lunes, 30 de diciembre de 2024

Gracias por ser como sois…

 

Es difícil dirigirme a vosotros y más, sabiendo, que este es el último comunicado que voy a escribir, sin que la página, se vea obligada a ser única y exclusivamente para “mayores de edad”; me repito, nada de lo que aquí está expuesto es como para que haya sido catalogado como tal.

Os aseguro que yo he escuchado conversaciones de “adolescentes”, que el solo recordarlas, “me perturba” y mira que es complicado que haya “algo” que lo logre.

Pero por el bien de todos y por “mi tranquilidad”, mejor así.

Os quería dar las gracias por vuestra entrega a la hora de leer.



El pasado 22 de diciembre a las 9:49, La Revista de Todos, tenía 228.978 visitas y ayer, domingo 29 de diciembre a la misma hora habíamos alcanzado la nada desdeñable cifra de 229.988, en solo una semana hemos tenido 1010 visitas.


—¡No sé qué decir!—, y más cuando son fechas de estar de compras, con familia, amigos, etc.

En nombre de mi equipo y del mío propio, os queremos dar las gracias, de todo corazón. 

A partir del 1 de enero, ya será, la revista, únicamente para mayores de edad, pero os pido, que no dejéis de leernos, tan solo tenéis que pulsar en la casilla naranja donde dice: “Lo entiendo y quiero continuar” y sin mayor dificultad, podréis, seguir teniendo acceso a todo el contenido que, a la fecha, podéis leer libremente.


Nunca hubiera apostado que había tanto público de “Madrid” que nos leyese, pero seáis de donde seáis, nos leáis desde donde nos leáis, gracias. 






Visitas el día 23/12/2024


No me quiero despedir, sin otra vez más, daros las gracias por leernos. 

He de recordaros que el próximo especial de La Revista de todos, será el próximo 14 de Febrero, "Especial San Valentín".

Al ser el día de los “enamorados”, el requisito para participar es que, en tu relato, poema, poesía, etc.; esté la palabra “amor”, bien en el título o en la aportación.

Insisto, el requisito mínimo para participar es comentar todas las aportaciones de los compañeros que decidan participar en el mismo y por supuesto dar contestación a los comentarios que os vayan dejando.

Si es la primera vez que te animas a publicar tu jirón en La Revista ponte antes en contacto conmigo en la siguiente dirección de correo electrónico: larevistadetodos@outlook.es

Quien quiera participar, lo puede hacer enviando su aportación antes del 1 de febrero al siguiente correo electrónico: larevistadetodos@outlook.es

En el asunto tendréis que poner: "Colaboración revista", cada texto tendrá que ir acompañado de una ilustración.

Si quieres aprovechar el momento para declararte a alguien en secreto, te aseguro, que no aparecerá tu nombre. ¡Anímate!

 

¡Cuento con vosotros! ¡Gracias!

Eva Mª Maisanava Trobo 

 

viernes, 27 de diciembre de 2024

Comunicado de la directora de La Revista de Todos.

 

Buenos días, tardes o noches; ya que no sé a qué hora os conectáis.

Los que lleváis mucho tiempo siguiendo la revista, sabéis, que nunca hemos tenido ningún tipo de problema para poder escribir con “libertad”, aquello, que nos apetecía o bien aquello que sentíamos en el momento de escribirlo.

 

Pero con este nuevo regreso, me he dado cuenta, de que hay más de un “hater”, que por un motivo que desconozco, le molesta, que yo escriba erotismo, ya que, habiendo más aportaciones con la misma temática, da la bendita casualidad, de que ha sido solamente la mía, la que ha sido denunciada y por ese motivo, los de Blogger, me han dado un “toque”. Algo deplorable, por parte, de quién lo haya realizado.

Para evitar que, en el futuro, vuelva a suceder, y después de hablar con mis compañeros —aunque nos ha costado llegar a un acuerdo—, hemos, decidido finalmente que vamos a poner la revista solamente para “mayores de edad”.

No os podéis llegar a imaginar, lo que me duele, el tener que tomar esta decisión, pero… son doce años, y no voy a permitir, porque haya “alguien” con la piel muy fina, que mi hija, La Revista de Todos, se clausure.

A partir del 1 de enero, la revista, será única y exclusivamente para “mayores de edad”. Podréis leer el mismo contenido, seguiremos trabajando con la misma ilusión y entrega que siempre, pero.. con más tranquilidad.

Ahora bien, si hay algún “menor” o “corto de mente” que se meta en la revista, yo, como directora no tengo responsabilidad alguna.

Es triste, que se pueda acceder con total libertad a páginas de contenido pornográfico sin dificultad alguna, donde los “jóvenes” se retroalimentan de una sexualidad, nada sana y de ahí, las famosas “violaciones en manada” y en un blog, recibamos o reciba, este trato, por describir una escena de una “masturbación” de una mujer a otra, habiendo, sentimientos de por medio.

Esto, me demuestra, una vez más… que España, en lugar de ir a mejor, está yendo a peor.

