El centro de datos del crucero Mari no Kiseki no presumía de ser un faro de sabiduría en medio del mar de ignorancia, lo era sin querer. Como su homónimo fue la nave insignia de la almirante Dao-Ming Sima, la información de dicha nave residía en su interior. Por esa razón, una oficial y una decena de cadetes irezumis ingresaban y salían constantemente de la granja de servidores, algo que el personal de mantenimiento no agradecía pero comprendía, porque su objetivo era investigativo y pedagógico. Para la oficial en cuestión estaba en juego un jugoso ascenso, para las cadetes ganar créditos necesarios para graduarse en Comunicaciones y para las encargadas conocer más acerca de la vida de la polémica almirante.
Una de las cadetes más pequeñas tomó un asiento y se paró sobre él para tocar con una barra el centro de contacto con el servidor. Tuvo que ponerse de puntillas, por lo que puso atención a la descarga hasta que se completó, se bajó de la silla y la colocó en su lugar. Luego, con la barra ella tomó asiento en una mesa y desplegó la lista de los documentos que había recogido del servidor en el dispositivo holográfico que tenía asignada.
—¿Qué es lo que estás revisando, Iara?
Ella no puso más atención, salió de su asiento y saludó formalmente. La cadete que hizo la pregunta; que era muy joven, alta, de cabello negro y ojos grandes ligeramente rasgados; regreso el saludo y acomodó el uniforme en su cintura.
—¡Descansa Iara! Hemos pasado por mucho para que me saludes formalmente entre permisos.
—No puedo evitarlo.
—Sabes mi nombre, llamame Masako. Por cierto, ¿los documentos de quién estás revisando?
—Estoy revisando toda la documentación relacionada con la oficial Ayaka Toya, específicamente todo el segundo periodo de la Guerra del Borde Interno. Futaoka se está encargando del primer periodo.
—¿Y qué han encontrado?
—Bueno… Hasta ahora la confirmación de que ella estaba en una relación de hermanas con la comandante Noriko Asai, que se vio afectada por la sentencia de doscientas horas de servicio comunitario en el planeta Tara y que la entonces contralmirante Dao-Ming Sima la ascendió a navegante en jefe del puente de la Mari no Kiseki cuando la almirante Chibi Asada se llevó a su hermana mayor para servir en su crucero.
—Que conveniente, shimai-kan no kizuna. Que suerte tienen las que encuentran a una oficial para que las patrocine.
—¿Shimai no kizuna?— repitio Iara mientras esperaba que el codificador neural le mostrara la traducción directamente en sus ojos. —¿Lazo entre hermanas? ¿Qué significa eso?
—Es una costumbre en el comando irezumi. Cuando una oficial veterana ve a una oficial prometedora, ambas pueden iniciar ese tipo de relación. La veterana patrocina a la novata, vela por la novata, defiende a la novata, guía a la novata. A veces la relación es de asistencia, de aprendizaje y de cariño filial. A veces la relación pasa a ser algo más romántica o formal. Pero ambas partes deben estar seguras porque un error podría ser el final de la carrera de ambas.
—Desearía que usted tuviera una relación más formal con mi madre.
—Un momento, ¿Miranda le comentó sobre mi propuesta?
—Por supuesto. Cuando al fin me reconoció como su hija le pedí que nunca me ocultara nada. Suele no hacerlo.
La oficial no mencionó palabra, se sentó a un lado y tomó sus manos. —Entonces sabe que es lo que siento por ella.
—Si. Pero si no hace algo drástico no va a poder lograr nada con mi madre. El estúpido Natanjely esta clavado como una estaca en su corazón.
—¿¡Natanjely?!
—El Capitán Benjamin Natanjely, segundo marqués de Al’Temair. Jefe de Inteligencia en la Liga del Norte, un espía y un alcahuete de Andalus, nuestro planeta de origen. Si fuera un animal sería una mangosta escurridiza. Para él todo es un juego, él pone las reglas y gana siempre. La única persona ha podido llevarle el ritmo a su juego es mi madre, por eso la mantenía cerca. Hasta que nos exiliamos.
