Toda persona en el medio del
espectáculo tiene un gran sueño, ser descubierta y conseguir la fama de
inmediato. Aunque existen referencias de estos milagros a largo de la historia
del cine, en especial en Hollywood; esta es la excepción, no la regla. La gran
mayoría de las jóvenes ilusionada por las candilejas que lo abandonan todo en
busca de un sueño como actriz no logra ni el papel o ni la oportunidad; deben
pasar la mayor parte de su juventud haciendo filas interminables en los
estudios que levantan audiciones, frecuentar los clubes nocturnos que prefieren
los productores o estrellas que podrían descubrirlos o pasar por los estudios
fotográficos que han hecho famosas a muchas otras estrellas. Filas interminables
de modelos, reinas de belleza de colegio, campiranas del medio oeste y niñas
ilusionadas que han mentido sobre su edad hacen fila cada vez que escuchan de
una audición, con la esperanza de conseguir un puesto, algo, lo que sea, en el
mundo competitivo del espectáculo.
La fila a las afueras del Sunset
Gower Studio en Hollywood California esa mañana fría de mediados de febrero
demostraba esta teoría. A todas las jóvenes que se habían hecho presentes les
había llegado el rumor de que los productores de una serie documental o de televisión
real buscaban con desesperación elenco femenino debido a la terminación del
contrato de su anterior financista. En específico; buscaban tres modelos que
supieran bailar, de buena presencia física y que fueran fotogénicas. Ninguna de
las que hacía la fila sabía el por qué de esta solicitud, todas temblaban ante
el clima frío de esa mañana mientras sujetaban firmemente sus fotos de
presentación y sus credenciales. Sólo una de ellas sabía la verdad sobre esa
solicitud.
Ella se destacaba aunque se
encontraba a 100 metros de la entrada. Su piel morena y su estatura era lo que
más llamaban la atención. Con una gabardina blanca y una camisa azul de cuello
duro que la defendían del frío, era lo único que poseía para enfrentarlo.
Llevaba el archivo con su foto y currículo debajo del brazo izquierdo, tenía
ambas manos metidas en los bolsillos, tiritaba de frío. Era obvio que no usaba
guantes, tampoco usaba medias. La gabardina se deslizaba por debajo de la
rodilla, exponía sus piernas y los zapatos deportivos no le ayudaban a
defenderse del clima.
La
joven no puso atención a los comentarios de las demás. No habían muchas
como ella en esa fila, es más casi no se veía ninguna. Sin embargo, ella había
vivido a la sombra de esos comentarios toda su vida, por lo que los ignoró.
Había luchado mucho para que la travesura de su madre no hiciera mella en su
vida, así que ya estaba acostumbrada.
Pero de improviso, se armo un gran
tumulto entre las muchachas. Al igual que la mayoría, ella sacó la cabeza y
observó al fondo de la fila. Dos hombres, bastante dispares en estatura,
pasaban por la fila revisando a las muchachas. Esto no la extrañó, porque ella
sabía por lo que le había dicho su amigo que los productores estaban buscando
desesperadamente modelos como ella. Por esto volvió a su posición en la fila y
esperó a que llegaran.
Ella sintió una breve vibración en
el bolsillo derecho de la gabardina, sacó el teléfono y observó el mensaje en
pantalla.
[Aldus: Buena suerte.]
Otro de sus mensajes. Debía admitir
que tenía todo que agradecer a Aldus por haberle comentado de esta oportunidad,
pero la verdad es que a ella le gustaría que él fuera más atento. Después de
todo, estaban en febrero. Ese poste de músculos sin cerebro debió haberse
acordado de la fecha. Al menos pudo haberle dicho alguna palabra de ánimo. Pero
no, como siempre a él se le olvidan esas pequeñas cosas. Estúpidos hombres y su
memoria de chorlito, porque no son más detallistas.
—¿Cuál es tu nombre, linda?
—Bealtrizery Paboojian— contestó la joven mientras guardaba el teléfono —Pero llámeme Berly.
—¿Vienes de parte de la RoC, verdad?
—Si, señor.
