    1. Gracias, Carlos. La verdad es que el género epistolar, es un género, que sin lugar a duda me gusta y en el que me siento muy cómoda; lo triste, es ver, que la gente ya no escribe apenas misivas. Gracias por tus palabras.

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  4. El sentido de la maternidad está muy presente Giselle. Todo hace suponer que un embarazo inminente dará un giro sorprendente en su vida. Una vez más, nos dejas con ganas de saber más... Continúa deslizando tu pluma a la vez que tu imaginación, para que sigamos disfrutando con tus escritos. !Felicidades !
    Un beso
    Rocío Ruiz

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    1. Gracias, Rocío. Lo malo es que de momento no me planteo el seguir escribiendo sobre Giselle.

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  5. Un giro inesperado toma la historia; de pronto cambia su ritmo...cambia su intensidad.
    La pasión le cede el espacio a la ternura; el erotismo le cede el espacio al amor. Interesante...inesperado...sorpresivo cambio. Se evidencia aún en la misma transformación que ha tenido Giselle.
    La historia promete nuevas cosas...¿Nuevos sentidos?...¿Nuevas direcciones?...¿Nuevos desenlaces?

    ¡Felicidades Eva!

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  6. Menudo giro tan inesperado y bonito! Valorarse como mujer...

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    1. Muchas gracias por tu comentario. Hace mucho ya que se publicó y sin lugar a dudas me llena de orgullo el saber que la historia de Giselle, se sigue leyendo. Un saludo.

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