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jueves, 13 de febrero de 2014

La audición

Toda persona en el medio del espectáculo tiene un gran sueño, ser descubierta y conseguir la fama de inmediato. Aunque existen referencias de estos milagros a largo de la historia del cine, en especial en Hollywood; esta es la excepción, no la regla. La gran mayoría de las jóvenes ilusionada por las candilejas que lo abandonan todo en busca de un sueño como actriz no logra ni el papel o ni la oportunidad; deben pasar la mayor parte de su juventud haciendo filas interminables en los estudios que levantan audiciones, frecuentar los clubes nocturnos que prefieren los productores o estrellas que podrían descubrirlos o pasar por los estudios fotográficos que han hecho famosas a muchas otras estrellas. Filas interminables de modelos, reinas de belleza de colegio, campiranas del medio oeste y niñas ilusionadas que han mentido sobre su edad hacen fila cada vez que escuchan de una audición, con la esperanza de conseguir un puesto, algo, lo que sea, en el mundo competitivo del espectáculo.

La fila a las afueras del Sunset Gower Studio en Hollywood California esa mañana fría de mediados de febrero demostraba esta teoría. A todas las jóvenes que se habían hecho presentes les había llegado el rumor de que los productores de una serie documental o de televisión real buscaban con desesperación elenco femenino debido a la terminación del contrato de su anterior financista. En específico; buscaban tres modelos que supieran bailar, de buena presencia física y que fueran fotogénicas. Ninguna de las que hacía la fila sabía el por qué de esta solicitud, todas temblaban ante el clima frío de esa mañana mientras sujetaban firmemente sus fotos de presentación y sus credenciales. Sólo una de ellas sabía la verdad sobre esa solicitud.

Ella se destacaba aunque se encontraba a 100 metros de la entrada. Su piel morena y su estatura era lo que más llamaban la atención. Con una gabardina blanca y una camisa azul de cuello duro que la defendían del frío, era lo único que poseía para enfrentarlo. Llevaba el archivo con su foto y currículo debajo del brazo izquierdo, tenía ambas manos metidas en los bolsillos, tiritaba de frío. Era obvio que no usaba guantes, tampoco usaba medias. La gabardina se deslizaba por debajo de la rodilla, exponía sus piernas y los zapatos deportivos no le ayudaban a defenderse del clima.

La  joven no puso atención a los comentarios de las demás. No habían muchas como ella en esa fila, es más casi no se veía ninguna. Sin embargo, ella había vivido a la sombra de esos comentarios toda su vida, por lo que los ignoró. Había luchado mucho para que la travesura de su madre no hiciera mella en su vida, así que ya estaba acostumbrada.

Pero de improviso, se armo un gran tumulto entre las muchachas. Al igual que la mayoría, ella sacó la cabeza y observó al fondo de la fila. Dos hombres, bastante dispares en estatura, pasaban por la fila revisando a las muchachas. Esto no la extrañó, porque ella sabía por lo que le había dicho su amigo que los productores estaban buscando desesperadamente modelos como ella. Por esto volvió a su posición en la fila y esperó a que llegaran.

Ella sintió una breve vibración en el bolsillo derecho de la gabardina, sacó el teléfono y observó el mensaje en pantalla.         

[Aldus: Buena suerte.]

Otro de sus mensajes. Debía admitir que tenía todo que agradecer a Aldus por haberle comentado de esta oportunidad, pero la verdad es que a ella le gustaría que él fuera más atento. Después de todo, estaban en febrero. Ese poste de músculos sin cerebro debió haberse acordado de la fecha. Al menos pudo haberle dicho alguna palabra de ánimo. Pero no, como siempre a él se le olvidan esas pequeñas cosas. Estúpidos hombres y su memoria de chorlito, porque no son más detallistas.

—¿Cuál es tu nombre, linda?

—Bealtrizery Paboojian— contestó la joven mientras guardaba el teléfono Pero llámeme Berly.

—¿Vienes de parte de la RoC, verdad?

—Si, señor.

