Poema para leer en el
Cementerio Romántico de Madrid,
en memoria de Gustavo Adolfo
Bécquer.
Como
todas las noches,
hoy
no había dormido.
Se
incorporó en la cama,
estática
de abrazos
y
huérfana de ruido.
Aquella
madrugada,
no
escuchó otro sonido,
salvo
el crujir de las sábanas secas,
que
el del reloj de carillón tocando,
una
por una, todas las horas huecas.
La
luz del sol que, como cada día,
doraba,
oblicua, su fotografía,
le
hizo entornar, herida, la mirada
que
se posó, un instante, en el Cupido
de
la colcha de seda adamascada.
Cuando
cerró su cuarto…
Iba
vacía de él,
fría
de su calor,
sin
su olor en la piel.
Iba
muerta de amor.
Anduvo
por la casa
paseando
recuerdos
y
entornando ventanas.
Y
con la misma mano
que
antes daba la cuerda,
mientras
la vida andaba,
se
entretuvo, un momento,
a
detener el péndulo
del
reloj de la sala.
Salió
luego al jardín
a
admirar la hermosura de la parra,
a
regar las hortensias
y a dar la libertad al pajarillo
prisionero
en la jaula.
Después,
en
esa lucidez de la conciencia
que
da una firme decisión tomada,
abrió, de par en par,
las
dos hojas de roble guarnecido
y salió, para siempre,
de
aquella noble casa…
Iba
vacía de él,
fría
de su calor,
sin
su olor en la piel.
Iba
muerta de amor.
Los
pies desnudos se acogieron al frío
de
los cantos rodados
y
al suave cosquilleo
de
las briznas de paja.
Por
la Calle Mayor,
sólo
andaba su alma.
La
puerta medieval, angosta y baja,
apenas
daba paso
a
la esbelta figura
que
agachó la cabeza al traspasarla.
Ascendió
los noventa escalones
que
subían, en estrecha revuelta,
el
eje de la torre.
La
ventana ojival daba a la vega,
a
los campos segados y al molino
ya
cegado de zarzas,
aún
corrida su entraña
por
el agua del río,
sin
muela que moliera, detenido.
Se
tiró con los brazos abiertos,
recibiendo
su ausencia
sin
miedo disuasor…
Iba
vacía de él,
fría
de su calor,
sin
su olor en la piel.
Iba
muerta de amor.
Regaba
el cielo una lluvia menuda,
hisopo
porfiado
del
escueto cortejo
formado
por el cura,
el
médico, el notario
y
los sepultureros.
Apoyada
a un costado de la fosa,
la
lápida de piedra
que
un año antes acogiera al muerto.
Un
rápido responso, improvisado,
sin
llantos y sin rezos
y
el descenso a la tierra removida
del
vergonzante féretro.
Por
fin estaban juntos
en
la última morada.
No
le importó llegar
como
una fugitiva,
proscrita
por suicida,
descalza,
reprobada…
Iba
vacía de él,
fría
de su calor,
sin
su olor en la piel.
Iba
muerta de amor.
Luz Macías
me aguanto las lágrimas porque he llorado mucho , pues me ha impresionado tanto que me duele el corazón... además se nos ha ido un ser querido y esto me toca con punta de flecha.
ResponderEliminarFelicidades por este maravilloso y a la vez triste manifestación del amor verdadero
Las sensaciones que te ha producido mi poema son el mejor elogio para un poeta; solo por eso se debe escribir poesía: para llegar al corazón del que la lee. Te acompaño en el sentimiento por la pérdida de tu ser querido. Un beso de Luz.
EliminarLas sensaciones que te ha producido mi poema son el mejor elogio para un poeta; solo por eso se debe escribir poesía: para llegar al corazón del que la lee. Te acompaño en el sentimiento por la pérdida de tu ser querido. Un beso de Luz.
EliminarUn hermoso poema sobre una temática gótica, muy al estilo del inmortal Bécquer. Porque el amor es para los vivos y en la muerte somos separados. Muerta de amor deja una sensación de dolor pero de descanso. Gracias.
ResponderEliminarGracias por lo que aprecias en mi poema, Carlos. Lo escribí, expresamente, para leer en un acto en el Cementerio Romántico de Madrid. Allí estuvo Bécquer, junto con su hermano Valeriano, reposando hasta los primeros años del siglo pasado, luego fueros trasladados los restos a Sevilla. Es mi poeta preferido, junto con Antonio Machado.
EliminarUn beso de Luz.
me gusto mucho Luz gracias...
ResponderEliminarGracias a ti, Antonio. Un beso de Luz
EliminarTriste y hermoso como el amor imposible sin consuelo....
ResponderEliminarCristian.
Gracias, anónimo lector.
EliminarGracias a ti, anónimo lector.
ResponderEliminarLeída y a apreciada! Saludos!
ResponderEliminarMuchas gracias, Juan. Mis saludos para ti.
EliminarTriste y desgarrador, pero muy romantico. Muy bueno, Luz.
ResponderEliminarBueno, de eso se trataba, lo escribí para leer en un acto de poetas en el Cementerio Romántico de Madrid, como puedes ver en la cabecera del poema.
EliminarTengo una amiga escritora Argentina, María Rosa Lojo. Voy a entrar en tu blog...
Me gustó mucho Luz, un poco triste pero lleno de toques magistrales, un abrazo
ResponderEliminarDisculpa por la tardanza en responder a tu comentario... Sí, es triste, pero la vida nos regala momentos de alegría y también de tristeza. El dolor auténtico se da cada vez menos. Hay una clase de amor que no nos permite seguir adelante en la ausencia del otro. Es hermoso porque se entiende que una vez alcanzado el cielo todo lo que venga después será peor... Te doy las gracias.
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