Soy consciente, de que, al tomar esta decisión, seguramente, no seamos tan leídos, pero… prefiero que “los pocos” que lo hagan, lo hagan, de una manera libre, sana y sin juzgar, que… muchos y volverme a ver en una situación non grata, como esta.

 

Espero que entendáis nuestra decisión y no dejéis de leernos.

Aprovecho para recordaros, que el próximo especial de la revista, será, el 14 de Febrero, día de San Valentín.

Hasta ese día, ser buenos, ser malos, pero… no nos seáis infieles.

 

Un saludo

  La directora de La Revista de Todos

 

 Eva Mª Maisanava Trobo



         

lunes, 23 de diciembre de 2024

Comunicado: La letra Escarlata

 

Buenas tardes a todos; antes de nada, tengo que agradeceros a todos por leernos, en unos días, que son más bien para estar en familia.


Por otra parte, he de comunicaros, mi descontento con “alguien” que ha indicado que mi aportación era de contenido sensible.


— ¿Habéis leído que el blog es para mayores de edad?—.



Lo digo, porque yo no puedo estar pendiente de lo que la gente haga o de si son mayores o no de edad; aunque seguramente sea el típico “hater envidioso”, que sabe, que las entregas de Giselle son de las más leídas.

Sea como fuere podéis seguir leyéndola, simplemente, tenéis que pulsar en la casilla que dice: Lo entiendo y quiero continuar.






No sé quién ha podido ser, pero… si por algo así te escandalizas, pena me da tu vida íntima, porque tiene que ser tan nimia y estéril como tu presencia en este mundo. Creo que, si te masturbases más a menudo, no tendrías tantos prejuicios. Hay que follar más y criticar menos…

No sé vosotros, pero… yo necesito “orgasmar” todos los días. Así una está más tranquilita, pero, en fin, cada uno que haga lo que quiera, pero seguramente también con este escrito se va a liar parda.

Hasta ahora, he sido muy comedida, con mi erotismo, pero no me retéis, porque siempre detrás de una mujer con “cara de niña”, hay una “mente perversa”.



Es por este motivo, que, voy a consultarlo con mi equipo, y seguramente, haga que el blog sea en “general” para mayores de edad, para evitar, situaciones incómodas cómo esta.


Llevo años escribiendo erotismo y siempre me sucede igual.

Vivimos en un país anquilosado y machista en el qué si yo fuese un “hombre”, sería el macho Alpha; siendo mujer solamente os falta lapidarme, ponerme la “letra escarlata o denunciarme como “hereje” al tribunal de la Santa Inquisición.

Sea quién haya sido, solamente, tengo que decirte, que prepárate para el que se viene, más que nada, porque no quiero ser la causante de un infarto de miocardio. No quisiera que en “ningún literal de fallecimiento”, pusiese que el motivo de la muerte fue leyendo La Revista de Todos.



Esta revista, es para mayores de edad y, por ende, cada uno es libre de escribir como quiera y a quién no le guste, que no nos lea, hay muchos blogs que leer.



Sin más…

La Directora de La Revista de Todos




domingo, 22 de diciembre de 2024

El regreso de Giselle. ¡Y si, llegó la niña por Navidad!

Este resumen no está disponible. Haz clic en este enlace para ver la entrada.

El regreso de Giselle. —Recordando el ayer—


Aunque fue ayer cuando escribí en este diario, siento, que ha transcurrido mucho tiempo.


Mi relación con Davinia sigue siendo especial, pese a que ya no estamos juntas. Pero, por todo lo vivido y sobre todo por mi hijo, al que sé que ella adora, seguimos teniendo una excelente relación. Ella, aún me sigue amando, en cambio yo ya no siento lo que antaño sentía por ella; aunque no voy a negar que dejarme llevar por la pasión y hacerla enloquecer con mis labios, succionando su clítoris y arrebatándola un orgasmo de vez en cuando, es algo a lo que me niego a renunciar. Pero solamente es eso “momentos”.



Mis sentimientos, aunque recientes, son fuertes y el causante de ellos, es Roberto sin lugar a duda.


Abraham, mi hijo, ya tiene siete años. Está creciendo tan rápido, que en ocasiones me formula unas preguntas, para las que os aseguro que no encuentro respuesta. Pensamos, que los niños no se enteran de nada, que, desde su mundo de la inocencia y el juego, no perciben nada del mundo de los adultos, y ahora, me doy cuenta de que no. Que siendo unos niños —una inmensa mayoría—, son más sensatos, sinceros y honestos que nosotros; porque no están maleados, porque son transparentes y cada palabra que dicen, la dicen, con una verdad que en ocasiones hasta para nosotros puede resultar hiriente.


Aproveché para desayunar tranquilamente mientras que todavía él seguía durmiendo. En la mesa de su habitación estaba el puzzle que mi hijo y Davinia montaron, en mi ausencia, mientras que pasaba la noche con Roberto; lo que me recordaba que tenía que pasar por la tienda de cuadros, para que lo enmarcasen, como le había prometido la noche anterior para que lo colgase en su habitación.


De repente comencé a sentirme muy cansada, apenas había ingerido un café con leche y una tostada con jamón york y aguacate para desayunar y sentía como si me hubiese comido un costillar entero.


