Roberto colgó
el teléfono, asqueado.
Hakim sonrió
al verlo y le dio otra calada a su canuto.
- ¿Marcos?-. Preguntó.
- Marcos-. Respondió Roberto suspirando.
La cabeza del
pobre muchacho estaba hecha un lío y su amigo Roberto estaba harto de ser su
confidente. Lo sería siempre que hiciera falta, para eso era casi su hermano,
pero eso no quitaba que se sintiera exhausto de compartir sus problemas
sentimentales.
- Pero, ¿no estaba pillado por la poli esa que vino a buscarte?-. Preguntó Hakim, incapaz de comprender la complejidad del asunto –Ya la tiene aquí, qué más necesita.
- Es que no es tan fácil. La relación entre ambos se enfrió, y mientras, él conoció a otra chica. Ahora ha aparecido ésta de nuevo, y claro, no sabe qué hacer.
- Pero con la otra no estaba saliendo-. Insistió el magrebí -¿O sí?
- No-. Roberto volvió a resoplar –La otra en cuestión tiene pareja, aunque andaban mal cuando apareció Marcos. Ahora ella no sabe qué hacer, ni Marcos tampoco, y entre medias está la poli.
El camarero
no veía la hora en que Marcos se largara de su bar para poder echar el cierre.
Las dos
últimas noches, el joven había cogido gusto al lugar, a pesar del tabernero, el
cual maldecía su suerte pues, pese al incremento en la caja, tener a Marcos
allí significaba volver a casa tarde.
En esta
ocasión, acababa de dejar a Sofía en el céntrico hostal donde se alojaba y
había vuelto a ese bar, que pillaba de camino a casa, para buscar en un vaso la
solución a su dilema. Desde que se cruzó con Margarita, su única meta era que
ésta se decidiera a romper con su novio y pudieran estar juntos. La marcha de
él había facilitado las cosas, pero Margarita se sentía culpable y no veía con
buenos ojos empezar una relación cimentada sobre una traición. Necesitaba
tiempo. Marcos estaba dispuesto a dárselo, pero la llegada de Sofía lo había
trastocado todo.
Ahora, no
podía dejar a Margarita después de que ella se hubiera sincerado con su pareja
y se lo hubiese contado todo, pero tampoco quería perder a Sofía. En el fondo,
si sólo sintiera algo por la segunda y se viera en deuda con la primera, la
cosa tendría más fácil solución, aunque fuera poco elegante. El problema era
que Marcos también sentía algo por Margarita. Era tan parecida a Carmen, su
amor del instituto, que era como lograr un sueño anhelado desde la pubertad.
Sabía que eso tampoco dejaba de ser una mentira hacia Margarita, pero era lo
que había: la quería por lo que representaba, no por lo que era.
Con tantas
tribulaciones en la cabeza, no era de extrañar que buscara anegar sus ideas con
licor para que se callaran y lo dejaran tranquilo. Las tenía casi ahogadas a
esas horas, pero era momento de darles un respiro, pues el bar cerraba. Pago la
factura y se marchó a casa, a dormir una borrachera que poco lo había sacado de
sus penas.
Sofía no
lograba pegar ojo en aquel sencillo hostal de ciudad. Era la segunda noche que
Marcos la acompañaba hasta la puerta y la despedía con un casto beso en la
mejilla. Ella había intentado convencerlo de que subiera a la habitación. Era la
oportunidad perfecta para estar a solas y convertirse en uno, pero Marcos
siempre había puesto a sus padres como excusa. Decía que no lo dejaban llegar
tarde. Ella era policía y sabía que el perfil de su chico no encajaba con el de
niño sujeto a férreos horarios en casa. Al contrario, de haber vivido en un
hogar tan estricto, Marcos sería de otra forma y, si era así precisamente por
rebelión contra la dictadura familiar, no se preocuparía tanto de la hora de
entrar en casa. Había algo más, era obvio, no sólo por esto, sino por la
actitud distante que había mantenido desde que se encontraron en aquella
cervecería. No sabía a qué podría deberse, pero sospechaba que podría haber
otra mujer de por medio. Necesitaba saberlo, aunque preguntar a Marcos se había
demostrado inútil.
La solución
era su mejor amigo, Roberto.
- ¿Otra vez aquí?-. Roberto abrió la puerta de mal humor y, al comprobar que era ella la que llamaba, la dejó abierta para que pasara y se dirigió al salón, a sentarse en el sofá, invitando a Sofía a hacer lo mismo, aunque sin decirlo expresamente.
