Hace ya
semanas que le había notado una actitud extraña, como ocultando algo y yo no me
atrevo a preguntar por qué no me corresponde hacerlo, no tengo ningún derecho a
cuestionarla.
Es extraño
su comportamiento porque se supone que tenemos confianza para hablar claro. Tal
vez sea el temor de herir y lo entiendo, ella sabe absolutamente lo que siento
y cuanto me dolería perderle.
Ella sabe
que no estoy en posición de exigir nada, no soy nada y no represento nada en su
vida si ella no quiere. Todo ha sido como una ilusión, como un bello sueño,
pero siempre he sabido que tendría que terminar algún día.
Ella es demasiado
para mi, tiene clase, educación, posición. Es muy hermosa, inteligente y joven.
Siempre le
dije estar consciente de tantas diferencias y que estaba preparado para todo,
pero decir es fácil y sé que no me creyó, de ahí su temor. Eso es lo que creo cuando
pienso en su extraño comportamiento.
Hace ya casi
tres años que nos encontramos y de inmediato surgió la atracción mutua, tan
solo por las palabras. Extraño pero real, nos encontramos en cierto sitio
escribiendo cosas tal vez para muchos sin importancia.
En realidad
era un pasatiempo, un sitio de entretenimiento pero interesante. Escribíamos cosas, frases que
aspiraban a ser poesía de aficionados, nada formal. Y como no nos sentíamos
obligados a hacerlo técnicamente bien, pues nos divertíamos haciéndolo a
nuestra manera, solo por expresar un poco nuestro pensamiento abiertamente,
libremente y tal vez por esa razón pudimos mostrar el corazón abierto y… Nos
gusto.
De siempre
ha sido ocasional la comunicación, pero de respuesta casi inmediata. Yo escribía
y ella respondía, ella llamaba y yo ahí estaba siempre, siempre para ella.
Nos decíamos
cosas, con libertad y confianza. Nos acompañábamos, nos apoyábamos, nos
comprendíamos, fue creciendo el cariño, siempre con respeto. Yo le escribía con
sinceridad lo que me hacía sentir su compañía, puras cosas lindas con palabras
que no se dé donde salían y… A ella le gustaba lo que le decía siempre.
Han sido
tres años de cultivar una relación entrañable, que siempre supe firme pero
finita por su propia naturaleza y circunstancias. Y, tristemente es lo que he
sentido en estos últimos días a pesar de la suprema muestra de atención y
cariño que tuvimos muy recientemente durante una charla que comenzó como
cualquier otra, pero eventualmente fue subiendo de temperatura, se llenó de
calor, llegó al punto donde nos mostramos verbalmente cada cual en sus deseos
mas íntimos. Explotamos en palabras y frases que nos encendieron a la distancia
de forma increíble.
¿Habrá sido
de despedida? No puedo evitar pensar en eso y por cierto, con mucho dolor en el
alma… Por que la amo.
Enferma este
terrible silencio que presagia un dolor asfixiante, impotencia y un sinfín de
sensaciones que alteran, inevitablemente el estado de ánimo pero ¿Qué hacer
ante lo inminente? ¿Cómo impedir un desenlace cuando ya se ha decidido? ¿Cómo
detener el miedo a sufrir cuando ya no está en mis manos evitarlo?
¡Ah, como
duele el alma!
Hugo
Hay muchas formas de amor, pero todas pueden concluir en una dolorosa sensación que todos conocemos, la angustia de no ser correspondido. Amargo relato que explora ese duro sentimiento.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPreguntas sin respuestas que atormentan el alma herida. Escenas del corazón, roto por amor, que se resiste a echar el telón. La belleza de la amargura, el pánico al fin. Muy hermoso. Gracias Hugo por este regalo.
ResponderEliminarMe he sentido muy identificada con este relato.
ResponderEliminarYo me he sentido también identificado con el relato. Cuantas veces se ha roto mi corazón. Tantas que ahora siento mucho que estoy seco. Gracias Hugo por la historia, me ha hecho recordar y añorar!
ResponderEliminarAmor y rotura al mismo tiempo, Hugo con la agilidad de su cálamo, va dando pinceladas con las que pergeña un relato en el albo papel, que deja entrever que no todo es de color de rosa en esta ajetreada vida...
ResponderEliminarEL AMOR...
El amor juega pasadas
que no siempre se comprenden,
hay mil cosas que dependen
que han de estar muy bien atadas.
Se han de medir las pisadas
por el camino que vas;
y de qué formas las das
para caminar seguro,
no sea que algún apuro
te pudiera estar rondando;
y mientras que vas andando,
lo blanco se vuelva oscuro…
***************
*******
Manuel MEJÍA SÁNCHEZ-CAMBRONERO