Estábamos
impacientes esperando la llegada del tren, mi hermano y yo sentados en un
escalón del andén, era como nuestra segunda casa, mi querido padre era factor
de circulación de una bella estación, pequeña, da igual el nombre o la
ubicación, era de esas estaciones que había a lo largo de la red ferroviaria de
España, allá entre los años mil novecientos cincuenta y seis y mil novecientos
sesenta y cinco, en ese tren tan esperado llegaría mi abuelo, era ya Navidad y
siempre por estas fechas esperábamos su llegada, nunca decía el día que
llegaría para así mantener la ilusión días tras día, era uno de esos días en
los que esperábamos impacientes la llegada del correo, como así se le nombraba
al tren de pasajeros de la mañana, en la escuela ya nos había dado las
vacaciones de Navidad, disfrutamos de estos días de ocio y de libertad, los
dedicábamos al entretenimientos y juegos.
Transcurría
malos tiempos, había miserias y los niños carecían de lo más necesario, pero mi
hermano y yo éramos felices, quizás porque nuestras pequeñas mentes no
alcanzaban a darse cuenta de nuestras carencias, no había ni televisión ni
radio, no porque no existiesen, sino porque era un lujo para las mayorías de
las familias de mi pueblo, como otros tanto pueblos de la España rural de
entonces.
Felices
vimos llegar el tren, nos pusimos en pie para ver cuantas personas bajaban al
andén, una señora con un niño pequeño, un hombre con una gabardina y a continuación, un señor con traje y
sombrero, maleta y bastón en mano, ese era mi abuelo, saltamos de alegría, toda
una algarabía formamos a su alrededor, mi hermano le cogió la maleta y yo del
brazo, le dimos besos y abrazos, mi padre salió al andén para saludarlo y
seguir trabajando, dar de nuevo salida al tren para que continuara con su
trayecto; así nos fuimos hacía la casa, donde nos esperaba mi madre.
Preguntamos,
indagamos, investigamos para saber que de nuevo, además de ropa, encerraba la
maleta, siempre nos guardaba entre sus ropas chucherías y regalos, era Navidad
todo los sabíamos, no teníamos muchas ocasiones a lo largo del año para tener
regalos, este día era muy especial, no solo por lo regalos, sino porque era
Noche Buena, se cenaba temprano porque
luego había que ir a la misa del Gallo, intentábamos que mi abuelo nos diera
los regalos, pero nunca lo hacía antes de la misa del Gallo.
Mi
madre en la cocina preparando la cena de noche buena, cosas sencillas que
merecían la pena, caldo y una gallina en pepitoria, delicioso postre hecho en
el horno de carbón, todos en la mesas rezamos una oración como agradecimiento a
nuestro niño Dios.
Hacía
una noche muy fría pero nos abrigamos y fuimos todos a la misa, rezamos,
cantamos, le dimos un beso al niño y el cura nos dio la bendición y de vuelta a
casa, sentados al lado de la chimenea, al calor del fuego; ya es hora, dijo mi
abuelo, de abrir la maleta para sacar el pijama y un pañuelo, tengo mucho sueño
me voy a la cama, como siempre distraído tiró el pijama al suelo y debajo salió
un regalo, ¡esto es magia! ¿Pero que es? Dijo, empezamos a dar saltos, pero
tiene un nombre puesto, este es para tú hermano, nerviosa estaba de tanto
esperar y de la manga salió de nuevo otro más y este lleva tu nombre, dijo mi
abuelo, cogí mi regalo y con devoción lo abrí para así no romper el papel de
colores, luego lo utilizaría para forrar algún libro, me encontré con el mejor
de los regalos, unos caramelos, una caja
de acuarelas, un cuaderno y un cuento, ahí comenzó todo, desde entonces pude
pintar y contar como es la Navidad.
Manuela Carrión
Es muy bonito, el costumbrismo sencillo a veces es el mejor regalo
ResponderEliminarGracias Juan por tus palabras, es cierto lo que dices, pero esta historia no es inventada, es real, es de mi infancia. Feliz Navidad.
EliminarEs una buena reflexión sobre un momento de la vida. El costumbrismo debe ser manejado de esta forma, no sin los adornos que ha adquirido con el tiempo. Gracias por el relato, Manuela!
ResponderEliminarMuchas gracias Carlos por tu aportación, siento no haber contestdo antes, pero con estos de las fiestas, he estado con la familia y poco alejada de estos medios....un saludo.
EliminarAmiga Manuela: Al leer tu relato me vienen a la memoria aquellos tiempos, que por suerte quedan muy, pero que muy atrás, cosa que al haber conocido aquellas circunstancia y peores, porque soy bastante más mayor que tú, me satisface que estemos donde estamos; y que haya quien como tú las saque a la luz para desempolvarlas, mal que les pese a algunos, con esa sencillez que lo haces...
ResponderEliminarSiempre por la Navidad
fueron y son unas fechas,
que la hermandad y el amor
brotan con esfervescencia.
Grandes distacias se hacen
y no importa como hacerlas,
para unirse las familias
a celebrar esta FIESTAS...
********
****
Manuel MEJÍA SÁNCHEZ-CAMBRONERO
Llevas mucha razón Manuel, creo que se ha perdido un poco o un mucho el sentido de esta fiesta, que en realidad no era de consumo, sino consistia en reunir a la familia para estar todos juntos, con lo poco que hubiera, todos aportaban algo y se compartia mucho...esos tiempos solo quedan en el recuerdo...gracias por tu aportación y un abrazo.
EliminarAsí Manuela, es como pienso en los pueblos en tiempos de la Navidad. Un hombre de ciudad como yo, no tiene muchas ocasiones en las que recrear estos días, dentro de la piel de sus habitantes. Gracias por mostrármelo.
ResponderEliminarMuchas felicidades Manuela
Gracias Faustino por tu comentario, creo que en los pueblos se vive la navidad o se vivía de otra manera, más entrañable, más cercana, más familiar y menos comercial....gracias y un abrazo.
EliminarRemontarse a la enriquecedora etapa de ver a nuestros padres y abuelos como parte indispensable de esas particulares celebraciones sin importar mucho las condiciones. El punto era disfrutar a nuestros familiares y el encanto de la Navidad.
ResponderEliminarBella narración Manuela.
Gracias Hugo por tu opinión, eran tiempos en los que los abuelos formaban o formabamos, porque yo ya soy abuela, parte de toda la familia, ahora los mayores se relegan a un segundo plano y se ha perdido realmente el espirítu navideño, en estos tiempos la navidad parece una fiesta más comercial que otra cosa...gracias y un saludo.
Eliminar