Según a qué edad, los años los contamos por primaveras ó Navidades y, cuando ya son demasiados decimos, ¡Pues no ha llovido desde entonces!
Las
primaveras se suceden durante los mejores años de nuestras vidas, aún a pesar
de que a los románticos empedernidos les aquilate ese punto de desconsuelo
amorriñado que desvanece la ilusión de su presente, poniendo en riesgo su
futuro.
Luego, la
Navidad dejaba en aquellos, mis años de florecimiento, la congoja por el
alejamiento de los amigos dados a la familia, pero de puertas adentro volvían a
sonar los cascabeles del hogar, en el que todo pesar se trasformaba en alegría,
que aún salía a la calle para celebrar la Buena Nueva, con la tripa alimentada
por un pollo del corral, cocinado con el mayor acierto para matar el hambre de
días precedentes, posteriores a un belicismo de tres años, que… Bueno, que cada
cual le ponga su calificativo.
Ahora,
cuando el tiempo ya lo cuento por lluvias, las primaveras siguen pareciéndome
eclosiones venturosas. Sin derrames, acrobacias negras, sin caras al sol ni a
la sombra, sin melancolías agónicas, sin corazones yermos, sin caminos
inciertos. Con sal, sol, ojos profundos, caras nuevas sin arrugas viejas, y
amor complaciente sin raspaduras de limón.
Y en
Navidad, todo es igual, con el aditivo del conjuro familiar frente al empeño de
las circunstancias por formular malestar. En Navidad, ya no se corta la oreja
ni Van Gogh. Casi todos nos dedicamos a engordar la factura de las
comunicaciones, salimos como en un día claro de primavera para contagiarnos de
las manifestaciones de buenos sentimientos que todo el mundo parece tener de
sobra en estos días. Ni siquiera nos amarga pensar en esa otra humanidad que no
tiene alicientes de vida.
En Navidad,
reímos, cantamos, olvidamos, soñamos con la suerte que rasca el bombo y
tintinea al caer, para ser anunciada por las voces de los ángeles terrenales…
Ya no soñamos con los regalos, porque estos has llegado en cualquier momento.
Pero en Navidad, vuelven los besos. Los que faltaron en días claros; los de
casa y los de los que llegan; los que nos encontramos caminando por las aceras
alfombradas de rojo; los que nos dan en cualquier lugar en el que nos cobijamos
huyendo de la lluvia o la nieve.
En Navidad,
hay que llenarse los bolsillos de besos, las conciencias de destellos, los
brazos de cuerpos, los ojos de luz, la boca de lindezas, la nariz de viejos
aromas, la piel de escalofríos y los oídos de tapones contra los malos idus.
Todo arropado por el toc, toc de un corazón empeñado en ser protagonista de la
fiesta. ¡Pues sea!
Juan Martín-Mora Haba –
Navidad 2012
Di que sí, tocayo. Feliz Navidad
ResponderEliminarQue tengas un buen año, amigo. Hoy he recibido una llamada citándome para formar parte de un movimiento cultural de nueva creación en esta ciudad.
EliminarPor otro lado, mi libro está a punto de salir.
Amigo Juan: Con tu despierta péñola, le has dado colorido al relato navideño en su conjunto y especialmente en su último párrafo, en el que has echado bien el cierre y has dejado todo bien atado..., FELIZ NAVIDAD.
ResponderEliminarCelebremos la FIESTA con alegría
y entonemos unidos un VILLANCICO,
a ese niño que hoy nace en el "portalico",
junto al buey y la mula, José y María.
Muchas gracias, Manuel. Con personas como tu, da gusto escribir. Saber interpretar el meollo de lo que se quiere dar a conocer.
EliminarQue hambre Juan, con las primeras líneas me has abierto el apetito! Debemos evitar los bienes materiales y procurar los espirituales. Gracias Juan!
ResponderEliminarBuen apetito y buenas letras para este año. Tenemos que saciar el hambre y la sed de los espíritus vivos.
EliminarUna Navidad para chuparse los dedos y acariciar los rostros queridos. Me gusta esa celebración y los contenidos que tiene. Ya estamos disfrutándola, pero aún queda lo mejor, el recuerdo que nos deja porque ese será para siempre. Felicidades Juan.
ResponderEliminarEse recuerdo que mencionas, me acompaña desde mis primeros años y lo siento dulce. Ahora, esa dulzura la vivo en mi nieta. Un abrazo.
EliminarAmigo, Juan Martín, me encantó tu relato. Describe la navidad en form amena, apreciada desde la visión de la experiencia y vivencias. Me cautvó el párrafo final. Saludos cordiales, desde mi querida VENEZUELA
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