Tal vez no debí
levantarme esta mañana, tal vez es uno de esos días en lo que no debería
amanecer porque desde el vamos todo termina en malos recuerdos… tal vez podría
agregar muchos “tal vez” más. Pero no hay caso, el despertador que apagué a
manotazos ha vuelto a sonar y no hay otra vuelta que dar, hoy debo enfrentarme
a la cara del Sr. Méndez con su sonrisa sádica mientras me recuerda que mi vida
no es más que un número en su legajo de personal, un número que según él no
cumple con el requisito de “costo – beneficio”, sino con el de ahorro para su
sitio en el cielo, como si soportarme no fuera otra cosas que una tortura del
purgatorio, en el que irónicamente “gracias a Dios”, yo valía por una buena
cantidad de pecados.
Él me ha dicho ayer con
su gesto cruel de siempre: “mañana tendrás una sorpresa, sabes que las
negativas se me dan mal y me ponen de un humor furioso”. ¿Estaba preparada para
enfrentar las consecuencias realmente o tenía que detenerme a pensar en concreto
cómo escapar de una situación tan extremamente dominante?... costaba
responderme a mi misma cuando el efectivo apenas alcanzaba para pseudo mantener
una madre enferma y las posibilidades estaban atadas a “eso” o a concretamente
nada.
Ensayé en mi cabeza alguna
disculpa tardía por la negativa poco inteligente del día anterior, pero me
cuesta doblegarme al tacto indecoroso que él quiere hacer llegar día a día un
poco más lejos y que no consigue más que provocarme arcadas.
El pensamiento
concentrado en otras cosas evitó que me diera cuenta de absolutamente nada ¿o
realmente él había maquinado las cosas tan bien como para que la “normalidad”
fuera el requisito indispensable para una mañana que resultaría trágica?
La oficina aún estaba
vacía cuando llegué y no hubo otra cosa que hacer que acomodarse a la rutina de
buscar agua caliente para el café, limpiar el escritorio acomodando papeles y
actualizar la agenda diaria dejando el detalle correcta y prolijamente escrito
al lado derecho del teléfono. Su nota también estaba ahí, con esa redacción
cortante que marcaba las distancias con líneas fuertes e impersonales: NECESITO
DEL SOTANO LEGAJOS 2006. ¿Legajos 2006? Dios eso debía estar un poco más allá
de lo que yo consideraba el fondo de un lugar que odiaba. Vaya venganza… bien
que podía ponerse esa carátula esta vez.
Apreté los puños tomando
aire mientras miraba la puerta como una entrada al mismo averno antes que a la
escalera descendente que me llevada exactamente veintisiete escalones más abajo
hasta el depósito de trastos.
La nota era clara y yo
estaba en falta así que mi miedo tenía que quedarse arriba mientras mi lado
responsable y trabajador bajaba hasta allí a pesar del latido rabioso de un
corazón que buscaba salírseme del pecho: Ese lugar era cerrado, húmedo y
oscuro… y era precisamente ese “oscuro” lo que resonaba en mi cabeza como si
tuviera un latido propio y la capacidad de hacerme sudar las manos de forma
exponencial con cada paso que daba hacia la puerta.
Encendí la luz, dejé la
puerta abierta y comencé a bajar contando los escalones para concentrarme en
algo que me impidiera pensar y temer, algo que me alejara de esa realidad tan
palpable de la luz achicándose a medida que la profundidad crecía ¿acaso nadie
podía haber iluminado esto con fluorescentes enormes anclados en las paredes y
armados como una hilera de luces dándose la mano?
El sonido de la carcajada
llegó a mí como un fogonazo acompañado del golpe seco de la puerta y el
chisporroteo de la llave de luz explotando. La oscuridad siguiente se me metió
de repente en la venas, como si me devorara dejando el vacío inmenso debajo de
mis pies congelándome la sangre antes que pudiera incluso gritar.
Quería correr, pero mis
piernas estaban tiesas, adoloridas… agarrotadas, muertas a cualquier estímulo u
orden de un cerebro que ya no me funcionaba porque todo tenía manchones negros
que crecían, que se multiplicaban, que conseguían que los oscuros traspasaran
incluso el mismo color negro como si pudiera existir algo peor que eso. ¿Cómo
gritar si la oscuridad se había llevado mi voz? ¿Cómo saber si esa sensación de
ahogo y de caída libre no era cierta si no podía moverme, si mis ojos ciegos me
ardían por la falta de luz?
El dolor avanzó por mis
venas como la misma sangre, un dolor terrorífico, envenenado… más adrenalina
que sangre y sin resultados tampoco… estaba helada, congelada en el pánico
macabro de saberme rodeada de nada más que la maldita oscuridad que me tocaba
dejándome desnuda ante ella… violándome, poseyéndome con furia, pintando mi
piel de un negro lacónico.
¡Dios! ¿Por qué no puedo
gritar? ¿Por qué la garganta se cierra y la oscuridad se me mete dentro
también?
Tengo las respuestas y me
rebelo a ellas… consigo meterme los dedos en la boca para devolver la oscuridad
y la siento húmeda, rancia, mezclada con la bilis amarga de mi interior…
maldita… pero sigo sin voz, sigo sin poder al menos arrastrarme hacia los
escalones que pueden acercarme arriba, lejos de esa negrura sorda, de ese
infierno que me posee sin permiso, volviéndose tiniebla tangible, dolor colado
en la piel… grito callado a la fuerza sin sentido.
Duele… duele la manera en
que el negro me circula… duele y ya no queda nada de mí que no sea la
desesperación de que el dolor termine… a cualquier costo, no importa. Los modos
ahora se sienten desconocidos y oscuros, punzantemente oscuros…
Muy definida la fobia, una historia sin final, me hubiera gustado saber como se salvaba o salia del atolladero...
ResponderEliminar¡Qué miedito! Pero por eso es justamente una fobia, porque es un temor irracional a algo...
ResponderEliminarExcelente descripción de la sensación y síntomas de una fobia, uno se pone en la piel de la protagonista. Ahora, finalmente..¿Encontró los legajos del 2006?
una manera muy singular para describir el miedo a algo.
ResponderEliminar¿Quién puede soportar el miedo exacerbado a algo? Realmente terrible
ResponderEliminarInteresante relato, la oscuridad dentro del personaje, y como se va apoderando de ella el pánico, y el final, dejando al lector en esa oscuridad latente! Saludos!
ResponderEliminarUna forma intensa de expresar un temor irracional, en este caso a la oscuridad y los espacios cerrados. Por mi parte yo padezco una fobia. Muy bueno, Caliope.
ResponderEliminarUfffff, he sentido el miedo a medida que lo leía. Excelente descripción, esta lectura me ha mantenido en una tensión constante. Muchas felicidades, muy muy bueno.
ResponderEliminarBuff... simplemente genial, lo has descrito genial, he visto esa sensación en las personas que conozco que tienes fobias a algo. Muy bien trasmitido y de lectura ligera. Enhorabuena. un abrazo
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