“Mi querida
esposa: cuando recibas esta carta, probablemente será ya Año Nuevo y yo ya no
estaré aquí, en este mundo quiero decir, pero nunca dejaré de estar contigo.
¿Sabes lo que hay más allá de las adelfas, de la muerte, como tú la llamabas?
Pues nosotros, seguimos estando nosotros. Donde vayas tú, allí estaré yo, donde
tú llegues, allí me aproximaré, ¿recuerdas?”
“Contigo he
vivido la sensación de caminar juntos, cortando el paisaje y mirando al sol, de
trabajar codo con codo por sacar adelante nuestras vidas de una forma
diferente, de conocer el secreto de la otra cara de la moneda, que eras tú, y,
por la noche, de amarnos y unirnos como está escrito en las palmas de las manos
y en la luz de las pupilas de un hombre y de una mujer y, luego, de cerrar los
ojos y descansar, arrullado por la compañía de tu aliento, por la compañía de
tu silencio, que eran el antídoto contra la noche, contra la soledad de la
noche y del profundo miedo”.
«Pero, mi amor,
el hombre nace solo y estará solo el resto de su vida hasta la muerte. La
soledad de nuestro destino anida en lo más profundo de nuestro corazón y,
únicamente, el que está solo de verdad puede apreciar una buena compañía. Tú lo
has sido todo para mí, mi querida esposa, he tenido todo a lo que puede aspirar
un hombre, te he tenido a ti, que eres como un alma gemela mía, y he
comprendido en ti la inocencia, el desvalimiento y la soledad de los que
estamos hechos. Cuando llegó mi última hora pensé primeramente en compartirla
contigo, como he hecho siempre pero, luego, algo muy profundo tiró de mí en
otra dirección, debe ser la soledad desnuda de nuestro destino de la que te
hablaba antes, debía vivir mi propia muerte yo solo, mi amor».
«No sé si he sido un hombre valiente, pero
cuando decidí enfrentarme solo a mi destino me sentí mejor. Te escribo esto con
todo el amor y todo el respeto que te tengo. Así que me fui a despedirme del
mundo, a escribir mi último libro que, por cierto, no logro empezar, a cruzar
la última línea del horizonte, más allá de las adelfas. Pero como te decía,
querida esposa, algo me indica que más allá de las adelfas seguimos estando
nosotros, porque si no, ¿de dónde crees tú que podría llegarnos la poesía que
inunda nuestros corazones solitarios?, pues de más allá de las adelfas
precisamente, mi amor, por lo menos eso es lo que pienso, lo que siento yo en
estos momentos finales».
«A lo mejor todo
esto es solo que yo soy una persona orgullosa, ya sabes, y que no quiero que me
veas palidecer en mi final, deshilacharme en vida, perder la cabeza, arrugarme
como una pasa y que ya no te guste, que no te conquiste, que no te enamore,
porque yo siempre he querido ser algo especial para ti, ¿sabes? Aunque yo
conozca perfectamente que hecho estoy del mismo barro que los demás, siempre he
querido que me vieras como una pequeña joya, como un diminuto, pero valioso,
diamante”
“Tal vez haya
sido esa mi forma de quererme también a mí mismo, porque si uno no se aprecia,
no se quiere, ¿quién lo va a querer? A lo mejor únicamente por eso soy tan
valiente de enfrentarme yo solo a todo esto. O, qué sé yo, tal vez resulta que
es fácil para un hombre como yo jugar a estar solo, mi amor, cuando sabe que
pertenece, para siempre, a una mujer como tú. Me voy más allá de las adelfas,
allí te espero, mi amor, no tardes. Pero tampoco tengas prisa, y disfruta del
próximo Año Nuevo y de todos los que te queden, porque para mí, a partir de
ahora, el tiempo ya no tendrá sentido”.
“Así que te envío
esta, mi última carta de Navidad, con la cita de un escritor que a ambos nos
gustaba mucho, Albert Camus: “El hombre tiene dos caras: no puede amar sin amarse antes a sí
mismo.”
“Para que, durante el Año Nuevo, cuando la leas, después de pensar
en ti, pienses también un poco en mí. Porque la eternidad también me da miedo,
y no tengo a nadie más a quien contárselo. Mil besos. Y adiós.”
FRANCISCO RODRÍGUEZ TEJEDOR
Muy bonita carta de un hombre enamorado-
ResponderEliminarPrecioso texto. Un abrazo fuerte y felices fiestas
Muchas gracias Albada. Hay hombres así de estimulantes (inclusive para el autor que crea el personaje). Y mujeres que saben despertar en ellos esos sentimientos. O a la inversa. Son las vitaminas que nos da la Literatura para no solo mantenernos en pie, sino para seguir caminando con la cabeza erguida, buscando unos más altos horizontes. Un abrazo también para ti y mis mejores deseos para estas Fiestas.
EliminarEs una forma muy interesante de despedirse, que queda abierta a la interpretación desde cierto punto de vista. Es una lástima que sea la última vez. Felicidades Francisco!
ResponderEliminarGracias, amigo Carlos. Lo importante para mí es recorrer el camino bien y paso a paso, hasta esa última despedida, que irremediablemente llegará. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Francisco, soy Rocío Ruiz.
ResponderEliminarMe ha encantado la carta, aunque me deja una sensación un poco triste, es cierto. Pero está tan bien escrita y transmite tanto amor, que sin poderlo remediar, a cualquier mujer nos gustaría ser su esposa y que alguien nos amase más allá de las adelfas...ella tiene mucha suerte, por no tener que deshojar cada noche una margarita...
Feliz Navidad, querido amigo y disfruta de tu familia!
Un placer saludarte por aquí amiga Rocío.Muchas gracias por tus palabras. Sí, es una situación triste, sin duda, pero desde la perspectiva de que la vida continúa más allá, quizás no lo sea tanto. Un gran amor sin duda el de esta pareja. Muy estimulante, inclusive para el autor, ja, ja, ja... Es la historia de un personaje de mi primera novela, El día que fuimos dioses, y un ideal, claro, que nos permite dibujar la literatura... Un abrazo y que pases con tu familia unas felices fiestas.
ResponderEliminarMe ha impresionado. Un texto valiente para una carta especial. Gracias
ResponderEliminarGracias, amigo Ferran. Creo que un escritor debe fantasear, imaginar, sobre las cosas más especiales, hasta con su propia muerte. Siempre se aprende. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy dura pero muy real y llena de sentimientos que pensando en la fecha de la que se está hablando te deja muy impresionado. Enhorabuena porque es un magnífico relato. Gracias Francisco.
ResponderEliminarMuchas gracias Luz. Creo que, literariamente, el fin de año daba mucho juego a la hora de terminar una vida y que la esposa haga frente a su nueva situación. Un abrazo.
EliminarUna carta preciosa, llena de amor, donde el egoismo da paso al altruismo de dejar a la mujer amada y viajar solo a ese último viaje que nadie más podrá hacer por nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Carmen. Sí esa era la idea. Los grandes amores son los amores eternos, que trascienden el momento y lugar. Un abrazo.
ResponderEliminar