Mamá:
Me siento ante la
hoja vacía y siento que su blancura me quema. Durante años en estas mismas
fechas festivas he escrito tres líneas en una tarjeta que encargaba a alguien
más comprar en algún kiosco barato. ¿Las firmaba al menos? ¿O todo era tan
impersonal como este recuerdo que ni siquiera tengo pero me angustia?
Me gustaría poder
decirte que estoy bien, que mi “gran” progreso ha valido la pena, que en mi
mesa de caoba habrá nueces, pavo, cerezas y mil regalos de navidad… que tengo
lo que quiero. Porque es esto lo que perseguí y por lo que dejé de lado ese
ajetreo de locos de tus navidades en casa. Pero sabes que no puedo, sabes desde
donde estés que mi arrepentimiento es tan grande como mi dolor.
Tus navidades en
casa ya no existen y mi mesa de caoba está tan repleta de cosas materiales como
vacía de tu risa… de la forma en la que hacías una mueca entre obscena y
graciosa cuando alguien criticaba tu cena o preguntaba por qué diablos cada año
tenías que repetir el menú.
¿Cómo decirte
esta Navidad que te extraño de veras? Que tantas ausencias se me agolparon en
el pecho desde el momento en que te fuiste por ese camino sin vuelta, ese al
que no tememos hasta que lo vivimos en carne propia sin entenderlo.
¿Cómo decirte que
esta Navidad estoy solo y vacío como esta hoja en blanco en la que sumo
palabras que no llegan a decir cuánto te extraño? He sido un necio, he corrido
detrás de la fama, detrás del delirio de un mundo material… y te he hecho a un
lado pensando que lo sabía todo. Hoy la única cosa que sé es que no estás y que
la navidad se me hace ese espacio sin color en el que nunca más recibiré el
llamado acusador del otro lado del tubo: “hijo…tú eres mi mejor regalo”.
Tu hijo
Caliope
Es muy bonita, pero muy triste. Espero que lo siguiente que lea me levante el ánimo. En cualquier caso, bravo.
ResponderEliminarDe acuerdo con Juan: Poco más puedo decir, aunque dentro de la tristeza, esas interrogantes salteadas dejan entrever algo revelador, respecto a la forma de plasmarlo en el papel...
ResponderEliminarAmiga Caliope:
Me quedo con hambre,
tu corto relato
aunque bien me sabe,
en su contenido
no llego a saciarme.
Estaré esperando
que más adelante
consiga lograr
un plato más grande
que el aquí presente
y el hambre me calme…
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Ésta es la otra cara de la Navidad, la más triste pero no la menos real. Ojalá, que nuestra mesa de caoba esté llena siempre de risas y carantoñas. Ojalá, tu mesa esté llena de todo eso y más...
ResponderEliminarFelicidades Rocío por tu ternura.
gracias a todos por la lectura... no es de mis entradas elaboradas, pero quise plasmar precisamente ese nuestro correr rutinario hacia ciertas cosas que más tarde reconocemos como puntos suspensivos de nuestras ganas
ResponderEliminarTriste pero muy real ya que ocasionalmente estos festejos no son como quisiéramos.
ResponderEliminarPones tus sentidos en lo que escribes Caliope.