Juan Martín Salamanca
viene pisando fuerte y quiere dejarnos un buen sabor de boca, aquí tenemos
el prólogo de su novela "En busca del hogar". Ya cuando hice el vídeo
me conquistó, pero ahora después de transcribir el texto, no que cabe la menor duda, de
que también os conquistará a vosotros.
Estoy segura que dará mucho que hablar y tendremos el privilegio de poder seguir leyendo sus obras. ¡Gracias Juan!
En busca del Hogar
Prólogo
Hacienda Mercader
(Santo Domingo), 7 de octubre de 1671.
Resulta complicado
vivir en estos tiempos en el Caribe y no contagiarse del miedo a los piratas.
Por todas las ciudades se escuchan las historias de ese inglés llamado Morgan
que lleva años arrasando las costas españolas y que, hace menos de diez meses,
ha logrado su gesta más temeraria al saquear y destruir Panamá, cuyas ruinas
aún se duelen en la costa del Pacífico y siguen siendo un insulto al poderío
del Rey Católico.
Sin embargo, en lugar
de causarme el mismo temor que a mis paisanos, estos acontecimientos no dejan
de traer a mi memoria aquellas historias que mi madre y mi hermana me contaban
acerca de otro famoso pirata que merodeó por estas costas y por otras más
lejanas allende los mares.
Cae el sol sobre la
playa, la marea comienza a revolverse y no está de más echarse un capote sobre
los hombros a fin de evitar que la brisa vespertina resfríe mi viejo cuerpo. No
en balde, son ya 63 primaveras las que dejo a mis espaldas y hasta la más suave
de las brisas caribeñas puede trastocar un anciano y caduco cuerpo.
El día se ha
desarrollado sin mayor novedad. Como cada jornada, he abierto los ojos al son
de las gaviotas y, tras mi frugal desayuno, me he acercado hacia las rocas para
aliviar, en las cálidas aguas que mansean en su seno, la resaca que el ron ha
dejado una vez más en mi interior.
Y ahora que la tarde
se cierne sobre la bahía, he decidido recogerme en el interior de mi hacienda y
negarle por una vez al alcohol el dominio de la noche. Esta vez será el café
quien perturbe mi paz y dejaré que su aroma impregne las paredes, muebles y cortinas
de esta casa, mientras deleito mi mente con el recuerdo de aquellas historias
casi olvidadas sobre aquel temido pirata cuya memoria pretende borrar el
insaciable Henry Morgan, pero cuya leyenda todavía estremece las costas desde
Estambul hasta Malaca y desde Bahamas hasta Buena Esperanza.
Pocos delitos hay que
no hubiera cometido aquel canalla, pues en su haber figuran tanto el asesinato
como el robo, el secuestro y el embuste, todos ellos pecados contra los
mandamientos de la Ley de Dios.
Y líbreme el cielo de
querer ofender a Nuestro Señor alabando tales bajezas. Mas dice el cuarto
mandamiento, “honrarás a tu padre y a tu madre”, y no me gustaría dejar este
mundo sin haber cumplido ese deber. Es por ello que quiero aprovechar esta
noche a la luz de las velas y con la brisa marinera que entra por las ventanas,
para dejar testimonio escrito de quien fue mi padre, el capitán Turk.
Pido perdón de antemano por
las licencias que me haya tomado en mi narración pues, no teniendo certeza de
los hechos, he creado mi propia visión de cómo transcurrió la vida de Turk a
fin de hacerlo más soportable al lector. Sin más, he aquí mi relato, que
comenzaré tal día como hoy, hace cien años.
Juan Martín Salamanca
Estará disponible en línea o por demanda para los que vivimos del otro lado del charquito Atlántico? Lol!
ResponderEliminarPues creo que aún no está disponible por un tema editorial más que mío. En estos casos coincido contigo en que el papel es un freno para poder estar al otro lado del océano, donde además se concentra el mayor número de hispanohablantes, lo cual no deja de ser una rémora. Espero poder tener pronto noticias distintas y que tantos amigos americanos puedan disfrutar de ella. Un abrazo.
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