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martes, 22 de abril de 2014

El libro




La sala de espera estaba desierta, se sentó y se puso a leer un libro de bolsillo. Pronto se sintió inmersa en aquella historia y no se dio cuenta cómo la estancia se iba llenando de gente. Salió la enfermera y comenzó a decir los nombres de los pacientes que habían de pasar; pero ella seguía leyendo y no se inmutó. Uno a uno fueron entrando a la consulta hasta que al final sólo quedaba ella. La enfermera, con su mirada fija en aquella señora, le habló:


      —Señora, señora...


La enfermera increpaba a aquella mujer completamente invadida por el libro. Al no contestar, decidió acercarse. Le tocó el brazo y fue entonces cuando reaccionó:


—Pero, ¿qué?

—Ya han entrado todos los pacientes y usted sigue aquí.

—¡Ah!, ¿es que había más gente?

—Claro, la sala estaba llena. Usted, ¿no va a entrar?

—Sabe qué, volveré otro día; ahora sólo me interesa acabar esta historia y averiguar el final.


          La enfermera se quedó perpleja y la mujer desapareció.




4 comentarios:

  1. Bueno, parecería una obra de ficción pero... a mi me ha pasado, pero en los autobuses. Estoy tan absorto que llego a la primera parada y me pierdo. Gracias Carmen.

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  2. Gracias Carlos por tu comentario. Es que sin los libros no seriamos nada; aunque también hay que estar pendiente de otras cosas.
    Un saludo

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  3. Ciertamente tienen ese poder de hacer que nos involucremos en ellos cuando la literatura es buena, y una que otra vez me han hecho no dormir por no quererlos cerrar! buen relato Saludos!

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