Querido diario;
Hace
mucho que no te concedía el tiempo que te mereces y máxime cuando eres tu el
verdadero conocedor de mis inquietudes y de toda mi vida. ¿Sabes? es
maravilloso ver crecer a mi hijo Abrahán... su sonrisa es mi sonrisa, su
alegría es la mía y sus lágrimas... ¡Dios, sus lágrimas me desgarran por
dentro!
Desde
que Davinia y yo tomamos la decisión de dejar la relación, Y aunque pueda sonar
un tanto egoísta, el volcarme tanto en él ha hecho que me olvide de mí, de lo
que siento como mujer, ya ni recuerdo que se siente al ser acariciada. Y ya no
te digo que por un hombre. Aunque siempre el recuerdo de Musa —el padre de mi
hijo— será algo difícil de olvidar. Porque bien sabes que nunca le he dado
importancia al sexo de la persona, sino a lo que la persona en sí me pueda
aportar.
Mi
hijo ya tiene siete años, los mismos que llevo entregada en cuerpo y alma a él
y ahora... el sentimiento que se está apoderando de mi, me está haciendo sentir
completamente ruin y mezquina. Porque aunque tengo la vida que siempre anhelé.
La casa que siempre soñé, el tesoro más preciado de mi vida que es mi hijo; aún
teniéndolo todo extraño sentirme viva. ¡Sí!, querido diario... viva.
Menos
mál que no he tenido una hija, porque no sé si podría encajar que se dedicase a
la misma profesión a la que durante tantos años me dediqué. Y aunque suene mal... tanto anhelo. Todavía
recuerdo uno de los mejores consejos de Davinia...
—Nunca beses a un cliente, Giselle—.
Y
a día de hoy aún recuerdo mi ingenua respuesta.
—¿Por
qué Davinia, qué hay de malo?—
—Nunca
lo hagas si quieres ser una gran profesional. Nunca te marcará lo mismo las
caricias de un cliente o incluso si te realiza el sexo oral o te penetra.
Pero... como lo beses, mejor plantéate dejar esta profesión. Porque un beso
jamás se puede olvidar. Nunca cruces esa barrera, Giselle—.
—¡Qué
gran verdad!—. La primera vez que cometí el error de saltarme la mayor
enseñanza fue con Musa y tú mejor que nadie querido diario sabes todo lo que
viví después.
¿Sabes?
Siempre te he confesado todo lo que he sentido, siempre has hecho las veces de
psicólogo. Y no sé qué hacer te lo juro. Quisiera volver a experimentar por un
solo día el vértigo que se siente caminando en tacones sobre la alfombra del
hotel y sentir ese miedo que se siente antes de llamar a la puerta donde está
el cliente alojado. ¡Miedo a no saber qué pasará! ¡Cómo se comportará! Es tan
atrayente ese miedo y ese mundo.
¡Qué
irónica es la vida! Mi último servicio fue para salvar la vida a mi padre y
ahora... Siento que es la mía la que tengo que salvar. El placer, el dominar,
el seducir, el conquistar, están logrando que me plantee regresar. ¿Y si me
concediese el capricho de llamar a la agencia?
No
podía aguantar más las ganas de sentirme viva y llamé a David el director de la
agencia en la que trabajé tanto tiempo.
—¿Giselle?—
¡No me lo puede creer! ¿Cómo estás? ¿Y tú hijo?
—Bien
David, estoy bien. Mi hijo bien. Me imagino que al ser amigo de Davinia ya te
habrá puesto al corriente de todo—
—Siento
que lo hayáis dejado, hacíais muy buena pareja.
—Seguramente...
pero mejor dejarse a tiempo que herirse gratuitamente.
—Completamente
de acuerdo, Giselle. ¿Qué necesitas?
—No
sé muy bien porque te he llamado o tal vez sí y no sepa como decírtelo. Sabes
que estoy bien económicamente. Mi vida dista mucho de lo que era cuando comencé
a trabajar para ti. Pero... necesito sentirme vida, un poco de emoción en mi
vida.
—¿Puedes
decirme si todavía sabes algo de ese banquero que durante tanto tiempo pidió
mis servicios y qué siempre rechacé?—
—¿Te
refieres al Sr. Rodríguez?—
—¡Si!—
—¡Estás
segura, Giselle!
—Si,
David. No voy a estar hablando de cifras porque ambos sabemos el caché que
tengo. Solamente quiero volver a sentirme viva. Y el Sr. Rodríguez siempre me
pareció un hombre fascinante —que de no haberme enamorado de Musa— hubiera
accedido a sus insistentes peticiones. ¿Qué sabes de él? ¿Sigue preguntando por
mí?
—Si,
le dijimos que te habías ido a vivir fuera de España, eran tan continúas sus
llamadas que temía se hiciera presente en la oficina.
