Podría haber sido otro libro
cualquiera el que aquel día hubiera escogido en la biblioteca Miguel de
Cervantes de Pozuelo de Alarcón, pero el impulso que sentí era superior a la
orden que mi cerebro en ese instante daba a mi mano.
Nunca entendí el por qué me había
decantado por ese libro, hasta que leyéndolo, tuve que admitir -¡Si, si, te
guste o no, eres codependiente! (Ese "yo" que todos llevamos dentro,
se hizo presente).
Era una situación que me negaba a mí
misma, como creo que lo hacemos la mayoría de las personas. Pero...
reconociéndome a mí misma, mientras leía letra a letra, página a página, y
capítulo a capítulo el ejemplar, me daba cuenta de que nunca en la vida me
había sentido más desnuda que obteniendo la verdad. "Esa" verdad que
en ocasiones no queremos ver y que un libro (que muchos pensaban que al ser
escrito por Isabel Sartorius estaría salpimentado de su vida privada, con
tintes más "rosas" que con un contenido más crudo, honesto y real
como el que realmente tiene), me había descubierto.
Y no sabéis lo mucho que me alegra
haber errado realmente, porque estoy convencida de que si en algún momento dado
todos y cada uno de nosotros (como a mi me sucedió leyendo el libro) nos
mirásemos delante de un espejo, sin temor a encontrarnos a nosotros mismos, más
de uno se daría cuenta de que son codependientes.
Es más, me atrevo a decir que quien
pueda leer esto, lo es. Y si no, cuestiónate estas preguntas y sé honesta/o
para con tu persona cuando lo hagas.
¿Te preocupas a menudo más por los
demás que por ti misma/o? ¿En ocasiones sufres más con el dolor ajeno que con
el tuyo propio? ¿Necesitas tenerlo todo controlado y que nada se escape de tu
control? Si tus respuestas han sido sinceras y has contestado que si, bienvenido
al club de la codependencia.
Pero tranquilo/a,
que no es nada contagioso, ni de lo que uno se tenga que avergonzar. Es
cuestión de coger las riendas de nuestras vidas y aprender que no siempre
tenemos la solución a todo y que nada, a excepción de nuestro propio comportamiento,
podemos controlar. Por supuesto que se tiene que ayudar a las personas, pero...
sabiendo cómo hacerlo, sin que en ello se vaya parte de nuestra vida, y quizás
y sólo quizás, así aprendamos realmente a valorarnos más y a saber que
realmente sólo aquel que necesite nuestra ayuda, la pedirá. De lo contrario,
seremos codependientes de una persona que depende de "algo o de
alguien" y que nosotros no podemos solucionar, puesto que la propia
persona enferma no lo sabe apreciar.
Por Eva María Maisanava Trobo
No he liedo el libro, y además sería un libro que jamás escogeria, simplemente por ser la persona que la escrito. Eso no deja que no esté bien, o sea, una lectura que nos enseñe algo, como tú bien dices, también te quedastes sorprendida. Pero se tiene que imaginar que lo más posible es que ni tan siquiera esté escrito de su puño y letra, y más bien se lo hayan escrito y el resto si que lo haya puesto ella. De todas maneras la critica que haces, Eva, sobre el libro invita a que den ganas de leerlo Un saludo.
ResponderEliminarMe gusta mucho tu crítica. Desde el momento que escoges el libro. No sería un libro que leería, pues cuando me ocupo de algunas personas lo hago sin tratar de interferir en sus vidas ni como bisturí ni como caramelo. Les comparto mi experiencia si la tengo en su caso y le sugiero meditar.
ResponderEliminarConsidero que cada uno tiene su propia vida. ¿Quién soy para intervenir, desviar o corregir su camino? Si alguien me necesita estoy. Íntegra, con todo mi potencial para serle útil. Jamás podría controlar a otras personas. Creo, a través de tu crítica, que es muy buena lectura para las personas que necesitan liberarse de semejante carga. Lo espero por Buenos Aires porque conozco a más de una persona que necesitan leerlo.