Berlashalee no es una elfa oscura común y corriente, eso lo sabe perfectamente. Un poco más alta que sus congéneres, su extraordinaria belleza y su personalidad resaltan para todo el que la observa. Con un rostro amistoso y delicado, un cuerpo sensual y voluptuoso que armonizaba con su estatura; junto con una actitud animada hacia la vida; los pocos que la conocen saben y admiran estas cualidades, que la convierten en una de las mejores bailarinas de la ciudad.
Ella es una esclava de la familia Arabth al igual que su madre. Pero ambas gozan de un nivel de independencia sin precedentes entre sus numerosos sirvientes y superiores que regían la estructura social de la ciudad. Esto sin duda debe agradecerlo a su madre, que se había destacado por muchas décadas en la elaboración de armaduras y espadas. Su reputación como una de las mejores herreras provoca que los encargos le lluevan, su posición como servidora directa de la casa disuade a sus clientes de solicitar sus favores gratis; lo que genera un ingreso constante, así como fama y honra para la familia que servían.
Pero en su sociedad, ambas saben lo que significaba ese nivel de éxito. Atentas a los peligros de su posición, ellas han eludido por mucho tiempo los numerosos intentos de asesinato, secuestro y robo de los competidores de su madre, al igual que los de otras familias envidiosas. Simples reglas, como la de nunca consumir absolutamente ningún tipo de alimento fuera de su casa, acarrear siempre un camafeo en su cuello que le permite detectar alguna amenaza, pasar la noche con conocidos en lugares públicos como tabernas y mantenerse vigilante de su entorno; eran simples precauciones para evitar alguna situación desafortunada que trajera dolor a ella y su madre.
Su familia es pequeña y disfuncional. Ella no conocía absolutamente nada de su padre, salvo que era un militar que había hechizado a su madre con su maravilloso despliegue de seducción y confianza. De su madre si conoce un poco más, una de las mejores herreras de la ciudad, con una gran capacidad para construir armas y para usarlas. Sin embargo, ella poco le había comentado sobre su pasado, cada vez que le preguntaba evadía sus esfuerzos, cambiaba de tema o la ignoraba. A pesar de ello, se lo debe todo, incluso el haber sido iniciada en una fe prohibida en la Infraoscuridad, que si era de conocimiento general provocaría que ambas fuesen encarceladas en las oscuras mazmorras del templo principal de Xillander’kull para ser sacrificadas como ganado ante la Reina de las Arañas.
Desde su llegada, la noche en la taberna había comenzado lenta. Ella era la tercera en una rotación de cinco bailarinas, de las cuales ya había bailado la primera ante un público aburrido cuando llego. Después de todo, no había mucha competencia para ella entre sus compañeras, que eran de las más variadas razas e incluían a dos compañeras elfas oscuras que la devoraban con ojos terribles de envidia. Su primera danza animó más la noche, donde los asistentes se combinaban en descanso de sus decepcionantes y agobiadoras jornadas de trabajo y gastan el poco dinero obtenido en algo de diversión, ya fuese alcohol o un buen espectáculo.
Cuando salió para la segunda danza de la noche, poco después de iniciarla su corazón se agolpó en su pecho. Zeknarle apareció en la puerta de la taberna con el mismo compañero que había visitado la herrería. El sólo observarlo la hizo sentir dichosa, su belleza y su habilidad eran la razón de la visita a esa parte de la ciudad tan peligrosa para una oficial como él. La vanidad la hizo alegrarse, él se había arriesgado a ser capturado en las calles de la ciudad después del toque de queda para verla. Por esto, cuando lo tuvo a la vista, le guiñó el ojo de forma coqueta para hacerle saber de su alegría y de su deseo.
Ella se animó y bailó con más frenesí que antes. Conforme movía su voluptuosa figura de forma sensual y agitaba con fuerza el pandero para llevar el ritmo; se perdió en los acordes al concentrarse en su danza. Para el asombro de todos los presentes, ella comenzó a mover los brazos y creó símbolos que se grabaron como filamentos de luz en la oscuridad. En compañía de las luces danzarinas que la rodeaban, que hacían brillar todo su cuerpo en oro y arco iris, la joven culminó su movimiento de manos y susurró una frase que nadie comprendió.
