viernes, 14 de febrero de 2025

De un amanecer a un ocaso.

  

Ella estaba ahí, en medio de otras dos muchachas, con su vestido de carmín, encaje y un lazo en cabello castaño, riendo, él solo la miró un segundo, solo eso bastó para enamorarse de ella, se acercó evadiendo los demás asistentes a la fiesta del patrono de la comunidad, una noche de cosecha, una noche social, pero para él solo había una otra persona más en ese lugar, le habló directo, sin importar nada, entre risas y vergüenza, ella aceptó bailar, ninguno de los dos sabían, pero no les impidió bailar toda la noche, torpemente, los dos bailaron juntos hasta el amanecer.

Las estaciones cambiaron, con ellas vinieron regalos, besos, escapadas, y un anillo; ella vino con un vestido, algo amarillo, prestado de una amiga, y él con viejo sacó de su padre, pero no les importó, ambos se veían uno al otro perfectos, y ante un altar, juraron amor.

El padre de la novia regaló un par de hectáreas, el padre del novio, una vaca, y un par de gallinas, para empezar, ahora en su nueva casa, la noche de bodas se consumió, pero fue algo incomodo, ambos nerviosos, sin experiencia alguna, él rompió la tela torpemente, ella intentó disimular el dolor, ambos llegaron a medias, no fue una experiencia buena, pero no les importó, ambos abrazados pasaron el resto de la noche.     

Los días pasaron sin mucha novedad, las lluvias de mayo pronto llegarán, él le pido ayuda a su esposa, a amarrar los tomates bien, cuando la lluvia los sorprendió, él se quitó la camisa para tratar de cubrir a su esposa y corrieron a un viejo árbol en la propiedad, faltaba buen trecho para la casa y un gran barrial, se resguardaron bajo las ramas de hojas caídas como hilos de esmeralda, ella llevaba un conjunto crema, que ahora transparente, mostraba parcialmente sus inocentes senos algo más grandes y hermosos con pezones rozados sobresaliente por la tela, él se deleitó con esa vista, ella también lo miró, su cuerpo moreno, en forma, algo brillante, por el agua del cielo, caía por sus pectorales hasta su cadera, un ardor, un fuego se prendió en ambos, se acercaron como hipnotizados, y comenzaron a besarse en lo que él abría los botones de su blusa,  ahora el cuerpo como una muñeca de cerámica, con un poco de vello en el pubis, se abría ante él, su pantalón cayó al desamarrar la única vieja y desteñida faja dejando ver un miembro viril palpitante, instintivamente se sentó en su pantalón y camisa sin darse cuenta cuando los puso ahí, y ella se sentó en él se besaron apasionadamente, él agarró ambos glúteos blancos y hermosos, los apretó y sin dificultad la levantó para penetrarla, pero esta vez, no hubo resistencia alguna, solo un agradable calor y presión, ella sintió un escalofrío, todo su cuerpo se estremeció por un placer y se dejó llevar, como en un caballo, comenzó a galopar sin control, la velocidad iba en aumento, sus alientos y el sonido de la lluvia torrencial; una gota de vez en cuando caía en sus cuerpos la cual parecía evaporarse, no sabían qué pasaba, no sabían que seguía, solo quería sentir más y más, los dos se abrazaban cada vez más fuerte, en eso, ella sintió algo, una explosión en sus adentros y el la abrazaba para no soltarla en tanto palpitaciones de su cosa y un placer, un choque como un rayo desde su parte intima a todo su cuerpo la hizo tensarse con un gemido de placer sordo por la lluvia, jadeantes se miraron a los ojos y se besaron con ternura, ambos bajo ese árbol, tocaron un extremo del cielo. 

Los meses transcurrieron y una noticia dibujó una sonrisa en sus caras, pronto serían tres, las estaciones pasaron y un hermoso varón nació, cuando este ya empezaba a caminar, nuevamente otra criatura vendría, años y décadas pasaron, 3 varones y una damita ahora los acompañaban, la propiedad prospera, una docena de vacas y varias gallinas, la humilde casa ahora era un gran caserío de varios cuartos, y bajo el viejo árbol, un lindo kiosco pintado de blanco con una banca con vista a los huertos, hacia el oeste. 

