Una revista de literatura, donde el amor por las letras sean capaces de abrir todas las fronteras. Exclusiva para mayores de edad.

jueves, 14 de febrero de 2019

Profesor


Querido profesor:

Le escribo en estos momentos de zozobra infinita. Y porque usted es de los pocos amigos serios e indudables que tengo. Pero, ¿cómo empezar?

¡Si usted la viera!, ella es lo más bonito que existe, cuando te sonríe se ilumina el mundo y si te mira creces y creces hasta sentirte importante de verdad, seguro que usted no me entiende, porque esto hay que vivirlo, hay que sentirlo para saber de lo que estoy hablando.

Cuando estamos juntos, quiero decir cuando estábamos juntos, era como si todo estuviera en su sitio, como si todo funcionara bien, ¡qué bien hecho está el mundo!, nos decíamos, y qué contar de la alegría que sentíamos, no nos cabía dentro. Por eso saltábamos, cantábamos, corríamos por el parque, por este mismo parque desde el que le escribo, sí, corríamos bajo la lluvia y nos parábamos debajo de los árboles a besarnos y a tocarnos nuestros cuerpos empapados. El tiempo no existía ni en nosotros ni en nuestro alrededor, nos sentíamos juntos desde siempre y estaríamos juntos por siempre jamás, fluyendo día a día, naturalmente, hasta la lejana eternidad. Usted no sabe de lo que hablo, ¿verdad?  O, por lo menos, ya no lo recuerda, siempre usted tan sereno, tan equilibrado.

Yo ahora ya solo quiero entender, comprender lo que pasó, dónde fue todo el amor que nos teníamos, en qué espacio está, porque el mío sigue aquí y no me abandona. Quién quebró aquella sinceridad con que hablaban nuestros ojos, quién se la llevó. Ella no vino un día a nuestra cita ni tampoco quiso atender mis llamadas desesperadas. Algunas semanas más tarde accedió a que nos viéramos y ya era otra, me miraba como si no me conociera, me miraba con compasión. Pero yo no la olvido, porque no puedo y sobre todo porque no quiero, ¿sabe lo que le digo?, porque no quiero. Algún día ella volverá, es imposible que haya olvidado lo mucho que nos queríamos. Si el amor existe, ella volverá, yo la espero en nuestro parque cada día, y cada día que no viene borro, sin embargo, un poco de las promesas que nos hicimos y esculpimos en el tronco de este viejo árbol que hay frente a mí.

¿Qué otra cosa puedo hacer querido profesor?
Un abrazo de su alumno y amigo.


Querido alumno predilecto:

Cuando pierdes el primer amor es muy duro, lo pierdes todo. Pierdes la confianza y la inocencia de golpe y aprendes de repente que en el mundo existe la tristeza.

Pero el amor es lo único importante en esta vida. Cuando te llega el amor te das cuenta de que el hombre debió ser dios un día. Esas ansias de trascendencia, de mirar más allá de nuestra corta estatura, de adivinar horizontes de grandeza, ese empuje para superar nuestra liviandad, nuestra fragilidad, solo lo da el amor.

Tú no la olvidarás nunca, es cierto, pero no por lo que ella fue, y mucho menos por lo que ella en realidad es, sino porque con ella germinó en ti la semilla del amor. Tú y solo tú eres el artífice de todo lo que sentiste, de todo lo que sentirás. Tú eres el creador de toda la bondad, de toda la fuerza, de toda la magia con la que paso a paso se cambia el mundo y se pone al hombre un poco más allá del horizonte de sus limitaciones.

Será doloroso aceptar el adiós, pero solo hasta que descubras que todo está en ti, en tu interior. Que el amor no está en su bonito rostro que te iluminaba cada día, ni en su cuerpo suave y cálido, que era para ti el más confortable sitio del mundo, el amor está en buscar esa fuerza, esa alegría que nos trasciende, para salir de nosotros y cambiar el mundo. Todo esto se resume en una sola cosa: soñar, soñar, soñar...

Es todo lo que te puedo decir, queridísimo alumno predilecto.

Un fuerte abrazo y resiste y vencerás.


Queridísimo y predilecto alumno:

Rompe mi carta anterior. Está llena de palabras vacías. Yo no soy equilibrado y, mucho meno, sereno. Yo no sé ni lo que soy…

Ella vino a verme para unas consultas académicas y, de repente, ocurrió: me trajo el amor de nuevo. Todo eso que tú sientes, habita ahora conmigo.

No te pido que me comprendas y mucho menos que me perdones.

Sólo decirte que la trataré como tú lo hubieras hecho. Como ella, sin duda, se merece.

Ya sé que nunca seremos amigos, aunque hayamos compartido más cosas que nadie.

Lo siento. Te dejo. Ella viene…


Francisco Rodríguez Tejedor.






8 comentarios:

  1. Un final increíble, inesperado, y nos da a entender que el amor no tiene edad, y además nos vuelve a todos insensibles y egoístas.
    Me ha gustado mucho tu relato.
    Un abrazo

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    1. Gracias amiga Carmen. El relato está basado en dos personajes de mi novela El día que fuimos dioses. Estoy de acuerdo en lo que dices, también pongo el valor la sinceridad final del profesor, peor hubiera sido, creo, ocultarlo. Un abrazo.

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  2. Hola Francisco, soy Rocío Ruiz; Desde luego la mujer tenía que ser maravillosa, para cautivar así los corazones, tanto del alumno como del profesor. El primer amor nunca se olvida, eso es indudable, y el alumno de tu relato lo sabe mejor que nadie. Me ha gustado mucho como has acabado la carta con un final tan sorprendente !
    Qué tendrán los troncos de los árboles, para que dejemos en ellos huellas de amor indelebles? En mi carta, también el protagonista graba el nombre de su amada en un álamo.... !qué romántico ! Querido amigo, me ha encantado volver a leerte. Un abrazo desde Oporto. Rocío

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    1. Querida amiga Rocío, muchas gracias por tus palabras. Y por tener la oportunidad de leernos mutuamente en esta revista. Efectivamente, los troncos de los árboles nos vuelven a unir, con sus fines de perennidad y trascendencia que son también características que buscan los escritores y su literatura. Un fuerte abrazo.

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  3. La perspectiva siempre cambia para el ser humano, puede ser una tragedia, puede ser una oportunidad, puede ser el amor. Una excelente forma de romper el ritmo y de mandar al lector de regreso al inicio. Gracias, Francisco!

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    1. Gracias por tus palabras Carlos. Efectivamente, el amor puede considerarse cíclico. Empieza y se extingue o, continúa, pero cambia. Lo importante, creo yo, es hacer el recorrido. Un abrazo.

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  4. Como olvidar el primer amos, siempre ese amor guarda un lugar en los corazones y de igual forma cuando se pierde también crea un fuerte sentimiento. La descripción del alumno es comprensible y su búsqueda de algún consejo o consuelo también. Claro, al final, en lugar de un consuelo lo que recibió fue un duro golpe, una inesperada decepción, ahora no solo perdía a su amor, sino que también a un buen amigo. Por otro lado, ella y el profesor encuentran ese amor deseado, el que demuestra que no existen barreras para encontrarlo. El estudiante perdió a su primer amor y la amistad de su profesor, pero también está la esperanza de que algún día, su verdadero gran amor llegara a él también.

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  5. Estimado Efraín, gracias por tus palabras. Al final, yo creo que lo más importante en el amor, como en la literatura, es lo que tú pones. El comportamiento de tu pareja o de tus lectores es importante, sin duda, pero lo es aún más el propio amor que tú creas. Un abrazo.

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