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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Angustia.


          Los días pasan y no llega respuesta a mi última carta, es la primera vez que tarda tanto en responder y comienzo a preocuparme. 

          Hace ya semanas que le había notado una actitud extraña, como ocultando algo y yo no me atrevo a preguntar por qué no me corresponde hacerlo, no tengo ningún derecho a cuestionarla. 

          Es extraño su comportamiento porque se supone que tenemos confianza para hablar claro. Tal vez sea el temor de herir y lo entiendo, ella sabe absolutamente lo que siento y cuanto me dolería perderle. 

          Ella sabe que no estoy en posición de exigir nada, no soy nada y no represento nada en su vida si ella no quiere. Todo ha sido como una ilusión, como un bello sueño, pero siempre he sabido que tendría que terminar algún día. 

          Ella es demasiado para mi, tiene clase, educación, posición. Es muy hermosa, inteligente y joven. 

          Siempre le dije estar consciente de tantas diferencias y que estaba preparado para todo, pero decir es fácil y sé que no me creyó, de ahí su temor. Eso es lo que creo cuando pienso en su extraño comportamiento. 

          Hace ya casi tres años que nos encontramos y de inmediato surgió la atracción mutua, tan solo por las palabras. Extraño pero real, nos encontramos en cierto sitio escribiendo cosas tal vez para muchos sin importancia.  

          En realidad era un pasatiempo, un sitio de entretenimiento pero interesante. Escribíamos cosas, frases que aspiraban a ser poesía de aficionados, nada formal. Y como no nos sentíamos obligados a hacerlo técnicamente bien, pues nos divertíamos haciéndolo a nuestra manera, solo por expresar un poco nuestro pensamiento abiertamente, libremente y tal vez por esa razón pudimos mostrar el corazón abierto y… Nos gusto.
 
          De siempre ha sido ocasional la comunicación, pero de respuesta casi inmediata. Yo escribía y ella respondía, ella llamaba y yo ahí estaba siempre, siempre para ella. 

          Nos decíamos cosas, con libertad y confianza. Nos acompañábamos, nos apoyábamos, nos comprendíamos, fue creciendo el cariño, siempre con respeto. Yo le escribía con sinceridad lo que me hacía sentir su compañía, puras cosas lindas con palabras que no se dé donde salían y… A ella le gustaba lo que le decía siempre. 

          Han sido tres años de cultivar una relación entrañable, que siempre supe firme pero finita por su propia naturaleza y circunstancias. Y, tristemente es lo que he sentido en estos últimos días a pesar de la suprema muestra de atención y cariño que tuvimos muy recientemente durante una charla que comenzó como cualquier otra, pero eventualmente fue subiendo de temperatura, se llenó de calor, llegó al punto donde nos mostramos verbalmente cada cual en sus deseos mas íntimos. Explotamos en palabras y frases que nos encendieron a la distancia de forma increíble. 

          ¿Habrá sido de despedida? No puedo evitar pensar en eso y por cierto, con mucho dolor en el alma… Por que la amo. 

          Enferma este terrible silencio que presagia un dolor asfixiante, impotencia y un sinfín de sensaciones que alteran, inevitablemente el estado de ánimo pero ¿Qué hacer ante lo inminente? ¿Cómo impedir un desenlace cuando ya se ha decidido? ¿Cómo detener el miedo a sufrir cuando ya no está en mis manos evitarlo? 

          ¡Ah, como duele el alma!

 

Hugo

6 comentarios:

  1. Hay muchas formas de amor, pero todas pueden concluir en una dolorosa sensación que todos conocemos, la angustia de no ser correspondido. Amargo relato que explora ese duro sentimiento.

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  3. Preguntas sin respuestas que atormentan el alma herida. Escenas del corazón, roto por amor, que se resiste a echar el telón. La belleza de la amargura, el pánico al fin. Muy hermoso. Gracias Hugo por este regalo.

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  4. Me he sentido muy identificada con este relato.

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  5. Yo me he sentido también identificado con el relato. Cuantas veces se ha roto mi corazón. Tantas que ahora siento mucho que estoy seco. Gracias Hugo por la historia, me ha hecho recordar y añorar!

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  6. Amor y rotura al mismo tiempo, Hugo con la agilidad de su cálamo, va dando pinceladas con las que pergeña un relato en el albo papel, que deja entrever que no todo es de color de rosa en esta ajetreada vida...

    EL AMOR...
    El amor juega pasadas
    que no siempre se comprenden,
    hay mil cosas que dependen
    que han de estar muy bien atadas.
    Se han de medir las pisadas
    por el camino que vas;
    y de qué formas las das
    para caminar seguro,
    no sea que algún apuro
    te pudiera estar rondando;
    y mientras que vas andando,
    lo blanco se vuelva oscuro…

    ***************
    *******
    Manuel MEJÍA SÁNCHEZ-CAMBRONERO

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