El periodo, hacía dos semanas que debería de haberme bajado y no tenía síntoma alguno de que fuese a hacer acto de presencia. Me negaba a admitir, lo que, dentro de mí, podría estar pasando.

Llevaba tanto tiempo sin cuidarme, porque no me había hecho falta, que recordé en este instante que después de desayunar en la cama del hotel cuando Roberto se fue, y al incorporarme de la cama, de mi sexo manaba su semen.


Sin tener ninguna prueba que lo confirmase, mi cuerpo, ya había pasado anteriormente por esto, y estaba más que convencida que de nuevo, una vida en mi se estaba gestando.


Habían transcurrido más de 8 años desde mi último embarazo, los años pasaban. Mi hijo siempre había querido tener un hermano y, sin embargo, me daba miedo. Ya no tanto por volver a ser madre, sino porque tal vez Roberto no estuviera preparado para afrontar una paternidad.


No teníamos una relación consolidada, tan sólo habíamos compartidos unas cuantas citas, charlas, paseos, confidencias y… ¡Sí! Esa noche de pasión en la que me estremecí, grité y en la que pedí que no parase… hasta que entre sus brazos sentí desfallecer de placer…


Y es que la vida se compone de “momentos” y en un momento se crea una vida.


Continuará…



Eva Mª Maisanava Trobo




SERDICR (Soledad, Entrenamiento, Recuerdo, Dolor, Intento, Revelación, Compañía)


El eco de las llaves cayendo en la mesa resonó por la oscuridad de la casa, fría y silenciosa, no hacía falta prender luz alguna, los brillos rojos y verdes de las decoraciones navideñas de los vecinos que se filtraban por las ventanas alumbraban suficiente, hace un año su casa hubiera estado igual, decorada, brillante y llena de esperanza y amor, eso no volverá; se cambió rápido a ropa deportiva y se dirigió a la cochera, accionó un interruptor y una habitación de entrenamiento se iluminó, cosas apiladas, pesas, guantes, almohadillas, y un saco que colgaba del techo, también la luz mostró un hombre de mediana edad, fornido, atlético pero su rostro sombrío no mostraba emoción alguna, sus ojos negros no se movían, sus labios secos pequeños se escondían detrás de una barba y bigote descuidados y su cabello, apenas arreglado, se notaba que hacía tiempo no era recorrido por un peine amable, no era el mismo hombre que había entrado aquí la última vez.

Lo recordaba vívidamente, en lo que comenzaba a saltar rápidamente y estirar los brazos para calentar, aquella vez, ella estaba aquí.

Su figura alta, delgada y elegante, vestía un short y top negros, su cabello castaño amarrado con una cola de caballo, caía frente a su rostro en lo que hacía un Split y se levantaba, con un movimiento ágil, esas facciones de muñeca, bellas y coquetas, eran adornadas por dos brillantes esmeraldas, intensas y desafiantes que lo volvieron a mirar con alegría, se acercó a él y sus bocas se encontraron, jugaron mordiéndose los labios con cariño, pero había ganas de más, él la tomo de sus glúteos redondos y bien formados, la levantó y la posó en una mesa cercana mientras ella reía sorprendida, él empezó a bezar su cuello, bajó y levantó el top dejando ver unos hermosos senos, modestos, pero bien redondos, y comenzó a devorar los rosados pezones como un recién nacido, el sabor a sudor, piel y mujer, lo volvía un animal hambriento, siguió besando y bajando por su abdomen hasta que ella misma bajó su short, y abrió las puertas a su tesoro, pero aún no, tomo uno de sus pies que tenía una zapatilla, con dos movimientos como mágicos, ya tenía su pie desnudo frente él, y pasó su nariz en su planta olfateando profundamente hasta que su boca mordió el dedo más pequeño, ella río y lo pateó suavemente, lo cual evadió y su boca se aferró a su delgado tobillo, donde comenzó a lamer y su lengua recorrió la liza y delicada piel hasta la rodilla, con minúsculos mordiscos subió por el precioso muslo, hasta su secreto, donde se dio un festín, ella comenzó a cerrar los ojos en lo que su respiración se volvió más profunda y caliente, arqueando la espalda dejando sus pezones erectos mirando al cielo en tanto una corriente recorría su cuerpo, ya estaba lista.

Él también estaba listo, ya había calentado suficiente, tratando inútilmente de despejar ese recuerdo de su mente, se puso unos guantes de boxeo y se volteó hacia el saco colgante, lo golpeó fuerte, que resonó en el lugar, a su vez en su mente recordó también la primera embestida, donde entró sin resistencia pero creando un sonido de aplauso que fue seguido por un gemido de ella ligero y agudo, se besaron nuevamente, sin moverse, nuevamente tomó impulso y un nuevo golpe al saco con ruido sordo hizo eco, él no podía sacarse de la cabeza ese día, ese hermoso día, ella estaba extasiada, aferrando con sus piernas las caderas de él, cada empuje profundo y caliente era seguido por un golpe al saco que aumentaba en ritmo y fuerza. El sudor, el aliento caliente, la calentura, el frenesí, cada parte de su cuerpo se movía al mismo compás en dos realidades, en dos tiempos, el dolor, las uñas en la espalda, los besos, los gemidos, cada embestida desenfrenada más locura, era cada vez más rápido, el saco cada vez se mantenía más alejado a su eje pero ellos cada vez estaban más cercanos en sus seres, ella en su interior una explosión que no se pudo contener más, soltó un gemido alto de placer en tanto él entró hasta su centro casi sobrepasando el límite y también desbordó todo al punto de ocasionar dolor por la rápida salida de cantidades anormales en ella.