—¿Y el Capitán Natanjely ama a su madre?
—Si la ama. Él la invitó a un retiro en la playa aunque está mutilada, la encamó a pesar de todas las manchas grises que tiene ahora en el cuerpo por las sustituciones. Lo hizo al menos dos veces, una de ellas el día antes de irnos de Andalus.
—Entonces no tengo esperanza.
Masako se restregó los ojos porque algo le incomodaba, lloraba. Para su sorpresa, Iara apretó la mano que no había usado con firmeza.
—Por favor, no se rinda. Mamá no lo admite, pero no hay noche en que no piense en él. No duerme bien. Usted podría usar sus poderes para desviar su atención…
—No, ¡no es opción!
—¿Cómo que no es opción? Yo he visto como domestico a todos los trabajadores humanos en la estación. Mi madre y yo somos humanas. Puede hacer lo mismo con mi madre.
—Es diferente. Con ellos no tengo contacto constante, con Miranda si. Eso me expone a un efecto que no conoces de mi poder, se llama reflujo simpático. Es como si tuvieras que escoger entre tu helado favorito…
—¡Menta!
—Es como si tuvieras que escoger entre el helado menta y el que menos te gusta. Si yo uso mi poder, podrías comer el helado que más te desagrada, incluso podrías comer excremento y pensar que es el helado que te gusta. Pero eso no va a alejar el mal sabor de tu boca. Así que tu cuerpo y tu mente van a generar resistencia, va a llegar un momento en que cuando use mi poder vas a resistirte, en ese momento ese deseo se me va a regresar a mi con el doble de intensidad. Voy a ser yo la que termine comiendo lo que no te gusta, y me va a gustar.
—Entonces… Si usas tu poder sobre mi madre, ella podría hacerte caso un tiempo. Pero va a saber que algo está mal, se va a resistir y se te regresaría ese gusto.
—Así es. Por eso no lo intento.
—Es por eso que te agradezco tanto que nunca lo hayas intentado, Masako.
Las dos muchachas se pusieron rojas cuando a su lado apareció una oficial de cabello rojo, grande, voluptuosa y ataviada en uniforme, con un gran parecido a Iara. Ellas se pusieron de pie y saludaron formalmente, con todos los colores subidos al rostro. Su superior, con una sonrisa, regresó el saludo. —Descansen cadetes.
—Mama, ¿hace cuánto estás aquí?
—Lo suficiente para decirte que no te debes preocupar por mi vida amorosa, Iara. Ahora, por favor, siéntense.
Las cadetes obedecieron a la mujer. Con los hombros tensos y sus caras recogidas, las dos esperaron a que tomara la palabra.
—Masako… Eres tan joven, pero tienes tantas cualidades que desearía haber tenido a tu edad. Eres valiente, eres decisiva, luchas por lo que quieres, no tienes miedo de tomar decisiones. De haber tenido la mitad de tu carácter hubiera luchado para no perderme los primeros diez años de la vida de Iara. Agradezco mucho tu confesión, pero no puedo dejar de pensar en él. No es justo para ti que no pueda concentrar mi atención, mi cariño y mi amor en corresponderte…
—Pero yo quiero estar con usted. No me importa…
—No digas eso. Ni la distancia ni la incomunicación ayudan. Yo me conozco muy bien. No serías ni la primera ni la última persona que dejaría botada con tal de volver con él si se presenta la oportunidad. Lo he hecho tantas veces...
—¡Yo haría lo que fuera, lo que usted diga! Sólo quiero que nos demos una oportunidad.
Miranda negó levemente, bajó la cabeza y tomó un tiempo para pensar. Era difícil para ella tomar una decisión que no lastimara a la muchacha. Pero de repente, Iara las interrumpió.
—¿Y por qué no se hacen hermanas?
—¿Cómo?
—Si mamá, hermanas. Masako me lo acaba de explicar, una oficial experimentada toma a otra de menor grado bajo su ala para guiarla y enseñarle sus trucos. Es como el Ala de San Valentin, el grupo de caballeros que peleaban siempre a la izquierda, que en pares prometían morir juntos en combate por la fé, por el honor, los de las epopeyas románticas.
