domingo, 4 de mayo de 2025

La Revista sigue latiendo (aunque yo me ausente un poco)

 Pozuelo de Alarcón, 4 de mayo de 2025

 

Queridos lectores de La Revista de Todos


Este comunicado debería haberlo escrito el 30 de abril, justo una semana después del Día del Libro, pero creedme: no he tenido ni un respiro. Como muchos ya sabéis, me van a operar en breve y estoy a contrarreloj para dejarlo todo listo antes de la intervención.

Aun así, no quería dejar pasar la ocasión de daros las gracias. El 23 de abril, nuestra revista registraba 244.267 visitas. Siete días después, el 30 de abril, la cifra subía a 244.784. ¡517 visitas en tan solo una semana! No sabéis lo importante que es para mí ver que seguís ahí, leyendo, acompañando, sumándoos a este proyecto que ya es de todos. 


Durante un tiempo estaré ausente, y me costará. Pero intentaré, en la medida de lo posible, dedicar tiempo a leer, que es algo que llevaba demasiado tiempo posponiendo. La lectura es una herramienta imprescindible para quien escribe, pero también una forma preciosa de seguir presente incluso cuando el cuerpo necesita parar.

En mi ausencia, La Revista de Todos seguirá viva, con todo el contenido que hemos ido creando con tanto mimo. Os invito a seguir explorando sus rincones. Y, por favor, no dejéis de leernos. Cada visita, cada lectura, es para mi equipo y para mí, un gesto de cariño que atraviesa la pantalla.

Sed buenos, sed malos… pero no me seáis infieles.

Con cariño, Eva

P. D.: Mi equipo y yo ya estamos trabajando para que, cuando este pequeño bache esté superado, podamos seguir emocionándoos como merecéis. Nos reencontraremos con más fuerza, más historias y muchas más ganas.

martes, 29 de abril de 2025

Cuando escribir también es saber parar.

  

 

Hola a todos:

 

Como no sé a qué hora podréis conectar, quiero adelantarme. Sabía que tarde o temprano este momento llegaría. Aunque amo escribir, y aún más a nuestra hija —La Revista de Todos—, hoy me veo en la nada fácil decisión de tener que alejarme por un tiempo de este mundo que tan feliz me hace: el de escribir, el de hablar con palabras. 


Los que me conocéis desde hace tiempo, y también los que habéis comenzado a seguirme más recientemente, sabéis que en diciembre sufrí un ataque de ciática. Mi intuición —sin necesidad de ser doctora— me decía que algo más complejo estaba sucediendo.

Después de realizar rehabilitación, y tras varios tratamientos para el dolor, ninguno dio resultado, así que no me quedó otra que acudir a mi neurocirujano. Hoy me ha comunicado lo que en el fondo ya temía: tienen que volver a operarme.

Esta vez será una intervención más compleja. Me van a colocar placas y tornillos para fijar la vértebra L5-S1, que tanto "por culo" me está dando —permitidme la expresión, aunque no sea la más correcta—.

La operación anterior duró 45 minutos y estuve solo dos días en el hospital. En esta ocasión, la cirugía durará más de dos horas y media, y estaré ingresada entre 4 y 5 días en el Hospital Quirón.

¡Vamos, que me cojo unas vacaciones!: sin planchar, sin limpiar, sin cocinar... Se admiten visitas y regalitos.

De antemano, me han recetado mimos, detalles y descanso.

Permitidme que me lo tome con humor; bajo ningún concepto quiero venirme abajo.

Entre otras cosas, porque mi meta es volver a escribir con más ganas, retomar las locuciones de Luis Anguita Juega como antaño, recuperar mi vida, escribir el libro que mi Tata y yo soñamos... y, sobre todo, volver a verte, Tata.

Quería hacer un especial para junio, pero será imposible. Aún no está confirmada la fecha exacta de la operación —será el 22 o el 29 de mayo— y, evidentemente, no estaré en condiciones de pasar mucho tiempo sentada frente al ordenador.

Además, también necesito desconectar un tiempo, leer y descansar.

No sé si me echaréis de menos o no, pero yo a vosotros sí.

Tanto a los lectores de La Revista de Todos como a los lectores de mi humilde blog.

Eso sí, espero que sigáis leyéndome. Desde el móvil podré ver las estadísticas, y será como sentirme abrazada por todos y cada uno de vosotros.

Me despido por ahora. Os mantendré informados de la fecha de la operación y de las novedades.

 

Os quiero muchísimo a todos.

Petons, Bicos, Besos, Kiss.

Eva

miércoles, 23 de abril de 2025

El regreso de Giselle. No vives, sobrevives.

 

Paseando por la explanada de Alicante, cerca ya de la playa, vislumbré a uno de mis antiguos clientes. Me hice la despistada, con la esperanza de que no me reconociera. Los años pasaban y, si con el embarazo de Abraham mi figura había cambiado, ahora, mi cuerpo comenzaba a experimentar los efectos de mi estado actual.

