Tengo que
empezar diciendo que no estoy en contra de las nuevas tecnologías y que aunque
no he nacido en la era de la informática y los móviles, creo que he sabido
ponerme al día y adaptarme a las nuevas plataformas de comunicación.
Mi móvil
de última generación, mi blog, el facebook y demás, lo avalan. Incluso a veces
he reparado algún que otro problemilla de mi PC cuando éste se ha quedado
colgado o le ha entrado un virus.
Sin
embargo tengo que reconocer que todavía no he sido capaz de aplicar, al cien
por cien, esas nuevas tecnologías a la hora de leer un libro.
Estoy
convencida de que la liturgia de abrirlo, de tocar sus tapas, oler sus hojas,
hacer apuntes en los laterales, subrayar palabras y colocar todo su cuerpo en
las baldas del mueble librero de mi casa donde tengo recopilados años de
lectura, puede decirse que desde que empecé a leer, no podría cambiarlo por
ninguna otra forma de lectura.
He sido y
soy una enganchada de los libros y ello me lleva a tener una máxima en mi vida:
si alguien me pide prestado un libro de mi biblioteca personal, se lo compro. Prefiero
dejar mi coche antes que un libro.
El amor a
los libros me hace ser egoísta y lo asumo ¡qué le vamos a hacer!
Y de
pronto, un buen, día aparece en las noticias los i-book, los tablets y las
descargas de libros por Internet.
Comprendo
que la comodidad de llevar un tablet en la maleta cuando vas de viaje, o a la
playa y poder disponer de tu lectura favorita en cualquier lugar, es inmensa.
Sin
embargo, con esta nueva metodología podremos leer los libros de máxima
actualidad del momento pero poder descargarte unas aventuras de Rocambole del
francés Terrail, los artículos y poemas de un Poe, un cuento como Bel Ami del
escritor Maupassant, una antología poética de Carolina Coronada, máxima
representante de la poesía del romanticismo en España incluso un libro de
nuestros escritores Campogibraltareños como Emilio Ríos, Carmen Sánchez y
Fernando Mota o un Jose Luis Benitez, extraordinario escritor malagueño afincado
en Alemania, es imposible.
Y debo
reconocer que alguna vez me he descargado o me han mandado un PDF con muy
buenas obras, hoy en día a través de Internet y de facebook es, en ocasiones,
la única solución para darse a conocer un escritor que no tiene editorial que
le publique o un medio para hacerse un hueco en el mundo literario.
Aún así
me ha sido imposible visionarlos con la emotividad que se merecen en la
pantalla del ordenador, y he tenido que imprimirlos para leerlos pausadamente,
pasando mis dedos por cada hoja y paladeando cada palabra escrita.
Dicho
todo esto, asumo con no poca vehemencia, que leer un libro es como hacer el
amor al tiempo.
Que cada
uno busque el sitio, la forma y el método para disfrutarlo, pero que nunca,
nunca, por Dios, dejen de sentirlo.
Nurya
Ruiz
Nuria, eres una enamorada de los libros y la lectura, eres genial.Sigue asi siempre.
ResponderEliminarNuria, alguien dijo :"quién tiene un libro, tiene un tesoro" o si no lo dijo nadie, alguien debió decirlo. Tu emoción es la mía, tu amor es el mío. Mantén tu pasión por los libros, no nos quedan muchas cosas más.
ResponderEliminarAMIGA, BUEN ARTÍCULO, aunque domine actualmente, la tecnología, el tener un libro, leerlo, hojearlo, doblar la punta de la página donde quedamos, tenerle un sitio predilecto, buscarlo para continuar la lectura, rayarlo, -tengo esa mala costumbre, por el simple hecho de que es mio-, es una vivencia significativa y mas directa incluso, con su autor, en el que pensamos y admiramos. Por ejemplo, si es un libro de poesía, leo una y de repente, me inspira y ahí mismo escribo, aunque también lo hago en los post que leo en diferentes portales, hasta el punto de convertirme en una viejita cibernética, por lo que llego a la conclusión, que todo tiene sus ventajas.Un cordial abrazo.
ResponderEliminarTRINA
Yo discrepo. Yo no he abandonado el papel, pero ya no puedo leerlo como antes. El libro es sólo un medio (anacrónico) más de transferencia de información y de datos. Puedo encontrar la misma inspiración en leer páginas que leer novelas de una tablet. Y los escritores clásicos son tan fáciles de encontrar en Proyecto Guttenberg como en una librería abandonada (más con la sesión de derechos luego de 70 años). Esta añoranza lamentablemente es uno más de los muchos estertores de una tecnología que aunque no muera va a ir perdiendo posición ante el futuro. A menos claro que ocurra una catástrofe que destruya la sociedad occidental y lo deje todo inservible (lo cual también puede pasar). En otro caso, la tecnología digital es una "transformación" no una "sustitución". Como todo en la vida, debemos adaptarnos o morir.
ResponderEliminarciertamente, yo soy de profesión informático, me he liado buenos problemas con el ordenador, mas sin embargo, estoy inscrito en la biblioteca de México, y suelo sacar libros de ahí, como dices nada remplaza el sabor de leer en papel a los autores favoritos y dejarlos en la noche descansar en la mesa... que son como amigos que esperan para jugar juntos ... me ha gustado tu texto..saludos!
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