Han pasado dos años. Dos años desde que murió.
La vida no había sido buena con Berly la Navidad de hace dos años. Porque ella
integro la estadística del 1% de muertes en el útero que ronda en los países
civilizados. Ella había perdido a su criatura en el vientre y había quedado
devastada. Como su amigo, Aldus consideró que tenía que estar allí para
apoyarla. Por eso no solamente pago su estancia en el hospital, sino que para
animarla le propuso que le ayudara a cuidar a su propia hija. Nacida por cesárea,
todavía prematura y pequeña, la madre sin hijos y la niña despreciada por su
madre hicieron una pareja ideal desde el principio.
Aldus la llevó a vivir con él. Con él compartió
todo durante esos dos años. El principio fue su remolque, una casa rodante
diminuta preparada para una persona, pero que difícilmente podía recibirlos a
ambos. Pero cuando se convirtió en el Campeón de Pesos Pesados de la promoción
de Artes Marciales Mixtas, las lesiones de varias figuras y un escándalo de
esteroides obligaron a los promotores a concentrar los esfuerzos de la
promoción en su figura. Él tampoco era inocente, el cuerpo definido que
poseía no lo había conseguido gratis. Pero había usado las drogas como un arrancón cuando
comenzó su carrera y tenía años de no consumirlas, por lo que resultó limpio en
las pruebas de laboratorio. Gracias al consejo de Berly, él pudo renegociar
exitosamente su contrato, ganarse al público y lograr una titularidad constante
en un negocio muy duro como la lucha.
Ella tampoco había permanecido quieta. Luego de
recuperarse de su propio embarazo, participó en cuanta audición para coristas o
actrices pudo encontrar. Mandó su currículo y participo en numerosas
audiciones. Pero su estado como madre le cerró las puertas. Luego de insistir
mucho, ella se presentó a una audición para un programa de magia para la
televisión. Para su sorpresa la contrataron, no por sus habilidades de baile ni
su belleza, sino porque era una modelo alta de buena figura, algo que los
productores ocupaban.
Las grabaciones del programa se llevaron a cabo
durante tres semanas esa primavera en California. Para la dicha de ambos, la
promoción de Aldus había planeado su cronograma de actividades de esa temporada
en la costa Oeste. Luego de terminar el contrato, ella volvió a la carretera
con Aldus. En el verano se transmitió el programa, que era Quebrando el Código, un programa para desenmascarar los trucos de
magia más famosos del mundo. Su papel tal vez era pequeño, pero fue vital para
el éxito del programa, porque su enorme tamaño llamaba la atención del
espectador en la cámara. Con una sonrisa animada y atenta, ella estuvo
satisfecha por su desempeño.
El verano dio lugar al otoño. Lamentablemente,
la madre de la hija de Aldus comenzó a extrañarla. Como respuesta la familia
Killburn había interpuesto una demanda para recuperar la custodia. Aunque pudo
haber llevado el asunto a los tribunales y ganado por el documento que lo
hicieron firmar que le daba la custodia total de la niña a cambio de renunciar
a tener contactos con la familia; Aldus accedió a que la niña podría visitar a
la familia cinco días de cada mes, a cambio de que se abriera un fideicomiso
para su futuro.
Berly se entristeció mucho por el acuerdo, pero
no tuvo tiempo de lamentarlo. Hacia finales del mes de octubre recibió una
invitación del Gran Smarkand, uno de
los magos más prestigiosos y populares del mundo, para que formara parte de su
coreografía. Lo único que debía hacer era firmar, pero el corazón de la joven
estaba dividido. El cronograma de actividades indicaba que habría un campamento
de invierno. La temporada, que arrancaría a finales de enero del siguiente año,
sería mundial, con sólo la tercera parte de las presentaciones en la Unión. Le
tomó tiempo decidirse. Aldus la animó, era una oportunidad única. Luego de
garantizarle que estarían bien él y su hija, de decirle que no traicionaba su
confianza y animarla, ella no dudó más y firmó el contrato.
Faltaba poco para la Navidad. Luego de dejar a
su hija en el aeropuerto, en manos de la desagradable tía Topacio para que
pasara la Navidad con la familia de su madre, él regresó al cuarto de su hotel.
Para final de año la promoción había pagado hospedaje de lujo en un casino de
Nevada a diferencia de sus hogares habituales, un cambio que agradecía.
Era tarde en la noche. Luego de quedarse
estudiando los videos de peleas de sus compañeros de promoción, Aldus se alistó
para dormir. Lo único que tuvo que hacer fue quitarse la ropa, ponerse la ropa
de dormir (que en su caso era una pantaloneta y una camisa vieja), quitar la
sábana, acostarse y arroparse con la sábana. No se sentía sucio, hacía mucho
frío y le daba pereza bañarse. Mientras cerraba los ojos en la penumbra de su cuarto,
el peleador quiso conciliar el sueño, pero leves golpes en la puerta lo obligaron
a levantarse.
