Una revista de literatura, donde el amor por las letras sean capaces de abrir todas las fronteras. Exclusiva para mayores de edad.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Una despedida de Navidad

Han pasado dos años. Dos años desde que murió. La vida no había sido buena con Berly la Navidad de hace dos años. Porque ella integro la estadística del 1% de muertes en el útero que ronda en los países civilizados. Ella había perdido a su criatura en el vientre y había quedado devastada. Como su amigo, Aldus consideró que tenía que estar allí para apoyarla. Por eso no solamente pago su estancia en el hospital, sino que para animarla le propuso que le ayudara a cuidar a su propia hija. Nacida por cesárea, todavía prematura y pequeña, la madre sin hijos y la niña despreciada por su madre hicieron una pareja ideal desde el principio.

Aldus la llevó a vivir con él. Con él compartió todo durante esos dos años. El principio fue su remolque, una casa rodante diminuta preparada para una persona, pero que difícilmente podía recibirlos a ambos. Pero cuando se convirtió en el Campeón de Pesos Pesados de la promoción de Artes Marciales Mixtas, las lesiones de varias figuras y un escándalo de esteroides obligaron a los promotores a concentrar los esfuerzos de la promoción en su figura. Él tampoco era inocente, el cuerpo definido que poseía no lo había conseguido gratis. Pero había usado las drogas como un arrancón cuando comenzó su carrera y tenía años de no consumirlas, por lo que resultó limpio en las pruebas de laboratorio. Gracias al consejo de Berly, él pudo renegociar exitosamente su contrato, ganarse al público y lograr una titularidad constante en un negocio muy duro como la lucha.

Ella tampoco había permanecido quieta. Luego de recuperarse de su propio embarazo, participó en cuanta audición para coristas o actrices pudo encontrar. Mandó su currículo y participo en numerosas audiciones. Pero su estado como madre le cerró las puertas. Luego de insistir mucho, ella se presentó a una audición para un programa de magia para la televisión. Para su sorpresa la contrataron, no por sus habilidades de baile ni su belleza, sino porque era una modelo alta de buena figura, algo que los productores ocupaban.

Las grabaciones del programa se llevaron a cabo durante tres semanas esa primavera en California. Para la dicha de ambos, la promoción de Aldus había planeado su cronograma de actividades de esa temporada en la costa Oeste. Luego de terminar el contrato, ella volvió a la carretera con Aldus. En el verano se transmitió el programa, que era Quebrando el Código, un programa para desenmascarar los trucos de magia más famosos del mundo. Su papel tal vez era pequeño, pero fue vital para el éxito del programa, porque su enorme tamaño llamaba la atención del espectador en la cámara. Con una sonrisa animada y atenta, ella estuvo satisfecha por su desempeño.

El verano dio lugar al otoño. Lamentablemente, la madre de la hija de Aldus comenzó a extrañarla. Como respuesta la familia Killburn había interpuesto una demanda para recuperar la custodia. Aunque pudo haber llevado el asunto a los tribunales y ganado por el documento que lo hicieron firmar que le daba la custodia total de la niña a cambio de renunciar a tener contactos con la familia; Aldus accedió a que la niña podría visitar a la familia cinco días de cada mes, a cambio de que se abriera un fideicomiso para su futuro.

Berly se entristeció mucho por el acuerdo, pero no tuvo tiempo de lamentarlo. Hacia finales del mes de octubre recibió una invitación del Gran Smarkand, uno de los magos más prestigiosos y populares del mundo, para que formara parte de su coreografía. Lo único que debía hacer era firmar, pero el corazón de la joven estaba dividido. El cronograma de actividades indicaba que habría un campamento de invierno. La temporada, que arrancaría a finales de enero del siguiente año, sería mundial, con sólo la tercera parte de las presentaciones en la Unión. Le tomó tiempo decidirse. Aldus la animó, era una oportunidad única. Luego de garantizarle que estarían bien él y su hija, de decirle que no traicionaba su confianza y animarla, ella no dudó más y firmó el contrato.

Faltaba poco para la Navidad. Luego de dejar a su hija en el aeropuerto, en manos de la desagradable tía Topacio para que pasara la Navidad con la familia de su madre, él regresó al cuarto de su hotel. Para final de año la promoción había pagado hospedaje de lujo en un casino de Nevada a diferencia de sus hogares habituales, un cambio que agradecía.