Él cayó de rodillas en tanto gruesas gotas caían al suelo, su mente lo había traicionado, eran lágrimas, recordó el amor que sentía, pero también recordó cuando ella empezó a vomitar, los exámenes, la noticia, el tratamiento, como ella fue perdiendo el cabello, como sus mejillas se hundieron qué a su vez se tornaban pálidas, como ella sonreía pese a todos los tubos y máquinas, y sin tiempo de despedirse recordó, como sus esmeraldas perdieron brillo apagándose para siempre.

El abrazó el saco, de sus ojos no paraban de salir lágrimas, un gemido sobrehumano salió de sus adentros, era dolor hecho sonido, sus labios se partieron, su voz se raspó, deseó morir ahí mismo, su padre la había dicho incontables veces que “los hombres no lloran”, “los hombre no lloran”, “los hombres no lloran”.... entonces él ya no quería ser un hombre si no era capaz de sacar todo esto, si no podía llorar su pérdida, si no era capaz de extrañarla. Con los ojos hinchados y húmedos, miró hacia arriba, donde estaban las cuerdas que sostenían el saco, había una forma de terminar ese dolor. Estiró su mano con la intención de tomarlas, pero algo lo detuvo, era una mano blanca, hermosa y delicada que venía desde el otro lado del saco, él se detuvo en seco y ella salió desde detrás de este, sonriendo, con esa mirada desafiante esmeralda, se acercó como mecida por el viento y posó sus manos en los lados de la cara de él, le sonrió con cariño y sus labios tocaron su frente, y desaparecía mientras un susurro inaudible llegó directo a su interior: “Lucha hasta el final”.

Ella luchó pese a todo diagnóstico, lo intentó pese al dolor, trató pese a todo, hasta el final, siempre fue así, nunca se rendía, nunca, él apretó los dientes con ira y se levantó de un salto y comenzó a golpear el saco, a la vez que lagrimas salían de sus iracundos ojos, estaba enojado consigo mismo, y descargó toda su frustración, dolor y pena contra el indefenso saco que se tambaleó haciendo crujir las vigas que lo sostenían y con un remate se elevó casi un metro de su altura inicial causando un ruido sordo en toda la estructura, él jadeaba y un rugido parte de dolor e ira salió de sus adentros con todo el peso y agonía más allá de la razón haciendo eco en toda la casa.



Horas después, ya calmado, sacaba un saco de basura de su casa, a la esquina donde en un par de días, pasarían los recolectores, pero había que sacarla ya, porque apestaba, hacía mucho que no estaba en su casa, el frío viento de las vísperas penetraba la piel con la humedad característica por las lloviznas ocasionales, las familias se sentaban alrededor de la cena navideña, él ahora solo tenía los ojos hinchados como sus nudillos, y tiró la bolsa junto a las demás, en eso escuchó algo, y se fijó dentro de la caja contenedora, y una pequeña mancha blanca se movía en la penumbra, un minúsculo felino le protestaba por haberlo asustado, erizando su pelaje sucio y levantando la cola a la vez que maullaba lo más fuerte que podía, él se agachó y tomó el minino por el lomo, y lo levantó con solo dos dedos, estaba delgado y sucio, débil, pero aun así lo desafiaba con fuertes maullidos, mostrando sus diminutos colmillos, y una mirada de pequeñas esmeraldas lo retaban, sin pensarlo mucho, puso al ser en su mano libre y lo acercó a su pecho para protegerlo del frío, tomó de regreso el camino a su casa, y murmuró: Parece ser que no pasaré solo esta navidad…















Marvin Duran


Una Navidad en Quebec

 

Está entrando la tarde en este día de Noche Buena, ya la obscuridad de la noche a arropado a la ciudad y los adornos navideños brillan con gran fuerza en las calles de esta. Permanecen encendidos durante todo el día, pero en la noche, los adornos parecen tomar vida propia. La briza fría del invierno sopla suavemente en el lugar trayendo consigo unos pocos copos de nieve. Esta sumamente frío y desde que llegamos a habido nieve acumulada por todos lados, pero era de esperarse, Canadá es famosa por eso. Decidí traer a mi esposa a la ciudad de Quebec como parte de su regalo de Navidad. A ambos nos encanta la ciudad y aunque ya habíamos venido antes, pero, lo habíamos hecho durante el verano. Se que Carmen quería visitarla durante la época de Navidad debido a su fantástica decoración navideña, gracias a ser posiblemente la ciudad más Europa de todas las Américas, el ambiente es simplemente mágico. Ya llevamos tres días en la ciudad y mi esposa no deja de estar fascinada. Hemos caminado por la ciudad vieja un sin número de veces, visitado el mercado, saboreando sus delicias, impregnándonos con el olor a canela, a pinos, y dulces. En fin, la estampa perfecta. 

