No puedo creer que en estos momentos estoy en espera por la llamada que me llevará a mi nuevo lugar de residencia en Ciudad del Cabo. Hace dos años no hubiera imaginado que terminaría mudándome a esa ciudad africana, incluso hasta solo unos meses tenía mis dudas sobre el asunto, pero ya la semilla estaba plantada. Estoy muy ansioso por estar ya en Sudáfrica, aunque honestamente aun no me lo creo.
Nunca había visitado Sudáfrica, pero un viaje de trabajo me llevo a ese destino, cambiando mi vida drásticamente. Todo comenzó tan pronto arribe al aeropuerto internacional de Ciudad del Cabo. Con mis documentos en una mano y con un bulto en la otra, seguí a los pocos pasajeros que desembarcaron primero que yo. Debido a que es un viaje de trabajo y el vuelo desde Maryland hacia Sudáfrica es bastante largo, la empresa me aseguro un pasaje de primera clase, dándome la ventaja de ser de los primeros en abordar y desembarcar. Los demás pasajeros comenzaron a desembarca tras de nosotros y todos nos dirigíamos hacia el puesto de inmigración. Había varias casetas en operación, y caminando detrás de ellas había una oficial observado todo, obviamente era la oficial al mando y supervisaba las operaciones.

Me acerque a una de las casetas y entrego mi pasaporte, la oficial a cargo se acercó a nosotros. Pude ver sus ojos marrones claro, del color al café con leche, y, sobre todo, su pecho. Solo imaginaba como se vería ese pecho obscuro sin uniforme, de un color semejante al de una dulce barra de delicioso chocolate obscuro. Levante mi mirada y entre en pánico al notar que ella estaba observándome seriamente. Su mirada era fría y cortante. El oficial de inmigración estampo mi pasaporte, pero cuando me lo va a entregar ella lo tomo y me ordeno que me acercara. Note el delicioso aroma a jazmín que emanaba de su bello cuerpo.
Me repitió las preguntas que me hizo el oficial de la cabina, pero también añade las preguntas de si pensaba realizar actividades adiciones al trabajo, si conocía personas en la ciudad, donde me hospedaría, si tomaría un taxi, alquilaría un vehículo o si la empresa envío un chofer a recogerme, que el nombre de Albert Rodríguez no le parecía muy americano a pesar de que mi tez es pálida, le conteste que mi padre es de Puerto Rico y mi madre de Boston, pero con padres de Irlanda. Conteste todas sus preguntas con nerviosismo. Además, tenía miedo, miedo a que la oficial buscase alguna excusa para detenerme o enviarme de regreso a los Estados Unidos. Como explicaría a mi jefe que no pude entrar al país por estar fantaseando con una oficial de inmigración. Pude respirar cuando manteniendo su rostro totalmente serio me entrego el pasaporte y me ordeno continuar mi camino.
Seguí a los otros pasajeros que ya habían pasado el puesto de inmigración, no adelante mucho cuando una mano me sujeto por la muñeca. Me tomo por sorpresa.
—¿Hacia dónde se dirige?
Me pregunto la oficial en su usual tono seco.
—A recoger mi equipaje. —Mi voz temblaba.
—¿Pero porque en esa dirección?
—Sigo a los pasajeros.
Se mantuvo en silencio por unos segundos.
—Acompáñenme por favor.
Un sentimiento de vergüenza se añadió a los otros que ya me dominaban. La oficial ya
me había soltado el brazo y camine unos pasos junto a ella. Se detuvo frente a una puerta la cual al lado poseía una ventana grade de cristal, tenía cortinas en su interior las cuales estaban cerradas. Abrió la puerta y me ordeno entrar. Pude deducir que era su oficina.
Ella entro después de mí, cerró la puerta y abrió la cortina. Paso junto a mi lado y el
delicioso aroma que emanaba de ella me hizo olvidar por un instante la situación en la que me encontraba. La oficial se sentó en la silla que se encontraba al otro lado del escritorio. Sus senos tomaron mejor forma gracias a su postura, ya no lucían de tamaño moderado, sino de uno considerable, pude percatarme que sus pezones estaban marcados en el uniforme, y aunque no se notaba mucho, si se podían percibir, pero logré evitar el quedar mirándolos. No lo entendía, nunca había reaccionado de esa forma ante una mujer, nunca alguien me había atraído tanto desde el primer momento, fue una explosión de atracción instantánea.