El más bajo de los dos revisó una
lista mientras su contraparte extendió la mano. Ella le entregó su hoja de vida
y sus fotografías artísticas, para luego recibir del asistente un gafete.
—Preséntalo en la entrada y espera
en el Set de Filmación 5. Entendido.
—Claro.
La joven tomó el gafete y salió de
la fila muy animada. Sabía que las demás que esperaban y la veían pasar la agredían
con sus miradas, pero ella no hacía caso. Aldus le había advertido que el
“casting” o la selección de ese día buscaban algo en especial. La producción
buscaba dos modelos bajitas y una modelo alta, muy alta. Entre más alta fuera,
mejor. Por esta razón ella agradeció en silencio al padre que nunca conoció,
porque a él le debía su enorme estatura.
Ella presentó el gafete al guarda,
que la dejo pasar al edificio de seis plantas. En la entrada, al lado del tiro
del elevador, estaba el mapa del edificio, el cual indicaba su posición
relativa así como el lugar donde se encontraba el Set 5. Esto le llevó una
caminata de diez minutos entre el laberinto del primer piso. Pero en cuanto
llegó se decepcionó. No era la única que había sido admitida debido a su
ventaja física, habían al menos unas cinco muchachas más esperando más o menos
de su estatura. Luego llegó una más y tomó asiento a su lado. En total serían
siete las que harían la audición.
Ahora lo único que les quedaba por
hacer era esperar. Pero al parecer el sentido del humor de los encargados de la
audición no tenía límite. Porque las muchachas esperaron hasta después del
medio día. Lo que parecía un día de triunfo por haber sido seleccionadas se
amargó debido al tiempo que ya tenían esperando.
El estomago de Berly fue el primero
que se quejó. Sus gruñidos provocaron que sus compañeras de espera se rieran,
lo cual la apenó. La verdad se había saltado el desayuno, temerosa de llegar
muy tarde y quedar demasiado atrás en la fila como para ser tomada en cuenta. Ni
siquiera había alistado algo de comer. Esto se tornó aún más desesperado porque
al menos dos de las jóvenes que esperaban sacaron un refrigerio ligero. Las
demás observaron con hambre, mientras las previsoras devoraban lo que traían
con un cierto placer malsano.
—Muy bien señoritas. Las que estén
listas pasen a los vestidores, y a las dos cerditas terminen su comida ya.
Muévanse, muévanse, muévanse. Tienen quince minutos.
Retribución divina. El llamado de
jefe de vestuario hizo que todas las que se morían de hambre estallaran de
risa, mientras las que comían se atragantaban para apurarse. Todas pasaron al
vestidor del set, en el cual encontraron trajes de coristas para escoger en un
perchero. Berly y las otras compitieron por buscar lo que iban a ponerse, ella
terminó con un entero transparente con lentejuelas que cubrían sus partes
privadas. Luego, ocupó uno de los espejos del vestuario y se quitó la gabardina
(un vestido gabardina) e intentó ponerse el traje. Fue en ese momento que ella
se percató de que tenía más peso del que recordaba. El traje era de su talla y
para su estatura, pero le hacía falta un poco para poder cerrarlo. Por eso se
maquilló primero y se cambió el calzado. Cuando todas fueron saliendo, se quitó
la ropa interior, la guardó en el bolsillo de la gabaridna y se metió dentro
del traje, el que pudo cerrar con un poco de esfuerzo. Luego de acomodar el
tocado de su cabeza salió al área de espera, donde se tuvo que sentar de última
debido al problema de funcionamiento de su traje.
—Señoritas, escúchenme Entrarán en
orden como están sentadas. Entran cuando la luz se ponga en verde, esperarán
afuera con la luz en rojo. La que salga puede ir al vestidor y cambiarse.
Daremos los resultados al terminar todas las presentaciones.
Fue en ese momento cuando ella se dio
cuenta de algo. Al observar a las muchachas usar el celular, ella se dio cuenta
de que había dejado el suyo en la gabardina dentro del vestidor. Por esto
reclamó.
—Disculpe. ¿Puedo ir por mi celular?