La muchacha
captó el sutil ofrecimiento y se adentró en el piso. Cerró la puerta y se fue
hacia el salón, donde optó por sentarse junto a Roberto, bien cerca, como si de
un interrogatorio se tratase, para invadir su espacio, incomodarlo y forzarlo a
ser sincero. Aunque como antidisturbios apenas participaba en interrogatorios,
su paso por la Academia le había dejado algún recuerdo.
- A Marcos le pasa algo, lo sé-. Hablaba muy tranquila, estudiando en todo momento la reacción de Roberto, que desviaba la mirada continuamente y demostraba, de ese modo, saber a qué se refería –Está muy raro, casi no me hace caso y parece preocupado. Sospecho que es por otra mujer, pero no consigo que me lo diga. Necesito saberlo. Tal vez yo pueda ayudarlo y, si es que hay otra, me podré marchar y dejarle el campo libre.
- Son casi las dos de la madrugada-. Roberto pronunciaba con desgana, frotándose continuamente los ojos. Se veía realmente cansado –Díselo a él, yo no tengo nada que ver con vuestros líos. Si no te lo quiere contar, no esperes que yo sea el chivato de turno, madera. Suéltale a él todo este rollo y a lo mejor te lo dice, pero no me metas en esto. Además, es muy tarde.
- Huele a hachís-. Dijo ella, ladeando la cabeza en un gesto de fingida decepción.
- ¿Qué? ¿Pero tú de qué vas?-. Roberto estaba indignado, mas no asustado –A mí no me vengas a acojonar como hiciste el otro día con el pobre Hakim, matona. Ahora mismo te largas de esta casa y, si quieres empapelarnos por cuatro porros, te presentas con una orden de registro, seguro que el juez al que se la pidas se descojona. Y no te denuncio por lo del otro día por respeto a Marcos. ¡Fuera!
- ¡Imbécil!-. Roberto no entendía nada. Quería ayudar a su amigo, pero él no le dejaba con esa maldita actitud hacia cualquiera que tuviera algo que ver con las fuerzas del orden.
- ¡Vuélvete a Neptuno a apalear manifestantes!-. Zanjó el muchacho. El portazo que vino a continuación retumbó por toda la escalera.
Al día
siguiente, Sofía esperó en vano la llamada de Marcos. Al caer la tarde, decidió
telefonearlo, pero nadie descolgó. Pareciera que no quería hablar con ella.
Todo aquello la tenía bastante mosqueada.
Un día
después, el último que le quedaba libre antes de tener que volver a Madrid,
decidió recorrer los lugares por los que habían estado últimamente, o aquellos
que sabía que Marcos solía frecuentar. La capital de provincia en la que se
encontraba no era tan grande, de modo que no tardó mucho en recorrerlos, aunque
sin suerte. Al final de la jornada, se encontraba agotada y defraudada, dando
por perdida una relación en la que había empezado a creer de veras.
Para reponer
fuerzas, y a modo de despedida de la ciudad, volvió a la cervecería del primer
día, en la que se reencontró con Marcos. Era la última bala que le quedaba. Si
no estaba allí, se volvería al hostal a hacer la maleta, con el corazón hecho
jirones.
Parecía un Déjà vu. Sentado en la barra. Roberto
disfrutaba de una suculenta pinta de cerveza tostada de trigo. En aquella
ocasión, Marcos estaba en el servicio. Deseó con todas sus fuerzas que así
fuera de nuevo.
Pero no tuvo
esa suerte.
Al verla
entrar, Roberto dejó su vaso y se puso de pie, con la cara muy seria, incluso
triste. Ya no se mostraba hostil, sino compasivo y, al dirigirse a ella, no
podía evitar desviar la mirada para no toparse con la suya.
Marcos se
había ido.
Incapaz de
enfrentarse a la realidad, había optado por huir. No podría estar con Margarita
mientras ella siguiera sufriendo por su todavía novio. En el escaso romance que
habían mantenido, él siempre había estado presente, y era una presencia
demasiado incómoda para que la relación tuviera futuro. Tal vez dentro de algún
tiempo, si ella se deshacía de sus recuerdos, la cosa pudiera funcionar, pero
no estaba dispuesto a mantener un triángulo amoroso con un mártir que, con su
dignidad a la hora de afrontar los cuernos, había dejado a Margarita herida en
lo más profundo de su conciencia, como si tuviera una deuda que la atormentaría
a cada segundo, cada vez que estuviera con otro hombre. Ese estigma era la peor
venganza que aquel tipo habría podido urdir.