Después de 20 años de matrimonio, este tenía que ser el regalo perfecto, por lo que la estadía tenía que ser en el Chateau Frontenac. Por tal razón estuve planificando su regalo con bastante tiempo de anticipación, realizando la reservación hace once meses, pero pasando más tiempo aun en poder conseguir la otra parte de su regalo. La sorpresa especial para esta noche y el hecho de que también este nevando, aunque no sea fuertemente, hacen de esta noche una aun mas especial, es como si la misma navidad nos bendijera con su aprobación.

Por ser Nochebuena volvimos temprano al hotel para bañarnos y cambiarnos de ropa. Tenemos reservación en el restaurante Champlain y queremos ser de los primeros en disfrutar la cena especial que ofrecen debido a la ocasión. Nuestra mesa está hacia el lado del restaurante que ofrece una vista maravillosa de las aguas congeladas del río Saint Lawrence, pero por más espectacular que pueda ser el paisaje, nada supera la belleza de los 46 años de Carmen. Está sentada frente a mí, con su traje largo de color rojo el cual enfatiza el tema navideño, no posee mangas, solo manguillos sobre sus hombros y un escote que baja hasta el área del esternón con una tira fina que lo cruza justo a la altura de sus senos y a pesar de que el local posee una temperatura agradable, tal vez por la nieve que se ve en el exterior, o por saber que es invierno y esta fría la atmósfera en el exterior, o por alguna otra razón, los pezones de Carmen están erectos, marcándose tentadoramente sobre su traje, panorama que me llenase excitación. Su largo pelo levemente ondulado cae seductoramente sobre sus hombres, un cabello que llega hasta la mitad de su espalda y el cual luce extraordinariamente radiante gracias a que, por años, Carmen se lo tiñe de color rojo y ahora su traje ayuda a resaltar más ese color. Durante la cena conversamos de lo bien que la hemos pasado estos días, de lo mucho que ella a disfrutado su regalo y de lo mucho que aún nos falta por disfrutar y aunque el restaurante se encuentra lleno, para nosotros no existe nadie más.

Después de la cena, el postre y dos botellas de vino, aunque Carmen sola se tomó más de una botella, decidimos retirarnos a la habitación. El tiempo era perfecto. Caminamos el uno al lado del otro, sin prisa, mi brazo sobre la cintura de mi esposa, al poco rato nos detenemos frente a la puerta de la habitación y con mis dos manos tomó a Carmen por la cintura, acerco mi rostro al de ella y comienzo a besarla apasionadamente, gesto que ella responde de igual forma. Mis manos recorren su espalda mientras nuestras bocas juegan la una con la otra, bajo mis manos aún más para acariciar la curvatura de sus nalgas. Siento que alguien pasa por nuestro lado, pero no le damos importancia y aprieto más su trasero sin despegar mis labios de los suyos.

—Entremos, es hora de que me des esa otra sorpresa. — me dice suavemente en el oído mientras siento como su mano derecha aprieta mi endurecida entrepierna.

Sonrió. Busco en el bolsillo de mi gabán la tarjeta para abrir la puerta de la habitación. Tarjeta en mano, vuelvo a besar a Carmen antes de poner la tarjeta en el dispositivo. Me volteo y acerco mi mano a la puerta con la tarjeta lista.

—¿Tan nervioso estas? Nuestro cuarte es este. — Carmen señala la puerta que esta justamente de frente a la que estoy por abrir.

Le sonrió nuevamente, ella me devuelve la sonrisa posiblemente pensando en que me he abochornado un poco al darme cuenta de mi error, pero rápidamente cambia su expresión juguetona por una de desconcierto al notar que la puerta contraria a nuestra habitación abrió. Dejo la puerta casi cerrada.

—Feliz Navidad mi amor.

—Pero Jeffrey, si que te has tomado en serio lo del regalo de Navidad, reservar una segunda habitación para que no lo encontrará es un poco extremo, pero me encanta el misterio.

—Si te voy a regalar una noche de pasión, debo hacer algo diferente y regalarte algo que desees, como una de tus fantasías. —pose mis manos nuevamente sobre sus nalgas las cuales aprieto fuertemente, acercándome más a ella para poder sentir sus senos sobre mi pecho.

—Pero si no hemos dejado de tener sexo desde que llegamos. Hemos tenido noches de mucha pasión y manas también. Que más vas a ofrecerme, me lo has dado todo. Estoy más que feliz, eres estupendo, pero bueno ya me has puesto más ansiosa por saber lo que tienes en mente, sin mencionar lo caliente que estoy. Haber, no me digas que has comprado media tienda de juguetes sexuales.

—No, es algo mejor.

Llena de curiosidad, Carmen se acerca al umbral de la habitación, mueve la puerta un poco para mira al interior, la cierra rápidamente. Vuelve a mirarme, pero esta vez sus ojos y su boca están completamente abiertos por la impresión que le a causado la sorpresa. Por unos segundo no puede hablar hasta que finalmente lograr pronunciar una corta oración.

