Al llegar a mí casa y precisamente en el momento de abrir la puerta, me vi
salir. Intrigado, decidí seguirme.
Era raro la forma que baje aquellos cuatro escalones, mis pies parecían que
flotaban en lugar de caminar.
Nunca quise bajar en aquel maldito ascensor que la mitad de las veces no
funcionaba, siempre pensé hacer un poco de ejercicio bajando las escaleras,
decían que eso alargaba la vida.
Luego ya una vez que me encontré en el umbral del portal quise observarme
en aquel inmenso espejo que los vecinos habíamos colocado hace ya unos años.
Me resultó extraño, mi cuerpo no aparecía reflejado en aquel cristal, empecé
a saltar, a gesticular con las manos, a sacar la lengua. Como siempre haciendo
las payasadas habituales en mí y todo esto me alarmó mucho más, seguía sin
verme. De repente observe que alguien bajaba por el ascensor y al girarme
contemplé que allí enfrente de mí estaba mi vecino Andrés, eso me agradó, él me
sacaría de aquella duda existencial que estaba teniendo en ese mismo momento.
Quise chocar las manos en forma de saludo, como era costumbre entre
nosotros cada vez que nos veíamos. Fue imposible, ni siquiera hizo el gesto de
saludarme, parecía ir embelesado.
Mira que le grite, pero él abrió la puerta de la calle y desapareció.
Entonces decidí volver de nuevo al punto de partida, mi hogar. Ella, mi
mujer me diría que estaba ocurriendo.
Ahora me encontraba acostado al otro lado de la habitación escuché como
alguien me sacudía el hombro diciéndome:
—¡Cariño, cariño! ¿Qué te pasa?
Abrí los ojos y mire, mi cara estaba llena de lágrimas, ella me agarro muy
fuerte.
—¿Estás bien?
Yo entonces no quise despegarme de su lado, de mis labios escuché un hilo
de voz:
—¡Estoy vivo!—
© Mpili escritora.
El Susto, realidad o sueño. Por eso la realidad queda oculta en ese mal sueño que a poco se puede convertir en real.
ResponderEliminarMuy bueno, te deja ese "Algo"que le gusta a todo lector.
Gracias Carmen por tu comentario. Un abrazo
ResponderEliminarMuy interesante. Me gustó. Abrazos.
ResponderEliminarLolotónico
Manuel Barranco Roda
Siempre es duro enfrentarse a la realización de que uno no existe, más con la forma en que lo has descrito, en sueños. Muy bueno y gracias por el relato.
ResponderEliminarVerdaderamente debe resultar un susto terrible, creer que estás viviendo una realidad que no comprendes y que agobia, pero que finalmente al despertar se desvanece.
ResponderEliminarQué alivio debió sentir tu protagonista al verse en la cama. A menudo me sucede cuando despierto después de una pesadilla. No se si te habrá ocurrido alguna vez, pero si me asusto mucho con ella, después ya no quiero seguir durmiendo, por si se repite..jajajajajja
Me ha gustado cómo lo has narrado.
Felicidades
Un abrazo
Rocío Ruiz