—Si quieres perder tu oportunidad
claro que si cariño, es tu decisión. Ahora, espera aquí. ¡Entendido!
La joven suspiró al saber que no
habría forma de entretenerse o de hablar con alguien. El traje le quedaba un
poco ajustado de cintura, pero por lo demás le sentaba de maravilla. Además,
las lentejuelas y la tela escondían discretamente sus excesos. A diferencia de
los trajes de dos piezas de la mayoría, ella sabía por experiencia que le
costaría llenarlo o que se vería el exceso de peso. Después de todo ya había
pasado por un primer embarazo. Era mejor ser un poco discreta en lugar de
exponerlo todo de una vez. Además fue previsora al no tomar líquidos.
Ella esperó con paciencia. Cada
audición duraba aproximadamente treinta minutos, tres horas aproximadamente
para que ella hiciese su presentación. Cada vez que se apagaba la luz salía una
de sus rivales, pero por la expresión de todas, no parecían estar muy contentas
de lo que había sucedido en el interior. Esto la hizo sentir nerviosa, algo que
manifestó con sus manos. Así pasó el tiempo hasta que transcurrieron las tres
horas.
—Es tu turno, cariño. Ve y rómpete
una pierna.
Berly sonrió por reflejo. No era la
clase de ánimo que quisiera para una presentación. Con decisión ella se levantó
y esperó junto a la puerta. Cuando la luz se puso verde, ella pasó al interior,
donde la esperó un corredor estrecho con un piso de madera.
Ella vio una luz al fondo del
corredor, pero cuando iba a salir una voz la detuvo.
—Alto. ¿Cuál es tu nombre?
—Ya te dije su nombre antes, así
como el de las otras.
—No importa. Quiero que se presente.
Ella tragó grueso. La luz daba
directamente sobre el escenario, la encandilaba y le robaba la visión. Pero ya
no había marcha atrás. Ella se paró firme y contestó.
—Bealtrizery Paboojian.
—¿Vienes de parte de la RoC, verdad?
—Si señor.
—Bien. ¿Traes la pieza que vas a
usar en tu presentación, o vas a dejar que escojamos por ti?
—Escojan ustedes.
—Muy bien. Bailarás “Army of Me” de
Björk.
—Si señor.
El representante de la RoC había
tenido razón. Esa canción en particular no se supone que sea para bailar. Pero este
conocía al productor y al director de audiciones de esta producción. Le había
dicho que el director, en especial, odiaba a las bailarinas y modelos que
venían con todo preparado. Las encontraba muy plásticas, no aptas para la
improvisación. Otra cosa que conocía era sus gustos particulares, en especial
su amor por la música electrónica. Por lo tanto, en lugar de practicar con una
canción, le dio una lista con las cinco posibles canciones que él escogería
para las audiciones, para que ella desarrollara un número para cada una. Para
su dicha, “Army of Me” era una de esas cinco.
Ella bailó tal como lo había
practicado. Aunque la versión era la remasterizada, ella pudo distribuir su
rutina de acuerdo a los tiempos de la canción. Al final, ella bajó del
escenario con un paso firme y colocó sus manos frente a la primera fila de asientos.
Aunque la seguía la luz del escenario, ella pudo ver a los tres hombres que
evaluaron su desempeño, los que aplaudieron su interpretación.
Berly agradeció con una reverencia y
se volteó para subir al escenario, pero la misma voz la detuvo.
—¡Quédate, Bea...
—Puede llamarme Berly.
—Berly. Bien, no tengo ninguna duda.
Eres una gran bailarina, mis colegas están de acuerdo conmigo. Pero debemos
hacerte unas cuantas preguntas para ayudar a formarnos un criterio.
—Claro.
—¿Conoces a Aldus Erengisile Sunden?
—Por supuesto— respondió ella con la
verdad —Somos amigos desde hace años.
—Según tu currículo, eras corista
hasta hace dos años. ¿Por qué dejaste de ser corista? ¿Por qué has pasado
desocupada tanto tiempo?
Berly se tomó su tiempo para pensar.
Si decía la verdad, posiblemente la despreciarían. Pero si no la decía y lo
averiguaban, también lo harían. Era un riesgo cualquier respuesta que diera.