—Ese es Miguel.

Le sonrió. Miguel fue un compañero de ambos en la universidad al cual Carmen le atraía mucho. Nunca salieron a pesar de que la atracción era mutua pero ya Carmen y yo éramos novios. Las veces que hemos hablado de nuestras fantasías y con quien nos hubiera gustado estar, ella siempre menciona a Miguel, así que después de tanto tiempo porque no cumplirle esa fantasía.

—¿Pero estas loco?

—Loco por ti. Esta es una de tus mayores fantasías, muchas veces menciona que te hubiera gustado por lo menos pasar una noche con él, incluso en varias ocasiones mientras lo estamos haciendo has fantasiado que es el quien te está haciendo el amor.

—Y tu con Migdalia

—Pero Migdalia no está aquí y Miguel sí. —Le guiñó.

­—Pero Jeffrey, no es lo mismo una fantasía que hacerlo realidad.

—Claro que no, la realidad es mejor, siempre lo has deseado y te conozco muy bien para saber que digas lo que digas, ya quieres estar en esa cama. —Mientras le hablo comienzo a acariciar la parte expuesta de su seno, moviéndolo hacia el interior de su traje.

—Pero Jeffrey.

Alcanzó su pezón, el cual comienzo a tocar. No esta erecto, pero siento como rápidamente comienza a tomar fuerza bajo el movimiento de mi dedo.

—Quieres a Miguel dentro de ti, ¿verdad? — abro completamente mi mano que esta bajo su vestido y aprieto su seno una y otra vez. Carmen Gime.

—¿Lo quieres? —Su pezón está completamente erecto y firme, la siento temblar.

Carmen muerde su labio inferior en forma seductora y de igual manera mueve su mirada en dirección del interior de la habitación. Me mira y sonríe maliciosamente.

—Si, lo quiero. Oh, Dios, lo deseo.

Sigo acariciando su seno ayudándola a superar su inhibición y aumentando su excitación.

—Bueno, por lo poco que pude ver, no se ve nada mal. ¿Pero cómo lo conseguiste? No

sabíamos de él por años largos.

—Me dio un poco de trabajo, pero ya vez que lo logre. Claro primero fue conversación casual de tanto tiempo sin vernos y cuando me dijo que se había divorciado hace varios años y que, aunque está viendo a alguien aun no es nada oficial comencé a hacerle la propuesta. Tal vez en un futuro cercano se anime a formalizar la relación con su amiga y ya seria otra cosa. Invitarlo a esta aventura a expensas de engañar a su pareja pues no, eso estaría mal. Pero como esta soltero puse mis planes a correr.

Veo que está por volver a hablar, pero la detengo colocándola un dedo de mi mano libre sobre sus labios. Le explico que yo estoy para hacerla feliz, para cumplirle sus fantasias, para motivarla a que las realice, que se sienta libre, que yo soy su marido, no su amo. Mientras haya entendimiento y respeto todo es válido. Además, ella sabe que, para mí, bueno y para ella también ya que lo hemos hablado muchas veces, el compartir con alguien fuera del matrimonio es la prueba de confianza máxima entre las parejas, la prueba máxima de tener seguridad en el matrimonio, la prueba máxima de un amor verdadero y ya es hora de alcanzar ese nivel.

—Disfruta de tu regalo mi amor, te lo mereces. —Remuevo mi mano de su traje, tomo nuevamente la tarjeta de acceso la cual había colocado en el bolsillo del pantalón y vuelvo a abrir un poco la puerta.

Carmen mira indecisa, pero sonríe maliciosamente.

—Gracias mi vida. Eres insuperable. — Me da un beso y da un paso dentro de ese mundo que guarda su fantasía, una fantasía que después de tantos años podrá hacer realidad.

Se detiene. Se voltea a mirarme. Sus ojos brillan como el sol del mediodía.

—Bueno Jeffrey, espero verte abrir esta puerta en la mañana. Deseo un desayuno doble.

—Lo se mi amor. Después de todo, esa es otra de tus fantasías. — Le digo sonriendo.

Vuelve a besarme y corre hacia la cama dejando la puerta abierta tras de ella. La veo brincar sobre Miguel quien rápidamente la cubre con sus brazos. Sonrió y cierro la puerta. Busco la tarjeta de la otra habitación, entró sumamente excitado y ansioso porque llegue la mañana para poder cumplirle otra fantasía a mi amada Carmen.

La magia de la Navidad y el amor no tienen límites.









Efraín Nadal De Choudens





Jaimito, el mentiroso.

 

Hola: Me llamo Jaime.

Los amigos, desde joven, me llaman “Jaimito, el Mentiroso”, porque dicen que me como veinte y cuento una (ya sabes que los tíos son al revés, como el parchís: Se comen una y cuentan veinte)… Confieso que me hubiera gustado que así fuera, pero la realidad es la contraria… Siempre he sido gordito, retaco y un poco tímido, aunque, para compensar, la Naturaleza me dotó, más que “adecuadamente”, diría yo que “sobradamente”... Esa condición, en casa, de pequeño, era motivo de risa y permanente tomadura de pelo… Hasta mi madre y mis hermanas me miraban de soslayo la entrepierna, cuando iba al baño para ducharme...