El más bajo de los dos revisó una lista mientras su contraparte extendió la mano. Ella le entregó su hoja de vida y sus fotografías artísticas, para luego recibir del asistente un gafete.

—Preséntalo en la entrada y espera en el Set de Filmación 5. Entendido.

—Claro.

La joven tomó el gafete y salió de la fila muy animada. Sabía que las demás que esperaban y la veían pasar la agredían con sus miradas, pero ella no hacía caso. Aldus le había advertido que el “casting” o la selección de ese día buscaban algo en especial. La producción buscaba dos modelos bajitas y una modelo alta, muy alta. Entre más alta fuera, mejor. Por esta razón ella agradeció en silencio al padre que nunca conoció, porque a él le debía su enorme estatura.

Ella presentó el gafete al guarda, que la dejo pasar al edificio de seis plantas. En la entrada, al lado del tiro del elevador, estaba el mapa del edificio, el cual indicaba su posición relativa así como el lugar donde se encontraba el Set 5. Esto le llevó una caminata de diez minutos entre el laberinto del primer piso. Pero en cuanto llegó se decepcionó. No era la única que había sido admitida debido a su ventaja física, habían al menos unas cinco muchachas más esperando más o menos de su estatura. Luego llegó una más y tomó asiento a su lado. En total serían siete las que harían la audición.

Ahora lo único que les quedaba por hacer era esperar. Pero al parecer el sentido del humor de los encargados de la audición no tenía límite. Porque las muchachas esperaron hasta después del medio día. Lo que parecía un día de triunfo por haber sido seleccionadas se amargó debido al tiempo que ya tenían esperando.

El estomago de Berly fue el primero que se quejó. Sus gruñidos provocaron que sus compañeras de espera se rieran, lo cual la apenó. La verdad se había saltado el desayuno, temerosa de llegar muy tarde y quedar demasiado atrás en la fila como para ser tomada en cuenta. Ni siquiera había alistado algo de comer. Esto se tornó aún más desesperado porque al menos dos de las jóvenes que esperaban sacaron un refrigerio ligero. Las demás observaron con hambre, mientras las previsoras devoraban lo que traían con un cierto placer malsano.

—Muy bien señoritas. Las que estén listas pasen a los vestidores, y a las dos cerditas terminen su comida ya. Muévanse, muévanse, muévanse. Tienen quince minutos.

Retribución divina. El llamado de jefe de vestuario hizo que todas las que se morían de hambre estallaran de risa, mientras las que comían se atragantaban para apurarse. Todas pasaron al vestidor del set, en el cual encontraron trajes de coristas para escoger en un perchero. Berly y las otras compitieron por buscar lo que iban a ponerse, ella terminó con un entero transparente con lentejuelas que cubrían sus partes privadas. Luego, ocupó uno de los espejos del vestuario y se quitó la gabardina (un vestido gabardina) e intentó ponerse el traje. Fue en ese momento que ella se percató de que tenía más peso del que recordaba. El traje era de su talla y para su estatura, pero le hacía falta un poco para poder cerrarlo. Por eso se maquilló primero y se cambió el calzado. Cuando todas fueron saliendo, se quitó la ropa interior, la guardó en el bolsillo de la gabaridna y se metió dentro del traje, el que pudo cerrar con un poco de esfuerzo. Luego de acomodar el tocado de su cabeza salió al área de espera, donde se tuvo que sentar de última debido al problema de funcionamiento de su traje.

—Señoritas, escúchenme Entrarán en orden como están sentadas. Entran cuando la luz se ponga en verde, esperarán afuera con la luz en rojo. La que salga puede ir al vestidor y cambiarse. Daremos los resultados al terminar todas las presentaciones.

Fue en ese momento cuando ella se dio cuenta de algo. Al observar a las muchachas usar el celular, ella se dio cuenta de que había dejado el suyo en la gabardina dentro del vestidor. Por esto reclamó.

—Disculpe. ¿Puedo ir por mi celular?

