Te conozco, no me engaño, y se que por
tu bondad infinita me abrirás de nuevo el corazón, pasarás el cerrojo de la
intransigencia y todo volverá a ser como cuando la primavera mece sus hojas
verdes y trémulas.
Ahora escucho risueña el trino de los
turpiales bañados por el oro del sol, por su luz salvaje y espléndida, ahora,
te seguiré contando todo lo que me inspira, leerás mis rimas que casi rozan a
las estrellas, te contaré historias que brotan del alma; mientras mis labios
tiemblan, me convertiré en ninfa para bañarme en aguas cristalinas que agitaré
para formar espumas, mientras mi sonora voz elevará himnos de amores que
llegarán ti, a tu aspecto exterior porque no chocarán con los sentires íntimos.
¡Oh poetas! Que de la nada te elevas a
la cima de la tragedia o te desmoronas como el ánfora que se torna barro,
porque vuelve a su lugar de origen, o que te hundes en la grata alegría para
expresar un divino idioma de esperanza.
Trina De Hidalgo
el 12/10/2010
Realmente bonito
ResponderEliminarComo escuchar tu dulce voz reafirmando tan bellos sentimientos, alimentados por tu visión de un mundo de ensueño que ennoblece el espíritu distinguida Maestra.
ResponderEliminarEsta muy bonito. Felicidades!
ResponderEliminarMuy bonito.
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