Encendió la luz de su cuarto y vio a través de
la mirilla de la puerta. Era Berly. ¿Por qué estaría usando esa gabardina tan
caliente? Era una pregunta a la que no le puso la atención. Abrió la puerta
bostezando y lanzó una mirada somnolienta a su amiga.
—Buenas noches, Berly.
—¿Puedo pasar, Aldus?
—Claro, pasa.
Él le dio la espalda a su amiga. Con la
confianza que le daba su relación con ella, de dos años de vivir juntos, él se
dirigió a la cocina.
—¿Quieres algo, Berly?
—Te quiero a ti.
¿Había escuchado mal? Él se volvió sorprendido,
pero Berly no le dio tiempo de reaccionar. Un beso rápido fue lo que ocupó para
dominarlo. Como no había metido los brazos en las mangas, bajó los hombros, la
gabardina se deslizo hasta el suelo y expuso la reveladora prenda que había
escogido para atraerlo, un babydoll. Aunque habían vivido juntos,
habían dormido juntos y habían compartido dos años de vida juntos; esta era la
primera vez que alguno de los dos tomaba la iniciativa. Él no ocultó lo que
sentía por ella, la abrazó y comenzó a tocarla, deslizando sus manos por todo su
cuerpo apenas estorbado por la tela transparente que la cubría.
A pesar de que había dado alimentado a su hija
con ellos, los senos de su amiga eran preciosos, de mediano tamaño, firmes para
permanecer en su posición pero suaves al tacto. La gravedad no había hecho
mella en ellos, es más, podía apostar que de alguna forma la había beneficiado el
embarazo, porque antes eran más tímidos y ahora eran más destacados en su
cuerpo. Su vientre no era perfecto, pero poseía una prominencia leve, ovalada y
discreta (perfecta), que le añadía más atractivo. Ella no usaba bragas, así que
podía sentir sus piernas firmes y sus nalgas duras, producto de su afición por
el baile.
No podía negar que había tenido oportunidades
como esta antes. No era la primera vez ambos hacían esto, pero esta vez ambos
lo deseaban. Excitado por el contacto, él no se lo ocultó. Luego deslizo sus
dedos entre sus piernas y ella gimió de gozo mientras la acariciaba. En un
instante, ambos cayeron sobre la cama. No supo en qué momento había perdido la
pantaloneta, pero no tuvo la oportunidad de arrepentirse. Ella había comenzado,
ella mandaba, por lo que se colocó encima de él y disfrutó la cabalgata
mientras ambos estudiaban las formas de sus cuerpos con sus manos ansiosas.
No cambiaron de posición. Él terminó; ella se
recostó a su lado agitada y sudada. Sabía que no había sido su mejor
desempeño, había acabado muy rápido. Pero lo único que hizo ella fue devolverle
una sonrisa y mirarlo cara a cara, recostada sobre la cama.
—¿Por qué, Berly?— fue lo único que se le
ocurrió preguntarle.
—No puedo hacerlo cuando yo quiera.
—No eres así. En todo el tiempo que tenemos de
convivir, es la primera vez que eres tan agresiva. Es agradable, pero me
gustaría saber por qué.
Ella se molestó y le dio la espalda. Él la acarició
con suavidad. Luego de un momento de estar en ese juego, ella contestó:
—Adelantaron la fecha del campamento. Me voy
mañana en la tarde.
El joven no contestó nada. Cuando ella se
volvió hacia él, en lugar de la expresión enojada y caprichosa que hacía cuando
las cosas no le salían, su rostro se veía triste y perdido, a un paso de las
lágrimas. Con las manos unidas frente a su boca, ella temblaba delicadamente.
—Aldus. Después de mañana, no volveremos a
vernos. Pensé que tendría tiempo, tiempo para despedirme de ustedes. Pero,
cuando me llamaron, me di cuenta de que ya no tenía más oportunidades. Hemos
pasado muchas cosas juntos. Muchas alegrías y tristezas, más alegrías. Así que
quise agradecerte por todo lo que has hecho por mí. Sólo que las gracias no
bastan para expresar lo que siento por ti. Nunca me has preguntado, nunca me
has reprochado, siempre me has apoyado. Si tan sólo me hubieras dicho que no
querías que...
El muchacho puso su dedo índice sobre la boca
de la joven. Luego acarició su rostro con su otra mano y limpio una lágrima
perdida que bajaba con su mejilla.