Para sorpresa de todos los presentes, cuatro imágenes idénticas de la bailarina aparecieron en el escenario. Conforme la música entraba en sus últimos acordes, las cuatro saltaron con un felino movimiento, avanzaron en direcciones opuestas entre los presentes con un sensual movimiento de caderas. No fue sorpresa que una de las imágenes se dirigiera hacia Zeknarle, ante el cual bailó de forma provocativa, así como con otros tres afortunados.
Ambos se miraron fijamente por un largo rato. Luego, ella inclinó la cabeza, movió los hombros y se aseguró de tener toda la atención del oficial. Al final, sonrió con sincera alegría, se lanzó a sus brazos y lo besó de forma apasionada al concluir la música; entre los constantes chiflidos, palabras de aprobación y gritos de los comensales presentes que hubiesen dado lo que fuera por encontrarse en el lugar del capitán.
El beso fue largo, repleto de sensualidad y alegría. Berlashalee se acomodó en los regazos del oficial, le permitió acariciar sus piernas, mientras ella devolvía su afecto con sus suaves manos sobre su cuello y espalda. La lujuria y el deseo eran las reglas de su raza, la pareja lo sabía a la perfección. Pero ella expresó todo lo que sentía por el Capitán de la Torre Norte en ese beso; su amor, su deseo, su fé y su esperanza. En sus brazos ella se encontraba en otro mundo, uno donde podía confiar en su pareja, en donde el amor que sentía sería correspondido, donde podría vivir en paz y tranquila a su lado. Ella lo creía con todo su corazón.
Al finalizar, la joven bailarina lanzó una mirada a su alrededor. Todos los comensales volvieron a embriagarse, la siguiente bailarina ocupo su lugar en el escenario, todo volvió a la normalidad. Pero el guerrero que acompañaba a su amante seguía frente a ellos, boquiabierto por el espectáculo que ambos le brindaban. Al cruzar sus miradas, ella le sonrió maliciosamente, tomó su bebida con un movimiento súbito y la ingirió frente a sus ojos.
De verdad lo sentía por el pobre compañero de su amante. Era la única forma de garantizarse una bebida no envenenada en una taberna llena de varones lujuriosos y de rivales envidiosas. Era preferible escuchar el berrinche del compañero de su amante que enfrentar la inconsciencia o la muerte segura. Esperó ese reclamo con paciencia, tal como siempre le había sucedido al llevar a cabo esta travesura. Pero el estoico guerrero sólo bajo la cabeza sin reclamar nada, se volteó de forma tímida y solicito una bebida nueva con su mano.
Soy una tonta, fue lo único que pudo pensar. La reacción de ese sujeto la perturbó, no por el hecho de que fuese un sucio y grasiento ejemplar varonil de su raza, taciturno y de pocas palabras. Era la primera vez que conocía a alguien del otro género que no reaccionaba como esperaba a su broma. Los colores se le subieron al rostro; pero ella lo ignoró, se volteó a Zeknarle, besó levemente su cuello e inicio la conversación: - ¿Quién es tu amigo, cariño?
- Se llama Eorel… Era un esclavo de la casa del’Armgo, pero desde que asesino a su instructor, el antiguo Maestro de Armas, lo suplantó en su puesto.
- Mucho gusto, señorita - repuso con pena el muchacho mientras extendía su mano - ¿Con quién tengo el gusto?
- Me llamó Berlashalee, pero mis amigos me dicen Berly - respondió ella mientras le daba la mano. El firme pero delicado tono con el que fue saludada le hizo sentir caliente. Era algo diferente a lo que sentía por los muchos varones que habían entrado y salido de su vida, a lo que sentía por Zeknarle. Su rostro adquirió colores que apenas se mostraron a través de su piel oscura, mientras ella sonreía amable y se preguntaba que había de especial en este guerrero.
De inmediato ignoró esa sensación y se acurrucó en los regazos de Zeknarle. Conforme lo besaba, este comenzó a acariciarla de forma provocativa y exclamó con orgullo - Eorel… Deberías pensar en tener pareja. Ya tienes la edad para buscar a una linda muchacha, como mi noviecita.