—Si quieres perder tu oportunidad claro que si cariño, es tu decisión. Ahora, espera aquí. ¡Entendido!

La joven suspiró al saber que no habría forma de entretenerse o de hablar con alguien. El traje le quedaba un poco ajustado de cintura, pero por lo demás le sentaba de maravilla. Además, las lentejuelas y la tela escondían discretamente sus excesos. A diferencia de los trajes de dos piezas de la mayoría, ella sabía por experiencia que le costaría llenarlo o que se vería el exceso de peso. Después de todo ya había pasado por un primer embarazo. Era mejor ser un poco discreta en lugar de exponerlo todo de una vez. Además fue previsora al no tomar líquidos.

Ella esperó con paciencia. Cada audición duraba aproximadamente treinta minutos, tres horas aproximadamente para que ella hiciese su presentación. Cada vez que se apagaba la luz salía una de sus rivales, pero por la expresión de todas, no parecían estar muy contentas de lo que había sucedido en el interior. Esto la hizo sentir nerviosa, algo que manifestó con sus manos. Así pasó el tiempo hasta que transcurrieron las tres horas.

—Es tu turno, cariño. Ve y rómpete una pierna.

Berly sonrió por reflejo. No era la clase de ánimo que quisiera para una presentación. Con decisión ella se levantó y esperó junto a la puerta. Cuando la luz se puso verde, ella pasó al interior, donde la esperó un corredor estrecho con un piso de madera.

Ella vio una luz al fondo del corredor, pero cuando iba a salir una voz la detuvo.

—Alto. ¿Cuál es tu nombre?

—Ya te dije su nombre antes, así como el de las otras.

—No importa. Quiero que se presente.

Ella tragó grueso. La luz daba directamente sobre el escenario, la encandilaba y le robaba la visión. Pero ya no había marcha atrás. Ella se paró firme y contestó.

—Bealtrizery Paboojian.

—¿Vienes de parte de la RoC, verdad?

—Si señor.

—Bien. ¿Traes la pieza que vas a usar en tu presentación, o vas a dejar que escojamos por ti?

—Escojan ustedes.

—Muy bien. Bailarás “Army of Me” de Björk.

—Si señor.

El representante de la RoC había tenido razón. Esa canción en particular no se supone que sea para bailar. Pero este conocía al productor y al director de audiciones de esta producción. Le había dicho que el director, en especial, odiaba a las bailarinas y modelos que venían con todo preparado. Las encontraba muy plásticas, no aptas para la improvisación. Otra cosa que conocía era sus gustos particulares, en especial su amor por la música electrónica. Por lo tanto, en lugar de practicar con una canción, le dio una lista con las cinco posibles canciones que él escogería para las audiciones, para que ella desarrollara un número para cada una. Para su dicha, “Army of Me” era una de esas cinco.

Ella bailó tal como lo había practicado. Aunque la versión era la remasterizada, ella pudo distribuir su rutina de acuerdo a los tiempos de la canción. Al final, ella bajó del escenario con un paso firme y colocó sus manos frente a la primera fila de asientos. Aunque la seguía la luz del escenario, ella pudo ver a los tres hombres que evaluaron su desempeño, los que aplaudieron su interpretación.

Berly agradeció con una reverencia y se volteó para subir al escenario, pero la misma voz la detuvo.

—¡Quédate, Bea...

—Puede llamarme Berly.

—Berly. Bien, no tengo ninguna duda. Eres una gran bailarina, mis colegas están de acuerdo conmigo. Pero debemos hacerte unas cuantas preguntas para ayudar a formarnos un criterio.

—Claro.

—¿Conoces a Aldus Erengisile Sunden?

—Por supuesto— respondió ella con la verdad —Somos amigos desde hace años.

—Según tu currículo, eras corista hasta hace dos años. ¿Por qué dejaste de ser corista? ¿Por qué has pasado desocupada tanto tiempo?

Berly se tomó su tiempo para pensar. Si decía la verdad, posiblemente la despreciarían. Pero si no la decía y lo averiguaban, también lo harían. Era un riesgo cualquier respuesta que diera. Por eso, se decidió por la verdad.

