A Pepe
Cormenzana
Una rosa pletórica,
amarilla,
mi color favorito
adivinado,
me regala un amigo,
atribulado
por un supuesto agravio… ya
olvidado.
En la postrera luz, la
última hora
de la tarde de octubre
macilenta,
de su jardín la reina,
era la última rosa que
otoñaba,
ofreciendo a la mano del
verdugo
la orgullosa cabeza
coronada.
Me ha contemplado, erguida
sobre el tallo,
sumergida en la paz de mi
escritorio,
curioseando mis cartas y
mis versos,
viéndome componer folio
tras folio.
Hoy me sigue mirando, aún
obcecada,
cuando pasan los días y
doblega,
flojo el tallo, ya el pétalo
rizado
de oro viejo, la corola
apretada.
Es tan bella la rosa
que hasta en la humillación
de la decrepitud,
aún sigue siendo hermosa.
Luz Macías.
Luz, hermoso poema sobre una de las flores más bellas de la naturaleza.
ResponderEliminarUn buen poema sobre un hecho natural que nos trastorna, las flores (específicamente la rosa amarilla). Es una lástima que se marchiten. Gracias Luz.
ResponderEliminarLa rosa es una de las flores más bella y como t´´u bien dices, hasta en la decrepitud conserva esa belleza.
ResponderEliminarBonito poema
Un saludo
Bonita poesía. Una flor especial, hasta el color es oloroso. Un saludo
ResponderEliminarMuy bonito.
ResponderEliminarCristian
Hermoso poema, la vida de una rosa, aunque efímera más que nosotros, Saludos.
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