Las dos se callaron por un momento para sopesar sus palabras. La primera que reaccionó fue Miranda, que con su mano sacudió el cabello de su hija y sonrió. —Recuerdo que Kazuya a veces se refería a la Reina como su hermana mayor, cuando la conocí resultó evidente que no lo eran. ¿Eso que explicó Iara funciona igual en el Reino?
—Sí señora. Es un evento para forjar un lazo de amistad verdadera entre una oficial experimentada y una novata, donde ambas pueden compartir sus experiencias y sus anhelos.
—¿No habrá problema por mi rango? ¿Ni por mi origen?
—En absoluto. La Almirante de Flota es humana y fue la primera hermana menor de la Reina. Ella a su vez ha tenido un par de hermanas menores irezumis, ha promovido sus carreras. Además, se rumora que para cuando usted obtenga su ascenso la van a integrar a Inteligencia con el rango interino de capitana. Si para ese momento hubiese terminado mis estudios de grado, sería alférez. Si usted me toma como su hermana ahora, aumentaría sus posibilidades de asegurar ese rango y me permitiría expresar libremente lo que siento por usted, sin compromisos. Le prometo que no se arrepentirá.
—¡Me convencieron! No se diga más. ¿Qué tengo que hacer?
—Sólo tiene que preguntarme si quiero ser su hermana, yo respondo y a la vista de un testigo sellamos el pacto.
—Bueno, a la vista de la cadete Iaraemilia Castellanos como testigo, cadete Masako Umezu, ¿quisiera usted ser mi hermana?
—Por supuesto, claro que sí. ¡Acepto!
Miranda se alegró por la euforia que le produjo a la muchacha la respuesta, pero lo que siguió la sorprendió. Masako no ocultó su emoción y la besó. Fue cuando se juntaron que de alguna forma descubrió que para sellar el pacto se requería contacto físico. Conforme a Iara se le subían los colores, se tapaba picaramente los ojos y sonreía, ella sintió los labios de la cadete sobre los suyos y el candor de su abrazo. Por un momento pensó en separarla, pero se negó a ese impulso, le regresó el abrazo y se permitió disfrutar de ese detalle, vendrían muchos más por el tiempo que durará su nueva responsabilidad.
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Masako y Miranda divirtiéndose durante una misión, seis años después. Ilustracion por Bekwo. https://www.facebook.com/BekwoIlustraciones/ |
Carlos Molina
Muy imaginativa la historia, me a gustado como a fluido. El sentimiento de la cadete hacia la madre su compañera crea la expectativa de que sucederá, aunque en la narrativa se deja notar que la relación es una aceptable en esa sociedad, ahora el problema de que la oficial está interesada en alguien crea un aire de expectativa en lo que ocurrirá. La solución fue descrita al principio de la narración y adecuadamente incluida en el problema presente para solucionar el problema de esa tercera persona. Esto es similar a las historias reales en donde hay mas de dos personas envueltas en una relación íntima. El punto es que si hay interés se puede buscar una solución a los problemas que se presenten, en la historia ambas mujeres encontraron la forma de estar juntas sin cerrar las puertas a la relación que pudiera tener la oficial con el capitán, en la vida real también es posible, hay formas no convencionales que funcionan muy bien para aquellos que puedan manejarlas. Las relaciones no deben enmarcarse en lo que diga la sociedad, sino en lo que haga feliz a los involucrados.
ResponderEliminarMuchas gracias, Efraín. Esta es la continuación de la historia de Navidad. Me alegra que le haya parecido fluida la historia, esa es la intención y a lo largo de la Revista creo que se nota ese cambio. En el caso de las relaciones siempre es bueno encontrar el giro y el compromiso, en lugar de enfrentar a la sociedad como guerreros en pos de un imposible. Me parece que se llega a más sitios con miel que hiel. Y si, la sociedad en que ahora madre e hija se encuentran cree en las relaciones, tanto del mismo como diferente sexo. Gracias por sus palabras.
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