Quise girar hacia el ayuntamiento, dejando la playa a mi derecha, cuando escuché que alguien gritaba mi nombre. Al volverme, vi a Alejandro. En su momento intentó tener algo conmigo, y aunque era el hombre que había esperado toda mi vida, preferí hacerme la loca. Sabía que era de esos hombres que valían más como amigos que como amantes, y temía que la amistad se perdiera si cruzábamos esa línea.

Nos saludamos con dos besos. Noté, una vez más, cómo le era imposible no mirarme el escote. Y mentiría si dijera que no me gustaba. Todo lo contrario: me encantaba. Recuerdo que, tiempo atrás, cuando iba a visitarlo a su trabajo, siempre llevaba escote. Su mirada despertaba mis musas, esas que a veces, caprichosas, me abandonaban.

Hablamos largo y tendido. Saber que tenía pareja me hizo feliz, aunque en el fondo extrañaba ese juego de coqueteo que tanto me gustaba. Pero esas cosas no se pueden forzar, simplemente suceden.

Cuando me acompañó a la puerta del hotel, por un instante, cuando fue a besarme la mejilla, se me pasó por la cabeza robarle un beso. Pero no podía. Me atraía tanto como me bloqueaba. Nunca había sentido algo así por un hombre. Me despertaba las mismas ganas de abofetearlo que de probar el sabor de sus labios.

Pero ni podía, ni debía, ni quería más complicaciones. Estaba embarazada de Roberto y no era justo, ni siquiera pensar en algo que no tenía razón de ser.

 

La escapada a Alicante me estaba sentando mejor de lo que imaginaba. La conversación con Alejandro y la distancia de mi rutina me ayudaban a despejar la mente, dejando de pensar, aunque solo fuera por instantes, en el audio que le había enviado a Roberto. Volvía a conectar con mi faceta de escritora, que después de ser madre, era lo que más me llenaba.

Apenas llevaba quince minutos en la habitación cuando sonó el móvil. Era Roberto. Estaba en Alicante. Había tomado el AVE tras salir del trabajo y quería hablar. Me puse muy nerviosa. Me había hecho a la idea de enfrentar esa conversación a mi regreso, pero no me quedaba otra que encararla ya.

El golpe en la puerta me paralizó por un instante. Me sentía como una adolescente. Saber que había venido a verme me hacía feliz, pero escucharlo era lo que me aterraba.


—Hola, Giselle. ¿Cómo estás?

—Contrariada, no te voy a mentir. Creí haber sido clara con mi audio.

—Y lo has sido. Por eso estoy aquí. No podemos seguir con audios y mensajes como si fuéramos niños. Tenemos que hablar y lo sabes.

—Sí, así es… Te escucho.

Estaba temblando. Apenas podía sostenerme en pie. Seguramente se dio cuenta.

—Siéntate, por favor. Sé que mis palabras no fueron las más acertadas y que por eso has venido aquí. Te conozco más de lo que crees. Y aunque no dudo de que la feria te hizo ilusión, en el fondo sé que aceptaste para huir, una vez más, de tus fantasmas.

Hizo una pausa y continuó:

—Es cierto que no mencioné a Abraham, pero el día que te abracé en la calle, cuando vaciaste todas esas lágrimas que llevabas enquistadas en el alma, asumí todo lo que había en tu vida, porque quería formar parte de ella. Por más que intentes poner distancia, no enfrentas tus miedos. La única que sigue creyendo que todos los hombres queremos lo mismo eres tú. Pero no, Giselle Bayma. No todos los hombres somos iguales.

Sus palabras me golpeaban fuerte.

—Desde que te conozco, tu reacción ante las adversidades ha sido la misma: huir. ¿Crees que así se solucionan las cosas? ¿Qué pasará si tu hijo quiere irse fuera a estudiar o si cae enfermo? ¿También huirás? ¿Cuándo vas a dejar de tener miedo y enfrentarte a la vida?

Me ardía el pecho.

—¡Cállate! Vete de aquí, te odio —le espeté llena de rabia.

—No me odias. Simplemente no quieres escuchar la puta verdad. Pero no voy a tener más tacto, porque sé que me quieres. Lo que te asusta no es estar conmigo, sino la idea de volver a quedarte embarazada, de perder al padre de tu hijo, de quedarte sola de nuevo. Te da miedo vivir, Giselle.

Me tapé los oídos, pero siguió hablando.

—Eres la mujer más especial que he conocido. La mejor hija, la mejor amiga, la mejor madre… incluso la mejor escort de Madrid. Eres una de las mejores escritoras que conozco, pero tú no crees en ti. —No vives, sobrevives—. Y de eso no se trata la vida.

Sus palabras me desarmaban.

—Estás acostumbrada a refugiarte en tu diario, a escribir para que tus personajes vivan lo que tú no te atreves. Pero la vida no es un diario, Giselle. La vida, en ocasiones, es un guion mal escrito, con un final de mierda; pero aun así, hay que vivirla.

—Te odio, vete de aquí. ¡Ojalá te mueras!

