Aquí os presento a la Negra,
la morena de mi copla,
con esa pinta que tiene
deja tal sabor de boca,
que por mucha que se beba
toda te parece poca;
tanto es así, que en el vaso
no suele quedar ni gota.
¡Vaya, amigo! ¡Qué cerveza!
que por mucha que te bebas
no se sube a la cabeza,
hasta hoy no había forma alguna
de encontrar cerveza que tuviera
tan espesa y gustosa la espuma.
Espuma que en el vaso dura,
espuma blanca de amargura,
espuma que no para,
no hay manera, cuando desbordando
baja del vaso por la ladera,
espuma que gusta ver
cuando ya te la has bebido
aun pegada en la pared.
Si debo dar mi opinión,
por hacer un juicio justo,
digo que no te la bebas
pues puedes morir de gusto.
Voy a beberme otras dos
en lugar de beber una,
así se ahogan las penas,
¡Otra caña de la Negra!
¡ponme también aceitunas!
¡Y de paso... lo que venga!
Mariano Padilla Bayonas
¡Me ha encantado! Por fin alguien le dedica un poema a la cerveza, aunque precisamente la negra no es de mis favoritas, soy más de rubias y tostadas, pero definitivamente, me han conquistado con esta idea tan maravillosa. Me quito el sombrero, compañero.
ResponderEliminarGracias Juan por el comentario. Es una cerveza familiar y artesanal y si pudiera invitarte a una, cambiaría de opinión.
ResponderEliminarQue sed me dio tu relato, Mariano. Brindemos por un excelente relato. A mi me gustan las de cuerpo fuerte, como la Guiness. Celebro por tu poema. Salud.
ResponderEliminarGracias, me gustaría invitarte a una o las que hicieran falta
ResponderEliminarSaludos
AMO LA CERVEZA NEGRA, BIEN STOUT! Muy original esto de dedicarle un poema a la Cerveza Negra.
ResponderEliminarJajajajaja me he reído la vida leyendo el final... ¡Y lo que venga!
ResponderEliminarLo único malo es que no me gusta la espuma, pero bueno, tendré que probar una negra un día de estos... Me ha dado curiosidad.
Un abrazo, y un poema muy majo,
María José Cabuchola Macario