—¡Quedé embarazada!

—¿Y tu hijo? No dices que tengas hijos.

—Murió en el vientre.

La respuesta afectó a quien había hecho la pregunta más que a ella misma. Ya había llorado mucho por su hijo perdido y había aprendido a llevar esa pena. Por eso pudo conservar la compostura a pesar de lo triste que la hacía sentir la respuesta.

—¿Sabes o tienes idea del porqué de esta esta audición?

—No señor— mintió la bailarina.

—Estamos buscando modelos para el programa Quebrando el Código: Descubriendo los Secretos de la Magia. Tú te ajustas muy bien al perfil que buscamos, una atrapamiradas. Una bailarina alta y espigada que tenga suficiente presencia en el escenario para robar las miradas del público tanto en el estudio como en cámara. Por tu presentación y por la seguridad de tus respuestas posees todo lo necesario para llenar ese rol. Pero tengo una pregunta más. ¿Por qué escogiste ese atuendo?

El rostro de Berly se puso rojo, ella bajó la cabeza y cruzó los brazos antes de contestar.

—Tengo cinco kilos de más.

Los tres hombres estallaron en carcajadas ante la consternación de la muchacha. Luego, el director del elenco se levantó y puso su mano en su hombro.

—Si prometes perderlos antes de la primera semana de abril, el papel es tuyo.

—¡En serio!

—Si jovencita. Llamaré a Johnny mañana a primera hora para finiquitar los detalles de tu contrato para que lo firmes. Por lo demás, felicidades.

—Claro señor. Muchas gracias señor.

Ella no se contuvo y abrazó a sus tres jueces. Luego les dio la espalda e iba a salir por donde había ingresado cuando escuchó una última frase.

—Feliz día de la amistad, Berly.

—Igualmente.

La joven salió muy animada del set de grabación. Sin darse cuenta ella entró en el vestidor y se cambió a su ropa normal sin fijarse. Pero cuando salió del vestidor, ella volvió a sentir la vibración en el bolsillo. Tenía que ser Aldus. Ella sacó el teléfono y revisó los mensajes de texto. Había media docena de ellos, los que fue revisando en orden de ingreso. Pero mientras salía del vestidor, ella se extrañó por el último que recibió.

[Aldus: Estuviste genial, Berly. Felicidades por conseguir el papel]

Ella se detuvo. Se suponía que era el día libre de Aldus. Por eso había podido ir a la audición, porque él cuidaría a su hija. ¿Cómo es que se había dado cuenta de que había conseguido el papel? Con estas preguntas en la mente, ella trató de pensar que era lo que había sucedido. Pero un leve tintineo sobre su hombro derecho le confirmó sus sospechas. Cuando se volvió, su amigo la esperaba con una sonrisa.

—Aldus, ¿qué haces aquí? Deberías estar cuidando a tu hija.

—Buenooo... Tuve visitas indeseadas. Llegaron Topacio y Amatiste a la casa. No sé cómo me encontraron, pero Amatiste quería ver a la niña. Así que les pedí que la cuidaran mientras venía a verte.

Ella se mostró molesta con la afirmación.

—Deberíamos volver. No confío en ninguna de esas dos viboras.

—Tranquila. Ellas no harán nada que ponga en peligro el buen nombre de su familia. Recuerda que ellas fueron las que me cedieron la custodia. No la van a secuestrar, sería un deshonor para su familia. Por cierto, esto es para ti. ¡Feliz día de San Valentín!

Aldus le entregó un ramillete a la joven. Compuesto de tres rosas, una blanca, una roja y una oscura; ella lo recibió con una gran pena. Después de todo lo mal que había pensado de él, sobre su forma descuidada de ser y su indiferencia; recibir el ramillete la hizo sentir una gran vergüenza. Él ignoró este gesto, levantó la cabeza y exclamó.

—Son las cuatro, Berly. Podemos ir al cine, o si quieres podemos hacer lo que tú...