—Perfecto
entonces, mándame su mail para ponerme en contacto con él
—Así
lo haré, ¿cómo quieres que te haga llegar el importe de tu servicio?
—No
lo quiero, dónalo... Este servicio lo quiero hacer por mi cuenta. Es más la
necesidad de volver a sentirme viva lo que me empuja hacerlo, que el dinero.
Al
poco de colgar a David. Observé que tenía en la bandeja de entrada un mail de
David con los datos del Sr. Rodríguez. Y de inmediato le escribí.
Estimado
Sr. Rodríguez.
Sin
duda han trascurridos muchos años desde que me fui de la agencia. Pero todavía
me consta que sigue preguntando por mí, y ha sido la curiosidad de ver que
después de tantos años sigue insistiendo lo que ha hecho que me ponga en
contacto con usted. No me voy andar con rodeos y dejaré el protocolo a un lado,
¿recuerda el hotel Crowne Plaza?
Mañana le espero en la
cafetería del hotel, no se engañe, "me desea y lo sabe"...
(Continuará...)
Espero esa continuación amiga, se prevee emocionante, porqué tal vez si vuelve no sea para una única vez, y entonces, quizás todo vuelva a empezar, nunca se sabe.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Carmen. Una vez me dijeron que a los personajes hay que dejarlos hablar y eso es lo que pretendo hacer, qué hablen ellos mismos.
EliminarBuenas noches Eva, vuelves a seducirnos con la historia de Giselle y nos dejas en la intriga de qué ocurrirá. Enhorabuena, volveremos a saber de ella y conquistarás a miles de lectores.
ResponderEliminarGracias por leerlo. Es complicado aunque quiera quitarme a Giselle de mi vida.
EliminarGiselle generó una fuerte adicción por los lujos...el dinero y el placer que le podía brindar su vida en la agencia; y después de algunos años de supuestamente haber dejado atrás aquella vida renace su adicción y posiblemente con mas fuerza.Habría que ver el rumbo que toma la historia...
ResponderEliminarSaludos y un abrazo
Lo verás Hollman, verás... la nueva vida de Giselle y el porqué de todo.
EliminarNos dejas con la miel en los labios de saber qué va a pasar entre ese tocayo mío y tu protagonista. Después de haber salvado a su padre y vivido una etapa de disfrute con lo ahorrado, vuelve Giselle, ya sin ninguna excusa ni motivo altruista, sino solo por el placer de sentir. ¡A ver qué nos hace sentir a nosotros en la próxima entrega que promete y que ya deseamos leer!
ResponderEliminarSi, Francisco... Casualidades de la vida es tu tocayo. Ya veremos que hago con él en la próxima entrega.
EliminarMuy bien el diálogo entre los personajes. Muchas ganas de seguir leyendo 💜 Me gusta mucho
ResponderEliminar💜 Un beso grande
Muchas gracias por tu comentario. Veremos con qué nos sorprende Giselle.
EliminarDeseando leer la continuación. En mi caso, no conozco la historia anterior de Giselle, por eso no puedo comentar casi nada sobre el asunto, pero parece muy apasionante. Consigues atrapar y que queramos seguir leyendo...
ResponderEliminarRocío Ruiz
Me alegra saber que te atrapo la historia. Cuando puedas dame tu dirección por privado y así te envío un ejemplar para que puedas leer la anterior historia de Giselle.
EliminarEl único pero que le encuentro es que como elemento epistolar no le puedo encontrar el punto, supongo que lo escribió el mismo día. Sin embargo, es un arranque interesante para otra tavesura de Giselle. Suerte!
ResponderEliminarVaya, vaya... lo del genero epistolar te ha llegado. Es lo que tiene ser la jefa, que me salto las normas. Ja ja ja
EliminarLeer sobre Giselle siempre es interesante. Saber sobre sus aventuras ya sean positivas o negativas siempre capturan la atención del lector, quien espera ver el desenlace de sus situaciones y de cómo las manejara. Esta nueva etapa de su vida es sumamente prometedora. Adelante.
ResponderEliminarVeremos a ver como sigue la historia. Gracias por leerme
EliminarHola Eva. Soy Tere Silvestre, la amiga de Lolo. Me dejo soy teléfono para comentarte el mío esta chafado, en unos días me compro uno. Me gusta mucho como escribes. Ojalá algún día yo pueda escribir algo parecido. Tengo ganas de seguir leyendo. Me ducho Manuel que tienes un libro editado. Quiero uno, por favor. Se lo das a Manuel. Un beso grande y muchas gracias por tener paciencia conmigo. Estoy aprendiendo.
ResponderEliminar¿Cómo que si algún día podrás escribir como yo? Pero... si ya lo haces. Este viernes quedaré con Manu para darle un ejemplar de la novela. Espero que te guste y disfrutes leyéndola como yo lo hice escribiendo. Espero que algún día podamos quedar los tres a tomar algo. Besotes.
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