Era tarde en la noche. Luego de quedarse estudiando los videos de peleas de sus compañeros de promoción, Aldus se alistó para dormir. Lo único que tuvo que hacer fue quitarse la ropa, ponerse la ropa de dormir (que en su caso era una pantaloneta y una camisa vieja), quitar la sábana, acostarse y arroparse con la sábana. No se sentía sucio, hacía mucho frío y le daba pereza bañarse. Mientras cerraba los ojos en la penumbra de su cuarto, el peleador quiso conciliar el sueño, pero leves golpes en la puerta lo obligaron a levantarse.

Encendió la luz de su cuarto y vio a través de la mirilla de la puerta. Era Berly. ¿Por qué estaría usando esa gabardina tan caliente? Era una pregunta a la que no le puso la atención. Abrió la puerta bostezando y lanzó una mirada somnolienta a su amiga.

—Buenas noches, Berly.

—¿Puedo pasar, Aldus?

—Claro, pasa.

Él le dio la espalda a su amiga. Con la confianza que le daba su relación con ella, de dos años de vivir juntos, él se dirigió a la cocina.

—¿Quieres algo, Berly?

—Te quiero a ti.


¿Había escuchado mal? Él se volvió sorprendido, pero Berly no le dio tiempo de reaccionar. Un beso rápido fue lo que ocupó para dominarlo. Como no había metido los brazos en las mangas, bajó los hombros, la gabardina se deslizo hasta el suelo y expuso la reveladora prenda que había escogido para atraerlo, un babydoll. Aunque habían vivido juntos, habían dormido juntos y habían compartido dos años de vida juntos; esta era la primera vez que alguno de los dos tomaba la iniciativa. Él no ocultó lo que sentía por ella, la abrazó y comenzó a tocarla, deslizando sus manos por todo su cuerpo apenas estorbado por la tela transparente que la cubría.

A pesar de que había dado alimentado a su hija con ellos, los senos de su amiga eran preciosos, de mediano tamaño, firmes para permanecer en su posición pero suaves al tacto. La gravedad no había hecho mella en ellos, es más, podía apostar que de alguna forma la había beneficiado el embarazo, porque antes eran más tímidos y ahora eran más destacados en su cuerpo. Su vientre no era perfecto, pero poseía una prominencia leve, ovalada y discreta (perfecta), que le añadía más atractivo. Ella no usaba bragas, así que podía sentir sus piernas firmes y sus nalgas duras, producto de su afición por el baile.

No podía negar que había tenido oportunidades como esta antes. No era la primera vez ambos hacían esto, pero esta vez ambos lo deseaban. Excitado por el contacto, él no se lo ocultó. Luego deslizo sus dedos entre sus piernas y ella gimió de gozo mientras la acariciaba. En un instante, ambos cayeron sobre la cama. No supo en qué momento había perdido la pantaloneta, pero no tuvo la oportunidad de arrepentirse. Ella había comenzado, ella mandaba, por lo que se colocó encima de él y disfrutó la cabalgata mientras ambos estudiaban las formas de sus cuerpos con sus manos ansiosas.

No cambiaron de posición. Él terminó; ella se recostó a su lado agitada y sudada. Sabía que no había sido su mejor desempeño, había acabado muy rápido. Pero lo único que hizo ella fue devolverle una sonrisa y mirarlo cara a cara, recostada sobre la cama.

—¿Por qué, Berly?— fue lo único que se le ocurrió preguntarle.

—No puedo hacerlo cuando yo quiera.

—No eres así. En todo el tiempo que tenemos de convivir, es la primera vez que eres tan agresiva. Es agradable, pero me gustaría saber por qué.

Ella se molestó y le dio la espalda. Él la acarició con suavidad. Luego de un momento de estar en ese juego, ella contestó:


—Adelantaron la fecha del campamento. Me voy mañana en la tarde.

El joven no contestó nada. Cuando ella se volvió hacia él, en lugar de la expresión enojada y caprichosa que hacía cuando las cosas no le salían, su rostro se veía triste y perdido, a un paso de las lágrimas. Con las manos unidas frente a su boca, ella temblaba delicadamente.

—Aldus. Después de mañana, no volveremos a vernos. Pensé que tendría tiempo, tiempo para despedirme de ustedes. Pero, cuando me llamaron, me di cuenta de que ya no tenía más oportunidades. Hemos pasado muchas cosas juntos. Muchas alegrías y tristezas, más alegrías. Así que quise agradecerte por todo lo que has hecho por mí. Sólo que las gracias no bastan para expresar lo que siento por ti. Nunca me has preguntado, nunca me has reprochado, siempre me has apoyado. Si tan sólo me hubieras dicho que no querías que...

El muchacho puso su dedo índice sobre la boca de la joven. Luego acarició su rostro con su otra mano y limpio una lágrima perdida que bajaba con su mejilla.