—Berly. Cuando te invite a cuidar a mi hija, lo
hice porque tenías el corazón roto y necesitabas algo a que sujetarte. Pero tu
espíritu es libre. Eres como el viento, que no puede permanecer quieto en un
sólo lugar. Te he visto sufrir a mi lado, he visto tu frustración, he visto tu
dolor ante el rechazo de tu sueño. Tú amas bailar, más de lo que me amas a mí y
a mi hija. Por eso jamás te obligaría a tomar una decisión que va en contra de
lo que tú más amas.
—Pero... Me duele. No quiero dejarlos, Aldus.
¡No quiero! Quisiera que vinieras conmigo, quisiera que ella viniera conmigo.
¿Por qué no puedo ser feliz al menos una vez? ¿Por qué no puedo realizar mis
sueños y deseos como yo quiero?
—Porque la vida no es justa ni es bonita. La
vida es vida. Lo que menos hace es complacernos.
La joven quedó estupefacta con la reflexión.
Luego de contemplarla por un momento, él comenzó a acariciarla y la remató.
—Yo siempre te he amado, Berly. Desde el primer
día que te conocí en ese bar deportivo junto a Zek. Créeme que jamás haré nada
para estorbar tus sueños. Sólo recuerda, aquí siempre tendrás las puertas
abiertas si deseas regresar.
Berly sujetó con sus manos las de su amigo y con una sonrisa manchada de lágrimas, ella contestó.
—Yo también te amo.
Ambos volvieron a besarse recostados sobre la
cama. Pero ahora, más calmada y relajada, le tocó a su compañero tomar la
iniciativa. Él desató su lado libertino, exploró junto con ella todas las
formas posibles de estimulación oral para el placer de ambos, así como adoptaron
múltiples posiciones para hacer el amor. Al final, agotados por la lucha
pacífica que los dos protagonizaron en su cama, ambos se percataron de que eran
más allá de las dos de la mañana. Luego de desearse Feliz Navidad, ambos se
durmieron juntos, hermanados en un abrazo, con el que ponían un fin amistoso a
su contrato de dos años de convivencia.
Carlos "Somet" Molina
Amigo Carlos, un volteo en tu temática que a mi me agrada mucho, me gusta el resultado. Una historia de amor pragmática inhabitual, porque el sentimiento suele vencer a la cabeza. Felicidades. Un saludo
ResponderEliminarGracias Faustino. Este es un pequeño experimento que tenía en la mente desde hace tiempo, de pasar mis personajes de fantasía a tiempos modernos. Con esto hice un spoiler de mi historia fantástica. Lol! Nos hablamos.
EliminarUna bonita historia, triste y alegre a la vez. ¡Qué complicados son los caminos del amor! Felicidades:)
ResponderEliminarDesde mi punto de vista, el amor no es fácil ni llega sencillo. Generalmente se requiere tiempo para que cuaje, y oportunidad. Gracias Carmen.
EliminarDefinitivamente una muy buena historia romántica, que aunque no termina con la unión formal de los protagonistas, termina en una buena amista, claro, es triste el final, pero el romanticismo vivido fue muy confortante. La vida esta llena de complicaciones pero no debemos dejarnos vencer por eso, muchas veces las complicaciones es lo que hace interesante la vida, lo mas importante es no dejarse vencer por esas complicaciones, sino saber como actuar y sobrellevarlas. Gran historia Carlos.
ResponderEliminarGracias Efrain. En mi experiencia, los finales felices y juntos es uno que cuesta mucho (aunque mis padres son sinónimo de que es posible. Tal vez no sea el final feliz, pero a vece sucede. Gracias.
EliminarTienes razón Carlos: "lo que menos hace la vida es complacernos"....
ResponderEliminarCristian
"'La vida es hermosa y vale la pena vivirla', sólo estoy de acuerdo con lo segundo". Cita de Hemingway. Gracias Cristian por tu cita.
EliminarUna bonita historia con amor, erotismo y, cómo no, su toque navideño, pero con historias más profundas que trascienden esta fachada. Buen trabajo, amigo Carlos. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Juan. Trate de hacer una adaptación moderna para esta historia. Me alegra que te haya gustado.
EliminarCarlos, buenísima! Me encantó esta historia de amor y desamor tan realista, aparte el vocabulario que usas, la forma de escribir suena súoer natural...Genial.
ResponderEliminarGracias Gontxu. En esta adaptación trato de jugar con elementos modernos, como el negocio del entretenimineto deportivo y las relaciones abiertas. Me alegra que te guste. (y)
EliminarMe gustó bastante amigo Carlos. Está llena de realismo y la forma de narrar hace que la lectura sea muy ligera, enhorabuena amigo.
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