Por eso, se decidió por la verdad.
—¡Quedé embarazada!
—¿Y tu hijo? No dices que tengas hijos.
—Murió en el vientre.
La respuesta afectó a quien había
hecho la pregunta más que a ella misma. Ya había llorado mucho por su hijo
perdido y había aprendido a llevar esa pena. Por eso pudo conservar la
compostura a pesar de lo triste que la hacía sentir la respuesta.
—¿Sabes o tienes idea del porqué de
esta esta audición?
—No señor— mintió la bailarina.
—Estamos buscando modelos para el
programa Quebrando el Código:
Descubriendo los Secretos de la Magia. Tú te ajustas muy bien al perfil que
buscamos, una atrapamiradas. Una bailarina alta y espigada que tenga suficiente
presencia en el escenario para robar las miradas del público tanto en el
estudio como en cámara. Por tu presentación y por la seguridad de tus
respuestas posees todo lo necesario para llenar ese rol. Pero tengo una
pregunta más. ¿Por qué escogiste ese atuendo?
El rostro de Berly se puso rojo,
ella bajó la cabeza y cruzó los brazos antes de contestar.
—Tengo cinco kilos de más.
Los tres hombres estallaron en
carcajadas ante la consternación de la muchacha. Luego, el director del elenco
se levantó y puso su mano en su hombro.
—Si prometes perderlos antes de la
primera semana de abril, el papel es tuyo.
—¡En serio!
—Si jovencita. Llamaré a Johnny
mañana a primera hora para finiquitar los detalles de tu contrato para que lo
firmes. Por lo demás, felicidades.
—Claro señor. Muchas gracias señor.
Ella no se contuvo y abrazó a
sus tres jueces. Luego les dio la espalda e iba a salir por donde había
ingresado cuando escuchó una última frase.
—Feliz día de la amistad, Berly.
—Igualmente.
La joven salió muy animada del set
de grabación. Sin darse cuenta ella entró en el vestidor y se cambió a su ropa
normal sin fijarse. Pero cuando salió del vestidor, ella volvió a sentir la
vibración en el bolsillo. Tenía que ser Aldus. Ella sacó el teléfono y revisó
los mensajes de texto. Había media docena de ellos, los que fue revisando en
orden de ingreso. Pero mientras salía del vestidor, ella se extrañó por el
último que recibió.
[Aldus: Estuviste genial, Berly.
Felicidades por conseguir el papel]
Ella se detuvo. Se suponía que era
el día libre de Aldus. Por eso había podido ir a la audición, porque él
cuidaría a su hija. ¿Cómo es que se había dado cuenta de que había conseguido
el papel? Con estas preguntas en la mente, ella trató de pensar que era lo que
había sucedido. Pero un leve tintineo sobre su hombro derecho le confirmó sus
sospechas. Cuando se volvió, su amigo la esperaba con una sonrisa.
—Aldus, ¿qué haces aquí? Deberías
estar cuidando a tu hija.
—Buenooo... Tuve visitas indeseadas.
Llegaron Topacio y Amatiste a la casa. No sé cómo me encontraron, pero Amatiste
quería ver a la niña. Así que les pedí que la cuidaran mientras venía a verte.
Ella se mostró molesta con la
afirmación.
—Deberíamos volver. No confío en
ninguna de esas dos viboras.
—Tranquila. Ellas no harán nada que
ponga en peligro el buen nombre de su familia. Recuerda que ellas fueron las
que me cedieron la custodia. No la van a secuestrar, sería un deshonor para su familia. Por cierto, esto
es para ti. ¡Feliz día de San Valentín!
Aldus le entregó un ramillete a la
joven. Compuesto de tres rosas, una blanca, una roja y una oscura; ella lo
recibió con una gran pena. Después de todo lo mal que había pensado de él,
sobre su forma descuidada de ser y su indiferencia; recibir el ramillete la
hizo sentir una gran vergüenza. Él ignoró este gesto, levantó la cabeza y
exclamó.