—¿Puede explicarme ahora hacia donde se dirigía?
—Seguía a los demás para buscar mi equipaje.
—-¿Pero porque iba en esa dirección? ¿Qué tiene pensado? ¿No será usted un terrorista? Ah estado muy nervioso todo el tiempo. Eso es muy sospechoso.
—No, por favor, solo quiero recoger mi equipaje que ya debe estar en la correa y
retirarme al hotel. Mañana tengo que reportarme en la compañía. —Sin poder evitarlo, nuevamente mire lo más rápido y disimuladamente posible las marcas formadas en su pecho, sé que se dio cuenta.
—Usted me parece sospechoso, no me da confianza.
Diciendo esto me ordeno vaciar mi pequeño equipaje de mano sobre su escritorio. Saque
primero la computadora, seguido de una cámara fotográfica. Aquí me detiene y mirándome directamente a los ojos, pregunto si estoy seguro de que solo es un viaje de trabajo, que porque necesito una cámara si no voy a realizar actividades turísticas, que si la cámara del móvil no es suficiente. Finalmente, la oficial coloco la cámara al lado de la computadora. Saque unas libretas de apuntes las cuales ella ojeo y coloco con las otras cosas. Saque un par de playeras, y un par de pantalones cortos para cuando este en la habitación. La ropa formal estaba en la maleta.
—¿Y esto? —pregunto indicando un área que no vacié. —¿Por qué no lo abre?
—Es mi ropa interior.
—Sáquela.
La mire sonrojado.
—No me haga repetírselo
Procedí y coloqué mi ropa interior sobre su escritorio.
—Bikinis ¿Nuevamente pregunto, está seguro de que es un viaje de negocios y no viene a buscar jovencitas?
—Es la que siempre utilizo, lo juro.
Se levantó, se da vuelta dándome la espalda y comenzó a mirar una foto detallada de la ciudad que esta colgada justo detrás de su escritorio. Su cabello amarrado le llegaba un poco más bajo de la mitad de su espalda, me pregunte si sería real o no. Inconscientemente mi mirada se dirigió rápidamente a su trasero, a esa curva sumamente redonda que se formaba bajo su cintura. Mientras ella permanencia en silencio yo imaginaba como serían las bellas caderas que deben ocultarse bajo esas telas. Sentí una erección entre mis piernas la cual no pude controlar. En esos momentos ella se voltio y noto que le estaba mirando esa parte de su cuerpo. Entonces cambio su mirada y en lugar de mirarme a los ojos, bajo la suya para mirar mi entrepierna la cual aún mostraba un abultamiento embarazoso. Luego de unos segundos mirándome, subió su mirada hasta encontrarse con la mía. Tenía una cara más seria de la que podría tener cualquier jugador profesional de póker, yo estaba temblando, pero la oficial me indico que podía retirarme. Rápidamente coloque mis pertenencias en el equipaje y salí de la oficina con la esperanza de que ya hubiera terminado tan mal rato, pero con la tristeza de que nunca más volvería a ver a esa mujer que me impacto como nadie lo había hecho. Comencé a caminar con miedo, no estaba seguro si iba en la dirección correcta, pero todas las demás personas iban en esa dirección. Era la misma dirección que tome anteriormente. Ya estando un poco retirado de la oficina en donde me interrogaron, decidí mirar hacia atrás para asegurarme de que no vinieran a detenerme nuevamente y allí, en la puerta de la oficina estaba ella, pero esa vez no estaba seria, sino que se estaba riendo, tenía una sonrisa burlona que me desconcertó.