—Berly. Cuando te invite a cuidar a mi hija, lo hice porque tenías el corazón roto y necesitabas algo a que sujetarte. Pero tu espíritu es libre. Eres como el viento, que no puede permanecer quieto en un sólo lugar. Te he visto sufrir a mi lado, he visto tu frustración, he visto tu dolor ante el rechazo de tu sueño. Tú amas bailar, más de lo que me amas a mí y a mi hija. Por eso jamás te obligaría a tomar una decisión que va en contra de lo que tú más amas.

—Pero... Me duele. No quiero dejarlos, Aldus. ¡No quiero! Quisiera que vinieras conmigo, quisiera que ella viniera conmigo. ¿Por qué no puedo ser feliz al menos una vez? ¿Por qué no puedo realizar mis sueños y deseos como yo quiero?

—Porque la vida no es justa ni es bonita. La vida es vida. Lo que menos hace es complacernos.

La joven quedó estupefacta con la reflexión. Luego de contemplarla por un momento, él comenzó a acariciarla y la remató.

—Yo siempre te he amado, Berly. Desde el primer día que te conocí en ese bar deportivo junto a Zek. Créeme que jamás haré nada para estorbar tus sueños. Sólo recuerda, aquí siempre tendrás las puertas abiertas si deseas regresar.

Berly sujetó con sus manos las de su amigo y con una sonrisa manchada de lágrimas, ella contestó.

—Yo también te amo.

Ambos volvieron a besarse recostados sobre la cama. Pero ahora, más calmada y relajada, le tocó a su compañero tomar la iniciativa. Él desató su lado libertino, exploró junto con ella todas las formas posibles de estimulación oral para el placer de ambos, así como adoptaron múltiples posiciones para hacer el amor. Al final, agotados por la lucha pacífica que los dos protagonizaron en su cama, ambos se percataron de que eran más allá de las dos de la mañana. Luego de desearse Feliz Navidad, ambos se durmieron juntos, hermanados en un abrazo, con el que ponían un fin amistoso a su contrato de dos años de convivencia.

Carlos "Somet" Molina

13 comentarios:

  1. Amigo Carlos, un volteo en tu temática que a mi me agrada mucho, me gusta el resultado. Una historia de amor pragmática inhabitual, porque el sentimiento suele vencer a la cabeza. Felicidades. Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Faustino. Este es un pequeño experimento que tenía en la mente desde hace tiempo, de pasar mis personajes de fantasía a tiempos modernos. Con esto hice un spoiler de mi historia fantástica. Lol! Nos hablamos.

      Eliminar
  2. Una bonita historia, triste y alegre a la vez. ¡Qué complicados son los caminos del amor! Felicidades:)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desde mi punto de vista, el amor no es fácil ni llega sencillo. Generalmente se requiere tiempo para que cuaje, y oportunidad. Gracias Carmen.

      Eliminar
  3. Definitivamente una muy buena historia romántica, que aunque no termina con la unión formal de los protagonistas, termina en una buena amista, claro, es triste el final, pero el romanticismo vivido fue muy confortante. La vida esta llena de complicaciones pero no debemos dejarnos vencer por eso, muchas veces las complicaciones es lo que hace interesante la vida, lo mas importante es no dejarse vencer por esas complicaciones, sino saber como actuar y sobrellevarlas. Gran historia Carlos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Efrain. En mi experiencia, los finales felices y juntos es uno que cuesta mucho (aunque mis padres son sinónimo de que es posible. Tal vez no sea el final feliz, pero a vece sucede. Gracias.

      Eliminar
  4. Tienes razón Carlos: "lo que menos hace la vida es complacernos"....

    Cristian

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. "'La vida es hermosa y vale la pena vivirla', sólo estoy de acuerdo con lo segundo". Cita de Hemingway. Gracias Cristian por tu cita.

      Eliminar
  5. Una bonita historia con amor, erotismo y, cómo no, su toque navideño, pero con historias más profundas que trascienden esta fachada. Buen trabajo, amigo Carlos. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Juan. Trate de hacer una adaptación moderna para esta historia. Me alegra que te haya gustado.

      Eliminar
  6. Carlos, buenísima! Me encantó esta historia de amor y desamor tan realista, aparte el vocabulario que usas, la forma de escribir suena súoer natural...Genial.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Gontxu. En esta adaptación trato de jugar con elementos modernos, como el negocio del entretenimineto deportivo y las relaciones abiertas. Me alegra que te guste. (y)

      Eliminar
  7. Me gustó bastante amigo Carlos. Está llena de realismo y la forma de narrar hace que la lectura sea muy ligera, enhorabuena amigo.

    ResponderEliminar

Gracias por dejar vuestros comentarios.