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viernes, 7 de septiembre de 2012

Occequi (Otro lugar)


 

Ella nació en un lugar alejado de la urbanidad donde las costumbres ancestrales permanecen intactas.
 
Desde que naces se marca tu destino, como el hierro caliente sobre la piel de la bestia; donde el nombre que te otorgan será la medida de la fuerza de tu espíritu… allí donde la milpa crece erguida mientras que la mujer agacha la cabeza.
 
Ella creció sin preguntar jamás porque debía comer todos los días lo mismo. Alguien del pueblo cercano llevó una brigada de salud, les pincharon el brazo y como dolió; pero más dolían los golpes del tata cuando no quería madrugar porque el cansancio no le permitía abrir los ojos. Un practicante de medicina les platicó como debían balancear los alimentos y como lavarse los dientes; pero ¿cómo balancear frijoles, tortilla y algunos frutos como tomate para la salsa? El mejor maíz se los llevaban los comerciantes intermediarios para vendérselos a las empresas que exportan el maíz; los güeritos tendrán un producto de primera calidad, pero ellos sólo lo mermado llevan a sus platos.

Había algo que nadie podía someter…la libertad de pensamiento. Ella soñaba con muchas cosas, quería ser como la maestra que le enseñó castilla. Quería también proteger a los infantes y a esas madres que desnutridas procreaban hijos con leporino o quizás sería médico, como esas personas tan buenas que les daban dulces. Nunca sería como aquellas que les han quitado la tierra o acaparan el maíz. Y así día tras día, soñaba y soñaba… fue creciendo, floreciendo como mujer; su padre le buscó marido, hizo un buen trato con el prometido, pagaría lo suficiente para ser el dueño de ella.

La maestra le aconsejó huyera, le veía muchas posibilidades para cumplir sus sueños; pero cuando lo iba hacer, un hombre, quien ingirió bebidas embriagantes, abusó de ella. Su madre la descubrió tirada en un charco de sangre y la llevó a casa, solo la milpa fue testigo del brutal acto. Sin embargo; la boda se llevó acabo, todos afuera esperaron que el novio avisara que había poseído a una virgen, o que rompiera la cazuela de barro que colgaba en la puerta, anunciando así que no fue digna de portar el traje que significa pureza. El novio furioso la sacó de la choza de guano, y los familiares y amigos la golpearon... Allí quedaron sus sueños... en colores blanco, rojo y negro.

“Tú mestizo que tienes un Dios que te protege, a mí, que tengo tantos, ¿Por qué soy carne de sacrifico?, ya no en un cenote sagrado como mis ancestros... ahora mi muerte es más lenta. Tú mestizo que sueñas y luchas por tus sueños, que tú dios te ha dado libre albedrío para fracasar o triunfar, mira aquí, chiquita, entre mi milpa amada, donde el dios viento anuncia mi muerte, no te quejes de tu destino, el que tú elegiste... yo no puedo elegir el mío, dile a tu dios devuelva labios a mis niños y libertad a mi gente.”


Elizabeth Larrañaga


2 comentarios:

  1. Elizabeth,
    Tu historia me ha llegado profundamente al alma. Una historia como tantas que se repiten en donde la mujer es vista como un instrumento, ya sea para fundar un matrimonio o para satisfacer las necesidades de cualquier hombre con la fuerza y el corazón negro para destrozar un cuerpo y cientos de sueños.

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  2. Una historia dura, detestable, falta de humanidad, crítica. Y muchos interrogantes que deberían estar resueltos, pero el ser humano puede ser tan inhumano como se plantgea en este texto; desgraciadamente, lo es.
    Según lo cuenta el autor, es como asomarse a la ventana de muchos lugares de la tierra donde la vida se hace piedra y el hombre el ejecutor de lo bello; lo que no sabe apreciar porque es bestia, a punto de convertirse en la maldición de los valles fértiles del amacer a lo infinito: un ser finito sin alma.

    Sólo un consejo: cuida un poco la gramática y la ortografía.

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