Ha pasado tiempo, él ahora ocupa un bastón para caminar, su manos llenas de cayos, y cabello grisáceo, ahora algo encorvado, ella, ahora era más pequeña, con su cabello trenzado blanco por completo, ocupaba una andadera para caminar, sentados en la sala, pasaban sus días los dos juntos.

Un día por la tarde, ella le pidió ir a su lugar especial, él sabía que se refería al quiosco, no entendía la petición, hacía mucho tiempo que no iban, pero se levantó, pesadamente con ayuda del bastón, le dolía mucho la espalda, los pies le flaqueaban y su vista ahora ocupaba unos gruesos lentes, pero nunca decía nada, trajo la andadera a su esposa, pero ella solo le tendió la mano, él se la dio y con mucho esfuerzo se levantó del sofá, se sostuvo con todas las fuerzas que le quedaban al brazo de sus esposo, y juntos comenzaron a caminar, lentamente, el viejo barrial ahora era un camino de piedra bien hecho, los jardines de flores y macetas, lindas y acomodadas, cada paso que ella daba era un esfuerzo increíble, pero no se quejaba, el dolor del brazo, los pies y la espalda, era casi insoportable, pero él no hizo mueca alguna, el sol llegaba al horizonte cuando ambos llegaron al kiosco, y se sentaron con dificultad, ella puso su cabeza en su hombro y los dos contemplaron el atardecer, tomados de las manos, viendo el sol menguar, cuanto la última luz se vio, la mano de ella se aflojó, y suspiro una última vez, él ya lo sabía, desde el momento en que no quiso tomar la andadera, apretó con fuerza la mano de ella, y con mucho esfuerzo, acercó sus labios a su frente, con unas lágrimas en sus ojos, él también cerró sus ojos y empezó a soñar y recordar, aquella vez, que una chica en un baile, de vestido carmín, con encajes y un lazo en su cabello castaño, y nuevamente la invitó a bailar, pese que no sabía cómo hacerlo, pese a ello, ambos bailaron, lo hicieron, aunque no sabían cómo, pero siguieron bailando juntos los dos, por lo que el tiempo les permitiera, hasta el último segundo.

 

Marvin Duran




7 comentarios:

Hidekisama dijo...

Lo mejor para Marvin

Efrain Nadal dijo...

Sin duda una bella historia de una larga vida llena de amor y bendiciones. El final de la historia donde ya ancianos ambos recuerdan ese primer encuentro y ese baile que los unió para siempre esta lleno de una tierna emoción el cual sin duda alguna a muchos de nosotros nos gustaría experimentar cuando nos llegue la vejez junto a la persona amada.

Somet dijo...

Siempre es interesante tu narrativa, Marvin. Ya ahora se está tornando más fluida. En un relato corto relatas la vida y obra de una relación, como la brevedad del tiempo en que pasa para los humanos una eternidad. Que al final del viaje ambos puedan permanecer juntos, como lo hicieron durante años.

Hollman Barrero El Sembrador dijo...

Interesante la propuesta circular del tiempo.
Y cómo una romántica historia de aparente sencillez adquiere un inusitado interés y expectativa. Allí donde empezamos, allí mismo terminamos. Interesante. Teilhard de Chardin muy bien lo definía en su espiral elíptica del conocimiento. Haciéndonos referencia que siempre volvemos a pasar por el lugar en el que ya habíamos estado; con la diferencia que ya somos diferentes.

Fran Medina dijo...

Bonita historia.

El Perurena dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
El Perurena dijo...

Emotiva narración de un largo y tierno amor, con una descripción precisa y sutil de lo que llamábamos "el acto de la vida"... En fin... Se me han saltado dos o tres lagrimillas.
Gracias por tu desempeño.

Publicar un comentario

Gracias por dejar vuestros comentarios.

Textos registrados

Safe Creative #1205150611376