Son menos cuarto. Entramos todos y nos vamos acomodando en las butacas. Por lo que se ve, habrá llenazo... ¡Qué bien! Es distinto el ambiente de una función cuando está completo el aforo. Fila 7, asiento 9... En el 9 hay sentada una mujer...
— Disculpe, creo que ese asiento es el mío...—
La mujer está hablando con su acompañante y gira hacia mí unos ojos
grandes, profundos y bellos y con una sonrisa en los labios dice...
— Seguramente... Estábamos hablando y no me he fijado mucho, disculpe—.
Pienso que, con unos ojos así, debe de encandilar a todos los tíos...
Ambos se desplazan una butaca y ocupo mi asiento.
Se atenúa la luz, se hace el silencio, empieza la función, noto que ella
mira hacia mis manos y me sorprende, yo miro las suyas con dedos infinitos de
pianista, me sube un tenue calorcillo por mi cuello, me ruborizo, pero, como ya
no hay luz, no me lo puede notar, sonríe mi alma por dentro… Me estoy perdiendo
el principio de la representación, me concentro en el escenario, son buenos
actores, la sala ríe, ella me mira de soslayo y mi mano, siguiendo no sé qué
extraño impulso, se desplaza hacia mi rodilla, la más próxima a mi vecina, como
si quisiera pedirle que se acercase y poder acariciarla, creo que desvarío… La
representación transcurre amena, pasan unos minutos y logro serenarme. De
pronto, ella me roza el codo en el reposabrazos que compartimos: retiro mi
brazo dulcemente y un instante después lo vuelvo a acercar deseando encontrarme
con el suyo, y allí está, esperándome, provocándome, haciéndome estremecerme
por lo insensato, pero delicioso, de la situación… Ella mueve su brazo y yo
comprendo, hago lo propio y nos acariciamos dulcemente desde el codo a la
muñeca, ahora ella se separa, le dice algo al oído a su acompañante y yo me
aparto de golpe pensando si todo será una burla… pero, no, no es eso…
Aplaudimos todos el final de una escena y mi vecina aprovecha para quitarse su
rebeca de hilo que, sutil, extiende sobre sus piernas y una parte levemente
sobre mi rodilla derecha. Me apresuro a poner mi mano allí, debajo de la prenda
y me encuentro con la suya, entrelazamos nuestros dedos y nos apretamos con
fuerza… Todo mi cuerpo arde, me inclino hacia ella en el asiento y desplazo mi
mano sobre su muslo; lentamente voy subiendo su falda milímetro a milímetro y
alcanzo su ropa interior cálida y la acaricio por fuera, noto que lleva algo de
encaje ¿será para gustarle a él…? Agradece mi llegada separando discretamente
sus muslos para que yo sepa que tengo el paso franco hasta su tesoro: no la
decepciono. Retiro con el meñique la goma de su ingle y pongo mi mano dentro,
piel con piel, está completamente depilada, cómo me excita... Tengo el corazón
y mi sexo latiendo incontenibles. Se acomoda y me facilita todo, me decido y
profundizo mi caricia con dos dedos en su nido acogedor y no puede evitar
estremecerse; con el índice y el corazón separo sus gruesos labios y comienzo a
hacer círculos sobre su durísima avellana… De repente, me detiene con su mano y
noto que me empapo… está terminando el primer acto y se va a encender la luz,
retiro mi mano y me seco metiéndola en el bolsillo del vaquero, Ella se
recompone, le dice algo a su pareja, se levanta y pasa delante de mí mirándome
de tal forma que comprendo la orden que me da con su mirada y yo obedezco. Sin
mediar palabra, la sigo al lavabo de señoras, allí nos encontramos, echamos el
pestillo y nos besamos tímidas al principio y pronto con tal locura que casi
nos hacemos daño, nos desnudamos deprisa, dejamos caer todo por el suelo, le
como los senos, lamiendo sus pezones pequeños y duros como piedras, ella me
corresponde, yo desciendo con mi lengua hasta encontrar lo que busco y por fin
se entrega y me da todo lo que antes no había podido darme... Volvemos a
besarnos, ahora dulcemente, ella se arrodilla y me hace abrirme de piernas
sobre su boca, acaricia con su lengua todo mi sexo, desde muy muy atrás,
entrando y saliendo por donde pasa hasta agitar su lengua en mi sexo
hambriento, absorbiéndolo todo y, golosa, acaricia mientras tanto mis
pezones con sus dedos y nos volvemos locas las dos y nos queremos, como dice la
canción, "mujer, contra mujer…" Volvemos a nuestras butacas y de la
mano, discretamente tapadas y temblando por dentro, llegamos al final de la
función. Ella busca algo en su bolso y sutilmente me entrega una tarjeta que
yo, con la misma discreción meto en el mío. No hemos vuelto a vernos.
Erótico a tope. El cine, el teatro y todo lo que tiene oscuridad puede dar lugar a escenas como estas, aunque pasa pocas veces y normalmente se escapa un bofetò. Ahora con la imaginación se puede hacer de todo
ResponderEliminarUn abrazo
¿Quién no ha vivido una situación parecida, con o sin final feliz...
ResponderEliminarEs tan erotizante lo prohibido, lo oculto, lo secreto...
Gracias por tu comentario, Carmen.
Bueno, no he tenido situaciones así, disfruto mucho las obras para "obrar" de esa manera. Un relato bastante candido de una travesura que pasa a más. Esperemos que se vuelvan a ver.
ResponderEliminarSólo es un juego de la imaginación que muy bien podría haber ocurrido.
EliminarGracias por escribirme.
Saludos.
Me gustó, no puedes dejar de leer...
ResponderEliminarA mí eso me pasa más en el cine,
con menos intensidad y con una amiga.
Un abrazo grande
Lolotónico
Manuel Barranco Roda
Gracias por tu comentario, Lolo.
ResponderEliminarEspero que sigas disfrutando de estos relatos de ficción.
Saludos.
ResponderEliminarSexo directo sin escalas ni tapujos.
Saludos.
Así es... con sorpresa y sin ambages.
EliminarGracias por tu comentario.
Saludos.
"Nada tiene de especial, dos amigas que se dan la mano, el matíz viene después....", y en el caso de tu relato, no "cuando lo hacen por debajo del mantel", sino amparadas por la oscuridad del recinto, y la intimidad de los lavabos...
ResponderEliminarMe ha gustado porque, a pesar de "ir al grano" directamente, tiene una chispita de sorpresa al final, al menos a mi me ha ocurrido, pues me creía al principio que era un hombre el que se había fijado en su compañera de banco...y me has dejado a cuadros cuando me he dado cuenta que eran dos mujeres. Por tanto, mi más sincera felicitación, sobretodo por ese puntito de sorpresa.
Un abrazo
Rocío Ruiz
Muchas gracias por tu comentario.
EliminarPrecisamente era esa la sorpresa y la intención...
El próximo relato tiene un barniz de sexo atrevido, pero con un toque romántico que lo endulza... No te lo pierdas.
Saludos.