—¡Llévame a comer! Me muero de hambre.

Aldus comenzó a reírse a carcajadas de Berly, que no pudo hacer otra cosa que abrazar las flores. Luego de un rato que pareció eterno, él aceptó.

—Esta bien. Te llevo a comer donde tú quieras. Aunque dudo mucho que encontremos algún lugar desocupado hoy. Tendremos que apurarnos.

La joven aceptó y ambos caminaron juntos hasta la salida. Pero una vez que estuvieron fuera del edificio, el frío de la estación se coló de nuevo por la piel expuesta. Fue en ese instante que ella se detuvo en seco, se le subieron los colores al rostro, se llevó las manos a la cintura y comenzó a temblar.

—¿Qué te sucede, Berly?

—Olvide ponerme mi ropa interior.

Aldus no pudo evitar estallar en hilarantes carcajadas ante la confesión sincera de su amiga. Por el resto de la velada, ella tuvo que usar discretamente su mano para evitar que la falda de la gabardina se levantara, ante las burlonas carcajadas de su amigo. Por esta razón, él tuvo que llevarla a un restaurante de calidad, en parte para pedir perdón. Pero sobre todo, para que ella pudiera acomodarse la ropa a sus anchas y ambos pudieran disfrutar del resto de la noche de una velada tranquila y romántica, tal como se supone que debe ser en este día.



Carlos "Somet" Molina

14 comentarios:

  1. Bello relato, amigo. Mucha suerte.

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    1. Gracias Juan. Vamos a ver como le damos vuelta al experimento que representa estas historias. Estamos en contacto.

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  2. Un buen relato que aúna el éxito de la protagonista con la desesperación de tantas que se quedan en el camino....Gracias Carlos

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    1. Soy del partido de que el éxito viene con la preparación. He visto cosas, y para todo hay que estar preparado. En este caso, como un derivado moderno de la historia de fantasía; guió a los personajes por un camino similar al que llevan en la novela fantástica. Me alegra mucho que te guste, estamos en contacto.

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  3. Muy buen trabajo Carlos, como todo lo que emprendes. Felicidades

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    1. Muchas gracias, Faustino. Un gusto. Estamos en contacto.

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  4. Ne fascinò este relato, interesante, ameno, cautivador, dentro de la sencillez de sus acciones y a la vez la inquietud que despierta por apresurar el conocimiento de los resultados de la entrevista y luego la amabilidad del amigo que responde positivamente desechando los conceptos que de el se habìa formulado la protagonista de esta historia. Felicitaciones!

    TRINA

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    1. Gracias Trina. Muchas veces se llegan a acuerdos por debajo de la mesa (jiji). Por lo demás, el punto de vista es el de ella, con todos los problemas que tuvo. Espero haberlo captado bien. Gracias por tus palabras.

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  5. Relato fluido que mantiene el interés, aunque me parece que en algunas partes sobra el "ella" Saludos!

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    1. Pues lo reconozco, a veces se me pasan los pronombres, :p. Me alegra mucho que te haya gustado, muchas gracias.

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  6. CARLOS: qué buena historia, simple pero bien gráfica, ambientada en el mundillo del espectaculo. Algo muy diferente a la ficción fantastica que estamos acostumbrados a leer de ti, pero ambas facetas excelentes. Un abrazo.

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    1. Gracias Gontxu. Me creerías que se basa en dos experiencias, una personal y otra de lectura. La primera fue un paseo por Hollywood y Vine en las Navidades de 1995, me impactó ver las filas interminables de jóvenes que audicionan por un papel. La segunda fue leer la forma en que las "agencias de entretenimiento" como la WWE usan a sus artistas para proyectos conjuntos. Esta historia es parte de dos experimentos para modernizar y actualizar mis historias. Me alegra que te haya gustado.

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  7. Me gustó bastante, sencillo y fluido, y la historia muy conseguida. La lucha por el éxito nunca es fácil

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  8. Gracias Jose, el éxito es esquivo y no llega para todos. Me alegra que te haya gustado.

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