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martes, 22 de abril de 2014

Fragmento X. Las ventanas del mundo. María del Carmen Aranda.




COMO DIJO FREDERICK SPEAKMAN: 

 "LOS CAMINOS QUE TOMAMOS SON MÁS IMPORTANTES QUE LAS METAS QUE  ANUNCIAMOS"

          Los años se sucedieron y las ciudades Toekom se convirtieron en verdaderas joyas dentro del planeta, ejerciendo un gran poder sobre los gobiernos dirigentes de las otras ciudades denominadas Temura, quienes les miraban con un cierto escepticismo y temor ante ese progreso lento pero seguro, basado en el cultivo de los valores del ser humano y sostenido por los pilares de la razón: la honestidad, la tolerancia, la sinceridad, el respeto y el compromiso.
          El mundo se había divido en dos, por un lado fueron surgiendo pequeñas ciudades Toekom y por otro las ciudades Temura, cuyos pensamientos, sistema de vida y proyección de futuro eran totalmente diferentes; dos civilizaciones viviendo una misma era y antagónicas por principios.
Los Toekom decidieron la sencillez en sus vidas, querían vivir, simplemente disfrutar de los cinco sentidos, que en aquel entonces se conocían, descubriendo no muy tarde el que sería el sexto, el más abstracto y cósmico: la intuición.
Fueron poco a poco liberando sus mentes, practicando a diario el shalóm sijlin, la inteligencia de una mente limpia y libre de perturbaciones, permaneciendo sus pensamientos positivos, eliminando la negatividad, la rabia, las culpabilidades y la falta de perdón, manteniendo así una mente ordenada. Utilizaban técnicas que consistían en recordar sucesos de sus vidas que se habían grabado en el corazón y la memoria, como imborrables por la felicidad producida, cultivando el entusiasmo y el optimismo. Eso les hacía fuertes, uniéndoles cada vez más.
Vivían en mundo dirigido por las ciencias de la vida y habían creado una especie de burbuja aislados de las comunicaciones de los medios, aislados de ciudades destruidas, creando así sus propios y pequeños paraísos.
Tenían un principio, el cual iban transmitiéndose unos a otros, un principio sencillo pero que fue la base del origen de esta nueva civilización, de este «Nuevo Despertar»: «Eres lo que tu más profundo y vigoroso deseo es. Como es tu deseo, es tu voluntad. Como es tu voluntad, son tus actos. Como son tus actos, es tu destino». Brihadaranyaka Upanishad.
Y así fue transcurriendo el tiempo, sucediéndose los años. Los llamados Toekom permanecieron fieles a su herencia de paz, crearon sus propias ciudades viviendo ajenos al resto del mundo.
Les supuso mucho esfuerzo adaptarse a ese nuevo sistema de vida dejando atrás sus recuerdos y gente querida. Habían iniciado un nuevo proyecto de supervivencia teniendo que luchar día tras día para acomodarse a esos pequeños refugios que la naturaleza les brindaba, a los cambios súbitos climatológicos y a otras adversidades que estoicamente fueron superando.
Atrás dejaron pueblos prácticamente destruidos, desolados y desérticos de ilusión, allí dejaron a muchas de sus gentes que por miedo no quisieron enfrentarse a la gran decisión de crecer y cambiar sus miedos por la descarnada verdad.
Fueron aquellos, los más indecisos y cobardes, los que siguieron aferrados a la rutina y aburrimiento sin ninguna esperanza, permaneciendo en el mismo sitio, mismo pueblo o en la misma ciudad que les vio nacer, sin nada más que sus lejanos recuerdos de lo que una vez fue o pudo haber sido, sin futuro ni porvenir. Lo único que les quedaba eran sus cuerpos velados que poco a poco fueron consumiéndose, para finalmente, fusionarse con la tierra y desaparecer.

Los más débiles y desesperanzados, los que no se atrevieron ni tomaron partido por ninguna de las dos nuevas civilizaciones que empezaban a emerger, fueron desapareciendo paulatinamente de la faz de la Tierra.


Por otro lado, los llamados Temuranos se quedaron en las ciudades que ellos consideraban más seguras, sin resignarse a morir, fueron creando una filosofía totalmente distinta a los Toekom, un mundo dirigido por la robótica, la tecnología de la información y la nanotecnología; su búsqueda por la supervivencia se inició bajo la tierra en la más profunda oscuridad, ciudades apoyadas en túneles y sombras.

(Continuará, ver Fragmento XI)














 
María del Carmen Aranda

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho ese mundo de los Toekon. Se ha de ser valiente,dejarlo todo y cambiar de vida. Eso es lo que haría falta a muchos de nosotros, que preferimos no movernos a pesar de la infelicidad porque tenemos miedo a lo desconocido.
    Espero con ganas la continuación.
    Un saludo

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  2. Hola Carmen , es una historia llena de intriga con un final sorprendente. A mi me tiene enamorada Urus, el gran amor de Magali. En mi blog voy publicando todos los fragmentos, de todos modos intentare pasarlos también a la Revista de todos. Te dejo mi blog por si quieres echarle un vistazo. http://mariadelcarmenaranda.blogspot.com.es/ UN FUERTE ABRAZO!!

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