Un manotazo sonoro en su nalga provocó una carcajada en la bailarina. De inmediato, los amantes elfos oscuros se voltearon hacia el joven, que negó con la cabeza y respondió - ¡No! Perdona por lo que voy a decir, eso va también para usted cariño, no más de su clase para mí… La última vez que estuve con una, tuve problemas de cama, faltó poco para que practicara zoofilia forzada conmigo. Era demasiado joven y no pudo controlar su cuerpo. Todavía acarreo las consecuencias de ese acto conmigo. Ya no más. Prefiero una humana, alguna otra criatura, pensaría seriamente en secuestrar a una elfa clara, pero no más oscuras, no más.
El tono de Eorel extraño a los amanates. Su voz se quebraba mientras hablaba, él dudo durante su relato, como si lo perturbara el recuerdo. Por esta razón, la muchacha exclamó mientras acariciaba a su amante: - Eres extraño, Eorel. Tu cara no está nada mal, eres bien parecido. Si te lavaras un poco y te vistieras mejor serías más atractivo y tendrías menos problemas con las de mi clase.
- Supongo - repuso el muchacho con paciencia - pero lavarse quita tiempo de entrenar.
- Se me olvidaba decirte - prosiguió Zeknarle acompañado de un par de carcajadas - Eorel es un enfermo del entrenamiento. ¿Eso fue lo que te convirtió en el Maestro de Armas de la casa del’Armgo, no es así?
Eorel gruñó con disgusto mientras escuchaba la conversación. Luego de beber con rapidez la nueva bebida traída a su mesa quiso retirarse cuando la muchacha lo sujetó del brazo y exclamó con una sonrisa amistosa: - Debió haber sido un formidable hecho de armas el que te permitió conseguir ese puesto… ¿Podrías decirme cómo lo lograste? ¿Por favor?
- Es cierto… nunca me lo has contado… Si lo recuerdo bien, era uno de los mejores guerreros de la ciudad al que reemplazaste. ¿Cómo conseguiste asesinar al antiguo maestro de armas de esa casa?
Tal vez fue la voz sensual y delicada de la muchacha, o fue el tono que uso para pedirlo, o lo más probable es que los humos de la bebida llegaron rápido a su cabeza. Cualquiera que fuese la razón, el guerrero entró en confianza con la pareja, e inició el tortuoso relato donde un joven y atrevido esclavo recién adquirido en los mercados de la ciudad pudo matar al uno de los mejores guerreros de la ciudad, al que engañó con un truco de manos que había entrenado tiempo atrás con sus amigos en la superficie.
Carlos "S0met" Molina Velázquez
Siempre hace falta un poco de fantasía para no perder la realidad. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias. La verdad es que me siento algo apenado. Espero ir mejorando conforme pase el tiempo, porque aunque me apasiona escribir todavía me siento más del lado de la ingeniería. Gracias por el comentario.
EliminarAdmiro la ilusión con la que escribes, pero sé que éste no es tu camino. ¿Has probado a escribir algo de historia, más real?. No a todo el mundo le llegan estos relatos, tan fantásticos.
ResponderEliminarNo tengo cosas tan reales como lo desearía. He fluctuado entre el genero del cómic y el escrito. Esta historia fue una prueba con unos amigos, por eso la tengo tan cercana y la use. Si he escrito cosas más reales, pero debo convertirlas de la fórmula en que las tengo (viñetas) a algo narrativo. Lamento si no es del gusto de todos.
EliminarMe he quedado con ganas de un final distinto, algo menos penoso y trágico como es la muerte.
ResponderEliminarNo soy romántico de naturaleza. Lo que escribo es más oscuro, más físico y con un tono triste (me declaro pecador). Tengo dos naturalezas y en ninguna soy profesional (guionista de comic y novelista). Faltan aún entregas de esta historia, intentaré otra orientación en cuanto acabe.
EliminarMe encanto la fantasia la precibe cada uno de una form a como los sueños.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte...
Manuel Barranco Roda
Gracias Manuel. Recibo el abrazo con alegría, como el agua en un campo yermo y sol abrazante. Muchas gracias.
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