Y, desde
luego, con tal rompecabezas sentimental, pensar si quiera en mantener una
relación con Sofía era una locura que además la joven no se merecía. Por todo,
y aunque sentía algo por las dos, consideraba que no podía estar con ninguna.
Era también su particular castigo. Por haber jugado con las dos, ahora se veía
sin ninguna, y la situación era demasiado dolorosa para afrontarla como un
caballero. Sabía que era de cobardes y egoístas, pero se vio incapaz de dar la
cara y despedirse. En su defecto, sería Roberto quien asumiera tan desagradable
tarea.
Dolido por la
marcha de su amigo, que a esas horas debía estar camino del sur de España, y
compadecido del sufrimiento de Sofía, se ofreció a invitarla a una cerveza.
Juan Martín Salamanca |
La bella
agente sonrió. No aceptaría ese trago, pues tenía que irse al hostal cuanto a
antes a preparar su viaje y llorar su pérdida. Pero en la dulce mirada con que
rechazó el convite, Sofía le mostró a Roberto toda su gratitud. Sabía que, a
pesar de sus diferencias y de que no la hubiera ayudado, el chico sufría por
ella. No importaba que fueran enemigos y que cada vez que se veían el desprecio
brotara. Ambos eran humanos y compartían el dolor del otro.
Para los dos
empezaba con la aurora una nueva vida sin Marcos.
Continuará…
Anteriores relatos de la saga:
ResponderEliminar1- http://larevistadetodos.blogspot.com.es/2012/09/que-lastima-ser-un-cobarde.html?spref=tw
2- http://larevistadetodos.blogspot.com.es/2012/10/25-de-septiembre.html?spref=tw
3- http://larevistadetodos.blogspot.com.es/2012/10/viejas-amistades.html?spref=tw
4- http://larevistadetodos.blogspot.com.es/2012/11/escalera-de-corazones-la-ultima-cena.html?spref=fb
5- http://larevistadetodos.blogspot.com.es/2012/11/escalera-de-corazones-la-busqueda.html
UN INTERESANTE RELATO en el que se percibe que no existe un amor verdadero por el que se puedan afrontar retos y realidades que salen del propio corazón. Es un laberinto de sentimientos, el qe impulsa la trama, que a medida que se va leyendo, igual, va cautivando. Felicitaciones!
ResponderEliminarTRINA LEÉ DE HIDALGO
Muchas gracias por estas bonitas palabras. A veces no es tan sencillo decantarse por la persona adecuada y hay quien trata de escapar, como aquí Marcos.
Eliminarbuen relato, bien estructurado y sabiamente relacionado el diálogo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Nuria, me alegra mucho que te haya gustado.
EliminarJuan: este capítulo de "la huida" es un tramo de puntos suspensivos que me deja a la expectativa de una concreción: ¿cómo es en realidad Marcos? ¿Lo dirás o tendremos que descubrirlo a través de tu relato? Muy buena pluma, sugerente. Espero el 22 de marzo.
ResponderEliminarAna Noreiko.
Muchas gracias por tus palabras, Ana. Es una muy buena pregunta, pero me temo que habrá que desentrañarla a lo largo de próximas entregas. Un abrazo fuerte.
EliminarPor lo que veo se trata del capítulo de una histora ya comenzada, sin embargo me ha gustado mucho pese a no conocer más que lo que aquí narras. Los próximos deberes serán los de leer la historia de Marcos para conocerlo algo mejor.
ResponderEliminarMuchas gracias, Rakel. Encima de estos comentarios están las url con las primeras entregas. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarEnhorabuena Juan. Los triángulos, los rectángulos y todas aquellas relaciones humanas con tantas aristas y vértices tienen eso, complicadas soluciones. Me gusta mucho. Tendremos que esperar al desenlace, pero promete. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias. De eso se trata en realidad, ahondar un poco en esa complejidad, me alegra que te hay gustado. Saludos.
EliminarIntrigante...¡Sigue así! ;)
ResponderEliminarMuchas gracias, trataré de que no perder el interés. Un saludo.
EliminarMe ha gustado mucho, me tendré que poner con los episodios anteriores!
ResponderEliminarMuchas gracias, espero que también te gusten las entregas anteriores. Un abrazo.
EliminarMe emociono...
ResponderEliminarUN ABRAZO.
Manuel Barranco Roda
Muchas gracias por tu apoyo, amigo.
EliminarEs un cierre de arco interesante con un giro. Lamentablemente uno no sabe como concluyen las relaciones, y más de las veces perdemos la perspectiva o nos perdemos a nosotros. Un relato muy actual de como se tejen las relaciones, con un apropiado título.
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