Rápidamente me dirigí a recoger el equipaje el cual se encontraba en el área de equipaje perdido, el chofer me había llamado varias veces, pero aún se encontraba en el aeropuerto. Ya en camino, lo invite a comer antes de ir al hotel, ya el nerviosismo había pasado y estaba hambriento, llegamos al hotel entrando la noche y luego de ducharme y tirarme en la cama solo en ropa interior, mi mente se inundó con la imagen de la oficial. No por cómo me trato, sino por su hermosura y la impresión que dejo en mí. Pase la noche imaginando que besaba esos labios, que acariciaba sus senos, imagine como sus pezones estaban en mi boca, la imagine sobre mi cuerpo, como si el velo oscuro de la noche me cubriera completamente sintiendo su calor mientas se movía sobre mí, imagine sus senos brincar al ritmo de nuestras caderas, imagine escuchar sus gemidos alimentar la excitación que me dominaba. Indudablemente me había hechizado su belleza.
Al día siguiente, luego de terminar las labores del trabajo, el grupo me invito a cenar. Regrese al hotel ya en la noche y me dirige directamente al área de los ascensores. Quería ducharme y acostarme, debía estar en la oficina a las 8:00 de la mañana.
—No dijo que solo era trabajo, pero como que parece que llega de festejar.
Salte del susto al escuchar esa voz que no olvidaría, me voltee para enfrentar a la oficial de inmigración y ver si era arrestado, pero quede totalmente perplejo. No se encontraba en uniforme, sino que poseía un vestido purpura de telas finas ceñido a su cuerpo mostrando unas curvas sumamente gloriosas, era completamente abierto al frente dejando una abertura que llegaba hasta la cintura, con una cadena fina que cruzaba su pecho, de seno a seno, evitando que se separase indiscretamente y mostrara más de la cuanta sus atributos, otro pedazo de tela fina unía el traje en el are del ombligo. Pude notar un abdomen marcado por el ejercicio y, sobre todo, podía notar como la mitad de sus senos estaban expuestos, mostrando una piel que lucía de fantasía, sus pezones se marcaban claramente en su traje ya que pude notar que estaban erectos y no tenían tantas telas sobre ellas como con el uniforme. Mi excitación despertó al instante. Su cabello estaba suelto, dejando sus abundantes y gruesos rizos danzar con cada movimiento, lucia muy abultado y extremadamente abundante y aunque sus rizos no formaban un patrón definido, sus mechones daban la impresión de que formaban una Z gracias a las pronunciadas curvas que tomaba el cabello el cual me recordó a Cher en el video de “If I could turn back in time” pero con rizos en espiral más pronunciado y un cabello más largo el cual le llegaba hasta su cintura. Mas que pronunciadas curvas eran como interminables espirales parecidos a la pasta tipo rotini pero de color negro casi azabache los cuales salían primero hacia arriba y luego caían hacia los lados y atrás de su cabeza como una fuente del hotel Bellagio en las Vegas. Tanto cabello y tan negro era simplemente asombroso. Sentí que casi me desmallaba de la impresión.
—¿Aun asustado? No voy a lastimarte. —Sonríe hermosamente.
—¿Como me encontraste?
—Recuerda que te lo pregunte.
—Me preguntaste muchas cosas, estaba asustado.
Ella ríe.
—Te confieso que solo me divertía contigo, bueno, también quería conocerte mejor y como estaba en el trabajo tenía que disimular. Admito que te encuentro muy interesante, nunca había hecho lo que hice contigo, pero una fuerza irresistible me obligo a interactuar.
A pesar de su tez, note como ella se sonrojo bajando su mirada al suelo. Comencé a relajarme.
—Yo también te encontré muy interesante y quedé sumamente impresionado.
—Lo sé, me di cuenta. —Baja su mirada y me mira la entrepierna mientras ríe pícaramente. Yo me sonrojo, pero logro seguir con la conversación.
—Al verte ahora, esa impresión es mucho mayor hoy. Me has dejado sin aliento.
—También lo he notado. — Vuelve a sonreír dejando su mirada fija en la mía.
