El
amor llega siempre como esas mariposas que vuelan incesantes y de
pronto se posan en un sitio específico. Constantemente, existe el
temor de saber si es el verdadero por la simple inexperiencia
y el deslumbramiento que acontece en su descubrimiento. Después Y cuando
nos damos cuenta que es el que buscamos y anhelamos nos entregamos plenamente a
él en sentido, ternura y corazón...
Pueden pasar muchos años pero no muere, al
contrario crece, crece como la planta mágica y se riega y abona con las
simples vivencias cotidianas, especiales, secretas.
Luego, pasan décadas y ya
no es tan apasionado, se torna mas tranquilo, placentero, mas
intenso, sincero, te acompaña y anima, fortalece y consuela.
Pasa a ser el amor de un amigo/a, compañero/a,
fraternal, el que no interrumpe tus silencios y se sumerge en el mundo
evaluativo, en la apreciación sublime, en el cariño inmenso, hasta en
la dependencia porque se transforma en una comunión espiritual. Y se está
junto a él o ella; y se disfruta hasta que uno de los dos muere y el
otro queda sumergido en profundos vacíos, en infinita tristeza, en negra desolación...
con la amarga verdad de estirar la mano en la cama hacia el lado
donde dormía y sentir que esta pasa lisa porque ya no está ni volverá
mas nunca.
Entonces, interrumpe tus oraciones como
un duende travieso, aparece en tus sueños, se apodera de
los recuerdos, está en el diario compartir, en las anécdotas, en los
besos escondidos que le das a sus hermosas fotos.
Después
de tanta angustia te vas acostumbrando a la idea que te deja la muerte y
florece la paz interna, la resignación, y quedas en libertad, esa que no
se anhela nunca pero que en el fondo es completamente falsa porque sigues atada
a su esencia aunque ya no quede nada de su alma, y se ignore donde
pernocta su espíritu y se sepa que su cuerpo sólo es un cúmulo de
cenizas.
Si,
quedas en libertad de seguirlo amando, de continuar esa
fidelidad que nunca se rompió y que marcó la verdadera pureza de un amor
eterno, de esos que quizás en este mundo trastornado, existan pocos.
Quedas en libertad de llorar,
ansiar, revivir, amar, llamar en el silencio, pedirle que se te aparezca aunque
sea entre los sueños, y cuando estás en la simple rutina conversar
mientras imaginas que está disfrutando su sabroso café....o
conversando sobre la vida misma, las satisfacciones, la corresponsabilidad en
la existencia, sus proezas a las que agregaba un poco de mentiras,
los chistes y cuentos de su infancia afanosa u observas esbozada en
el aire y como producto de la imaginación, su hermosas sonrisas.
Es
mentira, quedas en una libertad aprisionada a su eterno recuerdo, a la
esperanza de un futuro reencuentro.
Amigos
lectores, ese es el amor verdadero, por eso, cuando miro a mi alrededor y
veo tantos divorcios, pienso en las circunstancias adversas para la misma
persona que lo enfrenta, para los hijos ante un cambio tan brusco que tal
vez hablando psicológica y emocionalmente, sea mejor; especialmente cuando las
causales son supremas e insuperables como en el caso del alcoholismo, la
drogadicción, prostitución, machismo imperante, infidelidad constante, otras.
Sin embargo, existen circunstancias superables que se obvian por el predominio
del orgullo, la soberbia, el desbalance entre lo positivo y negativo de una
persona, la intromisión de los padres, la pérdida de valores, el poco mérito
que se le da al matrimonio porque se llega a él por la búsqueda de
una estabilidad, de una libertad diferente a la del hogar, la
mentalidad de lo que no sirve se bota, o a rey muerto rey puesto, o
simplemente, es una ilusión, un apantallamiento que cuando se opaca o se
corre el telón, surgen los peros, los defectos, las
inconformidades, el hastío, la desconsideración. Algo que duele, es que
uno de la pareja prefiera lo demás: lujos, diversiones, promiscuidad,
vicios, prepotencia, falsedad, egoísmo, yoísmo, violencia, incomprensión,
por sobre sus hijos”… lamentablemente, ocurre a diario y no se busca
ayuda, lo mas fácil es liberarse del yugo, la pena de ser considerado/a socialmente, una victima…
Creo
que se debe luchar hasta lo imposible, subsanar heridas, refugiarse
en la fe, revestirse de humildad para reconocer los errores que se pueden
cometer, pero si no existe la concienciación, un verdadero amor, un
amor eterno, todo se revienta, como el pabilo de hilo podrido que al
halarlo se divide en fragmentos…
Aquí recuerdo un poema de cuando
estudiaba bachillerato: Para ti que estás triste, para ti que estás solo/a, pobre
rosal que en mayo no floreces y a quien octubre dejará sin rosas…
Mi
vocación de docente me pide a gritos que siga despertando
conciencia y abonando los valores, porque todos los seres
humanos tenemos dentro una lucecita que nos reprocha y sermonea, lo importante
es no taponar los oídos para dejar de escuchar.
Gracias a EVA por brindarme la oportunidad de estar en su revista con la cual colaboro de mil amores logrando un enriquecimiento espiritual mutuo y brindándome la oportunidad de conocer y comentar a muchos escritores o aficionados que también brindan mensualmente, sus aportes.Un abrazo fraterno.
ResponderEliminarTrina Leé de Hidalgo
Bueno, Trina. Yo pertenezco a la generación perdida (aunque no me he divorciado). Debo decir que hay muchas razones por las cuales uno termina separándose, y te ha faltado mencionar algunas (aunque todas relacionadas con yo). Sin embargo, es un estertor poderoso ante un hecho que nos atañe a todos, no despreciar lo que tenemos. Gracias por tus palabras.
ResponderEliminarComo siempre, una maestra de las letras (y de la vida), Trina. Felicitaciones. Ahora, al menos en mi caso, no sé si la pasion disminuye con los años, yo sigo siendo tan apasionado cuando me enamoro como a los 18...Pero lo que SI cuesta es enamorarse....
ResponderEliminarAmigos Carlos y Gontxu, gracias mil por vuestra presencia en este escrito de mi autoría, son muy gentiles. Reciban un fuerte abrazo desde mi querida Venezuela.
ResponderEliminarTRINA