Una revista de literatura, donde el amor por las letras sean capaces de abrir todas las fronteras. Exclusiva para mayores de edad.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Amor eterno






El amor llega siempre como esas mariposas que vuelan incesantes y de pronto se posan en un   sitio específico. Constantemente, existe el temor de saber si es el verdadero por la simple inexperiencia y el deslumbramiento que acontece en su descubrimiento. Después Y cuando nos damos cuenta que es el que buscamos y anhelamos nos entregamos plenamente a él en sentido, ternura y corazón...

Pueden pasar muchos años pero no muere, al contrario crece, crece como la planta mágica y se riega y abona con las simples vivencias cotidianas, especiales, secretas.

Luego, pasan décadas y ya no es tan apasionado, se torna mas tranquilo, placentero, mas intenso, sincero, te acompaña y anima, fortalece y consuela. Pasa a ser el amor de un amigo/a, compañero/a, fraternal, el que no interrumpe tus silencios y se sumerge en el mundo evaluativo, en la apreciación sublime, en el cariño inmenso, hasta en la dependencia porque se transforma en una comunión espiritual. Y se está junto a él o ella; y se disfruta hasta que uno de los dos muere y el otro queda sumergido en profundos vacíos, en infinita tristeza, en negra desolación... con la amarga verdad de estirar la mano en la cama hacia el lado donde dormía y sentir que esta pasa lisa porque ya no está ni volverá mas   nunca.

Entonces, interrumpe tus oraciones como un duende travieso, aparece en tus sueños, se apodera de los recuerdos, está en el diario compartir, en las anécdotas, en los besos escondidos que le das a sus hermosas fotos.

Después de tanta angustia te vas acostumbrando a la idea que te deja la muerte y florece la paz interna, la resignación, y quedas en libertad, esa que no se anhela nunca pero que en el fondo es completamente falsa porque sigues atada a su esencia aunque ya no quede nada de su alma, y se ignore donde pernocta su espíritu y se sepa que su cuerpo sólo es un cúmulo de cenizas.

Si, quedas en libertad de seguirlo amando, de continuar esa   fidelidad que nunca se rompió y que marcó la verdadera pureza de un amor eterno, de esos que quizás en este mundo trastornado, existan pocos.
 
Quedas en libertad de llorar, ansiar, revivir, amar, llamar en el silencio, pedirle que se te aparezca aunque sea  entre los sueños, y cuando estás en la  simple rutina conversar mientras imaginas que está   disfrutando su sabroso café....o conversando sobre la vida misma, las satisfacciones, la corresponsabilidad en la  existencia, sus proezas a  las que agregaba un poco de mentiras, los  chistes y cuentos de su infancia  afanosa u observas esbozada en el aire y como producto de la imaginación, su  hermosas sonrisas.

Es mentira, quedas en una libertad aprisionada a su eterno recuerdo, a la esperanza de un futuro reencuentro. 

Amigos lectores, ese es el amor verdadero, por eso, cuando miro a mi alrededor y veo tantos divorcios, pienso en las circunstancias adversas para la misma persona que lo enfrenta, para los hijos ante un cambio tan brusco que tal vez hablando psicológica y emocionalmente, sea mejor; especialmente cuando las causales son supremas e insuperables como en el caso del alcoholismo, la drogadicción, prostitución, machismo imperante, infidelidad constante, otras. Sin embargo, existen circunstancias superables que se obvian por el predominio del orgullo, la soberbia, el desbalance entre lo positivo y negativo de una persona, la intromisión de los padres, la pérdida de valores, el poco  mérito  que se le da al matrimonio porque se  llega a él por  la búsqueda de una estabilidad, de una libertad diferente a la del   hogar, la mentalidad de lo que no  sirve se bota, o a rey muerto rey puesto, o simplemente, es  una ilusión, un apantallamiento que cuando se opaca o se corre el telón,  surgen los  peros, los  defectos, las inconformidades, el hastío, la desconsideración. Algo que duele, es que uno de la pareja prefiera lo demás: lujos, diversiones, promiscuidad, vicios, prepotencia, falsedad, egoísmo, yoísmo, violencia, incomprensión, por sobre sus hijos”… lamentablemente, ocurre a diario y no se busca ayuda, lo mas fácil es liberarse del yugo, la pena de ser considerado/a socialmente, una victima…

Creo que se debe luchar hasta lo imposible, subsanar   heridas, refugiarse en la fe, revestirse de humildad para reconocer  los errores que se pueden cometer, pero si  no existe la concienciación, un verdadero  amor, un amor eterno, todo se revienta, como el pabilo de hilo podrido que al halarlo  se divide en fragmentos…

Aquí recuerdo un poema de cuando estudiaba bachillerato: Para ti que estás triste, para ti que estás solo/a, pobre rosal que en mayo no floreces y a quien octubre dejará sin rosas…

Mi vocación de docente me pide a gritos que siga despertando conciencia y abonando los valores, porque todos  los seres humanos tenemos dentro una lucecita que nos reprocha y sermonea, lo importante es no  taponar los  oídos para dejar de escuchar.




4 comentarios:

  1. Gracias a EVA por brindarme la oportunidad de estar en su revista con la cual colaboro de mil amores logrando un enriquecimiento espiritual mutuo y brindándome la oportunidad de conocer y comentar a muchos escritores o aficionados que también brindan mensualmente, sus aportes.Un abrazo fraterno.
    Trina Leé de Hidalgo

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  2. Bueno, Trina. Yo pertenezco a la generación perdida (aunque no me he divorciado). Debo decir que hay muchas razones por las cuales uno termina separándose, y te ha faltado mencionar algunas (aunque todas relacionadas con yo). Sin embargo, es un estertor poderoso ante un hecho que nos atañe a todos, no despreciar lo que tenemos. Gracias por tus palabras.

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  3. Como siempre, una maestra de las letras (y de la vida), Trina. Felicitaciones. Ahora, al menos en mi caso, no sé si la pasion disminuye con los años, yo sigo siendo tan apasionado cuando me enamoro como a los 18...Pero lo que SI cuesta es enamorarse....

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  4. Amigos Carlos y Gontxu, gracias mil por vuestra presencia en este escrito de mi autoría, son muy gentiles. Reciban un fuerte abrazo desde mi querida Venezuela.
    TRINA

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