Nos dirigimos al bar del hotel. Aprendí su nombre, Lesedi. Pase un rato más que maravillo con ella, bebimos, conversamos y sobre todo reímos hasta que cerro el bar pasado la medianoche. Lesedi se retiró y yo prácticamente no pude dormir bien por la emoción. La noche siguiente salimos a cenar. Al cuarto día fuimos a la playa Muizenberg, era sábado y yo no tenía que reportarme al trabajo y rechace las invitaciones para salir y conocer la ciudad que me hicieron los colegas, ella tomo el fin de semana libre de su oficio en el aeropuerto. Aun no sé cómo sobreviví. Fue un total milagro el que no me diera un infarto fulminante al ver a Lesedi salir de una de las coloridas cabañas que hay en la playa para cambiarse de ropa. Aunque muchas de estas cabañas no tienen puertas, ella no necesitaba cubrir la entrada ya que tenía el traje de baño puesto bajo su ropa, pero, aun así, yo me encontraba para en el lugar donde ella me indico y no tenía visibilidad hacia el interior de la cabaña. Supongo que pudo quitarse la ropa en la playa junto a mí, pero ella sabía lo que hacía, quería crear un momento que me impactara y no olvidara. Lo logro.
Salió lentamente de la cabaña, sus largas piernas se movían con gracia mientras descendía los pocos escalones, su cintura era más pequeña de lo que había imaginado, sus caderas eran firmes y fuertes, con cada movimiento de sus piernas, los músculos de sus muslos se marcaban claramente, poseía curvas de guitarra española y un trasero completamente redondo, su abdomen era plano, más de lo que había notado la primera noche que lo vi en el hotel, sus abdominales se marcaban con claridad y sus senos, su senos eran grandes y redondos. Me modelo intencional y provocativamente gracias a su diminuto traje de baño, el cual consistía en dos piezas, un pequeño bikini en la parte inferior, y una pieza igual de pequeña en la parte superior la cual dejaba ver gran parte de sus dos majestuosos montículos, demasiado redondos y firmes para ser reales, supuse que serían implantes, pero no dejaban de impresionar. El traje de baño era de color azul, el cual imitaba al despajado cielo y a las aguas del mar. Escogió el color perfecto. Su abundante cabello era un manto negro que salía como largos torbellinos de su cabeza y le cubría toda su espalda, me pregunte también si sería natural tanto cabello. Perdí la facultad del habla por unos minutos e incluso olvidé respirar hasta que mis pulmones gritaron para que les proveyera del aire que necesitaban. Aun hipnotizado con la diosa venus que tenía frente de mí, obscura como el ónix, detallada como escultura griega, Lesedi me pidió que buscara sus cosas en la cabaña. Embobecido la obedecí.
Ese día el paraíso descendió sobre mí al poder pasar toda la noche con ella, haciendo realidad las fantasías que había imaginado desde el primer día que la vi, y muchas más. También pude descubrir que tanto su cabello como sus senos, eran reales, totalmente naturales, nada de extensiones o implantes. No podía creer que tanta perfección existiera en este mundo. Nos vimos prácticamente todos los días que pase en la ciudad y desde entonces he viajado numerosas veces a Sudáfrica, por vacaciones y por trabajo el cual yo me ofrecía o buscaba excusas para realizar el viaje, y de igual manera Lesedi venía con frecuencia a los Estados Unidos. Finalmente, mi empresa me transfirió permanentemente a esa mágica ciudad en la encontré mi destino y un amor inesperado.
Escucho la llamada de abordaje, tomo mi equipaje de mano y me dirijo a la puerta de embarque con una sonrisa de felicidad inigualable. Nuestra boda será en seis semanas.
Efraín Nadal De Choudens
¡Por favor oficial, arrésteme, haga conmigo lo que quiera! Nunca el abuso de autoridad había sido tan divertido de leer, con un relato alegre que llega a la conclusión esperada. Muchas gracias, Efraín, me alegró mucho.
ResponderEliminarDefinitivamente es una experiencia para contar en reuniones de familia o amigos. Un poco jocosa la situación, pero con buenos resultados al final. Gracias por el comentario, muy apreciado.
ResponderEliminarLa suerte que tienen algunos, si me pasara a mi, rápidamente me dirían: "Bajese los pantalones" en tanto una dama de unos 200 kilos, se ajustaba un guante en sus manos
ResponderEliminar20 veces el grosor normal y malhumorada con cara que el esposo no la toca ni con un palo de 3 metros.
jajajaja yo creo que esa sería mi suerte también, o peor al menos puedo darle un mejor desenlace a mis personajes, quien sabe y algún día me toca un golpe de buena suerte a mi también.
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