El sol brilla
más que nunca sobre el mar. Quizá sea porque está dando sus últimos coletazos
del día, pero casi parece que el agua es oro líquido. La panorámica que se
dibuja desde mi elevada posición es preciosa. Ahora entiendo por qué la terraza
de este hotel tiene tanto éxito. Desde allí, el litoral parece una postal, pero
ya antes de llegar, en el maravilloso ascensor acristalado, la vista resulta
sobrecogedora. El ascensor sube rápido, pero aún así, 35 pisos son 35 pisos, y
yo todavía llego por el 27. No me queda nada para llegar, pero cuanto menos me
falta, más nerviosa me pongo. Llegué, salgo a la elegante terraza, ahí está él.
El paisaje de
la bahía es espectacular, con razón es el sitio más chic de la ciudad, y con
razón es tan caro. Aquí todo el mundo está forrado. ¿Cómo lo reconoceré, si
sólo sé de él que vendría con traje, como el resto de los clientes? Eso me pasa
por aceptar una cita a ciegas. Ahora que caigo, hoy es San Valentín, ¡menuda
casualidad! Para qué le haría caso a Luis, mi jefe. En qué berenjenal me ha
metido. Lo voy a matar.
Gracias a
Dios que él sí me ha reconocido y me ha saludado desde su mesa. Me asaltan mil
dudas. Llegaba tarde y he venido a la carrera, ni siquiera sé si estoy bien
maquillada. ¿Y mi vestido? ¿Tiene la suficiente elegancia? A lo mejor es un
poco mojigato, pero tampoco quería parecer un zorrón. Definitivamente, me tenía
que haber puesto algo escotado. Bueno, es igual, ya no tiene remedio, tampoco
está tan mal la blusa que llevo puesta, y la falda me llega por debajo de las
rodillas, así que de monja nada, pero quizá debí venir sin medias, luciendo
piernas. No te distraigas, qué más da.
El caso es
que él parece todo un caballero, con ese traje impecable. No parece de ninguna
boutique, no me extrañaría que fuera hecho a medida, con la clase que él tiene.
Y la corbata, es seda de la buena, aunque la camisa, vaya un color, como para
que se queje de mi blusa. Vamos, no le paso ni media a este tipo. Pero si aún
no ha abierto la boca el pobre y ya lo estoy degollando, madre mía. Si es que
estos nervios no son nada buenos.
Me cuesta
mucho concentrarme en lo que me dice, no hago más que despistarme con mil
detalles. Cómo tiene doblado el cuello de la camisa, cómo brillan los gemelos
de oro que lleva en los puños, cómo su peinado permanece inmóvil pese a la
brisa que sopla a esta altura. Me tiene que repetir las cosas varias veces. Son
asuntos importantes, debería estar más centrada, me conviene, pero no puedo.
Son los malditos nervios. Jamás había hecho esto antes.
Poco a poco
me voy centrando y me zambullo en la conversación. Ya lo creo que es
interesante. Desde luego, este hombre no le tiene miedo a nada, ni a nadie.
Tenemos mucho que ganar juntos. He hecho muy bien en venir, le debo una a mi
jefe. Gracias, Luis.
La tarde avanza,
el sol termina de ocultarse y las luces del paseo marítimo tintinean en la
distancia. También se encienden los halógenos de la terraza, donde ya empieza a
refrescar, mientras un pianista nos ameniza a los presentes con su repertorio
de jazz clásico. La verdad es que es un sitio muy agradable, y la compañía de
él, mucho más. Se me está pasando el tiempo volando.
Qué pena, ya
es hora de irse.
De su
americana saca un sobre y lo deja encima de la mesa. Es para mí, un presente
por nuestra nueva amistad. Nuestra primera cita llega a su fin. Se levanta y se
acerca a coger el ascensor. Antes de bajar, lo despide el director del hotel.
Qué importante es este tipo, con razón, su empresa construyó el edificio.
Llamo a mi
jefe y le cuento lo bien que ha ido todo. Yo también me marcho. Al levantarme,
el director del hotel se acerca a mostrarme sus respetos.
- Buenas tardes, concejala. Dígale a don Luis, el alcalde, que su suite ya está reservada para el fin de semana. Invita la casa, como siempre, en previsión de futuros negocios. Ah, y permítame que la felicite por la decisión tomada esta tarde. La urbanización que pretende construir el señor Rincón traerá muchos beneficios a esta ciudad, para todos.
- Gracias, estoy segura de ello.
Juan Martín Salamanca |
¡Claro que
estoy segura! En ese sobre el señor Rincón me ha dejado 75.000 razones para
estar segura, y todo por unos permisos de nada. Es la mejor cita de San
Valentín que he tenido nunca. Esta noche mi marido y yo tendremos más motivos
para celebrarlo.
Sé que puede
parecer una indecencia mi comportamiento. Nunca había hecho esto antes, no
entré en política para esto. Sé que no está bien, pero… ¿quién ve a Dios y no
lo besa?
Jajaja...me río porque es muy bueno, un final sorprendente. !tu si que vales!
ResponderEliminarjeje, muchas gracias, Nuria. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarNo sé si con vivencias o capricho de la imaginación. Sea como sea, es ideal para vivir esa escena. Me gusta ver el mar (la mar) desde lo alto dejando correr la imaginación.
ResponderEliminarPara este asunto, tengo que pensar en otro tipo de personajes.
Lógico, jaja. Muchas gracias, tocayo.
EliminarUn San Valentín muy actual (o) Muy actual éste San Valentín.
ResponderEliminarFinal sorprendente, como no es de otro modo en tus relatos. ¡Felicidades!
Muchas gracias como siempre, es un placer escribir para lectores tan entusiastas.
EliminarWow, me has dejado sin palabras. Pero qué BUEN RELATO , tan actual y tan original a la vez. Me encanta porque ella no quería vestirse como una zorra, pero era-en otro sentido-LA MÁS ZORRISIMA DE TODAS.
ResponderEliminarFelicitaciones, colega!
Muchísimas gracias Gontxu, la historia de amor entre corruptos y corrompedores se parece mucho a las de los chulos y sus putas. Muchas gracias por tus palabras, me alegra que te haya gustado. Un saludo.
EliminarDe verdad Juan, magnífico. ¿Por qué será que me suena tanto la historia en estos días?. Ni en San Valentín podríamos librarnos de las noticias del telediario. Enhorabuena.
ResponderEliminarLa verdad es que sí, la idea podría ser evadirse aprovechando la fecha, pero como no soy muy de San Valentín, preferí centrarme en estos amores tan a la española, por qué no decirlo. Muchas gracias por tus elogios. Un abrazo fuerte.
EliminarJaja! Juan, que buen relato. Porque no debemos olvidar que este día no es solo del Amor, también lo es de la Amistad. Y no hay nada mejor que 75.000 de algo para mostrarle "cariño" a tu semejante.
ResponderEliminarEfectivamente, hay quien pierde el tiempo con flores y bombones cuando un sobre es mucho más efectivo. Menos mal que nuestros políticos son listos y lo saben, jaja. Gracias por tus palabras, amigo Carlos.
EliminarMe encantó esta historia o relato, de principio a fin, anima a seguir leyendo por la motivación que despierta una entrevista.Parece el capítulo de cualquier novela, o de una historia que seguirá. Refiere los privilegios y ganancias de cualquier negocio burocrático, entre otras cosas. Gracias por compartir.
ResponderEliminarTRINA LEÉ DE HIDALGO
Gracias a ti, Trina, me alegra mucho que te haya gustado. Siempre es un placer que anima a seguir escribiendo. Un abrazo fuerte.
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