—Son las cuatro, Berly. Podemos ir
al cine, o si quieres podemos hacer lo que tú...
—¡Llévame a comer! Me muero de
hambre.
Aldus comenzó a reírse a carcajadas
de Berly, que no pudo hacer otra cosa que abrazar las flores. Luego de un rato
que pareció eterno, él aceptó.
—Esta bien. Te llevo a comer donde
tú quieras. Aunque dudo mucho que encontremos algún lugar desocupado hoy.
Tendremos que apurarnos.
La joven aceptó y ambos caminaron
juntos hasta la salida. Pero una vez que estuvieron fuera del edificio, el frío
de la estación se coló de nuevo por la piel expuesta. Fue en ese instante que
ella se detuvo en seco, se le subieron los colores al rostro, se llevó las
manos a la cintura y comenzó a temblar.
—¿Qué te sucede, Berly?
—Olvide ponerme mi ropa interior.
Aldus no pudo evitar estallar en
hilarantes carcajadas ante la confesión sincera de su amiga. Por el resto de la
velada, ella tuvo que usar discretamente su mano para evitar que la falda de la
gabardina se levantara, ante las burlonas carcajadas de su amigo. Por esta
razón, él tuvo que llevarla a un restaurante de calidad, en parte para pedir
perdón. Pero sobre todo, para que ella pudiera acomodarse la ropa a sus anchas
y ambos pudieran disfrutar del resto de la noche de una velada tranquila y
romántica, tal como se supone que debe ser en este día.
Carlos "Somet" Molina
Bello relato, amigo. Mucha suerte.
ResponderEliminarGracias Juan. Vamos a ver como le damos vuelta al experimento que representa estas historias. Estamos en contacto.
EliminarUn buen relato que aúna el éxito de la protagonista con la desesperación de tantas que se quedan en el camino....Gracias Carlos
ResponderEliminarSoy del partido de que el éxito viene con la preparación. He visto cosas, y para todo hay que estar preparado. En este caso, como un derivado moderno de la historia de fantasía; guió a los personajes por un camino similar al que llevan en la novela fantástica. Me alegra mucho que te guste, estamos en contacto.
EliminarMuy buen trabajo Carlos, como todo lo que emprendes. Felicidades
ResponderEliminarMuchas gracias, Faustino. Un gusto. Estamos en contacto.
EliminarNe fascinò este relato, interesante, ameno, cautivador, dentro de la sencillez de sus acciones y a la vez la inquietud que despierta por apresurar el conocimiento de los resultados de la entrevista y luego la amabilidad del amigo que responde positivamente desechando los conceptos que de el se habìa formulado la protagonista de esta historia. Felicitaciones!
ResponderEliminarTRINA
Gracias Trina. Muchas veces se llegan a acuerdos por debajo de la mesa (jiji). Por lo demás, el punto de vista es el de ella, con todos los problemas que tuvo. Espero haberlo captado bien. Gracias por tus palabras.
EliminarRelato fluido que mantiene el interés, aunque me parece que en algunas partes sobra el "ella" Saludos!
ResponderEliminarPues lo reconozco, a veces se me pasan los pronombres, :p. Me alegra mucho que te haya gustado, muchas gracias.
EliminarCARLOS: qué buena historia, simple pero bien gráfica, ambientada en el mundillo del espectaculo. Algo muy diferente a la ficción fantastica que estamos acostumbrados a leer de ti, pero ambas facetas excelentes. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Gontxu. Me creerías que se basa en dos experiencias, una personal y otra de lectura. La primera fue un paseo por Hollywood y Vine en las Navidades de 1995, me impactó ver las filas interminables de jóvenes que audicionan por un papel. La segunda fue leer la forma en que las "agencias de entretenimiento" como la WWE usan a sus artistas para proyectos conjuntos. Esta historia es parte de dos experimentos para modernizar y actualizar mis historias. Me alegra que te haya gustado.
EliminarMe gustó bastante, sencillo y fluido, y la historia muy conseguida. La lucha por el éxito nunca es fácil
ResponderEliminarGracias Jose, el éxito es esquivo y no llega para todos. Me alegra que te haya gustado.
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