Ardulintra Elisana
se puede considerar un redrojo[1].
Es la última hija de Jhaelexena Elisana, quién por ser la menor había sido
encomendada a labores del templo. Su padre, un comerciante itinerante líder de
caravanas, despreció públicamente a su madre cuando ella todavía era muy niña.
Presa de la ira, su madre le dio una tunda ejemplar que no merecía y la envió a
los establos de los esclavos para que ellos hicieran lo que quisieran. Ella fue
una esclava, se encargó de servir a sus primas y hermanas, sufrió ante ellas y guardó
ese rencor en su interior toda su vida.
Durante su
tiempo de servidumbre ella conoció la verdadera historia de la familia Elisana.
La verdad es que antes la familia se llamaba Helviana. Cuando el varón de mayor
edad se casó con Ylonte Elisana, una prima de una rama secundaria de la familia;
esta se asentó en Xillander’kull y comenzó su camino hacia la cima. Esto se
facilitó con el fracaso de La Gran
Sacrificadora, que trajo deshonra a la rama principal y que perdió el favor
de la Reina de las Arañas. En una movida audaz; su abuela enfrentó a sus
hermanas políticas y se quedó con el poder para ella, renombró a la familia y heredó
su puesto en la ciudad.
Su vida de
esclavitud hubiese continuado de no ser porque su madre mandó matar a su padre
por medio de un horrendo maleficio. Ella debía sacrificar a alguien digno, así
que intrigó y asesinó a una sacerdotisa rival a la que su familia había
adoptado para mantenerla cerca y vigilada. Su puesto quedó abierto, así que en
una movida inusual Jhaelexena liberó a su hija de la esclavitud y la metió en
el templo. Después de todo, si debes escoger a alguien en quien no puedes
confiar para que ocupe una posición de poder, es mejor que se quede dentro de
la familia.
La humillación
en el callejón fue una dura prueba para la joven. Por meses sufrió la tortura
de su madre, de sus hermanas y del resto del clero. Pero por alguna extraña
razón, ella sentía en su interior que no había perdido el favor de la Reina de
las Arañas. Ella uso su ira, su cólera y su resentimiento para sobrevivir todo
eso. Al final su obstinación le había dado frutos. La Reina de las Arañas le
había mostrado su favor para llevar a cabo la mitad de su venganza. Esto le
ganó la primera sonrisa de su progenitora, una de orgullo. Ahora se encontraba
dentro de la oficina de su madre, ayudaba a descifrar los intrigantes símbolos
que poseía el elfo claro en su espalda mientras su madre y otras de sus
favoritas terminaban los conjuros para abrir el trozo de ámbar, o buscaban más
información sobre el elfo claro que
había capturado.
—Lograron
descubrir que significa el símbolo en su mano.
—Es la marca
de la Familia Kiilvir, la Familia de las Gemas.
—¿Por qué la
llaman la familia de las gemas?
—No lo sabes.
Porque la anterior Matrona nombró a todos sus hijos como piedras preciosas.
—¡Yo conozco a
la actual Matrona, Topacio! ¿Puedo preguntarle?
—¡Hazlo¡
Necesitamos saber más de él. Y de este engendro.
Su trabajo
como esclava le había enseñado a Ardulintra a callar y a escuchar mientras
trabajaba. Las grandes voces de su madre y de sus favoritas la distraían
de los versos aburridos. Estos repetían una y otra vez alabanzas a la Reina de las Arañas, así como maldecía al
Padre de los Elfos y sus hijos, los
elfos de la superficie. Mientras leía la historia de la caída de la primera
ciudad de las oscuras cuevas, la joven bostezó
—¿No te cansas
de leer tanto?
Zylvrine levantó
los hombros y volvió su vista a los escritos.
—¿Recuerdas a
la prisionera, a la pelirroja, la madre de la bailarina?
Ardulintra
respondió afirmativamente con la cabeza.
—Su
ilustrísima me comentó que esa mujer memorizó todos estos libros. Los conoce al
revés y al derecho. Dice que tal vez por eso es que se volvió loca y sacrificó
tanta gente cuando era la líder de este templo.
—Esa
pelirroja… era la Gran Sacrificadora.
—Además de que
es tu tía abuela.
Ardulintra
bajó la cabeza al texto mientras reflexionaba sobre esas palabras. Pero
Zylvrine aprovecho la oportunidad para indagar más.
—¿Qué te pasó
en el callejón esa noche? ¿Por qué cuatro de las mejores guerreras de la fe
quedaron descuartizadas y tú
sobreviviste?
