Con semblante triste y
mirada profunda, te estremecía al mirarte con sus grandes ojos negros, casi sin
vida. Le vi sentado en una rancia cama de madera casi podrida, desgastada por
el tiempo; en ella, se mostraba el sello de los golpes y patadas que había
recibido, sin querer o queriendo. Las paredes ennegrecidas, desprendían el olor
a humo de ese maltratado cigarrillo que de entre sus amarillentos y agrietados
dedos se desprendía.
Él, era delgado y despeinado. En su
viejo y ya anticuado ordenador plasmaba sus ilusiones de un mañana que nunca
llegaba.
La aureola del penetrante humo que le
envolvía, hacía que el aire fuese casi irrespirable, pero El, fiel a sus cuatro
paredes, su ordenador y su cigarrillo, inamovible junto a sus pensamientos en
la habitación permanecía.
Pequeños atisbos de sonrisa terciada,
de nuevo seriedad en su rostro, carcajadas solitarias bruscamente cortadas para
de nuevo fruncir el ceño y levantar sus manos y bajarlas como enloquecidas
alas. Todos sus movimientos en solitario, desde la cama a la pequeña ventana,
de la ventana a una puerta cerrada y de nuevo de la puerta a la cama, un
triángulo vicioso del que no se despegaba.
El, era un compuesto de altivez y de
conciencia secreta cerrada. Era la locura, era el resultado de la sin razón.
Los fracasados e inadaptados son la
mejor medida para juzgar las debilidades de una civilización. El, era un Kikapú, vigilante del universo, caminante de la
tierra, representante del mundo y fue encerrado simplemente por tener otra
visión.
El
kikapú sin nombre, quedo por siempre allí, recorriendo su triángulo, encerrado
entre sus muros simplemente por contradicción. Qué paradojas tiene la vida
medicando y encerrando la autenticidad, liberando y aplaudiendo lo
verdaderamente enfermo y espurio.
María del Carmen Aranda
Genial como siempre, Mari Carmen. Me dio mucha pena no poder verte en Madrid. En otra ocasión seguro que sí. Un abrazo.
ResponderEliminarBufff, qué tristeza y melancolía desprende este relato. Me ha gustado mucho. Un saludo.
ResponderEliminarEs un relato interesante con un giro. Me ha hecho pensar, muy bueno María.
ResponderEliminarMe gusta mucho como ilustra verbalmente la historia, es un poco triste, pero desdeluego está muy bien expresado, un saludo.
ResponderEliminarMelancólico y emotivo. Me gustó mucho, María del Carmen.
ResponderEliminarUna buena introspección a lo que ésta civilización da como bueno, por eso hay que liberar el espíritu de lo terrenal y arriesgarnos a mirar el cielo sin temor! Me ha gustado mucho! Saludos!
ResponderEliminarUn relato interesante que describe las ironìas, mezquindades, contradicciones, crudas realidades, discriminaciòn, ausencia de valoraciòn individual que ocurre en nuestra sociedad cuando no està sujeta a cambios evolutivos, a respeto por la personaidad,y la forma de pensar de cada quien. Me gustò leerte. Carños.
ResponderEliminarTRINA
Buff que melancólico, se me quedó ese nudo en la garganta que me dejan los buenos relatos, Enhorabuena. Un abrazo
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