Dicen que los miembros grandes, a la hora de la verdad, crecen menos que los pequeños; pero, en mi caso, creo que no se cumple esa norma (quizás es fruto de una de tantas leyendas urbanas)…

En el barrio me habían visto desnudo los amiguetes, cuando jugaba al fútbol; ya que, en los vestuarios, los tíos nos paseamos en pelotas, sin pudor alguno. Eso propició mi fama, y pasé a ser envidiado por todos los colegas de la vecindad.

Más tarde, en la universidad, conocí a una chica, Gimena, también gordita, como yo, pero con estupendas formas: Tenía cintura, un culito respingón, que daban ganas de sacarla del mapa a empujones, y un par de “aldabas” que podrías usarlas de escondite, metiéndote entre ellas en caso de peligro nuclear. Con aquel físico, despertaba la atracción de los compañeros, poco habituados a esas voluptuosidades y, claro, todos estaban detrás de ella, para invitarla a vermut o a cubatas, para ver si pillaban… Yo la observaba desde hacía más de un mes y le dedicaba sinceros homenajes por las noches, cuando estaba solo en mi cama…

Una tarde, llegando las vacaciones de Navidad, fuimos diez o doce compañeros a tomar unas copas, celebrando el final de las clases. Estuvimos en varios tugurios del barrio universitario y cuando ya íbamos contentillos, sobre la media tarde, se decidió ir al chalet de uno de los presentes, que estaba vacío, porque sus padres estaban de viaje y… ¡Allá que nos fuimos!

Nada más entrar, observé que su árbol de Navidad era verde, sin nieve que lo cubriera, y a mí me parece que es una imagen muy cutre de las fiestas invernales y me obsesiona sobremanera; pero, en fin…

Por el camino habíamos comprado unos bocatas y, tras comérnoslos, empezamos a pensar en qué juegos sabíamos, para divertirnos y calentar los ánimos… Tras los típicos juegos de cartas y los clásicos juegos de mesa, uno propuso jugar “a la botella” (ya sabes… Girar una botella y al pararse, el señalado debería despojarse de una prenda). Pues ¡dicho y hecho…! Estuvimos gira que te giraré y, poco a poco, fuimos despojándonos de las prendas que teníamos puestas… Alguna chica dijo que se quedaría como máximo en bikini, otras no dijeron nada. Los chicos, más osados, no pusieron condiciones… Todos, excepto uno : ¡Yo…! ¡Pufff…! ¡Menuda coña…! Me llamaron de todo y fui el hazmerreír de la reunión. Les dio por decir que la tenía pequeña y que, por eso, no quería que me la vieran y se propusieron bajarme los pantalones, jugando a demostrar su sospecha. Las chicas, muertas de risa, apoyaban a los brutos aquellos, hasta que lograron quitarme los pantalones… ¡Ahí quedaron estupefactos! No hacía falta quitarme los calzoncillos para comprender el tremendo tamaño de mi estimado miembro… Se hizo un silencio espeso, las chicas, sonrojadas unas y boquiabiertas las más, no decían ni palabra y a los maromos se les pasó de golpe la risa y la borrachera… En aquella situación, rompió el silencio Gimena: Me llamó tendiéndome una mano, recogió mis pantalones del suelo y me subió al piso de arriba. Fue como una madre protectora que me salvó de aquella manada de cenutrios. Yo me senté en la cama de matrimonio y Gimena hizo lo propio… Durante el jueguecito, ella se había despojado de la blusa y tenía los pechos casi al descubierto. Al mirarla, me di cuenta y me quedé embobado observando de cerca aquel terso canal de la Fosa de las Marianas, en el que yo, a solas, ya había vertido varios litros del fruto de mis entrañas… Ella, muy femenina, se sonrió y me tomo la mano y se la plantó en una de sus hermosísimas tetas, como diciéndome “toca, que son de verdad”… ¡Horror!  La pobre no pudo sospechar el efecto que tendría aquel acto sobre mi miembro… Si, ya era impresionante en estado de reposo, imagínate cuando empezó a crecer y crecer… En diez segundos, empezó a sobresalir por encima de la cintura del calzón mostrándose en todo su esplendor con un color amoratado en la cabeza, que era como una gigantesca berenjena, con una rajilla en medio por la que comenzaba a chorrear un jugo transparente que, ella se apresuró a tomar entre sus dedos y se la llevó a la boca con una mirada lasciva que casi me hizo reventar en su cara. Sin cambiar su mirada, paladeó aquel icor y, ya que tenía humedecidos los dedos, los introdujo hábilmente bajo su tanga y se puso a acariciarse impúdica haciendo círculos con los dedos, variando la velocidad a placer… Yo, al ver aquello, no tuve más opción que ponerme de pie delante de ella y sacarme mi monstruoso instrumento para pedirle que lo cuidara un poco… ¡Todo fue inútil…! Hizo varios intentos de metérselo en la boca y sólo consiguió agrietarse los labios y hacerme un daño de narices en la punta. Al ver aquello, siguió lamiéndome, como si no hubiera un mañana y decidió, entonces, pasar a mayores… Me quitó la ropa y ella también se quedó desnuda… Debió de pensar que su tesoro sería más elástico que su boca y se empecinó en introducirse mi pene, pero era imposible… De pronto, se levantó, fue al baño y se embadurnó con vaselina, vino a la cama e hizo lo mismo con mi herramienta (se acabó el bote)… Al ponerse encima de mí, noté como un desgarro terrible y ella gritó, como en el potro de la tortura, y de pronto me miró fijamente con los ojos fuera de las órbitas, muy seria, con la boca entreabierta, y un gesto entre el dolor y el estupor, que me hizo pensar… ¡ésta ha muerto empalada! Pero, aquello sólo fue el inicio de la pesadilla…