—Yo corrí. No
pude llegar muy lejos. Me alcanzaron y casi me despedazan. Pero el
descuartizador, el elfo que capturé
me perdonó. No tienes idea de lo peligroso que es ese sujeto. No se escuchan
sus pasos. Es como un fantasma. Uno que te puede descuartizar con la mente.
La preferida
de su madre se río de buena gana frente a ella. Esto ofendió a la muchacha que
se volteó para mostrarlo.
—Eres una boba.
Él es sólo un pícaro. Uno muy poderoso y bien entrenado, pero sólo un pícaro de
alguno de los gremios criminales de la ciudad. Uno muy afortunado.
Ardulintra
devolvió su vista al texto, pero se sorprendió al ver el signo que había
señalado por accidente. Era diminuto, casi invisible y apenas escrito en el
pergamino. Pero pudo reconocerlo, era el mismo que había visto en la espalda
del prisionero—: Mira… Lo encontré. Es un nombre impío, el de un señor de los
demonios.
—¡Exaems, La
Reina Marilith!
Ejemplo de Marilith. De Paizo Publishing LLC. |
En ese
instante, una serie de gemidos, parecidos a los de un gato, llenaron la
habitación. Estos se transformaron en un llanto firme y sentido, el de un bebe
pequeño cuando se despierta inquieto y desea algo pero no puede expresarlo por
medio de palabras. Las dos jóvenes se acercaron a donde se había llevado la
ceremonia para liberar a la criatura. Lo que había en su interior confirmaba
las sospechas de la prisionera pelirroja. Una pequeña bebe, de piel oscura, cabello
plateado y luminoso, lloraba inquieta ante la mirada de las religiosas en su
entorno. Cinco marcas de le Reina de las Arañas cubrían su frente, su pecho,
sus brazos y su espalda. Numerosos signos y runas cubrían su piel, al menos dos
brillaban con intensidad en su pecho. Esto dejó perplejas a todas las
presentes, las cuales la contemplaron extrañadas.
—Señora. Descubrí
el significado de las runas en el tatuaje del elfo claro. Es la marca de
Exaems, la Reina de las Marilith.
Las palabras
de Zylvrine tuvieron el efecto de una puñalada en el corazón de Ardulintra. Furiosa
porque le había robado la oportunidad de quedar en mejores términos con su
madre, la joven se volteó con un gesto hostil, ante el que su ladina
competidora sonrió con sarcasmo.
—Muy bien
hecho, Zylvrine. Puedo contar contigo para esos engorrosos detalles.
¡Ardulintra!
—Sí, su
eminencia.
—¡Cállala!
Ardulintra
quedó perpleja cuando su madre le entregó a la bebe en sus manos. Completamente
desnuda; la pequeña se agitaba, se revolvía, gritaba y lloraba como si le
ardiera o doliera algo. Perturbada, la joven se apartó del grupo y se la llevó
a una esquina, mientras mentalmente trataba de resolver el acertijo de cómo
atenderla. En cualquier otro caso, los gritos infernales de la criatura
hubiesen supuesto su rápido y piadoso asesinato para evitarle más sufrimiento.
Pero Ardulintra vivió como esclava en su propia casa. Una de las muchas cosas
de las que tuvo que encargarse fue de los niños pequeños de todas las edades.
Era una labor para la cual debía estar preparada en todo momento. Era una labor
para la que todavía seguía preparada.
En el tiempo
que tenía de conocer a los bebes, ella sabía que dos cosas podían inquietarlos
de primera entrada, hambre o suciedad. Sobre la mesa, apartó los libros
religiosos para colocar a la bebe. Así pudo confirmar que la criatura no se
encontraba sucia ni había hecho nada que la ensuciara. Luego ella buscó entre
sus documentos y encontró un rollo de los muchos que había conservado de su
trabajo, rompió el sello y leyó su contenido—: Escucha mí palabra, Madre de la
Lujuria. Tú que has bendecido nuestros vientres para extender a nuestra
estirpe. Escucha a Ardulintra tu hija. Escucha mi plegaria. Permíteme imitar tu
capacidad para alimentarnos. Para así poder alimentar a esta tu hija, mi
hermana, que yace frente a mí en este momento de necesidad.
Una leve
coloración purpura embargó a la joven sacerdotisa mientras profería las
palabras necesarias para el hechizo. En cuanto concluyó, aparecieron frente a ella dos pequeñas vasijas
de vidrio con forma cilíndrica rebosantes en leche de rothé y cubiertas con una membrana de tela. A su lado apareció una mamila de tela suave recubierta en cuero
con la sensación de piel la esperaba. Ella cubrió la membrana con la mamila y
sujetó a la niña con su brazo derecho. Aunque se agitaba, ella la acercó a su
pecho y le permitió coordinarse con los latidos de su corazón. Cuando se relajó
lo suficiente, le metió el improvisado aparato por la boca y contempló como la
criatura chupaba con gusto.
