Una revista de literatura, donde el amor por las letras sean capaces de abrir todas las fronteras. Exclusiva para mayores de edad.

domingo, 16 de junio de 2019

—En el teatro—


Son menos cuarto. Entramos todos y nos vamos acomodando en las butacas. Por lo que se ve, habrá llenazo... ¡Qué bien! Es distinto el ambiente de una función cuando está completo el aforo. Fila 7, asiento 9... En el 9 hay sentada una mujer...


— Disculpe, creo que ese asiento es el mío...—

La mujer está hablando con su acompañante y gira hacia mí unos ojos grandes, profundos y bellos y con una sonrisa en los labios dice...

— Seguramente... Estábamos hablando y no me he fijado mucho, disculpe—.

Pienso que, con unos ojos así, debe de encandilar a todos los tíos...
Ambos se desplazan una butaca y ocupo mi asiento.

Se atenúa la luz, se hace el silencio, empieza la función, noto que ella mira hacia mis manos y me sorprende, yo miro las suyas con dedos infinitos de pianista, me sube un tenue calorcillo por mi cuello, me ruborizo, pero, como ya no hay luz, no me lo puede notar, sonríe mi alma por dentro… Me estoy perdiendo el principio de la representación, me concentro en el escenario, son buenos actores, la sala ríe, ella me mira de soslayo y mi mano, siguiendo no sé qué extraño impulso, se desplaza hacia mi rodilla, la más próxima a mi vecina, como si quisiera pedirle que se acercase y poder acariciarla, creo que desvarío… La representación transcurre amena, pasan unos minutos y logro serenarme. De pronto, ella me roza el codo en el reposabrazos que compartimos: retiro mi brazo dulcemente y un instante después lo vuelvo a acercar deseando encontrarme con el suyo, y allí está, esperándome, provocándome, haciéndome estremecerme por lo insensato, pero delicioso, de la situación… Ella mueve su brazo y yo comprendo, hago lo propio y nos acariciamos dulcemente desde el codo a la muñeca, ahora ella se separa, le dice algo al oído a su acompañante y yo me aparto de golpe pensando si todo será una burla… pero, no, no es eso… Aplaudimos todos el final de una escena y mi vecina aprovecha para quitarse su rebeca de hilo que, sutil, extiende sobre sus piernas y una parte levemente sobre mi rodilla derecha. Me apresuro a poner mi mano allí, debajo de la prenda y me encuentro con la suya, entrelazamos nuestros dedos y nos apretamos con fuerza… Todo mi cuerpo arde, me inclino hacia ella en el asiento y desplazo mi mano sobre su muslo; lentamente voy subiendo su falda milímetro a milímetro y alcanzo su ropa interior cálida y la acaricio por fuera, noto que lleva algo de encaje ¿será para gustarle a él…? Agradece mi llegada separando discretamente sus muslos para que yo sepa que tengo el paso franco hasta su tesoro: no la decepciono. Retiro con el meñique la goma de su ingle y pongo mi mano dentro, piel con piel, está completamente depilada, cómo me excita... Tengo el corazón y mi sexo latiendo incontenibles. Se acomoda y me facilita todo, me decido y profundizo mi caricia con dos dedos en su nido acogedor y no puede evitar estremecerse; con el índice y el corazón separo sus gruesos labios y comienzo a hacer círculos sobre su durísima avellana… De repente, me detiene con su mano y noto que me empapo… está terminando el primer acto y se va a encender la luz, retiro mi mano y me seco metiéndola en el bolsillo del vaquero, Ella se recompone, le dice algo a su pareja, se levanta y pasa delante de mí mirándome de tal forma que comprendo la orden que me da con su mirada y yo obedezco. Sin mediar palabra, la sigo al lavabo de señoras, allí nos encontramos, echamos el pestillo y nos besamos tímidas al principio y pronto con tal locura que casi nos hacemos daño, nos desnudamos deprisa, dejamos caer todo por el suelo, le como los senos, lamiendo sus pezones pequeños y duros como piedras, ella me corresponde, yo desciendo con mi lengua hasta encontrar lo que busco y por fin se entrega y me da todo lo que antes no había podido darme... Volvemos a besarnos, ahora dulcemente, ella se arrodilla y me hace abrirme de piernas sobre su boca, acaricia con su lengua todo mi sexo, desde muy muy atrás, entrando y saliendo por donde pasa hasta agitar su lengua en mi sexo hambriento,  absorbiéndolo todo y, golosa, acaricia mientras tanto mis pezones con sus dedos y nos volvemos locas las dos y nos queremos, como dice la canción, "mujer, contra mujer…" Volvemos a nuestras butacas y de la mano, discretamente tapadas y temblando por dentro, llegamos al final de la función. Ella busca algo en su bolso y sutilmente me entrega una tarjeta que yo, con la misma discreción meto en el mío. No hemos vuelto a vernos.




El Perurena


10 comentarios:

  1. Erótico a tope. El cine, el teatro y todo lo que tiene oscuridad puede dar lugar a escenas como estas, aunque pasa pocas veces y normalmente se escapa un bofetò. Ahora con la imaginación se puede hacer de todo
    Un abrazo

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  2. ¿Quién no ha vivido una situación parecida, con o sin final feliz...
    Es tan erotizante lo prohibido, lo oculto, lo secreto...
    Gracias por tu comentario, Carmen.

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  3. Bueno, no he tenido situaciones así, disfruto mucho las obras para "obrar" de esa manera. Un relato bastante candido de una travesura que pasa a más. Esperemos que se vuelvan a ver.

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    1. Sólo es un juego de la imaginación que muy bien podría haber ocurrido.
      Gracias por escribirme.
      Saludos.

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  4. Me gustó, no puedes dejar de leer...
    A mí eso me pasa más en el cine,
    con menos intensidad y con una amiga.
    Un abrazo grande
    Lolotónico
    Manuel Barranco Roda

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  5. Gracias por tu comentario, Lolo.
    Espero que sigas disfrutando de estos relatos de ficción.
    Saludos.

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  6. Sexo directo sin escalas ni tapujos.

    Saludos.

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    1. Así es... con sorpresa y sin ambages.
      Gracias por tu comentario.
      Saludos.

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  7. "Nada tiene de especial, dos amigas que se dan la mano, el matíz viene después....", y en el caso de tu relato, no "cuando lo hacen por debajo del mantel", sino amparadas por la oscuridad del recinto, y la intimidad de los lavabos...
    Me ha gustado porque, a pesar de "ir al grano" directamente, tiene una chispita de sorpresa al final, al menos a mi me ha ocurrido, pues me creía al principio que era un hombre el que se había fijado en su compañera de banco...y me has dejado a cuadros cuando me he dado cuenta que eran dos mujeres. Por tanto, mi más sincera felicitación, sobretodo por ese puntito de sorpresa.
    Un abrazo
    Rocío Ruiz

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    1. Muchas gracias por tu comentario.
      Precisamente era esa la sorpresa y la intención...
      El próximo relato tiene un barniz de sexo atrevido, pero con un toque romántico que lo endulza... No te lo pierdas.
      Saludos.

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