—Blasfema lo que quieras, grita si lo necesitas, pero no me voy a ir. Ni de aquí, ni de tu vida..

Me quedé en silencio.

—¿Cuándo pensabas decirme que estabas embarazada?

Levanté la cabeza, sorprendida.

—Creíste que lo tenías todo controlado, pero no, cielo. Tu audio me extrañó tanto que llamé a tu oficina. Justo después de que te fuiste, Davinia encontró el test de embarazo en la papelera. Al menos podrías haberlo guardado para mostrármelo. Me habría encantado compartir ese momento contigo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

—Perdóname —susurré.


 Nadie me había hablado nunca con tanta claridad. Y lo peor es que no tenía nada con qué rebatirle. En ese instante entendí que la vida no era solo escribir. Primero debía vivir y luego plasmarlo en papel. No al revés.

Roberto me atrajo hacia él. Me calmó entre sus brazos, arrancó mis miedos con sus besos. Sus caricias me hicieron olvidar el temor y, con su buen hacer en la cama, pasó de ser el hombre al que odiaba y deseaba muerto, al que me hacía morir de placer y amor entre sus brazos. 

Por primera vez en mucho tiempo, escribí en mi diario sobre algo que viví, no sobre algo que solo fantaseé.

Esa noche, sin saber cómo terminaría, comencé a escribir la primera página de un libro que quería vivir hasta el final.

 

Continuará…



Lágrimas de un libro.

 

 

¿Te acuerdas de nuestras noches tejidas con palabras?

Letras de piel y deseo que se han convertido en recuerdos.

Un libro, decíamos.

un libro de versos y besos que no pudimos escribir

solo soñar y cantar

y sentir en pequeños momentos.

 

Donde se ocultan aquellos sueños

tal vez convertidos en máscaras vacías

en misterio.

 

Hoy he abierto de nuevo aquellas letras

que ya no son sino silencio.

La vida se desvaneció de sus páginas

para convertirse en soledad,

en un triste y fallido sortilegio.

 

Solo quedará un libro

mudo testigo de lo que no pudo nacer

más que en sueños.

 

Escribiré ese libro en papel y colores

y sus palabras vivirán

al leerlo

Aunque ni tu ni yo estemos ya vivos

el libro —así lo creo—

será eterno .

 

Magia y poesía de un libro

—como todos los libros—

escrito con el alma en carne viva

para guardar la memoria,

enjugar una lágrima

y tal vez desafiar al olvido.

 

 

Fernando Alonso Barahona

Marzo 2025

Oda a Erató


En lo profundo de mi mente, como la visión de lugares imposibles, a través de letras y papel se vuelven comprensibles e imaginables, como una biblioteca cuya luz siempre está a tu lado y el resto, tinieblas, navegando entre sus pasillos, acariciando cada libro en sus estantes, posando momentáneamente mis dedos en sus lomos, como quien lee con ellos y cierra los ojos para ver su contenido, para seguir vagando sin rumbo en el laberinto de Minos, encerrado aquí; pero elusiva te veo de vez en cuando, oh mi dulce musa, Erató, ríes con tu cara cubierta con el libro de mis desamores, acaricias página a página cada una de mis tristezas, porque en cada una me inspiraste a crear dulces letras, ignoradas y olvidadas. 

¡Oh, hermosa Erató!, eres testigo del amor en mi lírica, en el peso y sentimiento en cada letra. Sonríes y lloras recorriendo los pasillos más oscuros, donde los recuerdos que no deseo recordar se hallan, cada bellos ojos que atención ponían en mí, aunque fuera por un momento. Vos, mi maestra Erató, movías mi mano para crear jocosas letras, tímidas rimas y seductoras afirmaciones. Puede que casi todas cayeran en sordos oídos, que ni un palpitar o sentimiento promovieron, pero siempre estás para mí. Aunque no pueda verte, cierro los ojos y tus susurros crean las letras, los párrafos y renglones, aun cuando a nadie son dirigidos, siempre con el libro de mis fracasos en tu seno, pero jamás olvidando las letras que tu perfume inspiró.

¡Oh, musa! ¡Oh, Erató! Que tus letras siempre mantendré en la biblioteca de mi mente, aunque las hojas a pedazos se caigan cada día, aunque las llamas de Alejandría los estantes consuman, aunque las aguas atlánticas se traguen los tintes, siempre perdurarán las rimas que fueron dedicadas, creadas gracias a vos por voz. Pese a que mortal alguna las aprecien, los tesoros entre prólogo y epílogo, que rasgaron el papel tatuando los sentimientos sin voz pero razón. Ahora hoy, tus manos acarician mis dedos, guiando palabra por letra y letra por palabra, como el viento mece el barco a una dirección. Te dedico este estribillo, la humilde ofrenda de un don nadie a una diosa, como el pordiosero que regala una flor a una reina, rogando a que no abandones los pasillos de mi cabeza, para así volver a crear dulces letras con un suspiro perdido, melancólico y profundo, entre los libros de mi mente.


Marvin Duran


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