Las campanadas me decían:
"queda menos tiempo".
(En un pueblo extraño, una luz extraña y un
temor extraño).
Se prorrumpían en medio de la noche,
a modo de aviso, sonorificando su advertida
presencia...
"queda menos tiempo", me
repetían.
Cada quince minutos.
A veces más frecuentes,
a veces como si los minutos no pasaran.
A veces eran inexistentes.
Parecían dejar espacios de silencios,
y todo era reflexión...
"Queda menos tiempo, pronto llegará la
mañana".
¡Ah! todo era girar la cabeza sobre la
almohada.
(En una casa extraña, hacia una cortina
extraña, hacia una ventana...)
A ella no parecía perturbarle el silencio.
Extasiada mis ojos la miraron un momento...
Y llegó el mañana.
Las campanadas me decían:
"Quédate con nosotras. No te vayas.
No pienses más en el tiempo".
María José Cabuchola Macario
Me encanta cómo tratas esa angustia por el tiempo que llega imperturbable, aunque justo en el momento antes de llegar, parece que se frena un poco para torturar al que espera, pero ahí está, implacable. Bonito poema, algo angustioso, pero bello.
ResponderEliminar"En un pueblo extraño, una luz extraña y un temor extraño".
ResponderEliminarMe encantó esa frase....
El tiempo es un impertumbable compañero en nuestras vidas, así como eterno. El uso de rima interior es muy brillante de tu parte. Con una gran angustia nos transmite el terror que nos provoca el pasar del tiempo. Felicidades.
ResponderEliminarCuando la mente y el corazón andan preocupados por el transcurso del tiempo, mal asunto. Para unas cosa se te echará encima y para otras, se te hará eterno. Una paradoja que siempre nos acompaña
ResponderEliminarCurioso cómo creéis en la voz de las campanadas... sabedlo: es mi propia voz, es la voz de mi conciencia en aquel transcurso de la noche. Las horas, minutos y segundos, pasaban ante mí breves, efímeros... o, a veces, con una lentitud fuera de la lógica de un corazón enamorado. Porque estar ante el ser amado mientras duerme es eso: locura y entrega. Y, al final, es el corazón el que marca los tiempos, los sonidos, las estancias...
ResponderEliminarGracias a todos por vuestra visión, cada vez que os leo aprendo lo que no está escrito...
María José Cabuchola Macario
Ha sido un placer entrar en tus letras y empezar a conocerte subjetivamente.
ResponderEliminarCariñosamente
´
TRINA LEÈ DE HIDALGO
Ciertamente veo tu punto de vista al señalar que es tu voz, pero al leerlo me haces recordar algunos pasajes de mi existencia, cuando el tiempo se acerca a su final, en ese momento en que debes levantarte y emprender el camio antes de que se asome la luz del nuevo día a pesar de querer permanecer.
ResponderEliminarSaludos
La ansiedad y la angustia, el tiempo inexorable, cruel y pasajero. Muy bello y nostálgico. Como siempre, me encanta leerte, María José. Enhorabuena.
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