No
podía dejar pasar una fecha tan importante para mí, como es la festividad de
Sant Jordi, sin atreverme a escribir un pequeño poema en catalán. Aún no me
siento capaz de más, pero —¡todo se andará!—.
Lo hago, además, porque la literatura debería estar por encima de cualquier animadversión hacia los catalanes. Des de molt petita, veraneé en Torredembarra, un pueblo cercano a Tarragona, y de ahí nace mi pasión por esa tierra. Mis mejores recuerdos giran en esa dirección: un lugar donde podía caminar de la mano con un amigo sin que nos etiquetaran como pareja, o darle un “pico” sin que ello implicara nada más. Eso, aquí en Madrid, no lo he visto. Al menos, no sin etiquetas. Y yo odio las etiquetas.
Menospreciar a los catalanes —ya sea por el fútbol, la política o por esa minoría que busca la independencia— me parece fuera de toda lógica. Como en cualquier ciudad de España, hay personas mejores y peores. Pero no me gustaría que tú, como lector, cayeras en prejuicios absurdos.
A las personas hay que conocerlas,
no juzgarlas por su procedencia o su profesión. Y conocer a alguien no es
cuestión de un cuarto de hora, sino de sostener su mirada y compartir un café.
El
arte —en su sentido más amplio— debería ser un lenguaje universal. Por eso,
espero que hoy, como para mí, también sea para ti el día del libro, más allá de
tradiciones o leyendas.
Espero
que disfrutes del poema. Mi catalán no es muy bueno, y pido perdón por no ser
mejor que nadie.
Con
cariño, Eva.
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