Empecé a mover las caderas y su expresión no cambiaba. Le acaricié las enormes tetas y, sin poderme ya contener, noté que le vertía litros de semen en su interior, que me aprisionaba con tal fuerza que llegaba a dolerme… Gimena no debió ni de notar mi orgasmo y, al irse deshinchando un poco el instrumento, reaccionó tratando de desenclavarme de su cuerpo… Como no podía salirme, mi miembro le acariciaba por dentro y, al tercer o cuarto intento, tuvo un orgasmo brutal con gritos de animal herido y soltándome unos cuantos chorros de “squirt” que empaparon toda la colcha…

A pesar de que ya había mermado bastante mi tamaño y de que ella estaba rezumando jugos, no había forma de sacar aquello del acogedor recoveco de su cuerpo… Con cada intento de desengancharnos, yo iba recuperándome y sentía mis venas henchidas de sangre y obstinadas en volver a engrosar mi pene… Ahí, ya no pudo más y empezó a gritar pidiendo ayuda… ¡Imagínate qué bochorno…! Llamaron al 112, llegaron los sanitarios y decidieron llevarnos al hospital. Nos pusieron sobre una camilla y echaron una manta para tapar nuestra desnudez. Al bajar las escaleras, se cargaron el puto arbolito de Navidad ¡Qué torpes…! Nos metieron en la ambulancia y no te imaginas el “cachondeito” del conductor y el sanitario… Al llegar al hospital, nos sacaron en la camilla y nos pasearon, como un trofeo, por toda la sala de espera… Yo le sugerí a Gimena que disimulara, ya que estaba sentada sobre mi miembro, fingiendo que me daba un masaje cardiaco… Casi fue peor el remedio, porque con los meneítos al apoyarse sobre mi pecho empezó a sentir la presión en su interior y tampoco pudo reprimir otro nuevo orgasmo escandaloso, mientras nos dirigíamos al box de Urgencias… ¡Imagínate qué Show…! Sólo de oír sus alaridos y de sentir las contracciones de su vagina, yo no pude evitar correrme otra vez, como un animal en celo…

Y, allí que tenían también el consabido arbolito de Navidad, con muchas bolas, ¡Pero sin nieve…! ¡Me saca de quicio!

Ya, más calmados, los médicos no pudieron hacer nada para desenclavarnos, a pesar de que tiraron de ella, hasta tres tíos en fila, como en un juego infantil al que yo jugaba que se llamaba “estirachorizos”… Por fin, a uno se le ocurrió hacerle un corte perianal, como en los partos y sólo así, logramos separar nuestros destinos; no, sin que ella volviera a sentir un nuevo orgasmo, por el roce al deslizar mi instrumento, fláccido ya, por su vagina, mientras salía…

Pero, lo que no previó nadie es que, tras varias corridas mías, tenía un importante volumen de semen a enorme presión en su interior y, al sonar el taponazo, y con aquella vulva gigantesca y dilatada que se le había quedado, empezó a manar de allí, como el champán cuando lo agitas, un sifonazo de semen espumellante que empapó a todos los presentes y también roció con mis semillas la paredes y aparatos de la sala de urgencias… La mayoría hizo gestos de asco, pero vi a alguna que se relamía con cierta naturalidad… Para finalizar aquel espectáculo, le tuvieron que dar veintisiete puntos de sutura para su episiotomía. 

Yo recibí el mayor porcentaje del riego de aquel aspersor humano y también me corrí de nuevo, pringando sus enormes tetas, con las que seguí soñando varios años… Aunque lo mejor fue ver, por fin, aquel árbol de Navidad bien nevado, de arriba abajo, chorreando nieve, como si hubiera vuelto “Filomena”… ¡Qué paz…!

El destino me preparaba una sorpresa… Dos enfermeras, de las que nos atendieron, quedaron bastante impresionadas con lo que presenciaron y me persiguieron mucho tiempo (te lo cuento en el próximo capítulo de Jaimito, el Mentiroso) y, como comprenderás, me veo obligado a firmar con un seudónimo.

¿Sabes lo peor…? Después de haberme desvirgado así… ¡Ella me dejó!

¡Nunca la perdonaré!

 


 

EL PERURENA. 07/11/2024.

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