La bebe se
tranquilizó. Sólo tenía hambre. Mientras acariciaba su escaso cabello y sus
delicadas orejas para hacerla sentir en paz, la joven puso atención por primera
vez a su cuerpo. En breves instantes las dos marcas de su pecho dejaron de
brillar y la marca en el centro de su rostro cambió. Sólo fue por un instante,
pero el círculo rojo que gobernaba la estrella de la noche, el símbolo
inequívoco de la Madre de la Lujuria, cambió a un color azul violeta. Era
similar al color que los elfos oscuros podían percibir al activarse el medio de
defensa en contra de la máquina de la naturaleza y el registro arcano que
gobernaba la Infraoscuridad, y de paso les servía para defenderse de las
capacidades arcanas de sus enemigos.
—Mamá… ¡Puedes
venir!
—Te dije que
te ocuparas del engendro, Ardulintra. ¡Ocúpate!
La joven sólo
levantó los hombros con indiferencia. Mientras arrullaba a la niña y le daba de
comer, cerró los ojos y sujetó su símbolo sagrado
—Oh, Madre de
la Lujuria. Permite que mis ojos lean los signos de tus misterios, pido en tu
nombre este favor, madre y esperanza nuestra.
Cuando abrió
los ojos deseó no haber llevado a cabo el hechizo. Ante ella, numerosos signos
de todas clases y formas adornaban a la niña. Aunque había cosas que no podía
entender por su juventud, pudo apreciar los símbolos de maldición que la diosa
de los elfos oscuros habían impuesto sobre sus padres y los de protección sobre
la misma niña, la cual descansaba pacíficamente en sus brazos. Era una
contradicción en sí misma, bendita y maldita al mismo tiempo. La niña era una
interrogante, una prueba torcida de la Reina de las Arañas, donde invitaba a sus
seguidoras a desentrañar su pensamiento.
—Madre. Su
ilustrísima. ¿Qué hará con esta criatura?
—¡La
sacrificaré, por supuesto! Cómo debió haberlo hecho la familia Kiilvir. Este
engendro no debe vivir.
La joven se
preocupó al escucharla. Pero ella se reservó sus palabras. Estaba de buenas con
su madre, al menos ahora le hablaba en buenos términos. Ella no iba a
sacrificar eso por nada del mundo, menos por una criatura maldita por ambas
razas. Al terminar de comer, la llevó a su hombro y comenzó a golpearla en la
espalda.
Si la Reina de las Arañas en verdad te desea
entre nosotros te protegerá de tu destino. De otra forma, la alimentarás. No
puedo hacer nada más por ti.
Un par de
pequeños eructos y un gas confirmó el éxito de su maniobra. Mientras la limpiaba,
cambiaba y arropaba, Ardulintra se tomó su tiempo para ponerla a punto y que no
volviera a llorar más, labor que por pequeña que fuera era su responsabilidad debía
ejecutar a la perfección. Por el gesto de su madre mientras analizaba las
escrituras y atendía sus asuntos, lo hacía a la perfección.
Día a día esta trama se vuelve más compleja, veo un futuro libro con todo esto. Gran trabajo, compañero.
ResponderEliminarNo se porque no me obedece la respuesta del iPhone. La historia se esta aproximando al final de su arco, por eso estoy tratando de dejar las cosas concluidas. Si, la historia es compleja, porque relata las vivencias de una familia, en toda su extensión. Gracias Juan por tus palabras.
EliminarA mi no me cabe la menor duda que esto TIENE QUE CONVERTIRSE EN UN LIBRO!!!! Cada dia me atrapa más!
ResponderEliminarPerdon que responda hasta ahora. Lo estoy editando para ver si le dan el visto bueno en mi país. Gracias Gontxu.
EliminarUna historia compleja, que creo que se saborearía mejor leyéndola completa, mas sin embargo en entregas resulta interesante, muy buena entrega, saludos!
ResponderEliminarSi. Estoy tratando de hacer el esfuerzo para editarla y completarla. Perdón por tardar tanto en contestar, pero he estado un poco ocupado. Gracias Juan.
EliminarComo siempre, un atajo de creatividad e imaginación. Me ha costado un poquito leerlo, me ha parecido muy complejo, mucha información.
ResponderEliminarUn abrazo,
María José Cabuchola Macario
Muchas gracias, María Jose. Esta es una recopilación para ofrecer una explicación de ciertas cosas anteriores. Agradezco que la sigas y te garantizo que los próximos estarán más fáciles de leer. Gracias.
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